Evelyn se quedó mirando desde fuera de la tienda. Ella había visitado esta tienda una vez, probado el mismo vestido que llevaba Dayna, y se veía hermosa también, aunque había ido sola.
Sabía que Aidan nunca se casaría con ella, pero como cualquier chica, soñaba con llevar un vestido de novia.
Mientras miraba, las lágrimas corrían por su rostro. Imaginaba a la chica ingenua que una vez fue, sonriéndose a sí misma en el espejo, con los ojos rojos de alegría. Esa chica le rompió el corazón.
El día antes de su boda con Dayna, Aidan finalmente regresó a la villa.
Al entrar, sintió que algo andaba mal, aunque no podía precisar qué.
Evelyn estaba sentada en la mesa, comiendo su última comida allí, un banquete opulento.
Aidan se sirvió un tazón de arroz y se sentó frente a ella.
Hacía tiempo que no probaba su comida y de repente la anhelaba. "Cariño, estabas equivocada el otro día. Incluso si estás celosa de Dayna y de mí, no deberías haberla golpeado. Siempre has sabido que me casaría con ella, ¿verdad? También te he dicho que cuidaría de ti y nunca te dejaría sentir desatendida. Así que no me pongas en una situación difícil otra vez".
Aidan habló despacio, mirando fijamente a Evelyn. Le había dado diez días para reflexionar, esperando que se diera cuenta de su error, pero por alguna razón, ella no había contactado.
Mañana era su boda, sin embargo, en la víspera, se sintió obligado a ver cómo estaba ella.
Evelyn comía en silencio, sin emitir un sonido.
Temía enfrentarlo sobre su crueldad o romper en llanto si hablaba.
Aidan percibió su angustia y se levantó, abrazándola. "No te preocupes, cariño. Me aseguraré de que estés bien para toda la vida. Ah, y este es el anillo de bodas para mañana. Dayna no te guarda rencor por latimarla y quiere que seas la encargada de entregar los anillos durante la ceremonia. No llegues tarde".
Dejó el anillo sobre la mesa y se fue. "Puede que no venga aquí por un tiempo. Si necesitas algo, contacta a Gary. Él te ayudará".
Evelyn permaneció en silencio todo el tiempo.
Solo después de que el auto de Aidan se marchó, terminó su comida apresuradamente.
Abrió la caja del anillo. Dentro, un anillo de diamante de dos quilates, de una marca de lujo, valorado en unos 1, 5 millones.
Para Aidan, era una suma pequeña, pero para Evelyn era considerable.
Llamó al tasador de joyas. El último lote de joyas y bolsos había recaudado casi 2 millones. Este anillo, único, debería venderse por más.
Evelyn acarició el anillo, con lágrimas brotando en los ojos. Una vez había soñado una vez con llevar un anillo de bodas de Aidan.
Pero ese hermoso sueño se había ido, y nunca más permitiría que la humillaran.
A la mañana siguiente, Evelyn se dirigió al aeropuerto.
Antes de abordar, descartó su tarjeta SIM.
Aidan, adiós para siempre, nunca volveré.
En el lugar de la boda, Aidan marcaba frenéticamente el número de Evelyn.
No tenía idea de que jamás volvería a ver ese anillo de dos quilates.
Pero Evelyn le había dejado un regalo de boda, esperando ser revelado.