La esposa de la mafia: renacida en la humillación
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Capítulo 5

Vincent frunció el ceño. Cuando se volvió hacia mí, su tono mostró un leve intento de tranquilizarme bastante superficial. "Elena, no armes un escándalo. Sophia está frágil ahora mismo. El colchón de la habitación principal es de espuma viscoelástica de alta calidad, bueno para su espalda. Quédate en la habitación de invitados por unos días. Una vez que ella esté mejor, la moveré de lugar".

Me reí mientras la amargura quemaba mi corazón. "¡Vincent, esa es nuestra habitación! ¿Has olvidado lo que dijiste? Elegiste ese colchón por mi columna debido a la lesión que tuve desde la infancia. Además escogiste luces cálidas amarillas porque le tengo miedo a la oscuridad. Incluso tallaste nuestros anillos de boda en el marco de la cama, diciendo que era nuestro secreto".

Pensé que él atesoraría esos detalles. Pero solo bajó los ojos y su voz se volvió pesada. "Elena, ahora no es el momento para esto. Sophia me salvó la vida. No puedo dejarla sufrir".

"¿Y yo?". Di un paso adelante y mi voz temblaba. "Mi hermana está muerta. Me obligaste a disculparme con su asesina y ahora tengo que renunciar a mi propia habitación. Vincent, ¿qué soy para ti?".

Los sirvientes en el pasillo mantenían la cabeza baja, evitando el espectáculo.

La chimenea crepitaba, proyectando sombras titilantes en el rostro de Vincent. Sin emabrgo, él permaneció en silencio, extendiendo la mano hacia mi hombro, pero me aparté bruscamente.

"No me toques". Retrocedí, fijando mis ojos en él.

No podía olvidar nuestro primer año de matrimonio. Cuando su primo Giancarlo me llamó "zorrita de la floristería" en una reunión familiar, Vincent lo expulsó de la junta y declaró: "Elena es mi esposa. Nadie puede maltratarla. Ni siquiera yo".

¿Y qué había pasado en aquel momento? ¡Cada punzada de dolor que sentía venía de él!

Me volví hacia Sophia, la cual estaba aferrada a su brazo y mi voz goteaba desprecio hacia ella. "¿Quieres mi dormitorio? ¿Qué sigue? ¿Que te entregue a mi esposo? ¿O acaso tengo que dejar que se duerman juntos en mi habitación y en mi cama?".

El rostro de Sophia se volvió pálido, pero forzó una respuesta. "Elena, ¿cómo puedes decir eso? Vincent y yo solo somos amigos. Nunca sería capaz de arruinar tu matrimonio".

El ceño de Vincent se profundizó y su paciencia comenzó a agotarse "Basta. Sophia, ve a descansar".

La guió hacia la habitación principal, deteniéndose al pasar junto a mí y me dijo en voz baja: "Elena, no me pongas entre la espada y la pared. Cuando Sophia esté mejor, te compensaré".

¿Compensarme?

Mi corazón se sintió atrapado por una mano helada y el dolor me robaba el aliento.

Algunas cosas, una vez rotas, no se podían arreglar.

Como el asunto de Diana o nuestro amor. Ninguna compensación podría arreglar eso.

En la puerta del dormitorio, Sophia miró hacia atrás, su sonrisa se volvió altiva y burlona, como una aguja que perforaba mi corazón.

Entró y Vincent la siguió, sin dedicarme una mirada más.

Me quedé congelada, mirando la puerta cerrada, como si toda nuestra calidez hubiera sido sellada adentro, perdiéndose por siempre.

Las luces cálidas del pasillo brillaban, pero me sentía congelada, como si hubiera caído en un pozo sin fondo.

No supe cuánto tiempo estuve allí antes de girarme lentamente hacia la habitación de invitados.

Dicha habitación era sencilla: sin luces cálidas amarillas, sin velas con aroma a lirios, solo una rígida cama individual.

Me senté en el borde, tocando las sábanas frías, y me reí. Luego esa risa se convirtió en lágrimas.

Esos votos, esas dulces palabras, se desmoronaron tan fácilmente ante el beneficio y la supuesta gratitud.

Vincent me había fallado.

Me limpié las lágrimas, mirando a la mujer demacrada en el espejo.

"Diana, te juro que tu muerte no se quedará así. Recuperaré cada una de las cosas que Sophia y Vincent me deben".

Afuera, la luna se escondía tras las nubes, la finca se había quedado silenciosa excepto por los ladridos distantes de los perros.

Esa noche, la ingenua y dulce Elena murió.

Lo que vivía en aquel momento era un espectro impulsado por la venganza.

Resistiría, esperaría mi momento en esa oscuridad, y usaría su sangre para honrar la memoria de Diana.

            
            

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