Rechazó ser la villana de este cuento.
img img Rechazó ser la villana de este cuento. img Capítulo 5 Confrontación
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Capítulo 6 Compromiso cancelado img
Capítulo 7 Historia original. img
Capítulo 8 Cambiando mi destino img
Capítulo 9 Agrandado la familia. img
Capítulo 10 Nuevos integrantes img
Capítulo 11 La familia Delacroix img
Capítulo 12 Planes ocultos img
Capítulo 13 Paseó familiar img
Capítulo 14 Encuentro en el Palacio Imperial img
Capítulo 15 Jardín oculto img
Capítulo 16 El Viaje al Instituto img
Capítulo 17 UN MES ANTES Rosalía img
Capítulo 18 Acercamiento... img
Capítulo 19 Intento fallido img
Capítulo 20 UN BESO QUE LO CAMBIA TODO img
Capítulo 21 Cambios en la historia img
Capítulo 22 Primer encuentro img
Capítulo 23 Una revelación inesperada img
Capítulo 24 Confesiones y decisiones img
Capítulo 25 La pureza de una dama img
Capítulo 26 Consejos de conquista. img
Capítulo 27 ¿ENAMORADA img
Capítulo 28 El secreto de Damián img
Capítulo 29 La verdad de Damián img
Capítulo 30 Decisiones y promesas img
Capítulo 31 La aceptación y la corte img
Capítulo 32 EL JUICIO img
Capítulo 33 Confesiones img
Capítulo 34 LA INOCENCIA DE LA EMPERATRIZ img
Capítulo 35 La medianoche en el Ducado Delacroix img
Capítulo 36 El Desvelo de los Emperadores img
Capítulo 37 La paliza img
Capítulo 38 EN EL IMPERIO DE RUBÍ img
Capítulo 39 Futura princesa heredera img
Capítulo 40 Primera vez img
Capítulo 41 Te amo img
Capítulo 42 Maldita plebeya img
Capítulo 43 La llegada de los herederos de la Rosa img
Capítulo 44 Intrigas en el Jardín Imperial img
Capítulo 45 La traición del pasado img
Capítulo 46 El Juicio en el Imperio de Rubí img
Capítulo 47 El Juicio de la Verdad img
Capítulo 48 La Verdad Revelada y el Regreso al Imperio de la Rosa img
Capítulo 49 Furia y Recuerdos del Campo de Entrenamiento img
Capítulo 50 Revelaciones en el Imperio de la Rosa img
Capítulo 51 Secretos y Revelaciones en el Imperio de la Rosa img
Capítulo 52 Decisiones y Herencias img
Capítulo 53 Nuevos Comienzos y Pequeños Descubrimientos img
Capítulo 54 Fiesta de Mayoría y Secretos a Media Luz img
Capítulo 55 Juegos y secretos en el palacio img
Capítulo 56 Confesiones en los jardines del palacio img
Capítulo 57 La verdad y el torneo de los Titanes img
Capítulo 58 El Gran Día de Valeria img
Capítulo 59 La Noche de los Príncipes img
Capítulo 60 Unión de Coronas img
Capítulo 61 Sombras en Rubí img
Capítulo 62 El día de la boda img
Capítulo 63 El Heredero del Imperio de la Rosa img
Capítulo 64 El Legado de Valeria img
Capítulo 65 Los Herederos del imperio de la Rosa img
Capítulo 66 El legado de los herederos img
Capítulo 67 Sombras en el Imperio de la Rosa img
Capítulo 68 Un plan para la verdad img
Capítulo 69 El enfrentamiento en la biblioteca img
Capítulo 70 La justicia del Imperio img
Capítulo 71 El castigo del Imperio img
Capítulo 72 El baile de debut y la inesperada atracción img
Capítulo 73 Secretos y emociones en la boda de Damián img
Capítulo 74 Celebraciones, confesiones y nuevas vidas img
Capítulo 75 La expansión de la familia y la alegría de los monarcas img
Capítulo 76 TEMPORADA DOS SELENE img
Capítulo 77 Ecos de una nueva vida img
Capítulo 78 El reflejo de una impostora img
Capítulo 79 El secreto de Isabella img
Capítulo 80 La Doble Cara de la Princesa img
Capítulo 81 La Biblioteca y el Engaño img
Capítulo 82 Una propuesta incómoda img
Capítulo 83 El Desayuno de las Verdades img
Capítulo 84 El beso robado img
Capítulo 85 La noche del baile img
Capítulo 86 El Juego de la Posesión img
Capítulo 87 Secretos y Tentaciones img
Capítulo 88 Mentiras y Desafíos img
Capítulo 89 Confesiones en la Oscuridad img
Capítulo 90 El Castigo del Emperador img
Capítulo 91 Confesiones y Traiciones img
Capítulo 92 Conversaciones y Decisiones img
Capítulo 93 La Fiesta de Compromiso img
Capítulo 94 La Llegada a Minerva img
Capítulo 95 Familia Goretti img
Capítulo 96 Intrigas en la Corte de Minerva img
Capítulo 97 Planes macabros img
Capítulo 98 Llegada y conspiración img
Capítulo 99 La Trampa de los Goretti img
Capítulo 100 El precio de la traición img
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Capítulo 5 Confrontación

Viendo su confusión, Ana decidió tomar la iniciativa y continuó hablando con un tono de voz sereno pero contundente:

-Bueno, veo que sí. En primer lugar, lo invité a dar un paseo por el jardín con el único propósito de evaluar qué tipo de relación teníamos en realidad, pero creo que ha quedado claro que nunca fui de su agrado. En segundo lugar, quiero dejar en claro que no pretendo nada con toda esta situación. Mi única intención era observar su actitud y su comportamiento lejos de la influencia de su familia y de la mía. Al igual que usted, yo tampoco le creí esa cara forzada de preocupación que mostró al principio. Y en tercer lugar, a partir de este preciso momento, príncipe Diego, le informo que no tiene que preocuparse más por mí. Eso es todo lo que tengo que decir. Con su permiso, voy a regresar con mi familia.

Tras pronunciar estas palabras con una determinación inquebrantable, Ana se dio la vuelta con la intención de regresar al lado de sus padres y de los emperadores. Sin embargo, antes de que pudiera dar siquiera un paso, sintió una mano firme que sujetaba su brazo con fuerza. Sorprendida, se giró para encarar a quien la había detenido y se encontró con el rostro del príncipe Diego, cuya expresión reflejaba una mezcla de confusión e incredulidad. Con un tono de voz que denotaba su desconcierto, el príncipe le preguntó:

-¿Qué quiere decir con que no tengo que preocuparme más por usted, señorita Valeria? ¿Acaso está insinuando que pretende romper nuestro compromiso?

Ana, manteniendo la compostura y la serenidad en su mirada, respondió con una sonrisa enigmática y un dejo de ironía en su voz:

-Ya lo verá, príncipe Diego. El tiempo lo dirá todo. Ahora, si me permite, debo retirarme. Con su permiso.

Dicho esto, Ana se liberó suavemente del agarre del príncipe y, sin darle tiempo a replicar, se dirigió con paso firme y elegante hacia el lugar donde se encontraban sus familias. En su interior, sentía una mezcla de satisfacción y alivio al haber plantado la semilla de la duda en la mente del príncipe y al haber dejado en claro que no estaba dispuesta a tolerar sus desplantes y su arrogancia. Estaba decidida a tomar las riendas de su destino y a no permitir que nadie la tratara como a la ingenua y sumisa Valeria original.

Mientras tanto, el príncipe Diego se quedó de pie en medio del jardín, observando cómo Ana se alejaba con una elegancia y una seguridad que nunca antes había visto en ella. No podía entender lo que estaba sucediendo ni el significado de sus palabras, pero presentía que algo importante había cambiado y que las cosas ya no serían como antes.

Valeria regresó junto a su familia, seguida de cerca por el príncipe Diego, cuyo rostro reflejaba una evidente confusión y un creciente malestar. No lograba comprender las palabras de Valeria ni el significado de su repentino cambio de actitud, pero presentía que no eran nada halagüeñas y que esa joven solo sabía causarle problemas.

-Regresé -anunció Ana con una sonrisa radiante que iluminaba el lugar y contrastaba con la tensión que se respiraba en el ambiente.

Con una elegancia natural, se sentó junto a sus padres y, mientras tomaba una delicada taza de té, se dirigió a su padre con una pregunta que sabía que rompería el silencio sepulcral que se había instalado en la sala:

-Padre, ¿podría hacerle algunas preguntas sobre nuestro compromiso con el príncipe Diego?

El duque, sorprendido por la franqueza de su hija, asintió con cautela y respondió:

-Por supuesto, cariño. Dime de qué se trata.

-Es sobre el compromiso en sí -dijo Ana, sin rodeos-. ¿Estaba yo realmente de acuerdo con casarme con el príncipe heredero? ¿Estaba segura de mis sentimientos hacia él?

La emperatriz Elena, visiblemente incómoda por la dirección que estaba tomando la conversación, interrumpió con un tono de voz ligeramente elevado:

-Por supuesto que sí, mi cielo. Tú estabas muy enamorada del príncipe Diego. Siempre lo has admirado y has deseado formar una familia con él.

Ana, sin inmutarse por la interrupción de la emperatriz, dirigió su mirada hacia su madre y le preguntó con una serenidad desconcertante:

-¿Está segura, madre, de que lo que sentía por el príncipe era amor verdadero y no... no sé, una especie de cariño fraternal? ¿Es posible que haya confundido mis sentimientos y que lo haya visto más como un hermano mayor que como un futuro esposo?

La emperatriz casi se atraganta con el té al escuchar estas palabras, pero, antes de que alguien pudiera siquiera abrir la boca para reprender al príncipe por su exabrupto, Valeria alzó la voz con una serenidad sorprendente y dijo:

-A esto me refiero, precisamente. Es evidente que ninguno de los dos estamos de acuerdo con este compromiso. Padres, emperadores, les ruego que reconsideren este acuerdo y no nos obliguen a vivir una vida infeliz, atados por un compromiso sin amor. Por mi parte, les aseguro que no tengo ninguna intención de casarme con alguien a quien no amo. Yo quiero que el hombre que elija como esposo me mire con amor y ternura, de la misma manera en que usted, padre, mira a mi madre, o como el emperador mira a su amada emperatriz.

La emperatriz Elena, visiblemente desconcertada por la firmeza de Valeria, intentó suavizar la situación con un tono conciliador:

-El amor puede llegar con los años, querida. Es solo cuestión de...

-Disculpe mi atrevimiento, emperatriz -interrumpió Valeria con cortesía-, pero ¿cuántos años más tengo que esperar? Tengo entendido que nos conocemos desde que éramos niños, y si esos sentimientos no han surgido hasta ahora, dudo mucho que puedan hacerlo en el futuro. Además, mire al príncipe Diego: él no ha perdido la memoria, pero tampoco parece quererme ni siquiera como amiga.

Valeria hizo una pausa, respiró hondo y continuó con un tono de voz cargado de emoción:

-Entonces, ahora les pregunto a todos ustedes: ¿es eso lo que realmente quieren? ¿Una vida vacía y sin amor para sus propios hijos? Les pido que lo piensen detenidamente. Por mi parte, me retiro, ya que no me siento bien. Madre, ¿me permites ir a descansar?

La duquesa Renata, conmovida por las palabras de su hija, asintió con ternura y respondió:

-Claro que sí, cariño. No hay ningún problema. Ve a descansar y luego te comunicaré qué decisión hemos tomado.

El emperador Fernando, por su parte, agregó con un tono de voz amable:

-Si, Valeria, ve a descansar. Todavía no te has recuperado por completo. Por mi parte, prometo pensarlo y darte una respuesta cuanto antes.

-Gracias, Majestad, con su permiso.

Tras pronunciar esas últimas palabras, Valeria se retiró del lugar con una sonrisa en el rostro. Si bien no cancelaron el compromiso, sabía que era cuestión de tiempo. Con todo lo que les dijo, los puso a reflexionar.

Una vez que Valeria se marchó, el primero en hablar fue el duque:

-Fernando, sígueme a mi despacho, tenemos que hablar...

                         

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