Capítulo 5 Historias inventadas

Mismo no tenía ni idea de quién se encontraba dentro de la casa rodante. Se acercó un poco más, sintiendo cómo se le erizaba la piel por una sensación de amenaza que parecía hacer el aire más denso a cada paso.

"¡Señora, por favor, vuelva!", gritó el conductor al ver a la chica merodeando cerca del vehículo. El sudor le corría por la sien mientras hablaba. "Solo el señor Brent Harris y el señor Teodoro Harris tienen permitido estar cerca de esa casa rodante".

"¿Cuál es la razón?", preguntó ella con voz firme.

El hombre se secó la frente y respondió: "El señor Teodoro Harris necesita chequeos médicos mensuales.". "Como el hospital está tan lejos y el señor Brent Harris siempre se preocupa por las emergencias, mandó a convertir esta casa rodante en una clínica móvil".

El interior, le explicó, tenía el mejor equipo médico disponible y una lista de médicos con trayectorias impresionantes.

Mientras contemplaba la historia, Mismo fijó la mirada en la casa rodante.

Esa extraña sensación le recorrió la columna vertebral, un eco de la mirada que había sentido la noche anterior.

'¿Pero no se suponía que Teodoro debía estar dentro para su revisión?'

Una sonrisa rápida y natural apareció en sus labios. "Vamos al hospital", anunció.

Sin embargo, incluso mientras hablaba, no apartó la atención de la casa rodante.

Dentro del hospital, Mismo ni siquiera había llegado a la habitación de Skylar cuando oyó fuertes gritos y voces enfadadas.

Una desagradable sensación de ansiedad se instaló en su estómago mientras corría por el pasillo, y vio a Archie, que se cernía sobre Skylar.

La furia distorsionaba sus palabras. "¡Me drogaste la bebida y te metiste en mi cama, Skylar, arruinando mi relación con mi novia!". "Me casé contigo por el bien de tu hija y te traté bien.". "Ahora tu hija tiene un boleto dorado para entrar en la Familia Harris, ¿pero me persigue y amenaza mi carrera?".

"¡Eso no es cierto! ¡Te lo estás inventando todo!". La voz de Skylar temblaba.

La rabia casi asfixiaba a Skylar mientras luchaba por tomar aire, con los ojos abiertos de par en par por la incredulidad. La traición de Archie aún le dolía, ¿y ahora se atrevía a distorsionar la realidad como si ella fuera la villana?

Atrapada en la cama, se encontró impotente, mientras las duras palabras caían sobre ella.

Cuando Mismo vio que estaba a punto de desmayarse, su furia llegó a su punto máximo. Sin dudarlo, entró y le propinó una fuerte bofetada que resonó en la habitación.

Mismo había soñado con golpear a Archie desde que se llevó a su madre.

"Vete ahora", dijo Mismo, con los ojos llameantes. "O sacaré todos tus trapos sucios al sol para que el mundo los vea. Se acabaron los juegos, Archie. ¿Estás seguro de que quieres una guerra conmigo?".

Archie, atónito, retrocedió tambaleándose, pero la visión de Mismo reavivó su arrogancia. Sus labios se curvaron en una sonrisa burlona. Estaba convencido de que si ella realmente tuviera alguna influencia, nunca habría forzado ese matrimonio.

Se inclinó y dijo con voz cargada de amenaza: "Dame el dinero que te dio Brent. Si te niegas, seguiré apareciendo y causando problemas. Mi negocio se está hundiendo y la desesperación es una fuerza poderosa. Si yo estoy acabado, tú y tu madre no saldrán ilesas, Mismo".

Archie no esperaba que Brent declarara que los 1000 millones de dólares que había prometido le pertenecían únicamente a Mismo. Nadie más que ella podía tocarlo.

Con la bancarrota acechándolo, Archie se aferró a la última esperanza que le quedaba: alguien de la Familia Harris le había dicho que Mismo estaría en el hospital y vio su oportunidad de acorralarla.

A pesar de la valentía de Mismo, él sabía que ella tendría que tener en cuenta la frágil salud de su madre al tomar cualquier decisión.

Al darse cuenta del verdadero motivo de las amenazas de Archie, Mismo no se inmutó.

Una sonrisa astuta se dibujó en sus labios. "Imagínate, Archie. Supongamos que el destino se vuelve en tu contra, ¿qué pasaría si acabaras destrozado, paralizado o aferrándote a la vida? ¿Aún tendría que tenerte miedo?".

Una voz temblorosa salió de la boca de Archie. "¡No te atreverías!". El miedo destelló en sus ojos, aunque palidecía en comparación con el terror de quedarse en la ruina. El pánico se apoderó de él y se tiró al suelo, agarró un jarrón de la mesita de noche y se lo estrelló contra su propio cráneo.

"Ya conseguiste lo que querías, Mismo. ¿Estás satisfecha? Te lo ruego, dame un respiro. Mi matrimonio con tu madre terminó porque no la amo, no porque te abandoné. No puedes olvidarte de que existo ahora que te has unido a los ricos. Además, tu madre ya salía con otro hombre en aquel entonces".

La mirada de Mismo se volvió fría, con la vista fija en el hombre que sollozaba e inventaba historias justo delante de ella.

Al ver que no obtenía compasión, Archie recurrió a golpearse repetidamente. "¿Qué te parece esto, Mismo? ¿Ya es suficiente? ¿O necesitas que me muera para dejarme en paz?".

Perdido en su actuación, no se dio cuenta de que la aguda mirada de ella captó el tenue brillo rojo que brillaba en su bolsillo.