El Italiano Luigi Esposito
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Capítulo 4 Cuarto capitulo

No podía negar que me encontraba profundamente ofendido, por un momento pensé que tiraría la rosa al suelo y eso hubiese sido el final. Porque nunca hubiese salido con una mujer que se atreviera a hacer semejante grosería, yo puedo entender el hecho de que ella no desee dejar entrar a nadie en su vida o que no me la quiera poner tan fácil. Puedo aceptarlo y puedo luchar, pero una grosería de parte de una persona, sea mujer u hombre, jamás aceptaría, a mí me criaron con muchos valores y el respeto es algo fundamental para mí.

Estaba predispuesto cuando vi bajar su mano con la rosa, pero no puedo negar el alivio tan grande que sentí cuando la colocó en la mesa, porque no lo hizo de forma fuerte sino sutil. Ahora estaba lleno de miles de emociones, por una parte, la ira que aún no abandonaba mi cuerpo y el alivio de saber que ella no es una persona grosera, ¡por Dios qué carajos me está pasando! ¿Me estoy volviendo loco por una chica que ni siquiera me da la hora? ¿Hasta cuándo voy a insistir? ¿Será que estoy perdiendo mi tiempo?... Esas eran todas las preguntas que rondaba mi mente mientras comía, pensé que ella se aprovecharía de mí y me traería lo peor que había en el menú para vengarse. Pero no, por el contrario, me trajo algo tan delicioso que moría de ganas por repetir, pero luego pensé que lo mejor era marcharme para darle tiempo. Quizás mi presencia la agobiaba, aunque eso no quiere decir que desista de mis objetivos, por supuesto que seguiré viniendo hasta lograr que tenga una cita conmigo, con eso me conformaría. No importa si después no quiere seguir, pero me niego a abandonar la lucha sin conocerla, nunca me he dejado vencer y no será Antonella quien lo haga, no de este modo.

***

No puedo negar que ver la rosa me impactó, movió algo en mí que no sabía que existía, pero no podía aceptarla, eso sería darle unas esperanzas a algo que no va a suceder. Y segundo crearía muchas especulaciones en el trabajo, ya que todos están pendientes de lo que hacemos ambos, esto se ha vuelto la diversión del restaurante. Todos esperan la hora que el italiano venga para ver qué tanto discutimos, creo que hasta apuestas han hecho, muchos decían que no volvería la primera vez. Pero lo ha seguido haciendo y eso aumenta el morbo en las personas, tenía dos opciones quedarme con la rosa o devolvérsela y la primera me hubiese gustado más. Aun así, preferí dejarla en la mesa, traté de concentrarme en el trabajo, pero mi mente siempre iba a él. Cuándo terminó de comer me acerqué y comencé a retirar el servicio, después le traje la cuenta, cosa que él ignoró como suele hacerlo siempre y dejó la misma cantidad de dinero. No le Pelee porque eso es lo que él busca, le mostraré que todas sus actitudes tanto como su presencia me dan igual, así que me di la vuelta.

***

Observé cada movimiento de Antonella cuando la vi girarse y hable.

-¡podrás resistirte todo lo que quieras, pero eso no evitará que yo lo siga intentando! ¡Al contrario, cada día me alientas más! Juro que tuve dudas cuando fui a la floristería, sabía que era absurdo, traerte un detalle, pues no lo aceptarías, pero de igual forma quise traerte esta rosa como un símbolo de paz, es una muestra de que no tengo malas intenciones contigo, solo deseo conocerte. Ni siquiera te estoy pidiendo que seas mi pareja, quizás podríamos ser amigos, quisiera saber más que tu nombre y que tú supieras más que el mío, ¡espero que tengas unas buenas noches Antonella! Aquí dejaré la rosa por si la deseas guardar, adiós.

Sé que mis palabras le afectaron, lo pude percibir, pero no dije más nada y abandoné el restaurante, esta vez ella había ganado porque no había salido con una sonrisa. Ya no sabía qué pensar y siendo honesto tenía ganas de rendirme, ¿qué hacía yo detrás de una mujer que no quería nada conmigo? Esa era la pregunta. Aunque no era no había que ser adivino para saber la respuesta, lo que me provocaba, de Antonella, aparte de su físico, era el hecho de que se resistiera, nunca había tenido que luchar por ninguna mujer en la vida. Ya que todas se tiraban encima de mí, solo era cuestión de escoger y llevarlas a la cama, pero esta sensación de adrenalina que siento cada vez que pienso en ella. Cómo planeo metódicamente todo antes de llegar al restaurante, como en mi mente fantaseo con la futura discusión que tengamos, como imaginar su cara de desagrado me alegra mi día y es un gran incentivo para mí.

No sé si es que estoy loco o enfermo, pero mis días se han vuelto interesantes, Antonella logró sacarme de la rutina tan estructurada que siempre he tenido del trabajo a la casa. Hoy fue la primera vez que me arriesgué a ir dos veces al restaurante y no creo que sea la última, no mientras tenga la posibilidad de seguir disfrutando de este placer culposo que me da nuestras pequeñas discusiones o ver su cara de desagrado al notar mi presencia.

Creo que es hora de dejar de pensar en el futuro y simplemente disfrutar de este momento que estoy viviendo, total, soltero, estoy y no tengo nada más que perder mi tiempo. Quizás si tengo suerte ella acepte conocerme y si no tendría una gran anécdota para el futuro, estoy seguro de que si llego a Italia y le cuento esto a mi familia morirán de las risas, es más, supongo que harían todo lo posible por viajar y conocer Antonella. Nada más que para saciar su curiosidad, querrían conocer a la primera mujer que me rechazó abiertamente y por todos los medios. Con esos pensamientos llegué a la casa, me di una larga ducha, pero no podía dormir, mi mente se había quedado en el jodido restaurante, así que prendí la televisión y me coloque a ver una serie hasta que el sueño me venció.

            
            

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