Trillizos Geniales: La Identidad Secreta De La Exesposa
img img Trillizos Geniales: La Identidad Secreta De La Exesposa img Capítulo 5 5
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Capítulo 5 5

A la mañana siguiente, bien temprano.

Christopher acababa de despertarse y lo primero que pensó fue en Eleanor, al otro lado de la calle.

No pudo resistir las ganas, así que se acercó a las cortinas, abrió una rendijita en secreto y miró afuera.

En la habitación de enfrente, Eleanor acababa de levantarse.

Se frotó los ojitos adormilados, soltó un enorme bostezo y, justo cuando se estiraba perezosamente, notó una pequeña silueta tras la cortina de la casa de enfrente, con solo un par de ojazos espiándola.

¿Eh?

¡Era el hermanito tímido de al lado!

Eleanor parpadeó con sus ojos brillantes y le saludó obediente con la manita a Christopher.

-¡Despiértate, dormilón, que el sol ya casi te da en el culito! -en ese instante, una voz sonó a su espalda y la puerta se abrió: entraba Christian, recién aseado.

-¡Chris, mira, hay un niño en la casa de enfrente! -exclamó Eleanor, emocionada como si hubiera descubierto un tesoro, con los ojos iluminados.

Christian siguió la dirección que señalaba su hermana, pero no vio nada.

Se cruzó de brazos, estiró el tono como si fuera un adulto y la molestó:

-Eleanor, mentir hace que te crezca la nariz, ¿sabías?

-¡No estoy mintiendo! Seguro que es el hermanito tímido de enfrente, que se volvió a esconder -explicó ella muy seria, parpadeando.

Christian se acercó a la ventana, se estiró en puntitas y trató de mirar hacia afuera.

-¡Es verdad, Chris! Mamá lo encontró anoche, y volvió a esconderse -Eleanor también se asomó a la ventana para convencerlo, metiendo a Alessia en la conversación.

Christian miró a su hermanita obediente y sensata, y sus ojos traviesos giraron.

Si de verdad no mentía... ¿cómo se atrevía un niño a espiar a una niña?

¡Humph!

¡Qué grosero!

Cuanto más lo pensaba, más se enfadaba. De un tirón, cerró con fuerza las cortinas.

Se giró y le dijo con aire solemne:

-Eleanor, no abras las cortinas estos días. Déjame a mí darle una lección a ese niño de enfrente, para que no se atreva a mirarte otra vez.

De repente, se le iluminó la mirada: se le había ocurrido una idea.

Hmm... ¡eso era!

Christian actuó de inmediato.

En la habitación de enfrente, al ver que había entrado alguien más en el cuarto de Eleanor, Christopher volvió a esconderse.

No entendía por qué se sentía culpable.

Tal vez... porque anoche le había mentido a la vecina tía.

Se ocultó un rato hasta calmarse, y luego abrió con cuidado la cortina otra vez. Pero para su sorpresa, en el cuarto de enfrente ya habían corrido las cortinas del todo.

Bajó la cabeza con decepción.

Ni la niña bonita lo quería, ni el niño con su mismo nombre, "Chris", lo quería tampoco.

Solo alcanzó a ver una pequeña silueta entrando en la habitación, sin distinguir bien cómo era.

Pero, como eran hermanos gemelos, seguro que se parecían. ¡Tenían que ser igual de lindos!

Christopher lo pensó para sí mismo... y de pronto se fijó en que la pantalla de su computadora se encendía sola, iniciando sesión y abriendo la interfaz.

¡Alguien estaba hackeando su computadora!

El firewall lo había programado él mismo, ni siquiera los mejores hackers internacionales podían romperlo fácilmente... pero aquel intruso iba rápido, demasiado rápido.

Christopher no mostró ninguna emoción en su carita fría.

Fuera cual fuera la intención del invasor, él lo tomaba como una provocación.

Se sentó frente al ordenador, sus manitas volaban sobre el teclado, dispuesto a contraatacar...

Pero entonces apareció una línea de texto en la pantalla.

[¡Hola! Soy el hermano mayor de la niña de enfrente, me llamo Christian La Rosa. Te advierto que no vuelvas a abrir las cortinas ni a espiar a mi hermana. ¡Ñaca ñaca! 😝]

-¡Qué infantil! -frunció el ceño con desdén Christopher al ver los dos emoticones burlones. Al mismo tiempo, comprendió que, efectivamente, el intruso era el hermano de la niña bonita. Así que se llamaba Christian, Chris...

Sintió un poco de curiosidad. Sus dedos teclearon una respuesta.

[¡No estoy espiando!]

Eleanor, de pie junto a Christian, leyó en voz alta con su vocecita dulce el mensaje que apareció en la pantalla.

Sus ojitos brillaban de admiración, aplaudió emocionada:

-¡Chris, el niño de enfrente también hackeó tu firewall, es increíble!

-¡Yo soy mucho mejor que él! -replicó Christian, picado en su orgullo, y sus deditos volvieron a volar sobre el teclado.

[La maestra siempre nos dice que hay que ser buenos y no mentir. ¡Aprende eso!]

Después de mandar el mensaje, cambió la contraseña y le puso dos capas extra de seguridad.

Muy satisfecho, bebió un sorbo de agua con calma, se cruzó de brazos y se convenció de que el niño de enfrente jamás podría romperle el código.

Pero, un minuto después, apareció otra respuesta.

[No miento.]

¡Había roto el candado!

Christian casi escupió el agua de la sorpresa, se sentó recto, con los ojos brillando.

Él había hackeado la oficina secreta de un país entero sin que nadie lo descubriera.

Creía que en el mundo nadie, salvo su mamá, podía igualarlo. Había vivido en esa soledad invencible mucho tiempo.

Pero este tira y afloja... era demasiado divertido.

Lo que empezó como una simple advertencia, ahora se había convertido en un reto.

[¡Eres interesante! Seamos amigos. Pero voy a salir un rato, tal vez no tenga tiempo de buscarte. Podemos agregarnos en Instagram primero. Mi ID: clrv5]

En la pantalla apareció el mensaje entusiasta. Christopher dudó un instante, pero al final sacó su teléfono y escribió el ID.

Encontró pronto una cuenta con el avatar de un perrito: "Boss Chris". Sus publicaciones estaban llenas de fotos de niñas bonitas, comidas y bebidas.

Comparado con su propio perfil vacío y oscuro, parecían dos mundos distintos.

Vaciló unos segundos... pero igual pulsó el botón de "seguir".

Christian lo aceptó enseguida y lo siguió de vuelta.

Poco después, le llegó un mensaje de voz.

Christopher dudó, pero lo abrió. Y una vocecita vivaz resonó en su celular:

-¡Ay no, mamá viene a atraparnos! Me voy corriendo. Te busco luego, cuando vuelva del parque de diversiones. ¡No sé qué le dio a mamá, que de repente quiso llevarnos a mí y a mi hermana al parque!

¿El parque de diversiones?

¡Era justo la promesa que le había hecho la vecina tía anoche, cuando lo confundió con otro niño!

Christopher lo pensó un momento, contestó con un escueto "ok"... y después guardó el teléfono, bajando las escaleras con paso solemne.

                         

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