La Novia Descartada de la Mafia: Mi Imperio Resurge
img img La Novia Descartada de la Mafia: Mi Imperio Resurge img Capítulo 3
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Capítulo 3

Punto de vista de Alessia:

A la mañana siguiente, vi a una empleada doméstica pescar el anillo de zafiro del bote de basura exterior donde lo había tirado, su expresión un nudo de incredulidad y confusión.

-Está sucio -le dije, mi voz plana-. Hay manchas que nunca se quitan.

Esa noche era mi cumpleaños. El gran salón de baile de la Hacienda Moretti era un testimonio del poder de Dante, lleno de la élite del hampa de la ciudad. El aire estaba cargado de humo de puros y el aroma de perfumes caros. Todo era un gesto grandioso y vacío.

Escuché a los invitados murmurar sobre los cinco años de "devoción" de Dante, cómo mantuvo una vela encendida por su amor perdido. La ironía era un sabor amargo en el fondo de mi garganta.

Entonces, las puertas se abrieron de par en par. Dante hizo su gran entrada. Pero no estaba solo. De su brazo iba Sofía, radiante con un vestido del tono exacto de mis ojos. Sosteniendo su otra mano estaba Luca. Y caminando a su lado, radiantes de orgullo, estaban mis propios padres. Una Familia perfecta de postal.

Un socio a mi lado jadeó.

-Dios mío, el parecido...

Sofía se deslizó hacia mí, su sonrisa goteando una simpatía tan falsa que era casi transparente.

-Feliz cumpleaños, Alessia.

Luca me fulminó con la mirada desde detrás de sus piernas.

-Di gracias -exigió, su pequeña voz cargada de un veneno que no era suyo-. Ella es mi mamá. Tú eres la mala.

Antes de que pudiera reaccionar, mi propia madre intervino.

-No seas rencorosa, Alessia -reprendió, su voz un siseo bajo-. Ahora todos somos una Familia. Intenta llevarte bien.

El peso de su burla colectiva me oprimía. Sofía interpretó su papel a la perfección, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras afirmaba que Luca había insistido en que viniera, que no quería entrometerse. Me entregó un regalo bellamente envuelto. Lo acepté con una sonrisa que se sintió como un cristal rompiéndose.

La multitud comenzó a corear por la sorpresa de Dante.

Se movió al centro de la habitación, sus ojos encontrando los míos. Luego, se arrodilló. Sacó otra caja de anillo.

-Lo mandé a forjar de nuevo durante la noche -anunció a la sala silenciosa-. Para corregir el error.

Abrió la caja. Dentro había un nuevo anillo de zafiro, idéntico al primero. Lo deslizó en mi dedo. Esta vez, encajaba a la perfección.

-El más perfecto -dijo, su voz un murmullo bajo destinado a que todos lo oyeran-. Tu "único".

No sentí nada. El anillo era solo un peso frío y pesado en mi dedo.

Trajeron un pastel, resplandeciente de velas. La multitud vitoreó para que pidiera un deseo. Cerré los ojos, los rostros de mis padres, mi hijo y el hombre que una vez amé destellando detrás de mis párpados.

Respiré hondo y soplé.

Cuando la última llama se extinguió, hablé al micrófono que Dante me tendía.

-Mi deseo es... que solo exista una yo en este mundo.

El aire en la habitación se aquietó. Sofía entendió la amenaza de inmediato. Un sollozo ahogado escapó de sus labios, y se dio la vuelta y huyó del salón de baile.

Mi madre me agarró del brazo, sus uñas clavándose en mi piel.

-¿Cómo pudiste ser tan cruel?

El rostro de mi padre se convirtió en una máscara de furia fría. Se volvió hacia Dante, que todavía estaba arrodillado a mis pies.

-¡Dante, ve tras ella! ¡Tráela de vuelta!

            
            

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