La mascara del Deseeo
img img La mascara del Deseeo img Capítulo 4 La Atracción
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Capítulo 6 El Despertar img
Capítulo 7 Despedida en la Oscuridad img
Capítulo 8 Vuelta a la Realidad img
Capítulo 9 La Mirada de Héctor img
Capítulo 10 Confusión Interna img
Capítulo 11 Tres Meses Después img
Capítulo 12 El Test img
Capítulo 13 El Miedo img
Capítulo 14 La Duda img
Capítulo 15 La Realización img
Capítulo 16 El Silencio de Héctor img
Capítulo 17 Tensión Profesional img
Capítulo 18 El Miedo a Perderlo Todo img
Capítulo 19 Conversaciones Incómodas img
Capítulo 20 Un Encuentro Inesperado img
Capítulo 21 El Primer Paso img
Capítulo 22 Confusión Creciente img
Capítulo 23 El Despertar del Instinto Maternal img
Capítulo 24 La Soledad de Sofía img
Capítulo 25 La Decisión img
Capítulo 26 El Creciente Desespero img
Capítulo 27 Sofía y Héctor img
Capítulo 28 El Apoyo Inesperado img
Capítulo 29 La Tentación img
Capítulo 30 El Bebé y los Sueños img
Capítulo 31 Héctor y el Cambio img
Capítulo 32 Los Primeros Síntomas img
Capítulo 33 Confusión y Confesión img
Capítulo 34 El Acercamiento de Héctor img
Capítulo 35 El Primer Ultrasonido img
Capítulo 36 Héctor Sabe Más de lo que Cree img
Capítulo 37 La Revelación Parcial img
Capítulo 38 Un Encuentro Intenso img
Capítulo 39 El Apoyo Familiar img
Capítulo 40 Héctor Protege a Sofía img
Capítulo 41 El Bebé y los Primeros Movimientos img
Capítulo 42 El Encuentro en el Hospital img
Capítulo 43 La Maternidad y la Soledad img
Capítulo 44 El Giro del Destino img
Capítulo 45 Sofía y Héctor en una Nueva Dimensión img
Capítulo 46 El Primer Desacuerdo img
Capítulo 47 El Temor de Héctor img
Capítulo 48 La Visita Inesperada img
Capítulo 49 La Tensión Aumenta img
Capítulo 50 El Secreto del Pasado img
Capítulo 51 El Último Mes de Embarazo img
Capítulo 52 El Nacimiento img
Capítulo 53 La Llegada del Bebé img
Capítulo 54 La Revelación de Héctor img
Capítulo 55 El Choque Emocional img
Capítulo 56 La Confusión de Sofía img
Capítulo 57 El Conflicto Interior de Héctor img
Capítulo 58 La Decisión de Sofía img
Capítulo 59 La Tensión Creciente img
Capítulo 60 La Aceptación de Héctor img
Capítulo 61 La Nueva Dinámica img
Capítulo 62 La Confrontación Final img
Capítulo 63 El Perdón img
Capítulo 64 La Familia Renacida img
Capítulo 65 Los Primeros Días Juntos img
Capítulo 66 La Adaptación img
Capítulo 67 La Reconciliación img
Capítulo 68 Un Futuro Juntos img
Capítulo 69 El Comienzo de una Nueva Vida img
Capítulo 70 Los Primeros Días Como Padres img
Capítulo 71 La Volatilidad de Héctor img
Capítulo 72 El Conflicto con el Pasado img
Capítulo 73 Sofía Se Siente Insegura img
Capítulo 74 La Visita de un Viejo Amigo img
Capítulo 75 La Crisis de Héctor img
Capítulo 76 Sofía Frente a la Incertidumbre img
Capítulo 77 La Confusión de Sofía img
Capítulo 78 La Reconstrucción de Héctor img
Capítulo 79 La Decisión de Sofía img
Capítulo 80 La Tentación de Alejarse img
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Capítulo 4 La Atracción

El aire en la pista de baile parecía más denso, como si el espacio entre Sofía y el misterioso hombre se hubiera reducido de manera imperceptible, haciendo que todo lo que los rodeaba fuera irrelevante. El suave roce de sus cuerpos, el ritmo compartido de la música y el suave crujir de las capas de terciopelo del traje de él fueron los únicos sonidos que Sofía podía distinguir. Ya no sentía el bullicio de la fiesta ni el eco lejano de las risas y conversaciones; todo se disolvía a medida que la conexión entre ellos se hacía más fuerte, más tangible.

El hombre, que hasta hacía unos momentos había sido una figura distante, ahora estaba tan cerca de ella que Sofía podía sentir la calidez de su cuerpo a través de la tela fina de su vestido. Cada pequeño movimiento, cada giro de su cuerpo, parecía estar marcado por una intención no dicha, una tensión que flotaba en el aire, densa y electrificada. Sofía no podía evitar sentir que algo dentro de ella despertaba a cada paso que daban. Esa atracción era innegable, y sin embargo, ni él ni ella se atrevían a romper el silencio que los rodeaba. A pesar de la proximidad, ninguno de los dos se atrevió a hablar en un tono más alto que el susurro.

Él la sostenía con firmeza, pero con una delicadeza que la hacía sentirse protegida y vulnerable al mismo tiempo. Sus manos, fuertes y seguras, guiaban su movimiento sin necesidad de palabras, pero había algo más en su tacto. Cada vez que sus dedos se rozaban, Sofía sentía un estremecimiento involuntario que recorría su columna vertebral. Era un sentimiento extraño, porque mientras la tocaba, algo en su interior le decía que no debía sentirse tan tranquila, tan segura. Pero el magnetismo entre ellos era tan poderoso que no podía apartarse, no podía dejar de entregarse a esa atracción.

Al principio, sus pasos fueron suaves, tímidos, como si ambos se estuvieran midiendo, como si la cautela los mantuviera al margen del abismo que parecía estar a punto de abrirse entre ellos. Sin embargo, a medida que la música se volvía más intensa, también lo hacía la cercanía entre ellos. Él comenzó a moverla con mayor seguridad, guiándola en una danza que, aunque coordinada, parecía improvisada, como si ambos estuvieran descubriendo la coreografía mientras la ejecutaban.

Sofía no sabía cómo había llegado a estar tan cerca de él. Su mente, que en circunstancias normales hubiera estado alerta a cada movimiento y palabra, parecía haberse desconectado. Estaba atrapada en la atmósfera, en esa burbuja de deseo silencioso que se había formado entre los dos. La sensación de perderse en ese momento era tan placentera como aterradora.

Finalmente, él rompió el silencio, su voz grave como un susurro que solo ella podía escuchar, su aliento rozando la delicada piel de su oído.

-¿No tienes miedo de perderte en este lugar? -preguntó, la pregunta cargada de algo más que simple curiosidad. Era una invitación, aunque Sofía no sabía cómo responder.

Al principio, Sofía no entendió del todo lo que quería decir, pero la forma en que sus palabras la envolvieron, el tono cercano y suave de su voz, la hizo sentir una sensación que no había experimentado antes. Algo entre ellos era más profundo, más... peligroso.

-No -respondió, más por impulso que por reflexión. La sinceridad en su voz sorprendió incluso a ella misma. No tenía miedo. ¿Por qué habría de temerlo? Estaba aquí, con él, y la noche parecía ofrecerle algo que no podía rechazar.

Él esbozó una leve sonrisa, algo en su expresión se suavizó, pero aún mantenía ese aire de misterio que lo hacía fascinante. Sus ojos brillaban con algo que Sofía no podía identificar del todo, algo entre desafío y atracción. Sin embargo, por alguna razón, no sentía que debiera apartarse. No sabía por qué, pero estaba segura de que lo que sucedía entre ellos no era solo un juego de azar. Había algo más, algo que solo ellos compartían en ese instante.

-A veces es más fácil perderse cuando no sabes quién eres. -La frase salió de sus labios como si estuviera hablando más para él mismo que para ella.

Sofía lo miró, desconcertada por la profundidad de sus palabras, pero algo en ellas la conmovió. No podía dejar de mirarlo, de sentir cómo su corazón latía más rápido con cada paso que daban, más cerca el uno del otro. Había algo tan seductor en él, en su calma, en su manera de moverse, como si todo en él estuviera diseñado para atraparla.

-¿Y tú? -preguntó ella, finalmente logrando reunir la voz para hacerlo. -¿Sabes quién eres?

La pregunta era simple, pero el hecho de que la hubiera hecho sorprendió incluso a Sofía. ¿Por qué le importaba saber quién era él? ¿Qué más daba si lo conocía o no? Al fin y al cabo, ella no sabía ni siquiera su nombre. Pero algo dentro de ella la empujó a preguntarlo, como si necesitara saber algo más sobre él, como si en ese momento la identidad de él fuera el último misterio por resolver.

El hombre la miró fijamente, sin responder de inmediato. Pareció considerar su pregunta con detenimiento, como si las palabras no fueran tan fáciles de pronunciar. En su mirada, Sofía vio destellos de algo más, algo más allá del disfrute y la química que compartían. Era como si hubiera una capa de dolor, de experiencia, detrás de esa expresión tan segura. Algo que no podía tocar, pero que sentía en el aire.

-No -respondió finalmente, con una sinceridad que la desconcertó. -No sé quién soy. Ni siquiera sé si debo saberlo. Pero en este momento... -hizo una pausa, como si sus palabras fueran medidas con cuidado, -en este momento, no importa.

La respuesta, tan cruda y honesta, hizo que Sofía se sintiera atrapada en una corriente emocional que no esperaba. No entendía por qué, pero sus palabras resonaron en su mente con fuerza. No importaba quién fuera. No importaba lo que hubiera sido antes. En este momento, lo único que existía era el vínculo que los unía en la pista de baile.

La música cambió, se tornó más suave, y los movimientos de sus cuerpos se hicieron más fluidos, como si estuvieran marcando el ritmo de algo que solo ellos podían comprender. A medida que se movían, Sofía comenzó a sentirse cada vez más atraída por él, no solo físicamente, sino también emocionalmente. Era como si esa atracción fuera una fuerza magnética, algo que la empujaba sin remedio, que la conectaba con algo profundo en su ser.

Él la observaba fijamente, sus ojos brillando con intensidad, como si estuviera disfrutando de la lucha interna que Sofía no podía evitar sentir. A pesar de la cercanía, de la atracción tan palpable, ninguno de los dos hacía un movimiento hacia algo más. Ninguno de los dos se atrevía a deshacer el hechizo que los mantenía en ese punto suspendido, en ese espacio donde nada era claro, pero todo era posible.

-¿Por qué me miras así? -Sofía rompió el silencio, su voz temblando ligeramente, como si, al hablar, estuviera revelando algo más de lo que deseaba.

Él sonrió, pero no de una manera burlona, sino con una expresión de satisfacción contenida, como si finalmente todo encajara en su lugar. Sus labios se movieron suavemente al pronunciar sus palabras.

-Porque en tus ojos veo algo que no puedo ignorar -respondió, la voz suave pero cargada de una intensidad que la desbordaba.

Las palabras, aunque simples, fueron como un golpe directo a su pecho. Sofía no sabía si debía sentirse halagada o intimidada. De nuevo, esa química crecía entre ellos, sin ser nombrada, pero existiendo con una claridad que no podía negar.

Ambos permanecieron en silencio, sin más palabras, dejándose llevar por el momento. La pista de baile, el bullicio de la fiesta, el mundo entero parecían desvanecerse mientras compartían esa conexión. Ni siquiera el anonimato que sus disfraces les otorgaban podía disimular lo que estaba sucediendo entre ellos.

Y así, en la oscuridad de la fiesta, entre el anonimato de sus máscaras, los dos se perdieron en la atracción inexplicable que había nacido entre ellos, un lazo invisible que parecía estar a punto de transformarse en algo mucho más real.

            
            

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