Capítulo 5 Sus verdaderos colores

Nathaniel se apresuró a ayudar a Leonor a levantarse.

Luego se volvió hacia Lucinda, decepcionado. "Pensé que tendrías más dominio propio después del divorcio. No esperaba que siguieras siendo tan cruel y sin corazón. Te iba a dar esta villa, pero parece que no te la mereces".

"No la culpes a ella, Nate. La culpa fue mía. Debo haber dicho algo que la molestó, y me empujó por la ira. Estoy segura de que no lo hizo a propósito", dijo Leonor, recostándose en el pecho de Nathaniel, sollozando y con una expresión lastimera. Sin embargo, se sentía satisfecha mientras le lanzaba una mirada de suficiencia a Lucinda.

El rostro de Nathaniel se endureció. "Discúlpate con Ellie ahora mismo", ordenó, mirando fijamente a Lucinda.

¿Quería que ella se disculpara?

Lucinda estaba lívida.

Miró de un lado a otro a los dos tortolitos y una sonrisa apareció en sus labios. Luego apartó con suavidad a Leonor del abrazo de Nathaniel.

Leonor esperaba que Lucinda se enfadara y se defendiera, pero Lucinda seguía sonriendo.

Con una expresión dudosa en el rostro, Leonor no se resistió cuando Lucinda tiró de ella, preguntándose qué tramaba.

¡Plaf! Una fuerte bofetada resonó en el aire.

"¡Ay!".

Leonor gritó aún más fuerte que antes, agarrándose la mejilla hinchada mientras se desplomaba en el suelo por el dolor.

Lucinda la había golpeado con tanta fuerza que ahora tenía la palma de la mano un poco entumecida por el impacto.

Sorprendentemente, Lucinda seguía sonriendo, como si nada hubiera pasado.

Miró a Leonor en el suelo y dijo en voz baja: "Me acusaste de acosarte, así que bien podría confirmar tus acusaciones".

Las lágrimas corrían por el rostro de Leonor mientras se sentaba en el suelo y sollozaba.

Nathaniel se quedó de piedra al ver que Lucinda había golpeado a Leonor delante de sus ojos. Estaba demasiado aturdido para reaccionar.

Su rostro se ensombreció mientras fulminaba con la mirada a Lucinda. "No solo no te disculpaste, ¿sino que la abofeteaste? ¿Intentas llevarme al límite?".

La expresión de Lucinda no vaciló cuando respondió con frialdad: "Por supuesto que no, señor Roberts".

Agitó las manos y sonrió ampliamente.

"Después de todo, fuimos pareja, así que tengo un regalo de despedida para ti antes de irme".

Mientras hablaba, sacó de su bolso una gruesa pila de papeles y se la arrojó a Nathaniel a la cara.

Los papeles se esparcieron por el suelo.

Nathaniel recogió uno para leerlo. Estaba lleno de insultos y comentarios sarcásticos. El remitente era muy grosero. Al ver el número, se quedó de piedra.

En el reverso del papel había pruebas de que lo habían drogado la noche anterior, y todas las señales apuntaban a Leonor como culpable.

Frunciendo el ceño incrédulo, Nathaniel miró a la mujer en el suelo. Su rostro se había puesto pálido.

Todo era cierto. Ella había orquestado el plan para drogar a Nathaniel y atraerlo al hotel, pero el destino intervino y el conductor lo llevó por error de vuelta a la villa. Por eso acabó en la cama con Lucinda.

Leonor estaba tan furiosa que solo quería maldecir a Lucinda.

¡Poco sabía que esta le plantaría cara esta vez!

¿Qué pensaría Nathaniel de ella ahora? El peso de sus acciones se hizo de repente insoportable.

Pero antes de que pudiera empezar a explicarse, Lucinda agarró su maleta y lanzó una última mirada al hombre al que solía amar.

"No olvides que fui yo quien se alejó de ti, ¡no al revés! Ya no te quiero y, francamente, ¡no me mereces!". Con eso, Lucinda se marchó.