Capítulo 8 Un encuentro que activa las ruedas del destino.

Daisy.

-" ¿Qué demonios te has hecho Dasy? ¡Oh, por Dios! ¿Cómo has podido hacerle eso a tu precioso cabello dorado? Se acabó hasta aquí hemos llegado, ahora mismo te vienes conmigo a un psicólogo, ni un día más aguanto esa actitud depresiva que tienes, ya ni sonríes, estás siempre seria, cansada, sin brillo, y totalmente ausente, quiero que mi pequeña Dasy regrese, no puedes seguir así, sé que perder tu trabajo en el club fue traumático, pero debemos seguir adelante, mi pequeña, si no lo haces por ti, al menos hazlo por mí, se me parte el corazón verte así."- ver como mi ama, mi adorada Milly lloraba abrazándome, fue lo que me hizo comenzar a salir de ese estado de muerte en vida.

-" No iré a un psicólogo, pero te prometo que voy a cambiar, en cuanto al pelo, me lo dejaré crecer, y me lo iré cortando poco a poco, hasta recuperar mi color, no volveré a teñírmelo, te lo prometo."- le dije esa anoche, una vez que reflexioné sobre las idioteces que estaba cometiendo.

Necesitaba buscar una salida a mi actual estado depresivo, por Milly, además aún tenía un propósito, una meta que debía cumplir, y era hacerle pagar, a la rata Miller, todas sus humillaciones.

La oportunidad para, por lo menos, un cambio en mi vida, y que pronto me serviría para ver el camino a seguir, y así cumplir mi meta principal, surgió de la manera menos esperada, y con las personas que, desde luego, menos imaginaba.

Con esa actitud apática, me encontraba esa mañana, mientras le hacía la sustitución a una de las camareras fijas en la cafetería especializada en desayunos, donde trabajaba por horas. En un momento, justo cuando estaba recogiendo una de las mesas, oí como dos clientas, muy atractivas, que vestían con trajes ejecutivos de caros de diseñadores, y que, en mi antigua vida, yo también usé, pronunciaron el nombre de un hombre, que yo creí, que nunca volvería oír.

-" Deja de irte por las ramas, deja de buscar excusas, Carlota, está claro que para esto no me has traído aquí, sé que no estoy aquí por ser una de tus mejores amigas, estoy aquí porque sabes que estudió derecho, y quieres consultarme algo, ¿Verdad? ... Bien al lío, ¿Qué vas a hacer al final con ese maldito de Conrad Montgomery? "- al oír el nombre del mayor cerdo, además de amigo de mi hermano mayor, y alimaña molesta, hizo que mis cinco sentidos se pusieran en alerta, mientras mi limpieza de la mesa contigua a la de las dos damas, se volvió lenta, y exhaustiva.

-" No lo sé, no tengo pruebas de que es él el que me acosa, el que entra en mi casa a escondidas, cuando yo no estoy, ya he cambiado el sistema de seguridad de mi casa, y las cerraduras, tres veces, pero siempre entra, no deja nada que lo delate, ni se lleva

nada, sólo toca mi ropa íntima y se acuesta en mi cama, además no deseo que Murray se entere, sabes que lo odia, y cuando se trata de mi seguridad, ese pesado niño mimado, esa carga profesional que tengo en mi vida, es un poco paranoico.

-" ¿Así que ese maldito de Conrad ha vuelto a las andas? ¡Será cerdo, el muy malnacido!"- pensé, para mí misma, con odio.

Sin darme cuenta me acerqué a la mesa, para cuando fui consciente de lo que hacía, ya yo estaba interrumpiéndolas, me había dejado llevar por el odio que sentía contra el mejor amigo de mi hermano Vermont, un ser despreciable, al igual que mi hermano.

-" Perdonen señoritas, no quiero ser descortés, pero ¿No estarán hablando de Conrad Montgomery, el actor, el hermano de Lord Montgomery? Porque si es así tengo en mi poder la solución a su dilema, ósea las posibles pruebas que les pueden servir, para darle su merecido a ese cerdo."- les dije sin poder contenerme.

Ambas me miraron asombradas, hasta que una de ellas, la más joven, la que aconsejó a la víctima de Conrad, una morena, de ojos grandes, y rasgados, verde oscuro, casi aceituna, y de tez morena, me dijo:

-" Perdona ¿y tú eres?"- preguntó con precaución.

-" Lo siento, sé que es muy descortés por mi parte entrometerme así, pero es que odio a ese malnacido ... Disculpe, soy Daisy Lascalles, hermana menor del maldito Vermont Lascalles, ahora en prisión de forma justa. El mejor amigo de Conrad, mi hermano y sus amigos, tenían una maldita, y asquerosa manía, para todas sus perversidades, solían grabarse cuando uno de ellos cometía algún tipo de cerdada de las suyas, era como una diversión, ahora mi hermano está en la cárcel, por una de ellas, pero da la casualidad que el destino ha querido que su móvil, con toda esa información, esté ahora dentro de una caja de cartón, con algunas de sus pertenecías personales, debajo de mi cama."- les dije terminado mi presentación con una sonrisa brillante.

Al principio ambas me miraron como paralizadas, pero de pronto, sus sonrisas se ampliaron:

-" Hola Daisy, yo me llamo Rocío Duncan, soy estudiante de tercer año de derecho, y ella Carlota Zimmerman, representante del famoso actor y director escoces Murray Campbell, si tienes un descanso ¿Podría sentarte a tomar un café? Tenemos mucho de qué hablar."- me dijo la morena extendiendo su mano, que yo estreché, con otra sonrisa.

-" Justo ahora iba a tomarme un descanso para desayunar, estaré encantada de aceptar ese café"- les dije devolviéndoles el saludo.

Nada me hizo pensar, en ese momento, que, en ese encuentro, mi vida iba a cambiar, y todo gracias a esas dos mujeres, que pronto, tras este gesto de mi parte, serian también mis amigas. Al parecer las ruedas del destino habían comenzado a girar, sin yo saberlo, ni siquiera sabía que mi venganza comenzaba a coger forma.

Nota de la autora: Hola, esta es una nota aclaratoria, para toda persona que no reconozca a estos dos últimos personajes, debo decirles que ya han salido en los libros anteriores, Rocío Duncan es la esposa española de Oliver Duncan, también conocido como Oliver Twist, arquitecto escoces, y mejor amigo de nuestro Gladiador Finlay Alacintye, el buenorro escoces marido de Ailan.

Por otro lado, está Carlota Zimmerman, dura, e incisiva, representante artística, del actor y director escoces, Murray Campbell, de cual ella es cinco años mayor. Murray es también conocido como Sean Connery, el otro mejor amigo del Gladiador, y ambos salen en la novela "¡Eres mía, Heredera!", aclarado esto, y les dejo un saludo.