Capítulo 7 Asesino del Alfa

Cerró sus labios antes de expresar su asombro, la criatura no dejó de verla y de su cabeza cuernos de alce brotaron guiados por un destello verde, sus ojos ahora son cuatro y sus colmillos sobresalen de su hocico.

-Me gustaría conversar contigo, pero el sol pronto saldrá, si tienes ingenio; haz que brote la mejor mentira que te puedas inventar

No sabía cómo estaba hablando, pues las palabras salían incluso con su boca cerrada.

-¿Qué hago? -pensó

-No lo sé -el lobo leyó sus pensamientos -, pero ese no es el hecho de que no hagas nada -desvió su cabeza al collar -¿Quieres volver a padecer bajo la sumisión? ¿Deseas que desaparezca por completo? -preguntó

Negó de inmediato con la cabeza.

-Te necesito, no quiero estar sola

-Entonces huye, déjame invadir tu cuerpo y escapa de este martirio

-¿Cómo?

-Lleva tus manos al pecho, abre bien los ojos y solo deja que tus marcas florezcan, eres un Protegido De La Luna, y siempre lo serás.

No hubo manera en la que la niña activará su razón de ser, no sabía cómo lo había hecho, pero de alguna manera había logrado concretar la transformación.

Dejando su sentir.

Nysa se convirtió en aquella bestia de largas garras, afilados colmillos sedientos de sangre qué había sido revivida por un desconocido.

Se batió a la huida de la mansión antes del amanecer, cuando los primeros rayos de sol tocaban la llanura, y antes de perder su hermosa capacidad.

Escarbo un agujero de dos metros en el suelo cubriéndose con la tierra que antes había quitado, Era una pequeña tumba, un pequeño resguardo que había creado en poco tiempo por su propio miedo.

Un pequeño refugio de todo aquello de lo que debía alejarse.

Un pequeño páramo de paz.

En aquella mansión que la vio llegar hace tan solo unos días, Lord Ivan envió a sus mejores guardias a buscar a la princesa y su hijo.

Golpeó con fuerza su escritorio hasta quebrantar la madera de roble del mismo objeto, lanzó uno a uno los muebles que había en su oficina entre sus hijos.

Era por alguna razón, una obligación que su sangre presenciar tales actos de ira, al hermano del medio le lanzaron una silla que sin mayor problema recibió el golpe, no porque quisiera, sino, porque de negarse ante su padre sería castigado de peor manera

Con sangre en el rostro, solo mordió su labio.

Quería llorar, deseaba expresarse como normalmente lo hacía, pero ante la mayor muestra de lamento, le darían una verdadera razón para llorar.

Ese era Ivan, un hombre violento con todos a su alrededor, quien sin ningún remordimiento mataba a quien le hiciera daño o humillara en sus peores condiciones.

Exaltado, con el cabello desordenado, gran parte en su frente y mechones revueltos entre sí, los ojos desorbitados, pero con un ligero color rojo, seguido de un aire fuerte.

Ivan se apoyó en lo que quedaba de su escritorio después de haberlo destruido.

Cerró los ojos llevándose su mano a la frente.

Relajó su respiración, para llevarse el cabello hacia atrás.

Se levantó derecho mostrando una buena postura, una que beneficie la situación, la cual demostraba a parte de su enojo, como las cosas cambiarían en cuestión de minutos.

-¿Saben, por qué asesinó? -lanzó la pregunta

No hubo razón o motivo para empezar con tal tema.

-Mi primera víctima fue su madre, la mate por porque me canse de ella, la segunda fue su Nana, no tenía buen sentido del humor, la tercera fue la Nana de mi segunda esposa, una mujer metiche y cuando juré que mis días de asesinar habían acabado; me nació un deseo infernal por asesinar a su hermano, no era un buen muchacho, tenía rasgos defectuosos y cuando esta apunto de asesinarlo con mis propias manos por atreverse a acercarse a mi mujer, cuando estaba apunto de lograrlo, me dicen que el bastardo escapó con mi mujer. ¿Saben cómo me siento? -se acercó a su hijo mayor -¿Qué me dices, hijo?

El mayor frunció el ceño.

-Digo que usted es un idiota que solo busco el beneficio del Alfa

La primera cachetada fue en la mejilla derecha.

-Y sí ellos escaparon, tomaron la mejor decisión de sus vidas -confesó

Esperaba el siguiente golpe, lo veía venir, y solo esperaba el momento justo en el que su padre levantara la mano y la misma se dirigiera a su mejilla.

Solo bastó de pequeños minutos para que esto pasara, con orgullo detuvo la mano de su padre antes de que esta alcanzara su piel.

-Usted no tiene derecho de golpearme -amenazó -está buscando que, con su confesión lo demande

Ivan sonrió.

-Hazlo, quiero verte.

-Téngalo por seguro, mi Lord -él sonrió de una manera perversa

Su sonrisa fue contrarrestada por la de su padre.

Había una vibra en ambos personajes que, de alguna manera, incomodaban al joven del medio.

Él había visto cómo habían asesinado a su madre y detestaba ver a su hermano en la misma posición.

Ante la tensión, tomó a su hermano mayor de los hombros, ganándose la mirada de ambos hombres de una manera determinante qué, definía cualquier pensamiento.

Podía leer sus linear con solo ver su mirada, para finalizar con un:

-Largo de aquí -sin perder la compostura con la sonrisa.

Era tétrica, en esos colmillos ocultaba sangre, podía sentir cómo sus dientes brillaban gracias a la figura de ellos dos.

Sabía con una sola mirada que estaba cerca de la muerte.

Y no estaba mintiendo, no estaba bromeando.

Si quería asesinarlo, estaba listo para hacerlo en cuestión de segundos, solo que no lo haría de esa manera.

Pensaría más, se le fue una vida inocente, y una bastarda, y en su casa tenía una inocente y bastarda.

Dos almas que compactan a la perfección lo que era su maldad.

Como era de esperarse ninguno de los guardias encontró el rastro de los niños, los lobos que acompañaron la búsqueda estaban exhaustos después de todo un día de trabajo

Echados en el suelo con el hocico abierto y respiraciones controladas las cuales mantenían su rigor.

Su dueño no dejaba de regañar a sus acompañantes por ineptos.

Estaba desesperado por encontrarla, y sus hijos solo podían observar desde una ventana en dirección al jardín.

-¿Por qué le respondiste de tal manera? ¿Quieres que nos maten? -el hermano del medio se retiró de la ventana

-¿Qué esperabas? Horus escapó, y no sabemos dónde está, la pequeña perra también se largó y no creo que estén juntos -respondió el mayor con un libro en las manos

Un pequeño "álbum" de dibujos el cual su madre se encargó de dibujar.

Sus obras de arte eran extrañas, los círculos no tenían formas, los ojos de cada bebé eran puntos, y sus cuerpos ovalados pegaban en cada extremidad su punto.

Dibujaba muy mal, eran feos, pero importantes para ellos.

-¿Por qué crees que no están juntos? -inquirió

-Porque él no traicionaría a nuestra madre, irse con ella de alguna manera es traicionar el legado de Anya. Horus más que nadie sabe quién es su madre, porque es su madre, y que tanto puede amarla. -Hizo una pequeña pausa -nos iremos en la madrugada en busca de nuestro hermano, luego partiremos al reino de mamá, nos encontraremos con nuestro abuelo y abandonaremos a Ivan.

Los ojos del pequeño brillaron con esperanza.

-Deja tu maleta lista, hoy nos largamos de este lugar.

-¡Sí señor!

Lo que empezó como un sueño entre hermanos se convirtió en un proyecto que deseaban cumplir.

Solo que nunca se cumpliría.

Después de la cena, y antes de que los hermanos terminaran de empacar sus prendas, su padre los drogo volviéndolos vulnerables ante cualquier hecho.

Moribundos los llevó al bosque, más allá de la mansión, donde lobos salvajes pudieran herirlos, fueron asesinados por la mano de Ivan siguiendo con la amenaza de su hijo mayor.

Sería una mentira reconocer que no se había asustado, pero prefería matar a su sangre qué perder todo a costillas de su difunta esposa.

Sobre los cuerpos dejó comida que llamaba animales salvajes, criaturas imposibles de domar, solo así, desaparecerían sus cuerpos, o al menos lo suficiente para quemar sus huesos.

Espera pacientemente mientras observa desde la rama de un árbol como sus hijos son alimento de animales ajenos a su especie.

Los lobos que se acercaban, no tenían ojos, solo nariz y dientes tan filosos como para arrebatarle la piel y la carne de un solo mordisco.

No tenía ni una pizca de resentimiento, mientras esperaba como su carne se desprendió de sus cuerpos, su mansión pronto se quedó sola.

Hecho que todos los empleados sin antes haber sacado su riqueza, escondiéndola cerca.

Pasaron varias horas, hasta que solo el esqueleto de sus hijos quedará en el suelo, empacó cada hueso en una bolsa dirigiéndose a su mansión en una bestia similar a un caballo, más garante, con el cabello brillante, orejas puntiagudas, ojos destellantes.

Cada galope era más fuerte que el anterior, y entre más rápido galopaba, los huesos de sus hijos se golpeaban entre sí.

La luna desapareció volviendo la noche oscura, el viento helado lo obligaba a acelerar el paso.

Golpeaba a su criatura tan fuerte para llegar lo antes posible.

Entre la oscuridad, pequeñas luces se acercan a ellos y los espíritus de ambulantes lo persiguen

Conocía y reconocía cuando se trataba de ellos, pues su risa se transformaba en lamento cuando descubren la causa de muerte de algún lobo.

Los espíritus rodean a la criatura; sin embargo, su jinete no lo deja parar.

Gritos desgarradores gobiernan cada árbol del lugar, su llanto solo asustó el alma quien salió despavorida, caras largas con bocas colgando de su rostro se muestran frente a él.

los ojos de los espíritus no tienen brillo, solo el color del iris envuelto en la oscura cuenca del cráneo, lado a lado, brazos largos y delgados tratan de tomarlo, las uñas miden diez centímetros, y al rasgar la carne de la criatura que lleva a Ivan, logran hacerlo sangrar.

la marca de los espíritus marco al caballo, y en su gente causó temor, golpeo con más fuerza apurando a su potro.

Como si la muerte lo estuviera persiguiendo.

La sangre qué aún conservaban manchó la bolsa, y al llegar a la mansión, la dejó en medio del pasillo, sacando algunas cosas de valor a su paso.

Entre la conmoción, temor por las criaturas que lo siguieron, y lo que había hecho, prendió con una antorcha las cortinas de la mansión, los cuadros y cualquier objeto inflamable.

Hasta que la belleza de aquella casa perdió llamas, busco en el jardín la bolsa de dinero que había escondido, sintió un corrientazo bajar por su espalda como el sudor frío de su frente.

Sus ojos brillaban con el fuego de la mansión, mientras la bolsa de sus hijos se quedaba dentro.

Subió a su criatura tomando las riendas del mismo, a quien no pudo domar por lo liso de sus palmas.

Sudaba, sudaba bajo el miedo.

Pero una vez recuperada su compostura volvió a tomar camino, en una carretera plana y apedreada.

Despojándose de todo lo que una vez fue suyo, solo para terminar en busca de una pequeña mujer que, en su mente traería nueva descendencia.

            
            

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