Capítulo 9 Educación del Alfa

Después de varias semanas conviviendo en la Casa de aquella anciana, Nysa fue alejada de toda educación posible, no tenía libros para leer, cartografía que aprender, modales que representar.

Siempre estaba unida a Zira, a quien convirtió en su amiga más leal.

La loba estuvo con ella en todo momento, nunca la dejaba sola y siempre la protegía.

No permitía que sus hermanas la tocaran, que la humillaran o siguiera despreciarla, lo que ella estaba haciendo por la princesa, nadie a parte de su Nana lo había hecho.

En medio del bosque, Nysa cantaba una ligera canción de cuna, mientras acariciaba su cabello.

Con una rama escribió sus sentimientos en la tierra.

«Esta bruma es perturbadora, y una vez muera seré enterrada en una fosa mayor...»

Las cosas que pensaba la princesa, solo estaban relacionadas con la muerte, pero entre más escribía en la tierra las hojas qué caían tapaban algunas de sus palabras.

Entonces entendió, que al igual que sus palabras no era nadie.

Estaba casada con un hombre mayor, cruel qué había herido a su hijo por conversar con ella.

Es un cruce entre una esclava y un Alfa, pero ahora vivía como esclava.

El día de mañana estaría en lo más bajo de la sociedad siendo tocada por uno y otro hasta que su cuerpo no le sirva.

Dejó de mover su rama, en un tacto seco.

Dobló el ceño con ardor en su nariz, los músculos de sus ojos temblaron, apretó sus dientes tratando de frenar su llanto, sin lograr nada.

-¿Aún estás llorando? -hablo Zira a su lado

Nysa levanta la cabeza con impresión.

-No importa

-Como digas -Zira desvió su mirada siguiendo el camino de la rama

Sus ojos se abrieron al ver las letras.

-¿Sabes escribir? -preguntó con incredulidad

Se acercó a las letras intrigada, tocando con lentitud los bordes que la rodeaban.

El mensaje que había escrito la princesa era una declaración de muerte:

"La flor viva en una tumba muere por quien está enterrado sobre ella"

Intrigada analizó las letras, luego se dirigió a ella con la mirada, estaba agachada con las manos sobre las rodillas, con un delantal sucio.

-¿Qué dice aquí? ¿Quién te enseñó a escribir? -Preguntó maravillada con los ojos brillando en una oscuridad

Es una chica curiosa que, al no saber cómo lucen las letras de su Manada, se sintió maravillada por ellas.

En su cultura, las letras son lo que Nysa conoce como números romanos.

Los "números romanos" de la cultura de Zira no existen como tal. Más que una contabilidad guiada por canicas de colores y las estrellas del cielo.

-Zira, disculpa que te pregunte, pero ¿cómo terminaste en este sitio? -preguntó en voz baja

-Fui raptada, la verdad no recuerdo mucho; solo era una cachorra y me robaron, no sé de dónde soy, o mis padres, o si tengo familia. Tampoco me interesa mucho la verdad, trato de no pensar en eso...

Su voz se debilitó tras decir aquello, no se sentía una declaración honesta, había algo en esa piel morena, un sentimiento genuino de tristeza, pero a la vez, un pensamiento tensionaste a traición.

Era buena fingiendo emociones, y que demostró fue tristeza, la cual demostró sin compasión.

-Por favor, dime quien te enseño a escribir -Insistió

Ante su insistencia con las letras que la habían llenado de curiosidad.

Solo dos preguntas se cruzaron en la mente de Nysa.

«Ella se maravilla con algo tan común como la letra del abecedario, entonces no fue vendida como yo ni mucho menos, ¿era más pequeña?»

«¿Está aldea no tiene escuelas?»

No sabía si recibiría respuesta de parte de Zira, pero tampoco quería molestarla con palabras estúpidas.

Por lo que, señalando cada letra le indicó cómo se pronunciaba, y conforme a la pregunta de quién le enseñó a escribir. La evadió.

No era correcto ni pulcro llegar a ese término de sus vidas.

-Cada palabra tiene un sonido, pero estas no son todas del abecedario. Tu gente los Kimahrianos, escriben las letras de la siguiente manera -trazo en la tierra números romanos qué traducen su declaración -no todos tiene el mismo acento, pero sus letras traducen los mismo -empezó a escribir las letras del abecedario y debajo las de Kimahri -Vez, traducción diferente, y por supuesto sonidos diferentes

Explico cada sonido como solían hacerlo con ella y le pidió a Zira que siguiera sus palabras sin darse cuenta que le estaba enseñando, sin que ella se lo hubiera pedido.

Aun así, le alegraba que después de tantos años alguien se fijará en su educación, sin juzgarla y tacharla mal por su piel.

Después de todo, su piel era la más negra de la Casa.

Siendo así, discriminada por ser la cachorra más oscura de la aldea.

Remarcando más su apodo de "Negra"

Atenta a la explicación de su maestra, las dudas sobre Zira y la inteligencia de Nysa solo llenaba a quien las viera de curiosidad.

Zira tenía en cuenta eso, Nysa era una mujer bella e inteligente, para nunca haber salido de su casa, y aparentemente sabía más que cualquiera.

Una educación así, solo se la daban a los hijos nacidos en casas ricas.

Los tan amados, y prestigiosos de la sociedad que podían darse el lujo de mantener a sus familias, con oportunidades que la gente de estrato social más bajo deseaba.

Si Nysa lograba ser hija de un Noble entonces...

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-Podría sacarle provecho a su sangre, Madre -dijo Zira ante la anciana

Cuando terminó su clase, regresaron a la Casa donde estaban a punto de castigarla por no hacer lo que le dijeron, para salvarse de su castigo comentó todo lo que le había dicho Nysa.

Sus raíces, su nombre y como la relaciono con los Kimahrianos.

La anciana soló movía sus uñas sobre el escritorio de madera mientras relacionaba las palabras de su esclava.

-¿Cómo sabes que esa mocosa de verdad es un noble?

-Madre le he dado todas las pistas posibles, ¿por qué desconfiaría de mí?

La anciana sonrió con ironía.

-Eres negra, solo tu piel me basta para desconfiar de ti. Ahora largo, tu historia fue entretenida y no necesito más razones para castigarte, tú ya lo hiciste humillándote y humillándome

Zira bajo la cabeza avergonzada.

Con un gesto se despidió yendo a la puerta de madera roja, antes de abrirla, la voz de la anciana la detuvo.

-Una cosa más, laven los baños de la casa antes de que lleguen los clientes -ordenó la anciana

-Pero son diez baños y solo nos quedan tres horas. No nos va alcanzar el tiempo -excuso

-No se van a demorar tres horas con un solo baño. Háganlo antes de que les sume más tareas

Bajo esa amenaza, Zira salió de la habitación.

Estaba decepcionada de la respuesta tan relajada de la anciana ante algo que le podría traer dinero.

Reconocía cuando le interesaba la oferta y cuando no, pero esta... definitivamente no le atrajo, esperaba más de ella, un poco más.

Camina a paso fuerte por los pasillos, haciendo resonar su enojo, su indignación y la oportunidad que perdió.

Algo que deseaba la chica era ser libre, pero no lo consigo.

Pensó que con ella ese deseo se haría realidad, que equivocada estaba.

Que decepción.

Al recorrer los pasillos, encontró a la niña limpiando los pisos de la casa con un cepillo, agua y jabón.

Restregaba con fuerza una mancha de dudosa procedencia qué estaba generando una mala vista a la casa.

Sus ojos recorrieron sus facciones, y cada pequeño detalle de su fisionomía era hermosa.

Nysa veía detalles en su creación, rasgos que componen una cultura cuya historia adoraba.

Solo que su mirada demostraba frustración, sus ojos apagados, ceño bajo, la línea de los labios tensionada.

-Zira...

-Deja eso, tenemos trabajo

Sin hacer preguntas, Nysa se levantó del suelo, seco sus manos con el delantal caminando al lado de Zira.

-¿Te regañó muy feo?

-No importa

-Perdón, no debí...

-No importa -fue cortante al hablar

Decidió obedecer a su petición, sintiendo culpa por su actuar.

Por su error, solo pagó una.

Zira dio indicaciones, repartiéndose el trabajo, cinco baños para cada una, con el tiempo contado para terminar tal y como lo querían.

Blancos y brillantes.

Gracias a la Luna lograron terminar antes de lo planeado, una vez en el patio tiraron el agua sucia sobre unos arbustos.

Hasta el momento, Zira no había dicho una sola palabra acerca de lo que pasó.

Lo que llenaba aún más de culpa a la princesa, su mente perturbada por sus acciones quiso compensar el regaño.

-¿Quieres seguir estudiando? Yo puedo enseñarte -habló a sus espaldas mientras ella limpiaba con sus manos la cubeta de jabón sucio -te llamo mucho la atención, y quiero ayudarte a comprender algunas cosas, sé que no tenemos tiempo, pero una hora diaria en la noche podrá ayudarte en tu desarrollo

Aun dándole la espalda, y con una respuesta corta, sería y fría, Zira se levantó hablando un poco fuerte.

-Sí, está bien. Solo quiero que me enseñes más cosas y quiero que sea un secreto entre las dos.

-¿Un secreto?

-Sí está gente descubre que sabes leer y escribir, van a asesinarte

-¿Por qué todo tiene que ver con la muerte?

Zira se levantó del suelo, dejaron las cubetas sobre unos palos de escoba mientras se sacaban.

Los clientes pronto iban llegando, lo que significaba que debían esconderse.

Siguieron su rutina; bajando con cuidado, y cayendo sobre las camas. Los días la convirtieron en una experta, y aunque eran duras se estaba acostumbrando a su comodidad, dejó su espalda reposando sobre el colchón.

Soltó un suspiro dejando que la poca comodidad le permitiera seguir.

La débil luz de una vela iluminó parte de su rostro.

-Ellas tardan en llegar y para entonces tú y yo debemos estar dormidas. ¿Tienes una hora específica para enseñarme? -inquirió sentándose en su colchón

-Puede ser ahora, pero ¿por qué me matarían si te enseñó?

-La gente de aquí es analfabeta, y solucionan todo con violencia por que se creen superiores dentro de su ignorancia -explicó

Nysa dobló el ceño, llevando las manos a la cara.

«Esta aldea... necesita más de una ayuda. Estoy segura que mi padre la ignoro tanto como todos los miembros de la Corte»

-¿Estás bien? -la voz de Zira la obligó a levantar la cabeza

-Sí, sí. Bueno empecemos con algo sencillo

Movió sus labios, y le explicó algunos sonidos que le faltaron a su dialecto, con sus manos mostraba al aire como se escribían las letras.

Ella la imito, y cada cierto tiempo, Nysa le pedía que imitará los sonidos.

Esa noche bastó con una hora para que Zira entendiera algunas letras sus sonidos, y sus formas.

La princesa complacida de enseñarla, quiso darle lo que más añoraba y era educación, por lo que una vez terminará de enseñarle a leer y a escribir, le enseñaría matemática básica.

Solo para que defendiera más adelante con la vida.

Debía admitir que daría su vida por volver a escuchar las recomendaciones de su maestro, y sus enseñanzas.

            
            

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