Capítulo 4 Capítulo 4 Despedida

Después de donar suficiente sangre para Brandon, me sentí abrumada. Sus padres me miraban sigilosamente. No se atrevían a hablarme, aunque quisieran. Tan pronto como la sangre estuvo lista, los médicos regresaron a la habitación y comenzaron a preparar a Brandon para la transfusión.

"¿Todavía me necesitas o puedo irme?" pregunté antes de retirarme.

"¿Adónde vas?" Michael se levantó de un salto.

"Exactamente de donde vine. Si mi presencia ya no es necesaria, me iré." aclaré antes de levantarme de mi silla para salir lo más rápido de ese lugar.

Ver a Brandon al borde de la muerte no había sido tan reconfortante como pensaba. ¡M*ldito mi vínculo con él! Tan pronto como se recuperara, aceptaría el rechazo. Solo regresaría especialmente para romper esa última conexión que tenía con la manada Luna Dorada.

"Luna, Alfa Brandon todavía te necesita. Tu mera presencia cerca de él ayudará a su lobo a recuperarse. ¿No puedes quedarte?" preguntó el doctor un poco confundido.

"No soy la luna de esta manada. ¡No quiero escuchar nada al respecto o me iré ahora mismo! ¡Nunca he sido nada para esta manada!"

"Elle, cálmate," dijo Thalia detrás de mí.

"No tengo porque calmarme, Luna. Si no me necesitaras para ayudar a tu hijo, no me hubiera parado frente a ti. Solo quiero que me dejen en paz. Es lo único que pido." reclamé al alejarme de ellos por el otro lado de la habitación.

"Elle, hermana..." dijo Michael en voz baja. ¡Cuánto anhelaba escucharlo hablarme suavemente...!

"No me llames así... Ya no eres mi hermano. Estoy sola en este mundo. Déjame en paz."

"Kevin. ¿Crees que es seguro dejarlos solos?" mencionó Thalia dirigiéndose a su esposo y en cuanto lo escuché, me eché a reír.

"Puedes estar tranquila, Luna. Tu hijo estará a salvo," dije con un tono de voz burlón.

Y luego continué desafiante: "¿Qué piensas que le voy a hacer? ¿Pegarle y humillarlo delante de la manada? ¿Violarlo en frente de mis amigos? Mejor vete y déjame en paz, o me iré y cuidarás de Alfa Brandon tú sola."

Luna Thalia comenzó a llorar mientras Alfa Kevin Taylor salía de la habitación sin decir una palabra.

"¡Vete, Michael! No quiero verte."

Una vez sola en la sala de estar, me acerqué a Brandon, quien se encontraba recostado en la cama. Era tan pálido... Brandon Taylor en sus días normales era como un dios caminando sobre la tierra. Tenía el cabello rubio, ojos azules, labios carnosos y dos deliciosos hoyuelos en medio de las mejillas. Medía 6,7 pies de alto, tenía un físico atlético y unos cuantos tatuajes en sus brazos lo hacían parecer un vikingo. Era un hombre hermoso y los dioses eran generosos cuando lo creaban. Era como Brad Pitt del mundo de los hombres lobo. Al verlo, sentía que me volvía loca.

Con mi mano temblorosa, toqué los tatuajes de espinas rodeadas por rosas en su brazo, sintiéndome hipnotizada por ellos. El dibujo subía hasta el hombro y luego descendía ligeramente sobre su espalda y el pecho. Estaba bien hecho. Lo seguí ligeramente con mis dedos sintiendo un hormigueo mientras rozaba su piel. Fue entonces cuando me di cuenta de que algo estaba escrito entre espinas y rosas cerca del corazón: "Mi eterna Elle".

Rápidamente, me tapé la boca y suspiré. ¿Qué car*jo era esto? ¿Acaso era una mala broma?

"Se hizo ese tatuaje dos meses después de que te fueras." comentó Jake Sullivan tras llamar a la puerta.

"¿Por qué haría eso?" pregunté irritada. "¿Quería recordar lo mucho que se divirtió en mi cumpleaños?"

"Si quieres saberlo, se lo tendrás que preguntar a él, Elle," dijo Jake, cauteloso.

"¿Cómo está tu nariz?" le pregunté irónicamente. "Veo que no la he roto lo suficiente."

Jake comenzó a reír. "¡Eres una guerrera increíble, Madame! Fue el golpe de mi vida, no creo que me hayan golpeado más fuerte."

"¡Escapaste fácilmente, Jake! Tuviste suerte de que no tuviera la fuerza que tengo ahora," contesté casi riéndome.

"Lo siento, Elle."

Jake y Michael visitaban a Brandon todos los días, que ya estaba empezando a molestarme tener que soportar sus miradas tristes y avergonzadas.

Al igual que Luna Thalia, quien revisaba a diario a su hijo para ver si le había hecho algo. Pensaba que tal vez debía cortarle el p*ne y metérselo en la garganta, solo así lo revisaría con justa razón.

Quizá así la luna tendría algo para recordar. Sin embargo, cada vez que Alfa Taylor venía, me preguntaba si necesitaba algo. A pesar de que siempre respondía que no necesitaba nada, parecía que no me escuchaba. Él me traía comida y ropa para cambiarme todos los días. No podía quejarme, pero realmente no necesitaba nada.

Me quedé en el hospital con Brandon durante dos semanas. Afortunadamente, la habitación de hospital de Brandon tenía un baño privado y un cómodo sofá en el que podía descansar.

Ver a la persona que tanto daño me había hecho, y por la cual había llegado al punto máximo de mi desesperación, era un calvario.

"¡Despierta, Brandon!" dije suavemente en su oído.

"Elle..." dijo con voz ronca. En cuanto lo escuché, salté de mi asiento como si estuviera sentada sobre brasas, asustada de él. "Agua... por favor."

Inmediatamente tomé un vaso de agua y lo ayudé a tomar unos tragos de agua.

Él me miró atónito.

"¿Elle?" preguntó sorprendido. "¿Estoy en el cielo?"

"No, estás tan vivo como puedes estar. Voy a llamar al médico." contesté.

"Elle... espera..." dijo tratando de alcanzar mi mano, pero comenzó a gritar de dolor.

"Quédate ahí tranquilo, el médico vendrá a verte de inmediato," le dije antes de salir de la habitación.

Después de llamar al médico, salí del hospital. No era el momento para aceptar el rechazo. Necesitaba salir de ahí. Me sentía exhausta y perdida. Después de dos semanas de estar sentada a su lado, donarle sangre regularmente, y cuidarlo casi sin parar, no podía rechazarlo en ese momento. ¡M*ldita sea! Mi corazón no me dejaba hacerlo.

Quería dejar ese lugar.

Salí del hospital caminando por la calle bajo la atenta mirada de los miembros de la manada. Todo el mundo sabía lo que había pasado en el campo de batalla, por lo que algunos me sonreían, otros movían la cabeza con respeto y yo simplemente los ignoraba. Era hora de deshacerse de la manada y seguir adelante. Caminé durante más de diez minutos hasta que salí de la casa y entré en el bosque.

Una vez transformada en loba, dejé que Athena eligiera a dónde iríamos a partir de ese momento. Con ella cerca de mí, no tenía miedo de ningún peligro. Sabía que nada me podía pasar.

Al llegar al borde del territorio de la manada y sin mirar atrás, dije las palabras que había evitado decir en los últimos 4 meses.

"Yo, Elle Parker, la hembra beta de la manada Luna Dorada, rompo todos los lazos con esta manada y me libero de cualquier juramento de lealtad que se haya hecho. ¡Soy una mujer loba libre a partir de hoy!"

"¡Que comience mi nueva vida!"