Género Ranking
Instalar APP HOT
Cinco años, un nombre olvidado
img img Cinco años, un nombre olvidado img Capítulo 4
4 Capítulo
Capítulo 5 img
Capítulo 6 img
Capítulo 7 img
Capítulo 8 img
Capítulo 9 img
Capítulo 10 img
Capítulo 11 img
img
  /  1
img

Capítulo 4

El resplandor rojo de sus luces traseras fue un insulto, una despedida burlona mientras desaparecían en la oscuridad sofocante. Me quedé allí, temblando, el viento helado azotándome, rasgando mi vestido delgado. Se había ido. Realmente me había dejado. La comprensión me golpeó, fría y dura. No le importaba si estaba a salvo, si me encontraban, si siquiera sobrevivía.

Respiré hondo y temblorosamente, tratando de estabilizarme, pero el aire frío solo me hizo toser. La oscuridad a mi alrededor era absoluta, una manta espesa y sofocante rota solo por las estrellas débiles e indiferentes. No había casas, ni luces, solo las siluetas amenazantes de los árboles que parecían tragarse la escasa luz de las estrellas.

El miedo, crudo y primario, se abrió paso por mi garganta. ¿Y si venía un animal? ¿Y si pasaba alguien más, alguien peor que Braulio? Mi mente se aceleró, conjurando horrores de cada rincón oscuro. No podía quedarme aquí esperando a convertirme en una víctima.

Me sequé las lágrimas de las mejillas con una mano temblorosa. No. Me salvaría a mí misma. Tenía que hacerlo. Abrazándome a mí misma, comencé a caminar, mis ojos esforzándose por distinguir el tenue contorno de la carretera. Un paso cuidadoso tras otro.

Mi pie resbaló.

Un grito agudo y agonizante salió de mi garganta cuando perdí el equilibrio. Caí, con fuerza, un repugnante CRAC resonando en el silencio. El dolor explotó en mi tobillo, una agonía abrasadora y candente que me subió por la pierna y consumió todo mi cuerpo. Jadeé, un sudor frío perló instantáneamente mi frente.

Intenté levantarme, pero el dolor era demasiado intenso. Era un hueso roto. Lo sabía. Me derrumbé de nuevo sobre el suelo frío y duro, las lágrimas corriendo por mi rostro.

-¿Por qué? -sollocé, la palabra ahogada y rota-. ¿Por qué me quedé? ¿Por qué desperdicié cinco años con él? -Me odié a mí misma más de lo que lo odiaba a él en ese momento. Mi tonta esperanza, mi paciencia infinita, mi amor inquebrantable, todo había llevado a esto. Sola, herida y abandonada en medio de la nada.

Braulio se detuvo frente a la mansión brillantemente iluminada de Daniela, apenas registrando su charla emocionada. Su mente estaba en otra parte, una inquietud creciente bajo su ira. Sintió un destello de culpa, un zarcillo frío de miedo. Había dejado a Sofía.

-¡Gracias, Braulio! ¡Eres el mejor! -canturreó Daniela, inclinándose para darle un beso. Apenas lo registró.

-Sí, sí -murmuró, ya poniendo el coche en reversa.

Daniela frunció el ceño, luego se encogió de hombros, saliendo.

-¡No olvides nuestra promesa! -gritó, mientras él se alejaba a toda velocidad, dejándola de pie en su porche.

Condujo de regreso, su corazón latiendo a un ritmo frenético contra sus costillas. Gritó el nombre de Sofía, su voz ronca, pero la oscuridad se tragó sus gritos. La carretera se retorcía y giraba, cada curva parecía exactamente igual a la anterior. El pánico comenzó a apoderarse de él. Estaba perdido. Condujo de un lado a otro por el tramo desolado durante lo que parecieron horas, gritando su nombre, dirigiendo sus faros hacia el denso bosque. Nada. Ninguna respuesta.

Comenzó a buscar frenéticamente, saliéndose de la carretera, tropezando entre la maleza, su propio miedo aumentando con cada minuto que pasaba. ¿Dónde estaba ella? ¿Realmente la había dejado en un lugar tan peligroso?

El sol comenzó a asomarse por el horizonte, pintando el cielo en tonos de púrpura y gris magullado, pero Sofía no aparecía por ninguna parte. Sintió un pavor frío filtrarse en sus huesos, una premonición horrible. Sus piernas se sentían como plomo. Tenía que conseguir ayuda.

Se dirigió a toda velocidad a la estación de policía más cercana, con los nudillos blancos en el volante. Al entrar en la bulliciosa estación, un fragmento de conversación llegó a sus oídos de un grupo de oficiales cerca del mostrador.

-...cuerpo de una mujer... encontrado en la vieja carretera sinuosa... parece que la atropellaron y se dieron a la fuga... pobrecita, apenas era reconocible...

La sangre de Braulio se heló. Las palabras resonaron en su cabeza, una sinfonía grotesca de sus peores miedos. Sus rodillas se doblaron. Se aferró al mostrador, con los nudillos blancos, apenas manteniéndose en pie. Su boca estaba seca, con sabor a ceniza. Sofía. Tenía que ser Sofía.

Anterior
                         
Descargar libro

COPYRIGHT(©) 2022