Género Ranking
Instalar APP HOT
La esposa despreciada es el genio médico Oráculo
img img La esposa despreciada es el genio médico Oráculo img Capítulo 2 No.2
2 Capítulo
Capítulo 7 No.7 img
Capítulo 8 No.8 img
Capítulo 9 No.9 img
Capítulo 10 No.10 img
Capítulo 11 No.11 img
Capítulo 12 No.12 img
Capítulo 13 No.13 img
Capítulo 14 No.14 img
Capítulo 15 No.15 img
Capítulo 16 No.16 img
Capítulo 17 No.17 img
Capítulo 18 No.18 img
Capítulo 19 No.19 img
Capítulo 20 No.20 img
Capítulo 21 No.21 img
Capítulo 22 No.22 img
Capítulo 23 No.23 img
Capítulo 24 No.24 img
Capítulo 25 No.25 img
Capítulo 26 No.26 img
Capítulo 27 No.27 img
Capítulo 28 No.28 img
Capítulo 29 No.29 img
Capítulo 30 No.30 img
Capítulo 31 No.31 img
Capítulo 32 No.32 img
Capítulo 33 No.33 img
Capítulo 34 No.34 img
Capítulo 35 No.35 img
Capítulo 36 No.36 img
Capítulo 37 No.37 img
Capítulo 38 No.38 img
Capítulo 39 No.39 img
Capítulo 40 No.40 img
Capítulo 41 No.41 img
Capítulo 42 No.42 img
Capítulo 43 No.43 img
Capítulo 44 No.44 img
Capítulo 45 No.45 img
Capítulo 46 No.46 img
Capítulo 47 No.47 img
Capítulo 48 No.48 img
Capítulo 49 No.49 img
Capítulo 50 No.50 img
Capítulo 51 No.51 img
Capítulo 52 No.52 img
Capítulo 53 No.53 img
Capítulo 54 No.54 img
Capítulo 55 No.55 img
Capítulo 56 No.56 img
Capítulo 57 No.57 img
Capítulo 58 No.58 img
Capítulo 59 No.59 img
Capítulo 60 No.60 img
Capítulo 61 No.61 img
Capítulo 62 No.62 img
Capítulo 63 No.63 img
Capítulo 64 No.64 img
Capítulo 65 No.65 img
Capítulo 66 No.66 img
Capítulo 67 No.67 img
Capítulo 68 No.68 img
Capítulo 69 No.69 img
Capítulo 70 No.70 img
Capítulo 71 No.71 img
Capítulo 72 No.72 img
Capítulo 73 No.73 img
Capítulo 74 No.74 img
Capítulo 75 No.75 img
Capítulo 76 No.76 img
Capítulo 77 No.77 img
Capítulo 78 No.78 img
Capítulo 79 No.79 img
Capítulo 80 No.80 img
Capítulo 81 No.81 img
Capítulo 82 No.82 img
Capítulo 83 No.83 img
Capítulo 84 No.84 img
Capítulo 85 No.85 img
Capítulo 86 No.86 img
Capítulo 87 No.87 img
Capítulo 88 No.88 img
Capítulo 89 No.89 img
Capítulo 90 No.90 img
Capítulo 91 No.91 img
Capítulo 92 No.92 img
Capítulo 93 No.93 img
Capítulo 94 No.94 img
Capítulo 95 No.95 img
Capítulo 96 No.96 img
Capítulo 97 No.97 img
Capítulo 98 No.98 img
Capítulo 99 No.99 img
Capítulo 100 No.100 img
img
  /  4
img

Capítulo 2 No.2

La luz de la mañana que se filtraba en la suite principal era gris e implacable. Cortaba a través de los huecos en las cortinas, golpeando a Don César directamente en los ojos.

Gimió, dándose la vuelta y enterrando la cara en la almohada. Le palpitaba la cabeza. El estrés de la noche anterior, la visita al hospital, las lágrimas de Rubí, la fecha límite de la fusión... todo pesaba en sus sienes.

Extendió la mano ciegamente hacia la mesita de noche. Esperaba el calor de una taza de cerámica. Eva siempre le traía café negro, exactamente a las 6:30 AM. Era parte de la maquinaria de su vida. El café aparecía, su ropa estaba preparada, su horario estaba sincronizado.

Su mano no golpeó nada más que aire fresco.

Don César frunció el ceño. Palpó la superficie. Vacía.

Abrió los ojos, entrecerrándolos contra la luz. Se sentó, la irritación estallando en su pecho.

#NAME?

Silencio.

El silencio era diferente esta mañana. No era la tranquilidad de un hogar bien ordenado. Era el vacío de la nada.

Sacó las piernas de la cama. Fue entonces cuando lo vio.

Sobre la almohada junto a él -la almohada en la que Eva solía dormir, acurrucada en una bola para ocupar el menor espacio posible- había una hoja de papel. Y encima del papel, brillando a la luz pálida, estaba su anillo de bodas.

Don César lo miró fijamente. Por un momento, su cerebro se negó a procesar los datos visuales. El anillo parecía alienígena allí sentado, separado de su dedo.

Extendió la mano y tomó el papel. El anillo rodó y golpeó el colchón con un golpe suave.

Disolución del Matrimonio.

Escaneó el documento. Sus ojos recorrieron la jerga legal. Ruptura irremediable. Renuncia de activos. Efecto inmediato.

Soltó una risa corta e incrédula. Tiró el papel de nuevo sobre la cama.

-Otra súplica de atención -murmuró a la habitación vacía.

Ella había estado de mal humor últimamente. Silenciosa. Retraída. Asumió que era por el aniversario. Sabía que se lo había perdido, pero seguramente ella entendía la gravedad de la condición de Rubí. Rubí era familia. Rubí era... frágil. Se suponía que Eva era la robusta. La que no necesitaba mantenimiento.

Se levantó y salió del dormitorio, ajustándose el cinturón de su bata de seda. Esperaba encontrarla en la cocina, quizás enfurruñada sobre la estufa, esperando a que él se disculpara para poder perdonarlo y servir el café.

-¡Eva! Deja este juego infantil -gritó mientras entraba en la sala de estar-. No tengo tiempo para dramas esta mañana.

La cocina estaba impoluta. Los mostradores estaban limpios. No había olor a café. Ni olor a tostadas. Los electrodomésticos estaban fríos.

Don César se detuvo en el centro de la habitación. Un destello de genuina inquietud chispeó en sus entrañas.

Entonces, la puerta de la Suite de Invitados se abrió.

Eva salió.

Don César parpadeó. Ella se veía... diferente.

Llevaba una gabardina ceñida a la cintura sobre ropa sencilla. Su cabello, generalmente en ese moño severo y desordenado, estaba suelto, aunque todavía sin peinar. Pero era su postura lo que lo desconcertó. No estaba encorvada. No se estaba encogiendo. Estaba de pie con la columna alargada, la barbilla levantada.

Sostenía una maleta, pero la dejó junto a la puerta de la habitación de invitados.

-¿Vas a algún lado? -preguntó Don César, su voz goteando condescendencia. Caminó hacia la isla de la cocina, apoyándose en ella para mostrar lo poco que le importaba-. El drama es innecesario, Eva. Guarda la maleta.

Eva caminó hacia el mostrador para servirse un vaso de agua. No lo miró.

-Firmé los papeles, César -dijo. Su voz era tranquila. Antinaturalmente tranquila-. Quiero salir.

Don César se rio. Fue un sonido áspero, como un ladrido.

-¿Salir? No tienes nada sin mí. Te das cuenta, ¿verdad? Eres de la familia solo de nombre. Tu padre, Ricardo Corazón, no te aceptará de vuelta. No tienes trabajo. Ni dinero. Ni apartamento.

Se apartó del mostrador y dio un paso hacia ella, usando su altura para intimidar. Se elevaba sobre ella, proyectando una sombra sobre su rostro.

-Eres un marcador de posición, Eva. No lo olvides. Existes en este mundo porque yo lo permito. Porque necesitaba una esposa en papel.

Eva finalmente lo miró. Detrás de los lentes gruesos de sus gafas, sus ojos eran oscuros e ilegibles. No había ira allí. Solo una vasta y vacía indiferencia.

-Y tú eres un necio ciego -dijo ella.

El insulto fue tan inesperado que Don César se congeló. Eva nunca lo insultaba. Eva nunca respondía.

#NAME?

-No soy un marcador de posición -dijo ella, con voz firme-. Y ciertamente no soy tuya. Ya no. Me quedaré en la suite de invitados hasta que los abogados finalicen los detalles. No tengo interés en hacer de esto un espectáculo público.

El temperamento de Don César se rompió. Extendió la mano y agarró la parte superior de su brazo. No fue un golpe, pero fue un agarre de propiedad. Una orden para quedarse.

-Discúlpate -gruñó-. Discúlpate y ve a hacer el maldito café.

La orden quedó suspendida en el aire.

Algo cambió en los ojos de Eva. La opacidad desapareció. Un destello de acero frío y duro la reemplazó.

No se apartó violentamente. No gritó. Simplemente miró su mano en su brazo como si fuera un trapo sucio.

Con un giro sutil, casi imperceptible de su muñeca -una técnica que requería años de entrenamiento- rompió su agarre. Fue sin esfuerzo.

Dio un paso atrás, alisándose la manga.

-No soy tu sirvienta, César -dijo. Su voz no tembló-. Y he terminado.

Don César se quedó allí, con la mano aún suspendida en el aire. Miró su propia palma, luego a ella. ¿Cómo había hecho eso? Ella era débil. Ella era torpe.

#NAME?

Eva no esperó a que terminara. Dio media vuelta, la gabardina girando alrededor de sus piernas.

Caminó hacia la puerta principal.

-¿A dónde vas? -exigió Don César, su autoridad resbalando.

#NAME?

Abrió la puerta y salió al pasillo. La puerta se cerró con un clic detrás de ella, dejando a Don César de pie en medio de su cocina perfecta y vacía, con una extraña frialdad instalándose en su pecho donde solía estar su certeza.

Anterior
            
Siguiente
            
Descargar libro

COPYRIGHT(©) 2022