Seduciendo a la repostera
img img Seduciendo a la repostera img Capítulo 4 No todo lo que brilla es oro
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Capítulo 6 El día de las compras img
Capítulo 7 Bienvenido de vuelta a su vida señor Stone img
Capítulo 8 Rossalyn bienvenida a la jungla img
Capítulo 9 Un dulce reencuentro img
Capítulo 10 En busca de mi héroe img
Capítulo 11 Enredos del destino img
Capítulo 12 Lanzando el anzuelo img
Capítulo 13 La oferta img
Capítulo 14 La trampa img
Capítulo 15 El sabotaje img
Capítulo 16 El trato img
Capítulo 17 Una misión imposible img
Capítulo 18 Para amar no se necesita recordar img
Capítulo 19 Memorias de un padre arrepentido img
Capítulo 20 Las penas hay que ahogarlas con alcohol img
Capítulo 21 Los secretos no duran para siempre img
Capítulo 22 Un error lo comete cualquiera img
Capítulo 23 Ligeramente embarazada img
Capítulo 24 La traición img
Capítulo 25 La huida img
Capítulo 26 Perdonar para curar img
Capítulo 27 Dulce embarazo img
Capítulo 28 No hay secreto que dure para siempre img
Capítulo 29 Doblemente padre img
Capítulo 30 Nada mejor que una calamidad para unir a las personas img
Capítulo 31 El amor y sus proezas img
Capítulo 32 Epílogo 1 – La propuesta img
Capítulo 33 Epílogo 2 – Mientras un sueño se cumple nace un misterio img
Capítulo 34 Epílogo 3 - El paraíso está en el Valle de las Flores img
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Capítulo 4 No todo lo que brilla es oro

Qué equivocado estaba al pensar que esa ella podría ser un ángel, la mujer no paraba de hablar y ya le estaba dando una jaqueca de los mil demonios, ¿es que no se daba cuenta de que él no estaba en condiciones de protestar siquiera?, apenas si podía mantenerse consciente, le estaba sermoneando sobre las razones por las que debería mantenerse en la cama, como si fuese un niño al que tenía que regañar por la desobediencia, él podría no recordar su nombre pero estaba seguro de que ya no era un niño, y algo en su interior le decía que no estaba acostumbrado a recibir sermones de nadie.

- Basta! -se quejó -ya me zumban los oídos

- Lo siento -dijo al darse cuenta de su expresión de dolor - pero el doctor Sullivan fue muy específico sobre los cuidados que deberías tener, debo certificarme de que cumplas con las indicaciones, es la única manera de que te recuperes pronto, y salgas de mi vida quiso agregar pero no lo hizo

- De acuerdo, necesito beber agua - se quejó con una voz ronca.

- Si, por supuesto, te traigo enseguida - dijo y corrió a la cocina volviendo instantes después - ¡Toma! bebe con cuidado, tendrás mal estar y mucha sed hasta que elimines toda la anestesia de tu cuerpo.

Le hubiera gustado saber eso antes pensó, al sentir que la bilis volvía.

- Si ya me he dado cuenta, ¿dónde estoy?

- En mi casa

- ¿Quiero decir la ciudad?

- Ah, más bien es un pueblo, se llama Valle de las flores, por un instante ella pensó que tal vez él había recuperado su memoria, entonces él siguió diciendo:

- ¿Vivo aquí? - ella lo miró evidentemente desilusionada

- No, conozco a todas las personas de este pueblo y si vivieras aquí sabría quién eres

- Ya veo, ¿por qué estoy en tu casa?

- No tenemos un hospital, solo un clínica para urgencias

- ¿Y un hotel?

- Estas convaleciente, sin memoria - le recordó.

- Claro....

- ¿No encontraron mis cosas? - preguntó al recordar más cosas del accidente.

- Debemos esperar a que el sheriff vaya a verificar el vehículo en el que te encontré

- ¿Y cuándo lo hará? - dijo impaciente

- Cuando sea posible, aunque no creas no eres él único que se vio afectado por el huracán, tienen mucho que resolver ahora, y de momento no eres una prioridad.

Al escuchar la última parte de su frase se sintió molesto, algo en su ser le decía para protestar, pero no quería ser grosero con la dama.

- No quise ser grosero

- Ya, de cualquier manera tal vez puedas recordar algo en cualquier momento, pero no te esfuerces demasiado, el doctor dijo que tu memoria podría ser debido al accidente.

- Señor, sí señor! - dijo de forma sarcástica

- Vamos! No exageres, es por tu propio bien, será mejor que descanses, y por si ya lo olvidaste mi nombre es Rossalyn - se burló

Al escuchar su nombre recordó quién ella era en realidad, y ahora se sentía más molesto consigo mismo por haber sido tan condescendiente con ella.

- Rossalyn - repitió, y ella se dio cuenta de que su actitud hacia ella había cambiado

- ¿Sí?,

- ¿Puedo probar lo que sea que estás cocinado? - ella giró lentamente y sonrió.

- Si, puedes hacerlo - entonces dejó la habitación

¡Qué hombre! pensó, primero se porta como si fuese el Rey de Inglaterra, luego es toda amabilidad, cuando lo vio parado en la puerta casi tuvo un ataque, no pensó que él tendría las fuerzas de sostener su propio cuerpo con toda la anestesia que aún debería estar en su sangre, por eso lo había descuidado un poco, pero viendo su constitución física debió pensarlo mejor antes de dejarlo solo en la habitación, ¡qué hombre! volvió a repetir ahora menos molesta, estaba recordando la visión que tuvo de él parado semidesnudo, tenía músculos en lugares que ella que si ella no los hubiera visto en vivo pensaría que le hicieron retoques, aún no recordaba quién era, sentía pena por él, se dijo, intentando justificar la necesidad de protegerlo, cuando lo empujó hacia la cama había puesto sus manos en él, al estar medio desnudo sus dedos entraron en contacto con su piel cálida y eso la hizo estremecer, sus bíceps eran una masa de acero, si estuviese menos drogado, ella jamás podría controlarlo, le pasaba al menos unos 30 centímetros en altura, debía pesar al menos unos 85 kilos, sin duda era demasiado peso que cargar si se desmayaba, tenía que mantenerlo en cama aunque tuviese que atarlo, de repente esa idea no le pareció tan descabellada, más bien bastante atractiva, bloqueó ese pensamiento antes que su mente divagara por lugares inexplorados.

Volvió unos minutos después con un pedazo de torta recién sacada del horno, un vaso de leche y las medicinas, se sentó al borde de la cama y le dijo:

- Ten, toma estas medicinas y luego come bien despacio, se supone que deberías tener solo comidas livianas, pero si tu no le dices al doctor yo te guardo el secreto

Entonces algo inesperado sucedió, el hombre le sonrió, y vaya sonrisa pensó

- ¡Es un trato!

Comía plácido mientras ella le observaba detenidamente, a esa distancia le podía ver claramente los ojos, no eran verdes, eran aguamarinas, como él océano, totalmente exótico.

- ¿Qué? - dijo él preocupado

- Te ves horrible - ella lo provocó

- ¿Ah sí? aún no pude mirarme en un espejo, ¿debo confiar en tu palabra?

- Bueno.... - ella se corrigió - te vez como un hombre horriblemente accidentado

- Jajaja, ya lo creo, ahora que la anestesia perdió el efecto, siento como si hubiera sido atropellado por un camión.

- ¿Puedes recordar algo de tu accidente?

Su rostro puso la misma expresión que la que había tenido cuando le preguntó su nombre, y ella supo que no recordaba nada.

- No, recuerdo despertar en ese auto, luego que me rescatabas, algunos momentos son borrosos después de eso.

- Entiendo, estabas más inconsciente que despierto cuando te encontré, a principio pensé que estabas muerto.

- ¿Por qué me socorriste?

- ¿Cómo que por qué?

- No sé, es evidente que no me conoces, y estábamos en medio de un desastre natural.

- Creo que cualquiera haría lo mismo

- Yo no estaría tan seguro de eso

- ¿Sabes? si hubiera salido más temprano del trabajo hoy, nunca te habría encontrado.

- ¿En que trabajas? - de repente le importaba conocer a esa mujer.

- Soy repostera

- Eso explica muchas cosas

- ¿A qué te refieres?

- Lo de la torta y la harina en tu cara - y la fragancia inconfundible de hogar pensó, pero esa parte había omitido.

- ¡Queeee! - ella empezó a pasarse la mano por la cara intentando eliminar los residuos de harina.

- Espera yo lo hago - dijo y tomó su rostro con una mano, limpiándole con el pulgar.

Sintió una corriente eléctrica, o fue ¿sólo su imaginación?, un leve toque y ella ya se había derretido como chocolate. Apresurándose a cortar el contacto físico ella se levantó y dijo:

- Deberías descansar, yo estaré en la sala, si necesitas cualquier cosa solo debes gritarme

- Espera...

- ¿Sí?

- ¿Cómo debería llamarme?

- Hummm

- Creo que debería usar un nombre sustituto hasta que me identifiquen

- Sí eso sería más cómodo, ¿Qué nombre te gustaría tener?

Cuando se puso a pensar en su mente solo le venían palabras como señor, amo, jefe, pero ningún nombre en especial.

- Elije tú

- ¿Es en serio?

- Sí, es solo temporal

- Bien, creo que deberías llamarte Drew

- ¿Es en serio? - esta vez fue él el sorprendido

- Está bien ¿Qué tal Josh?

- Suena mejor

- De acuerdo Josh, ahora descansa - y cerró la puerta antes de que él volviera a detenerla.

Por fin podía respirar pensó, cuando él le había limpiado el rostro fue con toques inocentes, sin embargo ella sintió que el aire de sus pulmones había desaparecido, su cuerpo se sentía pesado y ansioso por volver a aquella habitación ¿por más?, ¿era eso lo que ocurría cuando una mujer deseaba a un hombre? se preguntó, necesitaba aire fresco, abrió las ventajas para intentar aliviar su calor, tenía que sobrevivir, él se iría pronto y su vida volvería a su rutina normal, , viendo los horarios de la medicación de Josh se recordó que tendría que poner alarmas en el celular, la próxima dosis era en 8 horas, se apresuró a tomar lo necesario y entró al baño para ducharse, cuando salió ya había pasado otra media hora así que puso una pijama y se tiró al sofá para dormir.

Ya eran las 6 de la mañana cuando una alarma infernal lo había despertado, al parecer Rossalyn tenía el sueño muy pesado y no había escuchado su celular, levantándose a duras penas con un cuerpo fuertemente adolorido fue a la sala, ella estaba dormida, tenía la cabeza apoyada en una mano y con la otra presionaba una almohada contra su pecho, se veía muy bella, tan inocente y pacífica pensó, totalmente lo opuesto a la mujer que lo había reducido la noche anterior, no quiso despertarla, parecía exhausta, recordando todo lo que tuvo que pasar para salvarlo reconoció que se merecía un descanso, apagó la alarma y vio que decía medicación de Josh, sonrió y tomó la dosis de su medicación antes de volver a la cama y dejar que su hermosa anfitriona siguiera descanso

Tres horas más tarde....

Salto del sofá al darse cuenta de que el sol ya estaba demasiado alto, tomó su celular y vio que la alarma había sido apagada, fue corriendo a ver si su paciente estaba despierto, pero encontró la cama vacía, entonces sintió pánico, ¿Se habría escapado el muy tonto?, giró y fue hacia la puerta casi atropellándolo cuando él estaba saliendo del baño ¿qué diablos? pensó:

Primero porque estaba usando solo una pequeña toalla atada a su cintura, que apenas cubría sus partes íntimas, segundo ¿Por qué diablos no le avisó que ya estaba despierto?, se sentía incomoda al pensar que un extraño estaba paseándose por su casa mientras ella dormía.

- Ah ya estás despierta, aproveché para darme un baño mientras dormías

- Ya lo he notado

Quiso preguntarle por qué no la había despertado sin embargo dijo:

- ¿Por qué no estás vestido?

- No tengo ropa, la que tenía está manchada de sangre

- Cierto - ella racionalizó - me hubieras despertado, así podría haber buscado algo que te podría servir

- Dormías tan plácidamente, no quería molestarte.

Dijo al sonreírle el muy maldito, si ya no fuese suficiente la escena super hot que estaba presenciando al verlo semidesnudo con la piel mojada, ahora le estaba sonriendo pícaramente, tal vez ese hombre no recordaba quién era, pero sin duda no había olvidado sus habilidades para seducir a una mujer, pensó que necesitaba vestirlo urgentemente para que pudiera concentrarse en cosas más relevantes.

- Dame unos minutos, tengo algunas ropas que debía llevar para la caridad, tal vez pueda encontrar algo allí, de tu "talla" agregó sin poder evitar echarle una buena mirada a todo su cuerpo, el no pareció molestarse por ese hecho, cuando volvió a mirarle a los ojos volvía a sonreír

- Ok - dijo y sin más entró a la habitación

Por suerte ella había dejado para el fin de semana la tarea de entregar las cajas de donaciones para la casa parroquial, allí encontró lo básico para vestirse "decentemente", pero cualquier ropa que ese hombre vistiera se vería "pecaminosamente" bien en él, a no ser que le ponga un saco de harina pensó, en seguida le entregó una camiseta blanca y unos jeans descoloridos, al verlo vestido ella se arrepintió de su elección, porque la ropa revelaba demasiado para su gusto, tenía unos abdominales perfectos, piernas torneadas y un trasero muy firme, en ese momento pensó que un saco de harina no habría sido tan mala idea después de todo.

Raspando la garganta ella le dijo:

- Tendremos que comprarte ropa de tu talla en el pueblo, pero esto servirá por ahora

Él no objetó, simplemente asintió con la cabeza.

- Lo haremos mañana cuando te sientas mejor, yo debo ir a ver si hay alguna novedad sobre tu identidad y comprar algunas cosas del mercado para poder cocinar

- Entiendo

- Mientras tanto descansa y toma tu medicación cuando sea la hora, si te da hambre hay algunas sobras en el refrigerador

- ¡Señor, sí señor!

- ¡Josh no me provoques! - dijo entre risas

- Solo bromeaba, vete, yo más que nadie quiero saber si hay alguna novedad

- Lo sé, cuídate - dijo al salir por la puerta

Rossalyn no perdió tiempo y fue directamente junto al sheriff, quería averiguar si habían encontrado alguna documentación del desconocido, en el fondo ella sabía que él no podía ser alguien de las cercanías, sus expresiones eran refinadas y metropolitanas.

- Hola sheriff, tengo entendido que el doctor Sullivan te puso al tanto de la situación.

- Hola Rossalyn, sí, fuimos a verificar el vehículo y hallamos estos documentos, ¿podrías confirmar si pertenecen al hombre que encontraste ayer? - dijo entregándole un carnet de conducir, ella extrañada, no pudo ocultar su frustración

- Este no es el hombre que está en mi casa.

- ¿Entonces quién es él?

- Eso Sheriff es exactamente lo que me gustaría saber...

            
            

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