Capítulo 10 Síguela hasta el final

En el momento en que Yana salió de la escuela, las lágrimas brotaron de sus ojos. La depresión y la queja que había sufrido todo el día estallaron y derramó lágrimas.

Durante ocho años, para expiar a su madre, ella había hecho lo que debía y no debía hacer, había nacido lo que debía soportar y lo que no debía soportar. Se tragó todas las cosas, aguantó en silencio y había sido cuidadosa todo el tiempo.

En la temporada de lluvias a la edad de diecisiete años, después de que la verdad fue clara, se quedó en casa por cada segundo, como si hubiera sido torturada. Ella vivió una vida temblorosa. Después de ir a la universidad, se mudó resueltamente de su casa sin importar la obstrucción de su padre, y luego envió a su madre a un sanatorio. Después de eso, ella podría vivir sola.

Pensó que era lo suficientemente fuerte como para enfrentar lo desconocido, pero hoy se dio cuenta de que no era omnipotente y que todavía había algo que no podía permitirse.

Más y más lágrimas brotaron de sus ojos. Ella no podía limpiarlos a todos. La noche había caído. La noche en París era fría. Cuando el viento del otoño soplaba lentamente, ella tembló fríamente.

Hacía mucho frío, mucho frío, y se sentía muy sola, como si fuera la única que quedara en el mundo, tan indefensa.

Caminó sin rumbo por la calle como un fantasma, sin saber que un automóvil negro de lujo la seguía lentamente no muy lejos.

Sosteniendo el volante con una mano, Andrew miró a la figura delgada y pequeña frente a él con sus ojos oscuros, y su expresión era un poco sombría.

¿Que pasó? ¿Cuándo dejaría de llorar?

Desde que salió de la escuela, había estado llorando. ¿Porque vio al hombre que le gustaba estar con otra mujer, estaba tan triste como si todo el mundo fuera a ser destruido?

Andrew adivinó infelizmente, pero solo pudo soportarla y seguirla en silencio.

Yana caminó lentamente, sin pensar en dónde ir. No había refugio seguro en esta extraña ciudad. Ella caminó hacia adelante paso a paso con sus pequeños pies. Estaba loca, y ni siquiera notó una bicicleta corriendo detrás de ella.

¡Maldición! ¿Ella quería morir?

Andrew respiró hondo y lanzó una mirada aguda al "accidente" no muy lejos. Había un fuego sin nombre surgiendo en su pecho. Quería seguir adelante, pero no se atrevió a revelar su paradero.

Con un chirrido, el joven en su bicicleta de repente pisó el freno. Al ver que el manillar le rozaba el brazo, saltó rápidamente de la bicicleta y preguntó con preocupación en francés. "Señorita, ¿estás bien? ¿Te lastimé?"

"No... No... ¡Lo siento!" Dijo Yana en francés fluido, tocando su brazo dolorido.

"Eso está bien, señorita. Es fácil para ti tener un accidente. ¡Por favor tenga cuidado!" El joven le recordó con una sonrisa amable y luego se fue rápidamente.

Girando sus hermosos ojos, Yana descubrió que muchos transeúntes la miraban. De repente, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se sintió arrepentida.

Sí, ¿qué estaba haciendo ella ahora? ¿Realmente quería morir?

No no no. Ella acaba de convertirse en una azafata. Su sueño aún no se había realizado, y no ganó suficiente dinero. ¡Además, su madre que vivía en un sanatorio necesitaba su cuidado!

¡No podía darse por vencida por las quejas y los contratiempos!

Aunque el costo fue un poco alto ... ¡Solo tómalo como una pesadilla!

Después de animarse a animarse, Yana trotó hacia la carretera y se subió a un taxi a toda prisa.

Andrew la siguió hasta el final. Cuando vio a Yana entrar en un restaurante clásico, levantó las cejas frías y deslumbradas con disgusto.

¿Con quién salió en el restaurante?

Andrew sintió la necesidad de salir del auto y preguntarle claramente, pero antes de que pudiera hacer algo, vio a un hombre joven y guapo salir corriendo del restaurante. Después de verla, la sonrisa en su hermoso rostro era inusualmente brillante ...