Lo miró de arriba abajo, había crecido en gran manera, su cuerpo romano estaba en buena forma sin llegar a ser el típico hombre con músculos y poco cerebro, era candente e inteligente lo que un arma de doble filo tendría, en especial Bastian que siempre había sido alguien tan peculiarmente intrigante.
Incluso aquella voz que no le molestaría escuchar constantemente, algo dentro de ella creció y era otro deseo, quería que él dijese su nombre, acompañado de un "Te quiero coger".
-Bueno, conoces la casa, ya sabes que tu habitación está arriba y puedes acomodarte con confianza -ella asintió y comenzó a caminar hacia las escaleras, giró para ver a Bastian recargarse en la pared de la entrada.
- ¿No me ayudarás a subir la maleta? -negó con una sonrisa burlona clavando los ojos en ella, sólo para mirarla subir-. Ya veo.
Dylan enmarcó una ceja indignada. Si quería jugar, ella también lo haría.
Recogió su bolsa con rapidez y comenzó a arrastrar la maleta. Bastian contempló en todo momento su cuerpo al intentar subirla por los escalones y con dificultad la escuchó llegar al segundo piso, sólo entonces se dirigió hacia las escaleras para subir detrás de ella.
Dylan prestó atención en que se acercaba hacia donde se encontraba. Dio vuelta para verlo ahora recostado sobre el umbral de la puerta de su habitación y lo admiró, era en verdad, una cosa para disfrutar, con los brazos enganchados a su cintura en una espectacular vista masculina que la hacía recorrer sus ojos de arriba hacia abajo, distribuyendo su atención en cada detalle de aquella figura.
- ¿Te gusta lo que ves?
La chica hizo un sonido de desaprobación y por un segundo quiso asentir, pero no le daría el gusto de hacerlo.
-Hay mejores, pero supongo que podría funcionar -un "Ya lo creo" se quedó en la garganta del joven y se acercó a ella para tomar en sus manos el cuerpo de la mujer, pero Dylan enseguida lo rechazó alejándose por unos centímetros-. Pero, si somos como hermanos, ¿no es así?
Sonrió tiernamente y se acercó a abrazarlo, algo que lo desorientó por completo.
-Es un alivio que la trajeras en una pieza, ahora puedo confiar en ti.
-Ha, muy gracioso -separó su cuerpo de Dylan sólo para dirigir la mirada hacia su padre que los miraba sonriente-. No quiero que me pidas más favores, si se tratan de la niña estresante.
-La niña estresante es tu hermana menor, y espero que lo comprendas, ¿verdad Francis? -su padre asintió riendo y entonces ella lo abrazó también-. ¿Quieren que prepare la cena?
-No, por favor, ¿olvidas la última vez que lo intentaste? -ella negó fingiendo olvidar el recuerdo. Sólo había sido su primer intento en el que terminó quemando el asador con aquellos champiñones portobello que finalmente quedaron achicharrados junto con el pasto y el preciado artefacto de Francis Derrick, desde entonces ninguno de los dos, su madre y él, la dejaban cocinar cuando se veían para celebrar. Barrick siempre terminaba cocinando para ellos o en un restaurante-. Hoy tengo un poco de antojo, ¿quieren salir a comer?
Ella asintió guiñando el ojo a Bastian que desvió la mirada hacia otro lado, salió rápidamente de la habitación con un solo pensamiento, y en su mayoría era calmar el excitante pensamiento que tenía sobre ella y sus bragas de encaje que ya había tenido el placer de tocar, imaginó que fueran de un color pálido, incluso blanco, por la pureza que seguramente todavía poseía. Y lo quería para él, completamente.
Pero no sería nada fácil, ella era como un niño, sabía que podía llegar a ser convenenciera, y si se trataba de conseguir lo que quisiera, era la mejor.
Hasta su hermano reconocía lo exigente que podía llegar a ser, si tan sólo le hubiera hecho caso a Barrick. Y es que, cuando llegó a casa mencionando que la pequeña niña ya no era otra cosa, si no una mujer con exuberantes atributos, y él que no creyó ni una sola palabra.
Entonces recordó que Barrick ya le había visto, y le intrigó saber si se comportó de la misma manera con él.
-Bas -exclamó Dylan unas horas después, vestía un hermoso vestido verde con blanco, escote en V, y sandalias grises. Cerró los ojos al escuchar la manera con la que se refería hacia él, algo que hacía mucho tiempo no oía. Aquel apodo que durante mucho tiempo le hacía estremecimientos dentro suyo.
-No tengo interés alguno en lo que estés por mencionar.
Dylan caminó hacia la mesa de centro rodeando el sofá en el que se encontraba sentado y también tomó asiento frente a él. Cruzó las piernas con una increíble sensualidad que el cenizo no dudó ni un segundo en seguir su movimiento y siguió con la mirada la fina línea de su piel hacia el corto del vestido que cubrió de inmediato con sus manos.
Para Dylan no era nuevo que alguien le mirase de esa manera, los hombres eran iguales, y lo primero que se apresuraban a ver era si había algún tipo de chance con ella y Bastian no era la excepción.
-Hagamos un trato. Y estoy segura de que sí tienes interés en escuchar esto.
-Si se trata de escucharte, no es interés -murmuró apenas ella se inclinó hacia adelante con una sonrisa pícara. Él también se inclinó entonces acercando las manos hacia sus piernas desnudas que comenzó a acariciar-. Pero, si en su lugar ofreces un trato... Tienes toda mi atención.
-Es algo que siempre fue fascinante de ti -confesó sin despegar los ojos de los suyos. Sentir las manos del hombre divagar por sus piernas hasta subir por sus muslos la dejó sin aliento, hasta que sintió presionar los dedos contra su trasero y en un movimiento le cargó hasta ponerla sobre de él a horcajadas. Sorprendida por el gesto presionó su intimidad contra la creciente excitación de su "hermano".
-Ahora, tienes mi completa atención, ¿qué tienes que decir?
Inmersa en los leves movimientos que Bastian comenzaba a hacer con las caderas, ignoró por completo lo que tenía que decir y colocó las manos sobre el pecho de la persona frente suyo-. Cariño, ¿te comió la lengua el gato?
-En este caso el perro -murmuró, el hombre sonrío pícaro y asintió riendo.
Una hilera de dientes se mostró y entonces Dylan supo que no tendría escapatoria.
-Eres muy graciosa.
Se mofó Bastian al verla disfrutar del vaivén de sus caderas y entonces ella en unos segundos también estaba moviéndose al mismo ritmo que él. Sus delicadas manos se movían descubriendo su torso hasta que las enredó detrás de su cuello donde comenzó a jugar con su cabello.
-Lo diré directo -dijo finalmente clavando su mirada, de pronto los ojos de la mujer se oscurecieron con una pasión que nunca había visto en ella, algo que lo volvió loco por completo. En tan sólo unos momentos él había perdido el control y Dylan se movía con lentitud rozando su intimidad, los pechos saltaban y ella parecía danzar con sensualidad una melodía que no podía escuchar.
Sonrió sorprendido por lo hermosa que se había vuelto, así como, demandante en todos los sentidos, y tan sólo llevaba unas horas ahí, no esperaría a saber qué pasaría mañana y haría que pasara en esos precisos momentos.
Elevó una mano para tomar su mejilla y acercarla para besar sus labios. Cálidos y con un sabor extraordinario la hizo gemir al morder ligeramente sus labios y besarla con deseo. Su lengua abrió paso hacia su boca para pelear por un poco de territorio y lo único que logró fue caer hacia sus encantos.
Sintió las manos de la mujer recorrer tortuosamente su torso hasta llegar al cinturón de su pantalón que desabrochó de inmediato, jugó por unos segundos con el elástico de su ropa interior y entonces con la otra mano Bastian tomó las de joven e hizo que le tomara su miembro por encima de la delgada tela que los separaba.
Extrañamente necesitaba que ella le tocara, aunque tuvieran a su padre arriba en el segundo piso bañándose, sólo quería retirar la ropa de la mujer y tomarla como un animal salvaje-. ¿Cogemos?
Murmuró la mujer entre besos y él habló risueño-. Cariño, no me lo tienes que preguntar.
Cargó a la mujer por el trasero y la recostó sobre el sofá para colocarse sobre de ella, y por más que quisiera hacerlo se abrochó los pantalones.
- ¿Qué haces?
La mirada tensa del hombre bajó a sus piernas para satisfacerla. Acercó sus labios hacia la tela de sus bragas y echó una lengüetazo, el aliento caliente del hombre erizó su piel y recostó su cabeza sobre el brazo del sofá.
Con delicadeza abrió las piernas de la chica para introducir dos dedos en su entrada y seguir lamiendo sobre sus bragas, ella aspiró con fuerza ahogando un gemido y mordió sus labios con fuerza, los dedos del cenizo comenzaron a moverse con lentitud, sintiendo cada centímetro de estos, no pudo ignorar la idea de que también disfrutaría cada centímetro de su miembro-. ¿Puedes? Por favor.
Rogó y él la consintió, retiró la tela y dio otro lengüetazo que tomó por sorpresa a la mujer que soltó un gemido. Llevó por instinto su mano a la boca y observó a Bastian que le miraba divertido.
Metió una vez más sus dedos y la chica volvió a recostar su cabeza.
La preocupación de si Francis la hubiera escuchado desapareció en cuanto el hombre siguió lamiendo su clítoris y todo el largo de su intimidad.
Sentía que se corría hasta que escuchó al padre de Bastian hablar por las escaleras en un fuerte ronquido que inundó como trueno sus oídos, estaba bajando las escaleras y no se quedaría ahí a descubrir qué pasaría si los encontraba en aquella situación.
Elevó la cabeza para ver al hombre sonreír con malicia y con su brazo izquierdo la detuvo con fuerza para que siguiera recostada sobre el sofá.
Comenzó a mover más rápido los dedos y se dedicó a sólo lamer su botón para hacerla llegar más rápido al éxtasis.
Ella quería gemir, y hasta gritar el nombre del hombre que hacía perfectamente su faena.
Bastian sintió las paredes de la chica contraerse sobre sus dedos y sabía que estaba por llegar, dio una última lamida cuando ella encorvó su espalda y se estremeció por los espasmos de su orgasmo. Sólo sintió la lengua de su contrincante paseándose con lentitud a través de su cuerpo y un último vaivén de sus largos dedos dentro de ella la hicieron encorvarse hacia atrás esperando que esta vez le introdujera algo más.
Extasiada dejó caer su cabeza una vez más y sólo entonces escuchó los pasos del hombre mayor bajar las escaleras.
- ¿Cansada del viaje? -preguntó el hombre al verla recostada sobre el sofá, ella levantó la cabeza de inmediato para buscarlo con la mirada, ni siquiera se había dado cuenta cuando Bastian había abandonado su cuerpo.
-Padre, sabes que siempre ha sido muy floja para todo -comentó sonriente desde el otro lado de la habitación, las habilidades del hombre eran extraordinarias, estaba segura, no había tenido un orgasmo tan intenso desde mucho tiempo y es que con los únicos hombre con los que se había atrevido a estar eran nada más que unos patanes que creían que con una cogida sin juego previo era lo mejor. Además de que, en su mayoría, todos buscaban su satisfacción y no lograban seguir su ritmo que ella consideraba era normal, es decir, ¿quién no quisiera un pequeño juego y hacerlo con libertad durante al menos más que tres minutos?
Cerró los ojos, no tenía ni siquiera fuerzas para responder a las burlas de Bastian y sólo asintió. Ese hombre era fantástico.