Capítulo 4 Marcelo. De buen comer

Marcelo

No entiendo como teniendo a la mayoría de todas las mujeres de este hospital y cualquiera que me proponga a mis pies, pidiéndome un momento de mi tiempo y la que me interesa, la única que quiero que me brinde su tiempo no soporta tenerme ni un minuto cerca.

No sé cómo terminamos siempre envueltos en una discusión, pero es que Daina tiene esa capacidad de volverme loco en un minuto, tanto es así que no sé cómo es posible que llevemos 6 minutos en mi camioneta y no nos hemos matado; tal vez la música ayuda a mantener el silencio.

- ¿Puedo cambiar la música?.- le escuchó decir de repente.

- ¿No te gusta?, pero si es rock.- me mira con expresión de fastidio y molesta, no sé ni como hablar para no terminar peleados.

- ¿Puedo o no cambiarla?.- nadie absolutamente nadie toca mi estéreo, pero que diablos a ella lo que quiera.

- Si Daina cámbiala, pero solo no pongas vallenato, ni música llorona por favor.- se ríe, hace buen tiempo que no escuchaba esa risa había olvidado lo mucho que me gusta.

Empieza a buscar la lista de canciones, la mayoría es rock y metálica, es lo que me gusta escuchar, ver su cara de horror es gracioso. Así pasa unos minutos hasta que se da por vencida y lo que hace es bajarle el volumen.

- ¿No encontraste nada que te gustara?. - le pregunto.

- Es evidente ¿no crees?. Me decepciona saber que aún tienes mal gusto en música.

- Únicamente en música.

- Bueno en otras cosas también ¿qué le vamos a hacer?.- ya se demoraba en buscar pelea.

- ¿Por qué siempre estas a la defensiva?, trato de llevar una conversación cordial.

- Solamente quiero llegar a casa.

Me quedo callado un rato pensando la primera vez que la invite a salir, estaba tan linda y nerviosa parecía un cachorro daba ganas de abrazarla y besarla hasta que pedimos la comida y debo decir que nada de la típica ensalada eso no va con ella. Empiezo a buscar en mi USB lista de canciones de mi hermano y lo conecto, no me agrada mucho pero es variada.

Cuando empieza a sonar la primera canción era una urbana, la dejo y al rato veo a Daina tararearla.

- Es una nueva lista si quieres revisarla y pones la que te gusta.- le digo, me mira extrañada.

- ¿Me viste buscar una canción decente varios minutos y no podías decirme que había otra lista?.

- No voy a discutir contigo si la quieres la cambias si no pues la quito.- cuando voy a eso me grita.

- ¡No!, - me quita la mano del radio - deja y la busco. - pasa unos minutos y cambia como 3 veces la canción.

- ¿Elegirías una en algún momento que dejes terminar?.

- No me digas que hacer Marcelo si no quieres terminar con un buen golpe. - me río de su comentario, hasta que por fin escoge una.

- Ya era hora.- me voltea los ojos y empieza a cantar y bailar, me gusta cuando hace eso, le fascina.

Al pasar el rato llegamos a nuestro destino.

-Llegamos señorita.- le digo apagando el carro y la miro, me queda mirando extrañada.

- ¿En dónde estamos? Esta no es mi casa Marcelo.

- Lo sé, cambie de planes a último minuto. - me mira con esa carita de malos amigos que sé que buscara pelea. - antes de que empieces a discutir piensa que acabamos de salir del trabajo y tenemos hambre, así que mejor que comer.

- Puedo comer en mi casa.

- ¿Puedes hacerte una mega hamburguesa o una pizza en casa?.- sé que le toque su debilidad porque si de algo estoy seguro es que le encanta comer. - vamos no seas tan mal geniada solo comemos y te llevo a casa.

Me bajo de la camioneta y veo que me sigue. Escogí un restaurante sencillo de comida rápida que es muy bueno.

Lucia, Santiago, karla y yo solemos venir mucho aquí, es nuestro lugar desde que estábamos en el colegio. Le abro la puerta como todo un caballero, seguimos hasta la mesa donde siempre nos sentamos, con vista a la calle.

- Hola Marcelo - me saluda la camarera.

- Hola Lore, ¿cómo estás?.

- Bien ¿y los demás?. - Daina la mira con ganas de ahorcarla.

- Están bien, pero hoy nada más somos nosotros.

- Me alegra, ¿te traigo lo mismo de siempre?.

- Por favor, pero esta vez con un toque más de queso y una cerveza.

-Perfecto ¿la señorita que desea?.- se dirige a Daina.

- No sé por qué no tengo la carta para ver que hay.- lo dice con sarcasmo que hasta Lore se dio cuenta.

-Lo siento. - Daina sonríe con mala gana - tenemos hamburguesa simple o doble de pollo o carne con papas fritas, pizza de todos los tamaños - le entrega la carta de los tipos de pizza. - también tenemos hog dog de pollo, carne o cerdo; igual en la carta puede ver sus acompañantes y si desea algo más nutritivo tenemos ensaladas y comida más casera usted digame.

- Gracias Lore, daños un minuto a que la doctora vea y elija.-se retira guiñando un ojo y sonriendo. - ¿Tenías que ser tan amable?.

- Fui amable.

- Daina, deja los celos ella es buena chica y amable.

- Si se nota que se llevan bien, cómo con todas y no estoy celosa.- me contesta mirando siempre a la carta.

- Si lo estas, pero no hay porque, ella esta casada y tiene una hermosa niña.

- Como si eso te hubiera detenido antes, Marcelo no me importa lo que hagas o con quien estés a estas alturas, pero si voy a comer quiero disfrutar de mi comida no verte coquetear ya suficiente es aguantarlo en el trabajo.

- No coqueteamos, ella es muy linda con todos y amable, si la tratas igual hasta hace que la comida sea más resuelta. Y si estás celosa.- me mira y se burla.

- Ya sé que escoger, ¿llamas a tu amiga?.

Hago señas a Lore y se acerca.

- Dígame señorita.

- Tráeme una pizza campestre (queso, tocineta, peperoni y champiñones) pequeña...

- Mediana - la interrumpo porque sé que ese cuerpecito quedara con hambre.- confía en mí - le termino de decir.

- Bien, mediana con extra de maíz y una coca-cola por favor.

- Listo en unos 10 minutos estarán listos.

Lore se retira y nos deja nuevamente solos.

- Se ve que vienes mucho a este lugar.- comenta.

- Sí, venimos bastante desde hace años únicamente no digas que te traje Santiago y Lucia se enojarían.

- ¿Por qué?.

- Lucia venía aquí desde... no sé la verdad, pero un día estábamos tan hambrientos que nos trajo aquí y nos gustó, en realidad me trajo a mi por qué este sitio ya era de Santiago, Karla y ella.

-¿Aun así no me dices por qué se molestarían?

- Lucia es muy celosa con todo aunque no lo demuestre y sus sitios favoritos no son una excepción, ese trío convirtió este sitio en su santuario y cuando vine me hicieron prometer que seguiría así. Nadie excepto nosotros venimos a este sitio juntos.

- Y me trajiste a mí... Rompiste una promesa y a Lucia, que raro.- y como dije no gano una.

- Primero: tengo mucha hambre y antojo de hamburguesa, aquí son las mejores, segundo: eres a la primera y única que pienso traer porque te lo ganaste y si ellos se enteran no se molestaran tanto y tercero: digamos que es nuestro secreto así que me puedes chantajear.

- No había pensado en eso.

Nos traen la comida y no puedo quejarme, exquisito como siempre Daina estaba sorprendida con la pizza. Al probar un pedazo quedó sorprendida.

- ¿Te gusta?.- le pregunto

- No me quejo sabe delicioso y están resueltas.- verla comer es tan lindo, me siento estúpido nada más pensando eso.

- Si quieres prueba la hamburguesa, también te va a gustar.- le digo ofreciéndole un pedazo de la mía duda pero acepta.

-Mm sabe rico - terminamos de comer entre risas y charlas sobre el hospital y casos- está bien, será nuestro secreto. No le diré a nadie...

- Ni traerás a nadie- la interrumpo.

- Ni traeré a nadie, pero si vendré seguido, venden bien y exquisito.

- Te lo dije, nunca te he llevado a lugares malos.

-Cierto.

- Es más recuerdo que te gusto mucho el restaurante que estaba en la colina el día que te lleve en nuestra primera cita.

- Si, lo recuerdo bastante elegante, sifrino, gente muy, pero muy "importante" odiaba ese ambiente, pero la comida es deliciosa y el paisaje.

- Si, pero no digas eso en voz alta tampoco es el restaurante favorito de Gabriel.

- Lo sé - nos reímos - Lucia también odia ese ambiente.

-Ustedes son exquisitas en sus cosas.

- Tenemos buenos gusto que no es lo mismo.

- Eso no lo pongo en duda.- me río con picardía y seda cuenta.

- Ya debemos irnos Marcelo es tarde y estoy cansada.

- Tan bien que la estamos pasando ¿te quieres ir?.

- Te conozco, sé donde terminan tus noches y yo quiero descansar, no bailar o en un hospital y no precisamente de médico...

- O un hotel.

- Y ahí está, estabas tardo en sacar al mujeriego.

- No es mujeriego decir donde terminan mis noches y siempre con aprobación de la dama, así que si terminamos en uno es porque también quieres.

-Cierto, pero no quiero y contigo menos a ver si me contagias de algo, no señor.

Reímos los dos porque sabemos que nos llevamos bien en esa área y no lo negaré, moriría por volverla a tener.