Capítulo 2 Culpable

El alcohol me hacía olvidar por horas lo desastrosa que era mi vida o al menos como la percibía, sentía como si tuviera una capa que hacía que mi cuerpo se sintiera algo adormilado, además de que me hacía sentir viva y con viva me refiero a felicidad absoluta. No recordaba porque solía sentirme infeliz la mayor parte del tiempo, creo que es la razón por la cual nuestra generación se ha vuelto tan maldita alcohólica y no es algo como que los adultos no sepan porque en su adolescencia también tomaron quizás más de lo que nosotros ahora lo hacemos.

El alcohol nos hacía olvidar lo jodido que era todo. Cuando estaba ebria sentía como todo se movía más lento, además de la valentía que sentía en ese momento, podía decirle al chico más lindo cuanto quería besar sus pectorales o algo que era vergonzoso de decir.

En este momento no estaba ebria, caminaba por los pasillos acompañada de mis dos mejores amigas las cuales compartían traumas similares sin embargo así como yo, fingían tener una vida perfecta, éramos vistas por todos los chicos pero ¿Eso de que nos servía? Los chicos eran unos imbéciles que corrían detrás de todo aquello que se moviera y les diera placer..

En fin... Cubría un enorme moretón en mi ceja con un kilo de maquillaje, además de un fleco el cual había alisado para que cubriera mucho más esa zona. No tenía mucho que decir de ese momento, sólo amanecí en la puerta de mi casa con mi camisa llena de sangre sin embargo recordaba todo lo que había sucedido, a los chicos intentando quitarme la ropa, los tres enmascarados los cuales dispararon a Zac y Jome sin piedad, y por último aquellos ojos azules que me miraban detenidamente. Todo era claro aún y no había sido una pesadilla, lo sabía porque al amanecer de lo único que se hablaba era de dos chicos que amanecieron colgados en el parque con un cartel encima de ellos que decía «Violadores»

-El verano que pasó fue fenomenal. -Dice Lili con una sonrisa como si recordará todo perfectamente.

-No puedes decir lo mismo del verano antepasado. -Ríe Sam un tanto burlona.

Al vivir en un pueblo pequeño los rumores vuelan. Lili había sido arrestada por una noche completa con el que en ese entonces era su novio, por estar teniendo relaciones sexuales en una zona que era privada. Literalmente todo el pueblo hablaba sobre ello, recibía burlas por parte de los chicos y comentarios como "Yo te hubiera llevado a un motel" mientras que de las chicas recibía comentarios típicos como «Zorra» «Puta» «Perra» sin embargo parecía que no era algo que a Lili le importara porque pareció tomárselo con indiferencia, o al menos eso siempre demostró. Era una chica que le gustaba mostrarse fuerte frente a todos aunque cuando estaba ebria se volvía la persona más vulnerable del mundo, y quizás esa era la razón por la cual no solía tomar mucho.

Samantha o como todos le decimos por gusto de ella, «Sam» tenía un solo problema el cual iba con lo insegura que se sentía con su cuerpo, al menos era una de sus inseguridades más fuerte, sin embargo solía aconsejar de que el día que quisiera hacer un cambio con su cuerpo fuera porque ella así lo quería y no por la presión de la sociedad, simplemente no quería que pasara por lo mismo que yo: que cuente cuántas calorías se va a comer, no poder disfrutar la comida o comer una hamburguesa entera.

-Chicos lindos entrando en el pasillo. -Dije Lili mirando a los chicos sin discreción con una sonrisa.

Tres apuestos chicos caminaban hacia nosotras con una expresión frívola en sus rostros. Caminaban con mucha seguridad, haciendo que todos los que se pusieran sus caminos se hicieran a un lado porque claramente ellos no lo harían. Su aspecto físico era perfecto, de cabello castaño lacio el cual caía en sus rostros, un cuerpo entrenado por el gimnasio con unos brazos fuertes y abultados, dos de ellos tenían los ojos verdes mientras que el otro los tenía azul marino; brillaban con la claridad.

El chico de ojos azules nos mira a nosotras pero solo de reojo. Siguieron su camino que parecía finalizar en la oficina del director Lombardi. Una vez más el chico de ojos azules se gira para mirarnos, como si algo en nosotras le haya llamado la atención.

-Lo haría con los tres. -Comenta Lili mordiendo un lapicero.

Entramos a clases de Biología donde estuvimos escuchando al profesor hablar sobre las plantas. No le prestaba atención ¿Por qué? No lo sé, es una estupidez que esté aquí porque no creo que llegue a los diecinueve años. Miro al profesor con seriedad, él me sonríe para seguir con su estúpida explicación que a nadie en este salón le interesaba.

Escribía en mí cuaderno las cosas que odiaba de mí.

1.Mi Voz.

2.Mi cabello.

3.Mi nariz.

4...

5...

Era un desastre, pero me daba igual, como si alguien en esta puta secundaria tuviera una vida perfecta. Todos eran igual de miserables que yo pero así como suelo hacerlo; ellos también proyectaban felicidad y una vida perfecta.

-Ahora haremos grupos de dos para que platiquen entre sí lo que entendieron sobre la explicación que les acabo de dar, entre ustedes aclaren sus dudas y por su puesto, cuando terminen de tener esa pequeña convivencia yo resolveré sus dudas. -Sonríe para luego aplaudir. -Formen sus parejas.

Todos empezaron a buscar con quien querían formar pareja, no me moleste en buscar la mía debido que, no me relacionaba con nadie de la clase, simplemente todos ellos pensaban que yo era un poco rara o zorra, no sé. Miro al fondo como un chico alto vestido de negro se acerca a mí sin mostrar expresión alguna en su rostro. Al quedar a mi lado alzó mi mirada para encontrarme con sus ojos azules los cuales eran un poco intimidantes, o quizás lo intimidantes era su seriedad, salgo de mis pensamientos cuando escuchó un -¿Tienes pareja?- niego con la cabeza así que él toma asiento al lado mío.

Me mira para luego decir:

-No escuchaste un carajo de lo que él decía ¿Cierto? -Entrecierra sus ojos.

-No. Nunca lo hago.

-Entonces nos podemos conocer, porque tampoco puse atención a lo que el anciano dijo. -Se estira para luego colocar sus brazos detrás de su espalda. -Se reconocer cuando puedo tener una plática interesante con una chica.

6. No ser interesante.

7. Ser una basura.

Simplemente no eliges ser tímida, sucesos en tu pasado te hacen insegura cuando algún desconocido se acerca porque, cualquier cosa que digas podrá ser utilizada en tu contra, para ser la burla de los recesos. Algo que había aprendido en mi preadolescencia era no contar mis traumas a alguien que estoy conociendo por primera vez, porque no terminará bien, los niños son crueles, y no es en plural, no me refiero a los niños y niñas, solo a los niños «Nada es más peligroso que un chico que fue rechazado» Miro al chico con una pequeña sonrisa para luego decir...

-Necesito ir al baño.

Seguidamente me levanto para salir corriendo hacia los baños sin siquiera pedirle permiso al profesor para ausentarme de sus clases por unos minutos. Entró al baño de chicas para encerrarme en uno de los inodoros los cuales habían sido limpiados quizás solo unos segundos atrás, aún el olor a cloro era algo fuerte. Sin dificultad, vómito lo poco que había comido esta mañana, puedo sentir como mi estómago se extrae y como el aire se corta por cinco largos segundos.

Me lavo mi rostro para luego volver al salón de clases, donde ese chico me seguía esperando, estaba usando mi marcador para rayar la palma de su mano. Tomó asiento en mi pupitre una vez más. Lo miró con una pequeña sonrisa mientras ligeramente muevo un mechón de cabello detrás de mi oreja. Él suelta un suspiro de fastidio, como si se hubiera cansado de esperarme.

-Me llamó Anson.

-Maddie. -Digo casi en un suspiro. Sentía como me faltaba el aire, no por él, era lo de menos, la ansiedad me estaba consumiendo en este momento; podía ver un peligro inminente que quizás solo estaba en mi imaginación. Algo malo estaba por pasar. -Yo... no...

La puerta del salón de clases se abrió de imprevisto llamando la atención de todos los que nos encontrábamos ahí, incluyendo al profesor. Junto al director Arick, estaba un hombre de aproximadamente cuarenta años, uniformado con traje de policía. Él buscaba a alguien con su mirada, sus ojos pasaron por cada uno de mis compañeros hasta que quedaron en los míos. Arick me señaló con uno de sus dedos, para continuamente pedirme que los acompañara a su oficina.

Anson frunció su ceño porque no sabía lo que sucedía.

¿Acaso sería culpada de un crimen en el cual fui víctima?

En los pasillos todos me miraban sorprendidos, podía escuchar como susurraban cosas como «Ella lo hizo» «La loca los asesino» todo a mi alrededor se movía en cámara lenta, me quería morir en este momento, literalmente quería morirme ahora.

Cuando entré a la oficina ahí se encontraban los padres de los chicos que fueron asesinados encima de mí.

-Maddie, te hemos traído hasta aquí no porque creamos que eres una asesina. -Comenta el oficial. -Alguien nos comentó que te vieron caminar la noche anterior al lado de un coche donde esos dos chicos se iban transportando.

Escucho como mi mamá venía discutiendo con quién sabe Dios, pero estaba realmente furiosa. Cuando ella entró a la oficina fulminó al director con la mirada para luego hacerlo de la misma manera con el director. Yo no podía quitar la mirada de los padres de aquellos chicos, ellos me miraban con odio, como si en serio hubiera sido la asesina.

- ¿Creen que esa es la manera de traer a mi hija para testificar? La conserje me comentó cómo traían a Maddie, y como todos la miraban como si fuera una maldita asesina. -Ella no hablaba, ella gritaba. El director intentó tranquilizarla pero fue imposible. -Yo los debería de demandar ¿Cómo se les ocurre pensar que una chica de diecisiete años es una asesina?

-Señora White, solamente hemos traído a su hija aquí para testificar. -Aclara el oficial mientras toma sus esposas. -Y si no se tranquiliza a la que arrestaré será a usted.

Mi madre quedó petrificada al escuchar eso, y por mas enfadada que estuviera no tenía otra opción que tomar asiento en una de las sillas que se encontraban pegadas a la pared de cemento, donde colgaba una enorme fotografía del equipo de fútbol. Guardó silencio aún cuando la rabia la consumía por dentro.

Después de que todos se tranquilizaron tomé asiento frente al oficial, todo en esas cuatro paredes estaba en un rotundo silencio, lo único que emitía un ligero sonido era el ventilador que colgaba del techo.

Él esperaba pacientemente que comentara lo que había sucedido la noche anterior, él creía que podía ayudar en su investigación y estaba en lo correcto, pero no podía testificar otra cosa que no fuera que vi como tres hombres enmascarados dispararon sin pensarlo dos veces una G18. Armas que traían un tipo de silenciador insertado para no alarmar a nadie con los disparos.

-Yo los vi por un momento cuando me dirigía a mi casa, amablemente uno de ellos me ofreció llevarme hasta mi destino pero me negué debido que quería caminar. -Hago una pausa porque mi garganta se sentía seca. Trago saliva. Siento como mis lágrimas están por caer. -Sinceramente es lo único que puedo testificar. Esto me hace sentir muy incómoda porque siento que ustedes creen que yo los asesiné, y ahora toda la secundaria lo creerá, y eso me hace sentir miserable. Yo no lo hice.

-No pensamos eso, en lo absoluto, y créeme que notificaremos a todos que te hayamos traído hasta aquí con un oficial no te hace culpable de ningún crimen, sólo fue para ayudar a la investigación, que así como te hemos llamado a ti pudo haber sido a cualquier otro estudiante. -Dijo el director Arick para que me tranquilizara. -Puedes incorporarte nuevamente a tus Clases, Maddie.

Necesitaba alcohol, quería sentirme bien por un momento, bailar con alguna canción de los 80s mientras río con todas mis fuerzas. Quería que lo que todos estaban pensando de mí fuera el último de mis problemas.

Un mensaje de texto de un número desconocido llegó a mi celular. Lo que decía hizo que me terminará de derrumbar. Nunca había estado tan hundida en la mierda como ahora.

«Hemos cubierto el arma con tus huellas digitales, incluyendo manchas de sangre de esos dos chicos, ahora seguirás nuestro plan, o de manera anónima entregaremos el arma y te pudrirás en la cárcel.

Tú decides.»

- ¡Carajo!

                         

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