Arrastraron algo pesado por el suelo de madera a medio pudrir, se dejaron de escuchar los pasos y el llanto sonaba amortiguado, como si se hubieran tapado la boca para acallarlo.
Tras unos segundos de silencio comprendió que no la estaban buscando por el momento, tal vez otra de las jugadoras no había podido esconderse todavía cuando empezaron los disparos y entró en pánico, por eso estaba llorando.
Por desgracia no estaba fuera de peligro todavía, si aguzaban el oído el ruido que hacía esa chica podía llevarlos a esa habitación y entonces solo podría rezar porque se fueran después de haberla encontrado en vez de seguir buscando hasta dar con ella.
Sintió el impulso idiota de murmurarle que hiciera silencio, tal vez intentar de calmarla para que dejara de llorar o en el peor de los casos echarla y pedirle que buscara otro lugar para ocultarse, pero se contuvo. Sería muy estúpido hacer ruido para pedirle que se callara ¿O no?
Maldita sea su suerte, sus predicciones fueron acertadas y unos minutos después las tablas del piso de manera del pasillo volvieron a crujir bajo el peso de unos pasos.
Está vez pudo apreciar de inmediato la diferencia entre el andar seguro de alguien que había dado con lo que estaba buscando y el de alguien que huía desesperado.
La puerta rechinó al abrirse lentamente.
- ¡1,2,3 por ti debajo debajo de la cama!
Gritó una voz masculina.
Otra vez, ruido de algo pesado al ser arrastrado e inmediatamente después empezaron los gritos.
La chica estaba tratando de impedir que la sacaran de la cama.
Las lágrimas calientes empezaron a resbalar también por las mejillas de Alana.
Se había quedado sin respirar desde que escuchó los pasos, pero no podía aguantar la respiración por siempre ¿Verdad?
Intentó inhalar despacio para no hacer ruido, pero sus malditas alergias le jugaron en contra en el peor momento y no pudo evitar estornudar.
¡Maldita suerte! Supo que estaba jodida cuando el ruido de los forcejeos se detuvo.
No estaba seguro de donde venía el sonido, pero sabía que había alguien más en la habitación y no se iba a ir de ahí hasta encontrarla porque su vida dependía de ello.
Entonces ocurrió algo que no se esperaba.
Se oyó el ruido de un golpe contundente y luego una voz masculina profiriendo insultos.
Reaccionando más que actuar de manera racional, Alana salió rápidamente de su escondite y le arrojó el baúl, ahora vacío, a la cabeza al hombre aprovechando que le había dado la espalda para tratar de apuntar con la pobre iluminación a la chica que lo había golpeado con lo que fuera parte de la cabecera de la cama, que se caía a pedazos, en su intento de huir.
La otra jugadora aprovechó la oportunidad para abalanzase sobre el enemigo, aturdido por la contusión, para desarmarlo.
Casi soltó un gritó cuando escuchó la primer detonación tan cerca de ella.
Dio un paso hacia atrás y se cubrió los oídos. Hubo dos disparos más.
El tipo que unos minutos antes creyó haber tenido el control del juego y el pase a la siguiente ronda en sus manos yacía tirado sobre un charco de su propia sangre.
- ¿Estás bien?
Susurró Alana, tan bajito que temió que no la hubiera escuchado.
Respondió asintiendo frenéticamente con la cabeza, pero incluso en las sombras podía notar que su silueta estaba completamente temblorosa.
- ¿Y ahora qué? ¿Qué vamos a hacer?
- Quedarnos aquí. Si escucharon los disparos venir de este cuarto van a pensar que la persona que se escondió aquí está muerta.
- ¿Quieres quedarte aquí a escuchar como matan a los demás mientras rezas para que te pasen de largo?
- ¿Pues qué más?
- Hay tres personas buscando, bueno dos, y nosotros somos al menos nueve, si podemos desarmar a los que faltan entonces los nueve pasaríamos a la final.
- ¿Estás loca? ¿No te bastó con casi matarnos a todos en la primera ronda? Vamos a quedarnos aquí y esperar que los demás tengan suerte, ya hay una persona menos buscándolos, eso ya debería ayudarles en algo.
- OK, me equivoqué en esa ronda ¿vale? Pero esta es la manera más segura de ganar, piensalo, si nos deshacemos de ellos se acabó el juego, no hay riesgo de que alguien venga antes de que se acabe el tiempo. Tenemos al factor sorpresa de nuestro lado, no van a esperarse que nos defendamos y mucho menos que tengamos un maldito rifle.
- Sigo pensando que estás loca...
- Shhh ahí viene alguien.
- Mierda. Mierda. Mierda.
- ¡Tranquila!, escondete atrás de la puerta, yo voy a distraerlo y cuando entre le disparas por la espalda.
- ¿Estás loca? Esa fue la primera vez que disparaba un arma ¿Y si te doy a ti?
- De todas formas hay dos personas que quieren matarme a tiros, prefiero correr el riesgo.
- ¡Estás demente!
Insistió, pero al escuchar ella también que alguien se acercaba por el pasillo no tuvo más opción que obedecer.
Alana se colocó en una de las esquinas más obscuras de la habitación y no bien se abrió la puerta dejó caer con fuerza el trozo de madera que la otra jugadora había usado para golpear al desafortunado que estaba en el piso.
La única mujer a la que le habían entregado un arma al principio del juego fue derribada por un tiro en la espalda sin siquiera llegar a confirmar que la sombra que le había parecido ver moverse en la obscuridad era de hecho una persona.
Por desgracia para todas, la chica no murió al instante y estaba tratando de arrastrarse y haciendo un ruido que causó que los vellos de sus brazos se levantaran y que sin duda la volvería a escuchar en sus pesadillas.
- Mierda.
- ¡Callala!
- ¿Cómo carajos?
- ¡Disparale!
La puerta se abrió de nuevo y por segundo se quedó congelada al pensar que esos dos asesinatos habían sido en vano y estaban jodidas, pero resultó ser sólo el castaño psicópata.
- ¿Qué mierda están haciendo? ¡Tienen que salir de aquí!
Dijo mientras tomaba el arma y remataba con un tiro en la cabeza a la pobre desgraciada que se ahogaba en su propia sangre.
Tiró el rifle, que ya se había quedado descargado y recogió el que la chica había soltado cuando la recibieron con un balazo.
- Rápido y en silencio, vayan al piso de abajo. Con todo el escandalo, seguro viene para acá el que falta.
- ¿Y tú que vas a hacer?
- Esperar al hijo de perra para ponerle una bala en medio de los ojos.
- ¿Y si nos lo encontramos en las escaleras?
- Al cuarto de enfrente entonces, rápido.
Alana tomó a su compañera de la mano y ambas se fueron corriendo como almas que lleva el diablo a esconder en el armario de la habitación del lado opuesto, que tampoco había sido remodelada, pero parecía estar en mejores condiciones que la otra.
Apenas juzgo que habían tenido tiempo suficiente para llegar, su inesperado aliado rompió algo de una patada para que el ruido lo atrajera a esa habitación y no a la de ellas.
Las dos escucharon abrazadas y encogidas de miedo las detonaciones que hacían que las habitaciones medio en ruinas se cimbraran.
Los disparos fueron sucedidos por un silencio que no podría ser más dramático, pero no se atrevieron a romperlo ni a moverse de donde estaban, con suerte el castaño había tenido éxito y el maldito juego había acabado, pero todavía no podían estar seguras del resultado del enfrentamiento.