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Fausto finalmente llego a su mesa donde uno de sus mejores amigos "Zeus" el colombiano, se notaba un poco más borracho de lo que lo había visto hace unas horas.
Ulises ahora vestía una camisa blanca haciendo juego con los pantalones de vestir verde militar. Sus collares y pulseras de oro deslumbraron sobre las luces.
La embarazada esposa de Ulises, Isabela Atlántico había sido el blanco de los enemigos de la alianza de la mafia llamada "El contrato de caballeros" el día de hoy, pero Ulises parecía haber olvidado completamente el incidente mientras presumía la panza de su esposa frente a todos.
A lado de la pareja colombiana, Enzo Egizio de cabellos cafés ondulados y ojos oscuros intentaba ignorar al extrovertido Ulises mientras degustaba su pizza al carbón. El italiano tenía tres copas de diferentes vinos a su izquierda.
Fausto choco su copa a modo de saludo con una de las suyas cuando tomo asiento a su lado.
Enzo era miembro de una de las familias de mafiosos más importantes de Italia, gracias a él, la alianza de la mafia tenía una línea directa con todas las operaciones de narcotráfico en Rusia, España, Italia y Portugal.
El italiano era un experto en doce lenguas superando a Fausto por mucho.
Enzo era el único que vestía casualmente con una camisa a cuadros, pantalones de mezclilla y chanclas. Fausto no menciono su vestimenta porque no le importo en el momento, así era Enzo siempre de impredecible.
"El Halcón italiano" era el personaje favorito de Fausto cuando se trataba de cazar a los enemigos de la alianza. Enzo era un perfecto halcón que cuidaba las espaldas de su gente. Un ágil y disciplinado francotirador.
Fausto dejo que le rellenaran su copa muchas veces más mientras degustaba un corte de carne. La gente estaba pasando un buen rato y eso lo mantenía feliz a él también.
Todos eran prisioneros de algo en este frío mundo; del dinero, la ambición, del poder, la superioridad, la lujuria, la impunidad, las drogas; todos tenían una adicción en este mundo. Algo por lo que harían cualquier cosa.
Fausto aprecio el panorama meneando la cabeza en medio de las hipnóticas luces de discoteca.
Vladimir a su izquierda abrazaba a su esposa Kimberly Kirks "La diva" la cual era uno de los miembros más preciados de la alianza de la mafia liderada por Fausto.
La sexy mujer de lacios cabellos largos negros, cuerpo lleno de curvas, piel tostada y un extraño piercing en los carnosos labios era la persona más peligrosa dentro de Estados Unidos en este momento.
Colegas de talla internacional de renombre. Eso era lo que más quería tener Fausto entre sus manos.
La mujer de treinta y tres años tenía una red de contactos para cualquier cosa que se requiriera con completa confidencialidad. Ya fuera en el mercado negro, entre hackers, terroristas y exsoldados de todas las nacionalidades dispuestos a hablar de estrategias, informes y misiones casi imposibles. Gente infiltrada en lo profundo de la Dark Web y en importantes gobiernos alrededor del mundo, algunos incluso con capacidad de armamento nuclear.
Una mujer con una cadena de gente falsificadora de documentos con garantía de originalidad ante el mundo.
Kimberly era la clase de mujer que nadie hacia tonta...con la excepción del Playboy Vladimir, pero Fausto nunca traicionaría a su amigo. Después de todo Vladimir era su hermano de armas. El único al que le confiaba plenamente lo más sagrado de su vida. Su seguridad.
También gracias a Kimberly, Fausto había conocido al legendario Ulises Rodríguez; el colombiano era dueño del cartel más poderoso de drogas en Colombia en la actualidad. Ulises se había convertido rápidamente en un amigo de copas y consejos para Fausto. En eso y en su principal proveedor de clorhidrato de cocaína.
Fausto desvió los ojos de sus sagrados alimentos cuando miro entrar a Victoria de Villanueva al techado lugar; ella era la única que había heredado la cabellera y los ojos oscuros de su padre, aunque con todos sus retoques y operaciones pronto no se parecería en nada a Alejandro.
Victoria solo tenía diecisiete años y ya había pasado por la tabla metálica del hospital más veces que cualquier persona que Fausto hubiese conocido. Su diminuto vestido neón le recordó a Fausto al de las putas que tenía repartidas en el interior del país haciendo trabajos de reconocimientos para el cartel.
El heredero sabía que ella era la única Villanueva femenina y por lo tanto era su obligación cuidarla. Así le había educado su padre desde que tenía memoria. Pero Fausto no estaba para nada contento con el hecho de tener que lidiar con una adolescente borracha a estas horas.
Victoria tenia los desnudos brazos sobre el cuello de nada más que la inigualable Carlota Cuervo.
Fausto miro de pies a cabeza la figura de la rubia natural y cuerpo escultural el cual el hombre sabía ejercitaba día y noche.
A pesar de la diferencia de edad, Victoria y Carlota de veinticinco años eran inseparables.
Carlota dejo a Victoria vomitando a lado de un asqueado Cesar en otra mesa; luego la rubia se acomodó el vestido de látex azul el cual remarcaba ridículamente cada parte de su cuerpo.
Fausto no entendió los gritos de emoción que Ulises comenzó a lanzarle a Vladimir, aunque ambos estuvieran cerca y pudieran hablar perfectamente en vez de gritar, Fausto sabía que no lo iban a hacer.
A sus amigos les gustaba hacerse notar a kilómetros de distancia.
Carlota comenzó a caminar hacia la mesa de Fausto, pero la cruda verdad era que el hombre de ojos verdes no quería lidiar con ella fuera de sus encuentros sexuales.
La rubia y poderosa mujer tenía pasatiempos como la cacería humana, lanzarse de paracaídas, concursos de tiro, carreras a campo abierto, cualquier deporte que fuera capaz de subirle la adrenalina estaba en la lista de quehaceres de Carlota.
Su padre le había dejado el cartel de los naipes a su cargo después de que fue encarcelado y extraditado. Y al parecer también le habían lavado el coco desde muy pequeña porque siempre decía que ella y Fausto se iban a casar.
Tan públicos eran sus comentarios que comenzaban a hartar a Fausto.
Él era un hombre libre y no le pertenecía a nadie.
Mucho menos a esa loca impulsiva con complejos sociópatas.
La principal función del cartel de los naipes era proveer seguridad al cartel de los Villanueva, la gente de Carlota se encargaba del reclutamiento de jóvenes para sicariato, halcones, mulas, de los cuales algunos eran atrapados por los gobiernos como acuerdos que existían entre ambos bandos.
En el mundo de Fausto no existía el bien y el mal. Solo las egoístas ambiciones de cada lado.
Y aunque Fausto sabia de sobra que las mujeres del narco eran exquisitas, él no pensaba comprometerse con nadie. Nunca había estado en sus planes, se lo había dejado en claro a su padre y no necesitaba darle explicaciones a nadie más.
Para suerte del hombre de ojos verdes, Ulises le había palmeado el hombro casi cayéndose de su silla vintage cuando se levantó de esta.
- ¡Carrera en lasss cuatrimotos! - grito el colombiano.
Fausto sonrió genuinamente, porque la verdad era que prefería pasar tiempo con el borracho de su amigo que con alguien tan tóxica como Carlota Cuervo.
Fausto jamás pensó que su nueva alianza le traería un genuino amigo. Incluso Fausto había sido designado para ser el padrino de la niña aun no nacida de la pareja de colombianos.
El ruso estrello su botella de tequila contra el suelo cuando comenzó a aullar de la emoción, luego siguió a Ulises quitándose su saco azul para después lanzarlo arriba de Kimberly, la cual solo negó divertida.
Fausto ni siquiera dudo en seguirlos saliendo por una destruida pared de globos la cual habían roto sus amigos para huir de la secreta fiesta.
Las cuatrimotos ya habían sido traídas por sus hombres, Fausto se quitó su saco Burberry dejándolo sobre el inicio de la tierra. De todos modos, ya no se lo pondría otra vez.
El hombre nunca repetía dos veces una muda de ropa.
La rubia intentó seguirle el paso a Fausto cuando este trepo elegantemente en la cuatrimoto con otro grueso habano sobre los labios.
- ¡Fausto ven aquí! - Carlota le ordeno a Fausto sobre la alfombra morada ya que sus altos tacones no le permitían avanzar sobre las piedras colocadas al inicio del bosque.
Fausto la ignoro completamente. No tenía por qué responderle a ninguna mujer.
El no aceptaba ordenes de nadie.
El ruido de la cuatrimoto gano terreno cuando esta avanzo hacia la improvisada línea de carrera donde ya estaban sus dos amigos en sus respectivos vehículos.
-Si yo gano vamos a comer lo que yo quiera una semana entera- dijo Ulises en medio de un ataque de hipo.
Vladimir se carcajeó hasta que pudo hablar.
-Si yo gano quiero que Ulises use falda un día entero- Fausto no se aguantó la carcajada al escuchar a Vladimir.
Estaba claro que el trio dorado siendo tan asquerosamente rico, necesitaba un incentivo más grande que el monetario.
Fausto volteo hacia la mujer rubia que parecía dirigirse a toda marcha hacia él descalza y sin pensarlo a fondo Fausto acelero.
- ¡Eso es trampa! - grito Ulises, pero a Fausto no le pudo importar menos.
Dejo que el frío aire lo hiciera libre mientras andaba a toda marcha por otra carretera privada.
Este era su ultimo día libre antes de comenzar de lleno el nuevo proyecto que le cambiara la vida y quería disfrutarlo sin ninguna limitación.
El 2017 había sido un año tranquilo para Fausto en comparación de lo que tenía planeado para el 2018.
Los verdaderos emperadores trabajaban por su corona y el mundo sabría muy pronto como se gobernaba bien.
Después de todo Fausto planeaba dejar su legado ante al mundo y nadie lo iba a poder detener de cumplir esa meta.