Mi viejo se había ahorcado en el negocio donde trabajaba después de que mi vieja lo golpeara durante años. Un día, fuimos a abrir como todas las mañanas y lo encontramos ahorcado en el baño.
Esa imagen me quedó grabada para siempre, mi vieja nos hizo verlo muerto y dijo que eso era lo que nos iba a pasar si éramos débiles.
Conocí a una mujer que practicaba la prostitución y me enamoré, se llamaba Sandra, vivía cerca de la estación de trenes. Quería debutar con ella pero me daba miedo de que tuviera sida, así que sólo nos besábamos, acariciándonos al principio me decía que era la persona más tierna que había conocido, después empezó a decirme que era un pelotudo.
Comenzó a golpearme, primero eran cachetazos, después patadas en los huevos, me pedía toda la plata que podía robarle a mi madre, ella también me descubrió y me molió a golpes con un cinto como cuando era chico e inevitablemente terminé viviendo con Sandra.
Un día, ella fue a encontrarse con un tipo, dijo que no la molestara cuando estaba trabajando, pero me emborraché, fumé un par de porros y la seguí. Aparecí en el bar donde ella estaba y le dije: vos te venís conmigo. Ella me dio una piña en la cara, me agarró de la oreja y me sacó a la calle a patadas. Sacó un arma de la cartera y me partió la cara, caí al piso y me pisó la cara con la punta del taco aguja. Por la madrugada me abrió la puerta de su casa y me dijo no tendría que dejarme entrar y que agradeciera lo buena que era conmigo.
Ella me había contado que el pibe que le había quitado su virginidad había muerto atropellado por un tren. Se había quedado dormido, borracho con el auto en medio de la vía. Esa noche soñé que me perseguía la policía y que había quedado atrapado en medio de la vía, veía venir el tren y me agachaba tirándome al piso, el tren me pasaba por encima, quedé entre medio de las ruedas de hierro pero éstas ni siquiera me tocaron, cuando el tren terminó de pasar me levanté y salí corriendo.
Sandra me despertó al otro día rociándome con gas pimienta la cara. Ahhh, ella era así de dulce. Tenía que cocinar, lavar y planchar mientras ella iba no sé a dónde. Salí un par de veces por mi cuenta pero ninguna mujer me daba bola, además no tenía plata ni para emborracharme. Le dije a Sandra que ya estaba listo para tener sexo, pero ella me contestó que no, que ya había tenido mi oportunidad y la había desperdiciado y que de ahora en más no lo iba a hacer conmigo a menos que tuviera 1000 pesos.
Vino un tipo a vivir al lado de nuestra casa, ella iba todas las noches. El me contó que era pirata del asfalto y que tenía la casa llena de armas. Un día me preguntó si me quedaría a cuidarle la casa porque él no iba a estar, le respondí que sí y me dejó en la casa con cervezas, porro y cocaína. Yo miraba Floricienta en la televisión, ya habían terminado los Simpson.
Golpearon la puerta con fuerza hasta tirarla abajo, salí corriendo hacia el patio y salté por un tapial hacia la calle cuando un tipo gritó: alto policía y se me tiró encima.
Me acusaron por todas las drogas y coches robados que había en la casa. Me dieron diez años, me violaron en la cárcel y me contagiaron HIV, encontré el amor en la prisión con una travesti, ella me hizo igual que ella.
Recobré la libertad después de cinco años, tenía bien claro que las mujeres con sus maltratos y rechazos me habían convertido en lo que era hoy. Fui a ver a Sandra, entré en su casa y le pregunté si se acordaba de mí, me recordaba y me dijo que siempre había tenido cara de puto y se empezó a reír, le di una trompada, ella me dio en los huevos, la tomé por los brazos y la violé.
La asfixié hasta matarla y me vestí con su ropa, me maquillé lo más parecido a ella y me quedé viviendo en el barrio diciendo que era su hermana, hasta que un día, nuevamente vino la policía a detenerme.