- Eso no tiene sentido Joseph, en tu clase hay personas de otros países ¿Qué me estás escondiendo? Te conozco más a ti que a mí misma.
- Está bien- levanta sus manos al aire- en mi grupo de amigos yo soy el único colombiano, hay dos españoles, una italiana y una hermosa argentina con la que estoy saliendo.
- ¡Eres un mal amigo! ¿Cuándo pensabas decírmelo? Me encuentro indignada, como ahora el niño tiene otros amigos se olvida de su mejor amiga; lo que me faltaba.
- No vayas a llorar, no te lo había contado porque apenas estábamos empezando y quería estar seguro de que si vamos en serio.
- No me interesan tus argumentos, escupiste nuestra amistad como si fuera tabaco.
- Yo no escupida en nuestra amistad Rachel, deja de dramatizar.
No me quedo de más que sorprenderme, Joey jamás me había tratado así y me siento dolida con él, cuelgo la llamada y cierro el portátil, y puede que si esté dramatizando, pero era por su culpa. Mi teléfono de inmediato se ilumina y comienza a sonar con aquel característico sonido de llamada, era Joey, lo iba a dejar sufrir un rato para que aprendiera a que no me debe esconder nada, somos mejores amigos y los mejores amigos se cuentan todo.
Era sábado por la mañana, antes de que mi traicionero amigo me llamara me encontraba con un montón de periódicos regados en la mesa buscando un empleo, encontré tres, uno era de mesera, otro era como asesor de ventas y por último se necesitaba en una casa una aseadora con urgencia. Obviamente iba a aplicar en las tres y esperar ser contratada en alguna.
Voy a mi viejo closet y busco mis mejores prendas, tomo un saco negro, un pantalón largo del mismo color, sin faltar mi camisa blanca, me miro en el espejo y no me gusta porque luzco como si estuviera dentro de un saco de papas, sin más remedio tomo algunas hojas de vida que imprimí, tomo mi saco, un bolso de mano y dentro guardo mi cartera y mi teléfono. El primer empleo se encontraba muy cerca de donde vivo, así que no tuve la necesidad de subirme al metro y gastar uno de mis pasajes para ir a la universidad, según lo que decía la información es que era una pizzería y que había 6 vacantes para persona que tuvieran experiencia en caja, aseo y servicio al cliente, obvio que yo tenía experiencia al servicio al cliente, tuve mi propio negocio el cual como dije con anterioridad fue un éxito.
Al llegar veo la fachada del restaurante, lucia muy bien, si Joey estuviera conmigo probablemente este sería nuestro lugar favorito para ir a comer todos los fines de semana, abro la puerta y el sonido de una campana inunda el lugar, ignoro las miradas de algunos curiosos y me acerco al mostrador en donde encontraban dos chicas.
- Hola, buenos días- me acerco al mostrador en donde se encuentran dos chicas las cuales dejaron de hablar cuando me vieron delante de ellas- vengo por la vacante- sonrió.
- Siga derecho y después gira a la izquierda, es la última puerta- asiento con la cabeza, tan pronto como me doy la vuelta las chicas comienzan a reír. Las ignoro y sigo la dirección que me dio, veo el pasillo vacío y tal parece que soy la primera en llegar. Toco la puerta y escucho un simple «Pase»de una voz varonil.
- Buenos días, vengo por una entrevista para las vacantes que colocaron en el periódico- digo con una sonrisa, debo parecer lo más amable posible.
El hombre levanta su mirada y lleva sus manos a la boca, aquel señor estaba a nada de reírse de mí.
De inmediato el ambiente se tensiona, bajo la mirada y mis gafas caen un poco por el puente de mi nariz, vuelvo a subir la mira y acomodar mis grandes monturas.
- Pase y siéntese por favor- señala una de las sillas que está enfrente de su escritorio. Hago lo que dice y me siento- pasame su hoja de vida-le tiendo la carpeta y la empieza a leer. - Veo que solo tiene tres meses de experiencia y fue en una ferretería en un lugar que no conozco.
- Si, es una ferretería en Colombia, pero yo le aseguro que pondré de mi parte para seguir aprendiendo acerca de cómo tratar a clientes.
-No sé si leyó en el periódico que se requería una experiencia de por lo menos seis meses- el hombre dejó la carpeta de lado y me mira de arriba a abajo. - Lamento decirle que no puede aplicar para este trabajo.
- Pero, puedo poner de mi parte y demostrarle que...
- Ya le dije que no señorita, ahora puede retirarse- señala la puerta por donde entre.
Sin más preámbulo me levanto de la silla para salir del lugar con los ánimos por el suelo. Aun no debo rendirme, me quedan dos empleos a los cuales recurrir. Esta vez sí tomó el subterráneo para llegar a la quinta avenida, lugar en donde está el almacén donde está la otra vacante.
Solo me queda contemplar lo maravilloso que era la ciudad de Nueva York, con sus grandes pantallas pasando anuncios de grandes marcas y grandes cantantes promocionando sus canciones, pero aun no es el momento para conocer esta hermosa ciudad, talvez el día de mañana y con un empleo asegurado pueda conocerla a fondo. Se me olvida por completo el fracaso de hace algunos minutos y camino campante en busca de la tienda de ropa. El gran letrero de Zara adornaba la fachada del lugar, las personas pasaban a mi alrededor mientras yo me debatía entre entrar o mejor irme al tercer trabajo, y es que siendo sincera conmigo misma, no pinto en el lugar, su ropa se veía completamente elegante, mientras yo vestía con ropa que doblaban mi talla.
Pero como el que no arriesga no gana, decidí entrar y de inmediato llamé la atención de todos, sin importar que, me acerco al mostrador y una chica vestida completamente elegante me atiende con una de esas sonrisas forzadas.
- Buenos días ¿en que la podemos ayudar?
- Buenos días, vi una vacante en el periódico y quería asistir a la entrevista de trabajo.
- Señorita, lamentamos informarle que ya llenamos esa vacante- no sabía si creerle, pero aun así asentí, recogí mi dignidad y Salí del hermoso lugar, solo me falta asistir a la última vacante y cruzo mis dedos para la suerte y ser elegida en ese trabajo.
lo complicado venía a continuación, el último lugar de trabajo se encontraba cruzando el rio Hudson y no tengo la más remota idea donde debo tomar el autobús que me deje exactamente en el lugar, no me atrevo a preguntarle a alguien por temor a que me enviaran a otra parte de Nueva York y perdiera tanto mi pasaje como el trabajo, aunque de igual manera la iba a perder si no me contratan en aquel lugar. Como una señal divina en un puesto en donde venden periódicos veo una guía para hacer el recorrido por la gran ciudad.
- Buenos días, por favor me vende este mapa.
- Claro, es un dólar- saco de mi cartera un dólar y le tiendo el dinero al vendedor, tomó el mapa y lo abro, pero no entiendo nada de lo que dice- ¿está usted perdida?
- No como tal, solo estoy buscando una estación de buses que me lleve hasta Hudson Valley.
- No está muy lejos de la estación solo debe seguir mis indicaciones. - solo rezo porque no sea una mala broma y si me conduzca a una parada de autobuses.
Sigo las indicaciones que me proporcionó el vendedor de revista y periódicos y hasta el momento no veo nada inusual, sólo debía estar segura de mi misma y todo estará bien. No muy lejos de donde me encuentro, puedo observar la parada que minutos atrás el señor me indico, me alegro al ver que no era una mentira y me acerco corriendo, había otras personas haciendo una cola, así que sin pensarlo la hago al igual que ellos. Un autobús se detiene en frente de la parada, me fijo que sea la misma secuencia que me dictó el señor, tal cual como me lo dijo aquel autobús era el que yo necesitaba para viajar a través del río Hudson, entró al transporte y pago por mi pasaje.
Era impresionante ver las callejuelas de la gran ciudad, la vista era completamente magnífica e indescriptible, a medida que cruzábamos el puente se podía ver en el río los ferris que paseaban a los turistas para que conocieran el lugar. Me prometí a mí misma que haría el mismo recorrido simplemente para conocer la famosa mujer que tiene una antorcha levantada y que lleva por nombre libertad, y también para conocer la historia de cómo un avión aterrizó en el lugar.
Había pasado por alto un pequeño detalle, no sabía en qué parada bajarme para dirigirme al lugar al que debo ir. Con una gran pena me levanto de mi asiento para dirigirme al lado del conductor.
- Disculpe- susurro para que el resto de pasajeros no escuchen, aunque todos están envueltos en sus problemas. - necesito llegar a esta dirección- el conducto con simplemente mirar el pedazo de hoja unos segundos leyó lo que decía.
- Es la última estación señorita. - le agradezco con una sonrisa y vuelvo a mi lugar, por lo menos seguiré conociendo un poco más de Nueva york
Las calles dejaron de ser edificios para convertirse en grandes casas lujosas con una flora increíble, las hojas de los árboles se encontraban desparramadas en el suelo formando una que otra montañita, igual como lo había visto en películas. Comparar una de estas casas debe salir por un ojo de la cara, o alquilarlas para vacacionar, aunque la gran alcurnia elitista de Nueva York pasaba el verano en los Hampton.
- Señorita- el conductor del autobús llama mi atención- esta es nuestra última parada. Las puertas se abren para que yo baje.
- Gracias y hasta luego- el señor asiente con la cabeza y vuelve a cerrar las puertas de su vehículo. Detrás de mí tengo una gran casa, miro la dirección que anote en mi papel, pero no era la misma, pero si eran en la misma manzana, camino por toda la acera y me voy fijando de la dirección, cada vez está más cerca de llegar a mi destino.
Me detengo en frente de un gran portón de madera, con temor presiono un botón que se encontraba en un intercomunicador, fue inevitable no imaginara Edna moda del otro lado preguntando ¿Qué hay? ¿Quién es? ¿Qué quiere?, para mi mala suerte eso no sucede.
- Buenos días ¿Qué busca? - algo me dice que hay una cámara en algún lugar, pero no logro verla.
- Vengo por la vacante que está solicitando para el personal del servicio. - la persona del otro lado no dice absolutamente nada, pero pude ver como se abría el portón poco a poco, dentro del lugar se encontraba un hombre vestido de traje negro y completamente serio.
- Sígame- sin decir más nada emprende su viaje, sin esperarlo entró al recinto y trato de seguirle el paso, pero el hombre tenía las piernas más largas que yo, entramos a la casa y fue inevitable no abrir la boca de la impresión, el lugar era completamente hermoso e impecable, los muebles blancos le hacían juego al piso oscuro y a los adornos dorados que estaban a su alrededor.- la señora Merdith la entenderá en unos minutos, puede sentarse como usted desea.- el hombre se va dejándome sola con la imponente habitación.
Yo realmente no quería sentarme en los muebles por miedo a ensuciarlos, se veía que costaba un montón de dinero y yo ahora mismo no me puedo dar el lujo de dañarlos porque me saldría verdaderamente caro.
- Buenos días señorita- una mujer vestida de forma elegante entra a la habitación con unas carpetas en sus manos, al momento de verme su mirada recorre todo mi cuerpo- me llamo Merdith Mc Can ¿Cuál es su nombre?
- Me llamo Rachel Bundy- respondo con seguridad, aunque por dentro me estaba muriendo de miedo por lo imponente que lucía aquella mujer.
- Tome asiento señorita Bundy me bríndame su hoja de vida. - hago lo que me dice, para luego comenzar a hojear mi currículo. trago fuerte cuando deja de lado mi hoja de vida. - veo que no tiene experiencia en el área de limpieza, pero necesito urgente una empleada para el servicio y no tengo mucho tiempo para entrevistar a cada mujer o hombre que llegue a este lugar, así que estás contratada vamos a nuestro despacho y firmamos contrato. - quede estática al escuchar todo aquello, incluso estoy pensando que es una alucinación lo que dijo hasta que dijo. - ¿se piensa quedar ahí todo el día?
- No señora. - me levanto del mueble y si los pasos de mi nueva jefa.
- El trabajo será de medio turno, por la tarde vendrás, harás aseo en toda la casa y eso incluye las habitaciones, tengo 4 hijos todos ya son mayores y salen todos los días para ir a estudiar, ¿tú estudias? - informa, mientras taconea hasta llegar a su despacho.
- Sí señora- respondió.
- ¿puede asegurarme que no interferirá con su trabajo?
- Claro que sí, en mi horario de clases solo tengo clases por la mañana.
- Eso es una buena señal- dice. - toma asiento para que firmes el contrato- la señora Merdith se sienta del otro lado del escritorio y rebusca entre algunas hojas hasta tomar con cuidado lo que parecía ser mi contrato laboral. - este será tu pago. - señala unos pequeños números, y casi me atraganto con mi propia saliva, era un número bastante bueno para solo trabajar medio tiempo, me alcanza para el arriendo, hacer las compras y pagar los servicios consumidos en casa, incluso hasta para salir y hacer los tours que tanto quiero. - ¿le parece bien el pago?
- Más que bien señora. - respondo feliz. por primera vez me encontraba haciendo cosas de adultos sin ayuda de mis padres o cualquier allegado. Este es algo que se debe inaugurar con broche de oro. Comprando un buen helado de chocolate, palomitas de maíz y una buena película. De lo único que estaré segura es que me repetiré Loco y estúpido amor, y no habrá poder humano que lo evite.
- Entonces bienvenida a la residencia Pierre, puede comenzar desde ya mismo.
Creo que no escuche bien, llevo mi dedo índice a mi conducto auditivo para aclararlo un poco.
- Puede repetir otra vez, creo que no escuché muy bien.
- Residencia Pierre ¿conoce usted la compañía Pierre S.A?
- No señora Merdith, es la primera vez que escucho acerca de esta compañía. - solo espero estar equivocándome de persona y que Dalton Pierre no es su hijo, o cualquier otro pariente.
- Eso no importa. - se levanta de su asiento. - ahora ven conmigo para que te de tu uniforme y te presente al resto del personal.
Camino detrás de ella como cual bebe elefante con su madre, atravesamos la sala y el comedor hasta llegar a la cocina, en el lugar había dos mujeres un poco ya mayores las cuales al momento de ver a Merdith dejaron de hacer lo que estaban haciendo y prestarle atención.
- Rachel, te presento a Rosa- señala a una mujer regordeta- y ella es Zoila, son las cocineras de la familia.
- Bienvenida- dice la mujer que se llama Zoila. - es un placer tenerte aquí con nosotras.
- Gracias por su recibimiento. – digo con una sonrisa de oreja a oreja.
- Sigamos por favor- me despido de las señoras con la mano y sigo los pasos de Merdith hasta llegar al patio trasero. Si la decoración dentro de la casa y la fachada misma de la casa es magnífica, el patio trasero es Narnia, con piscina, rosas rojas y blancas, y lo que parecía ser un huerto. - ¡Francisco! - Merdith le grita un hombre, este al escuchar la voz de su jefa se endereza y camina hasta donde nosotras estábamos.
- ¿Qué se le ofrece a la Señora Merdith?
- Te quiero presentar a Rachel Bundy, se incorporar a nuestro personal de limpieza.
- Mucho gusto señorita- el tal francisco se retira los guantes que cubría sus manos y la extiende hacia mí. - soy francisco, para servirle.
- Mucho gusto señor- la tomó con amabilidad.
- Te presentaría al chofer, pero ahora mismo está con mis hijos. - se excusa la jefa. - vamos a por el uniforme para que comiences de una vez por todas.
Bueno... Queda cancelado por completo la celebración con helado y las palomitas de maíz, se pospondrá para el día de mañana con más tranquilidad.
- Este será tu uniforme- extiendo mis manos para recibir el uniforme. – sé que debajo de todos esos desparpajos a los que llamas ropa tienes una figura delgada.
- Claro- respondo con incomodidad, sé que muchos hablan y critican mi forma de vestir, pero hay algunos que no tienen filtro para decir las cosas con suavidad y no dañar la moral de los demás, la señora Merdith parece ser una de ellas.
- Entonces dejaré que te cambies, le diré a Rosa que te muestre toda la casa para que después hagas lo tuyo, yo tendré que ausentarme porque tengo cosas más importantes que hacer.
La señora de la casa sale dejándome sola en la habitación, dentro había unos lockers, solamente había uno abierto y tenía una llave colgando, así que supongo que este será el mío para guardar mis pertenencias. Primero cierro la puerta con seguro para que nadie entre y me encuentre semidesnuda, me despojos de toda mi ropa y me coloco el uniforme que consta de una sudadera de color negro y un suéter del mismo material y color, y era de cuello en V, lo único que no combinaban eran mis zapatos, no me quedo de otra que salir así y hacer mi trabajo.
- Hola Rosa, la señora Merdith me dijo que ibas a darme un tour por toda la casa- suelto cuando llegó a la cocina en donde se encontraban las dos mujeres.
- Si- responde, mientras se quita el delantal. - hagámoslo rápido para no perder el tiempo, a los integrantes de esta casa le gusta que todo esté ordenado, pero para desordenarlo lo hacen en un parpadeo. – caminamos fuera del pasillo para pasar al comedor. - para llegar a la cocina tienes que pasar por el comedor y la sala así que supongo que ya las conoces, será mejor que subamos al segundo piso. – asiento, y sigo los pasos de Rosa hasta llegar arriba, la mujer me da algunas pautas que debe tomar, como "Limpiar antes de la llegada de todos los integrantes de la familia" ya que al parecer salen todos los días y vuelven hasta muy tarde. Otra pauta es "Tocar antes de entrar" Rosa me cuenta que la anterior mujer del servicio entró sin entrar a la habitación del hijo mayor encontrándose con una escena bastante erótica, el chico se enojó, le contó a su madre y la despidieron. Medidas drásticas, pero indiscutiblemente la mujer si debió llamar a la puerta antes de entrar.
Rosa abrió cada una de las habitaciones, en total había 7, eran muy excesivo, pero que se puede esperar de una familia adinerada, al inicio del corredor se encontraba la habitación de la única hija de la familia Katherine, era verdaderamente hermosa, pero casi quedo ciega cuando vi todo el blanco de la habitación, y el sol del pleno día posado en la ventana.
La siguiente habitación era de otro hijo llamado Michael, es el mayor de todos, según lo que me contó Rosa, trabaja con su padre en la empresa y es el vicepresidente de dicha tal. Estará era un poco más sobria, las paredes no eran blancas pero sus sábanas si, y realmente estoy llegando a pensar que esta familia tiene una obsesión con este color.
Ve la puerta que estaba en frente de la Michael me sorprendió, la puerta era de color negro y había un letrero que decía no molestar.
- Sé que te parecerá raro esta habitación, pero como en cada familia siempre hay una oveja descarriada, esta es el cuarto de Derek. - Rosa abre la puerta. Si la habitación de Katherine era muy luminosa, en la de Derek siento que me saldrá el diablo de lo oscura que se encuentra. - al chico no le gusta que muevan sus cosas, así que abstente de entrar aquí. - vuelve a cerrar la puerta de la habitación. - la siguiente habitación es la del gemelo de Derek.
- Gracias por el dato, ¿sabes cuál es cuál?
- Lo notarás tú misma cuando lleguen de sus clases de polo. - Claro, como toda familia millonaria, practican un juego costoso y fino. – esta es la habitación de Dalton, al igual que su gemelo no le gusta que muevan las cosas de su lugar, así que la arregla es solo, para evitar que otras personas husmeen su cuarto.
- Perdone, no sé si escuche bien ¿dijo Dalton?
- Si ¿lo conoce?
- Oh Dios mío, - golpeo mi frente con la palma de la mano. - en que vaca loca me he metido.
- ¿Hay algún problema? Claro, si quiere contármelo.
- Si es el Dalton en el que estoy pensando estoy segura de que mi estadía en esta casa será bastante corta.
- ¿Por qué lo dices? ¿ustedes dos tienen algún problema?
- Es mi compañero de clases y digamos que no nos llevamos muy bien.
- Pues trata de que no interfiera en tu trabajo, estos chicos suelen ser muy caprichosos cuando algo no les gusta.
No le doy más importancia y Rosa me sigue mostrando el lugar, la siguiente habitación fue la de los padres, nada del otro mundo, una habitación bastante elegante y con adornos extravagantes, las otras dos habitaciones, una era un cine, si, tienen un cine en casa, y la otra era un gimnasio. Cositas que solo se puede alcurnia elitista de la gran ciudad.
Al bajar al primer piso, Rosa me muestra donde se encuentran los implementos de limpieza, en realidad no había mucho que limpiar, así que simplemente me dedico a sacudir y limpiar algunas esculturas de la planta baja, vuelvo a subir al segundo piso y entró a la habitación de Edward Cullen, sí, porque brilla igual que el cuándo se desnuda ante los Volturi. Hago la cama que está un poco desordenada y coloco algunas cosas en su lugar, cuando ya estoy satisfecha cierro la puerta y procedo a hacer lo mismo en la habitación del hermano mayor.
Cuando ya terminó de limpiar, la curiosidad invade mi cuerpo con respecto a la habitación del gemelo no gótico, miro a los lados para seccionar que nadie esté viéndome. Abro la puerta lentamente y entró. Había que aceptar que el chico era bastante ordenado y no había mugre en el piso. Pero lo que si le envido es el estante repleto de libros, embelesada me acerco a este y leo algunos tomos que mis ojos alcanzan a captar, tenía orgullo y prejuicio, cien años de soledad, el alquimista, Romeo y Julieta, el conde de monte cristo, entre otras obras célebres. Estaba tan concentrada en leer cada uno de los tomos que no escuche cuando alguien entro a la habitación, tomándome por sorpresa la voz que tanto comenzaba a odiar.
- Quiero que dejes de tocar mis libros, te gires y me digas quien eres. - cierro los ojos rezándole a todos los dioses que me saquen de este embrollo, o que se abra la tierra y me escupa en china junto con Joey. - estoy esperando, o quieres que lo haga yo. - escucho los pasos acercarse, así que me volteo. Dalton se detiene y me mira extrañado, pasea su mirada de arriba abajo para después sonreír como Alicia en el país de las maravillas.
Definitivamente, él iba a ser mi estadía en esta casa un infierno.