Capítulo 5 Incertidumbre

Incertidumbre

Quería acercarme y enseñarles un poco, falle y me volví el culpable, a quien señalan todo el tiempo

Han pasado varios días y he intentado volver a comunicarme con el nuevamente sin obtener resultados positivos.

Y si, cuando hablo de intentar, me refiero a muchos métodos, tanto que incluso con un grupo de amigos aproveche que estaban con la loca idea de jugar con una tabla Ouija, la cara de sorpresa que pusieron cuando acepte su milésima invitación fue bastante, seguido de un: "¿Eres Eleanor?", estaba desesperada, lo sé ¿Quién en este mundo, estando conscientemente cuerdo querría comunicarse con él? Pero ahí estaba, con muchísimas expectativas que así fuera...

- ¿Están listos? -menciono el joven que tenía consigo la tabla en sus manos.

Todos asintieron, aunque la cara de angustia en algunos era evidente, por mi parte me encontraba entusiasmada, no podía demostrarlo porque me verían muy raro y sería demasiado incomodo esa situación.

Coloca entonces la tabla en medio de una mesita de sala, todos estábamos sentados alrededor de la misma, algunos sentados en el suelo y otros acercaron un poco el sofá que había allí.

-Todos coloquen su dedo índice sobre el planchette.

Cada uno iba colocando su dedo, dejando espacio para que los demás tuviéramos un pequeño lugar y así todos participar, segundos más tarde comienza Juan a hablar, era el más experimentado del grupo, en mi mente solo podía pensar en una sola cosa, y era que lucifer se manifestase, pero al mismo tiempo comencé a auto evaluarme y note estaba muy paranoica, como era posible estuviera pidiendo eso como una necesidad inédita, ¿Qué está pasando conmigo? Una acumulación de emociones pasaba por mí en esos instantes mientras Juan recitaba unas palabras como si fuera un guion.

-Espíritus manifiéstense, estamos aquí presentes ante ustedes para contactarlos ¿Hay alguien aquí?

Terminar esa pregunta me saco de mis pensamientos, el puntero comenzó a moverse muy lentamente.

-No quiten sus dedos- Advirtió Juan antes que alguno de nosotros se acobardara por la situación del momento.

-Si lo quitan, estaremos en problemas porque se rompe el escudo- Prosiguió a decir Stephan.

Entre nosotros había una joven que no había visto antes, era conocida de Juan, tanto ella como yo éramos las "novatas" en aquel momento, pero no había comparación en los nervios que teníamos cada una, se notaba como su cara mostraba angustia por la situación y lo que acababa de decir Stephan iba dirigido a ella; por mi parte como estaba expectante, tenía más interés que miedo en ese momento y por ello estaba tranquila, aparentemente lo que mostraba.

Poco a poco daba círculos en el centro de la tabla

- ¿Hay alguien aquí? -pregunto Juan.

El puntero de inmediato de movió a la palabra Sí.

Me emocione en aquel momento, ¿será el respondiendo a mi petición acaso?

- ¿Cuál es tu nombre? -pregunto nuevamente Juan.

El puntero dio unas cuantas vueltas en el centro y luego se movió rápidamente entre las letras, se formó una palabra: R-E-B-E-C-A

- ¿Rebeca? - dije en voz baja - ¿Quién carajos es Rebeca?

Creí que lo había pensado, pero me di cuenta por sus miradas fijas en mí con algunas cejas levantadas y expresión de asombro, duda e intriga que no era así... no hice más que hacer como que no era conmigo y bajé la mirada nuevamente a la tabla para evitar cualquier contacto visual en ese momento.

Juan entonces prosigue con su cuestionario, en este punto ya estaba algo decepcionada y seguía allí solo por continuar con ello, sus preguntas eran vagas y típicas, la tal Rebeca respondía metódicamente, como si se tratase de un guion, no sé si todo esto me aburría por la desilusión del momento o por algo más, hasta que llego una pregunta que me saco de trance de pensamientos.

- ¿Dónde estás?

El puntero se movió rápidamente creando la palabra A su lado

- ¿Cuál lado? -pregunto sin vacilar.

El de ella, volvió a escribir entre letras.

- ¿Cuál de todas?

Esta pregunta fue valida, éramos tres mujeres incluyéndome en ese momento, no sé porque un pequeño sudor frío se deslizo por mi espalda, solo deseaba que no fuera yo y que renegar en mis pensamientos no me trajera ninguna consecuencia, el puntero comenzó a moverse y mi corazón se aceleró cuando la primera letra que señalo fue la E.

Continuo entonces lentamente y luego señalo la L, vaya desgracia la mía, me decía para mí, tenía el corazón a mil en ese punto, luego marco la letra O estaba tan nerviosa que no me había fijado que mi nombre no tenía aquella letra en continuidad, un grito hizo que pegara un pequeño salto en aquel momento, la joven que tenía frente a mí era quien lo había dado.

- ¡No quiten sus dedos! -Repitió nuevamente Stephan.

El puntero marco la letra O, comprendí que no era yo.

- ¡Eloísa no quite su dedo! -Advirtió Juan.

Si, era ella, la nueva, la inocente y a la que cuando sus nervios estaban a punto de generarle un desmayo me di cuenta que todo era un montaje... ¿Cómo lo noté? Simple, la risa de Juan no lo dejo continuar con este teatro que habían montado, Stephan por otro lado se encontraba preocupado, porque Eloísa, quien era la víctima, aun después de saberlo, no reaccionaba bien y sus nervios no se calmaban.

-Tranquila, todo es broma- Decía Juan con un tono burlesco.

-Ya, ya, todo es mentira, no existe la tal Rebeca-Le abrazaba frotando su mano en su brazo para generarle un poco de paz.

Por mi parte me quede sentada sin hacer mucho... pensaba en aquel teatro, pensaba en que todo era mentira, pensaba en tan siquiera si era real lo que me había sucedido días atrás, pensaba muchas cosas y solo observaba a Eloísa llorar por algo como lo que en broma le acababan de hacer, y al mismo tiempo me cuestionaba si yo era normal o tal vez era más fuerte por estar tan "calmada" luego de haber vivido tal episodio que se, nadie me creería aun si tuviera las pruebas...

Luego de un rato y de que Eloísa estuviese más calmada, volvieron las risas, terminamos de pasar parte de la noche y llego la hora de partir, Stephan accedió a llevarme a casa porque era muy tarde, no le vi problema, le conocía desde hace un par de años y siempre hemos tenido una muy buena amistad, nos despedimos y salimos.

-No sabía te gustaban este tipo de cosas - me dijo mientras conducía, con su mirada al frente.

Me sonroje un poco.

-En realidad no me gustaban ese tipo de cosas...

- ¿Gustaban? -volteo a verme.

-Gustan.

Sonrió -Entiendo.

¿Por qué estaba tan nerviosa? No podía tan siquiera concentrarme en algo tan simple, pero debía volver a mostrarme neutral.

-Igual sabía que no era cierto-Proseguí-, el puntero se sentía extraño cuando se movía como si alguien lo moviese.

-Entonces, dices que ¿ya sabias era una broma? -me mira sospechando.

-Si, además ese nombre tan rebuscado: "Rebeca" si yo fuera un espíritu y viera jóvenes jugando con una tablita, no me quedare a saludarlos.

Me mira sonriendo -Explica esa idea.

-Haber, tengo mejores cosas que hacer en el más allá como, no sé, jugar con mi cuerpo ectoplasmatico atravesando paredes y flotando.

Suelta una carcajada y no aguante reírme también.

-Bueno, no lo había pensado así- dijo luego de parar de reír-, aunque la broma estaba saliendo algo mal.

-Eloísa estaba muy nerviosa -conteste.

-Es que Juan se pasó, Rebeca era una tía abuela de ella que falleció hace unos años y con quien no tenía una buena relación en su infancia.

Abrí mis ojos sorprendida -Eso sí estuvo muy feo.

-La verdad si, y más tocar temas tan delicados como ese.

-Juan no tiene freno...

-Pero bueno, la vida es muy curiosa con ese tipo de personas, y termina premiándolos.

- ¿Cómo así?

-Fíjate en que las personas "malas" tienden a progresar más fácil y rápidamente a alguien que hace las cosas correctamente.

Me quede un momento en silencio y en gran parte tenía razón, también en que sería una gran pregunta para él, quien más que él para darme esa respuesta.

Estaba divagando en mis pensamientos cuando un pequeño sonido de tos me saco de allí, Stephan me estaba mirando, el auto estaba detenido, mire a los lados y ya estaba fuera de mi casa.

-Llegamos-Sonrió.

-Ay que pena, estaba distraída.

-No lo había notado.

-Muchas gracias -me sentía algo avergonzada.

-Con gusto -su tono fue amable.

Tome mis cosas, desabroché mi cinturón y baje del auto, al cerrar la puerta me dijo muy seriamente.

- ¿Quieres hablar de algo?

Me sorprendió mucho esa pregunta, ¿acaso estaba tan distraída? ¿Cuánto tiempo habré durado allí divagando?

-No, no...

-Está bien, cuídate mucho.

-Igual.

Me aleje un poco y él se quedó allí esperando a que abriera la puerta de mi casa, luego que estaba casi dentro encendió el auto, me despedí con mi mano y se fue, todos estaban encerrados en sus habitaciones, trate de no hacer mayor ruido y me dirigí a mi habitación, deje mis cosas, fui al baño, me desmaquille, cambie, ya estaba lista para dormir... me senté un momento en el escritorio a revisar mi laptop, tome un cuaderno para dejar apuntes, no tenía trabajos pendientes, revise las plataformas de la universidad, mi correo, todo estaba en regla... tome el lapicero que había al lado del cuaderno.

- ¿Dónde estás? -Escribí en una esquina de una de las hojas en blanco.

-Aquí estoy.

Las letras aparecieron justo debajo de las que había escrito.

                         

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