Capítulo 6 Cinco

CAPÍTULO 5.

Observo detenidamente mi tarjeta una vez en la habitación de mi residencia. Me he tomado la molestia de, después de ducharme, sentarme en la cama y observar el papel grueso en donde su nombre estaba hecho con un relieve dorado en letra cursiva. No podía creer hasta dónde había llegado a tener contacto con él.

Es como si Dios me hubiera mirado por primera vez y hubiera soltado "esta culera quiere al coreano ese, vamos a bendecirla" y procedió a escupirme en la cara.

La lluvia no paraba y empezaba a hacer frio. Envolví mi cuerpo con una manta mientras apreciaba el nombre de Kim. No sabía si llamarlo ahora mismo o hacerlo después.

Si lo hacía ahora quizás quedaba como una desesperada, pero si lo hacía luego corría el riesgo de que alguien más ocupe aquel puesto que me ofrecía.

El trabajo de mis sueños se unía al chico de mis sueños.

De pronto mi soledad se ve interrumpida cuando Gaby entra agarrado de la mano con una chica alta y morena de rizos definidos. Se produce algo incomodo que se esfuma en cuestión de segundos debido a que ella me sonríe.

-Oh, llegaste temprano. Creí que te estarían tomando una prueba en el café -se sorprende él, al verme en mi cama.

-Hola, soy Alice -se presenta la chica saludándome con la mano.

Es realmente muy bonita.

-Sky -le devuelvo el saludo con una sonrisa. Me levanto de la cama y gracias a dios tengo ropa como para salir de allí un rato e ir a la sala compartida con otros estudiantes -. Ya mismo me estaba yendo -les aviso, guardando la tarjeta en mi bolsillo trasero de mi pantalón.

-Sky no hace falta, vendremos en otro momento... -se preocupa Gaby, al ver que tomo mis cuadernos de apunte -. Sólo vinimos para pasar el rato.

-No, en serio. En una hora regreso. Debo ir a estudiar -les digo complaciente mientras tomo mi mochila con ya las cosas listas -. Después quiero contarte algo Gaby. Nos vemos.

Le doy un beso en la mejilla a él y luego a ella, la cual debo hacer punta de pies para alcanzar su rostro.

Cierro la puerta y me coloco los cascos mientras escucho la misma canción que estaba sonando en el auto de Kim. La cual se ha vuelto una de mis favoritas y me transporta hace horas atrás.

La idea de romantizar todo ese encuentro no paraba de ser una buena idea para escapar de mi realidad.

Llego con la energía al sitio compartido de la residencia. Si bien mi padrastro logro encontrarme una plaza en ese edificio, no me mandó a ningún sitio horrible. La residencia Morgan era cómoda. Todas las paredes eran ladrillos a la vista, fachada antigua pero cuando se hablaba de tecnología y lujos, no podía quejarme.

La sala compartida tenía computadoras de escritorio con vista a todos los edificios de New York. Estaba en el piso número ocho, por ende, muchos de los universitarios vivían literalmente en aquel piso lleno de cojines enormes y redondos, televisores colgados en las paredes y la marihuana estaba presente.

Claro, yo no fumaba, pero el olor a veces de algunos que lo hacían me pegaban tan fuerte que terminaba drogada por el insulso humo con olor a zorrino.

En el mismo sitio donde se pasaba el rato también se estudiaba como podia.

-¡¡Bajen el estúpido volumen!!¡Tengo un examen mañana y ustedes me complican la existencia! -grita una de las chicas que está en un escritorio junto a la mesa al resto de los chicos que están con el volumen de la televisión al máximo.

Uno de los chicos le enseña el dedo del medio y la chica no tiene otro remedio que ponerse los cascos para lograr concentrarse mientras los insulta en portugués.

Me acerco a los chicos sentados en los cojines.

-Chicos, realmente la chica necesita que bajen el volumen. Si desaprueba el examen su madre la enviará a Chile junto a su hermanito que le falta una pierna -les miento con mucha pena.

Se miran entre ellos mientras fuman. El que maneja el control remoto le baja el volumen y yo sonrío, agradecida.

-Gracias.

-De nada, pero tienes que pasarme tu número. A menos que quieras que enviemos a la chica a Chile con su hermano pata chueca -me responde el chico de cabello castaño corto, camisa a cuadros color verde y ojos café.

Tiene rostro bonito a pesar de tener el vello del mentón algo desprolijo.

-Lo siento, no estoy disponible -hago cara de perrito mojado.

En mi mente soy la señora Seon Ho.

-No tienes mucha pinta de tener novio. Es más, pareces una hippie por cómo te vistes -me mira de arriba abajo al ver que lo he rechazado con el mejor de los respetos.

Su grupo de amigos empiezan a reirse a carcajadas como si hubiese soltado una genialidad.

-Y seguro es por esos comentarios sobre la vestimenta de alguien que no tienes novia, amigo.

Me marcho a una de las mesas más alejadas de aquel grupo y coincido sentándome junto a la chica que ha pedido que le bajen el volumen a la tele.

Está tan centrada en sus libros y apuntes que no se percata de mi presencia.

Suspiro al ver la lluvia caer. No puedo quitarme de la cabeza a Kim. Siento que estoy flotando en el aire desde que hemos coincidido.

Vuelvo a reproducir Not Today y la escucho más de seis veces...

KIM SEON HO.

-¿Una asistente? Perdiste la cabeza por completo, Kim -le suelta su representante mientras están en el despacho.

El joven observa de espaldas hacia él la ciudad detrás del enorme ventanal con vista panorámica. Escuchando el griterío de su representante hace más de una hora. A decir verdad, tiene ganas de despedirlo hace tiempo, pero nadie le consigue los mejores papeles como él.

Logró que entrara en el éxito de dos películas que muy pronto se volverían canon en Estados Unidos y este año estrenaría una serie basado en una historia famosa de una chica que ha realizado cómics. Todo era romancé y belleza en lo que hacía. Pero Kim no estaba demasiado a gusto con su historia de vida.

Todavía no podía entender con claridad por qué sus padres había optado por casarlo con alguien cuando él estaba triunfando en otro país. Le dolía mucho que no vieran la magnitud de su éxito.

-Necesito una asistente que sepa manejar mi agenda-le explica Kim con calma-. Una joven que tenga ambición por cumplir con su trabajo y la quiero a ella al mando de mis planes.

-Es una niña de veintidós años-insiste el representante, irritado-. Será un desastre y tú perderás cosas importantes si no atiende tus llamados.

-Aprenderá. El dinero mueve a la gente. Haré que ame su trabajo y si no cumple con mis expectativas buscaré un reemplazo, Jhonatan.

-No digas luego que no te lo advertí, muchacho-el peso de su cuerpo va hacia las manos apoyadas en el respaldo del asiento detrás del escritorio-. Una equivocación y la echas. Es por el bien de tu carrera.

Kim asiente con la cabeza, serio. Su representante a veces le daba dolores de cabeza por la inseguridad que siempre tenía sobre sus decisiones.

En otras palabras, era un maldito grano en el culo. Punto.

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