-Claro hermana Greta, por favor tome asiento- respondió haciendo un gesto con la mano- ¿Qué la trae por aquí?
-Bueno... lo que pasa... es que he estado pensando mucho y la verdad creo que ya no quiero mantener el hábito- dije con nerviosismo.
-Entiendo... ¿Y por qué esa decisión? ¿No te sientes cómoda consagrando tu vida al señor?
-la verdad no... después que desperté del coma tuve un sentimiento de que no es esto lo que tengo que hacer... no creo que mi misión en la vida esté en este tipo de vida...- intenté explicar.
-bueno... debo decir que me sorprende mucho tu decisión...
-En realidad, creo que soy muy distinta ahora a lo que fui antes de caer en el coma, es como si fuera otra persona- le dije mientras pensaba "literalmente soy otra persona".
-Ya veo... bueno, si no quieres seguir aquí ni yo, ni nadie puede obligarte, aunque en serio lo lamento, pero mandaré la solicitud a la santa sede y puedes irte cuando te sientas lista- me dijo.
-muchas gracias madre, en serio agradezco su comprensión- le dije- si le parece bien, creo que me iré mañana.
-Sí, está bien aunque preferiría esperar la respuesta de la santa sede...
-Pero... ellos no pueden impedirlo ¿verdad?- respondí un tanto nerviosa.
-teóricamente podrían, pero en toda la historia de la iglesia católica nunca se ha rechazado una petición de este tipo...
-entiendo... bueno entonces supongo que esperaré unos días- respondí con resignación.
-me parece bien- dijo ella, me despedí y salí.
Al cerrar la puerta por fuera suspiré, "no fue tan difícil como pensé" me dije y volví a mi habitación, ahí estaba Kate leyendo un libro.
-¿Cómo te fue?- me preguntó en cuanto entré.
-Supongo que bien- respondí- me iré en un par de días más.
-te voy a extrañar- dijo mirándome con tristeza.
-bueno, tampoco es como si fuera a morir o algo- reí.
-creo que tienes razón.
El resto del día estuvimos en una parroquia recolectando ropa y alimentos para la gente que vivía en la calle, lo cual nos tomó toda la tarde, llegué al convento agotada, aunque era lindo hacer ese tipo de voluntariados... "supongo que puedo seguir haciéndolos como una persona normal, ahora que renuncié al hábito" pensé.
Esa noche tuve otro sueño extraño, empezaba igual que los anteriores, una voz que llamaba a una tal nayara en la inmensidad del luminoso bosque. Luego aparecieron flashes, como si fueran recuerdos de mi antigua vida.
Yo a los pies de una hermosa y alta mujer, al mirarla sentía un gran sentimiento de adoración, admiración y amor.
Luego otro recuerdo, la misma mujer sostenía un collar de acero, lo ponía alrededor de mi cuello y me decía que desde ese día yo sería su esclava. Cualquiera pensaría que ante esa declaración sentiría miedo o, al menos, angustia. Pero no, me sentía muy feliz, segura, realizada, como si hubiera cumplido el sueño de toda mi vida.
En seguida un recuerdo más antiguo, estaba sentada en la mesa de un café junto a la imponente mujer, me sentía algo tímida y nerviosa, pero ella era muy agradable, me preguntó por mis gustos, hobbies, hasta llegar a preguntas más íntimas, como qué prácticas sexuales me gustaban y cuáles eran mis límites. Yo respondía que disfrutaba de la adoración el control en todo sentidos, el spank, bondage y privación sensorial entre otras cosas. Seguimos hablando un poco más y luego me llevó a mi casa.
Desperté un tanto confundida, ¿eso era solo un sueño o recuerdos de mi vida pasada? Se sentía muy real, como si hubiera ocurrido hace muy poco tiempo, ¿eso significaba que fui una esclava sadomasoquista?, y esa mujer... era alguien muy importante para mi, alguien por quien era capaz de dar mi vida, sin embargo ahora mi vida era distinta y ella no estaba en esta... aunque seguía pidiéndome que la encontrara, pero si era de mi vida pasada seguro que estaría muerta... a menos que... a menos que ella también hubiera reencarnado.
Mi cabeza daba vueltas, eran demasiadas cosas que asimilar... primero el hecho de que había vuelto de la muerte, aunque estaba en un cuerpo distinto, en una vida totalmente opuesta a la que viví, con familiares que no conocía, todo era nuevo y extraño y como si tener que acostumbrarme a eso no fuera suficiente, estaban esos extraños sueños pero sobre todo esa mujer que no dejaba de aparecer en ellos y pedirme que la encontrara, que volviera con a ella.
-¿Estás bien?- Me preguntó Kate al despertar.
-Sí, sí, solo tuve un sueño extraño- Contesté sinceramente.
-¿y de que se trataba?- dijo sentándose en el borde de su cama. Me quedé un poco en blanco ¿por qué le hablé del sueño? No podía decirle de que se trataba en realidad, ella no lo entendería, en realidad, ni yo lo entendía.
-emm... la verdad ya no lo recuerdo- mentí.
-pero si no lo recuerdas... ¿Cómo sabes que fue extraño?... Greta, somos amigas desde la secundaria, sabes que puedes decirme cualquier cosa- me dijo, lo cual me sorprendió un poco, nunca pensé que fuéramos amigas hace tanto tiempo, así que le dije una verdad a medias.
-solo eran imágenes sueltas, un bosque, una mujer y un café.
-bueno eso si que suena algo extraño- dijo.
-Sí, pero supongo que solo fue un tonto sueño, no es como si eso definiera el resto de mi vida, ¿verdad?- le dije aunque, de algún modo, sabía que era todo lo contrario.
-Claro, solo fue eso, un sueño nada más.
Pasado una semana ya tenía todo arreglado para volver a casa de los padres de Greta.
-Greta, Greta, ven rápido- dijo Kate en tono de urgencia justo cuando estaba a punto de irme.
-¿Qué pasa Kate? Ya me estoy yendo- contesté un tanto contrariada.
-Lo sé, pero te necesitamos urgente, solo será un momento- insistió.
-Bueno, ya que es urgente... - respondí con resignación.
-¡sí, vamos!- dijo, tomó mi mano y corrimos hasta el comedor, cuando llegamos ahí estaba la luz apagada y no se veía muy bien el interior.
-Kate... ¿de que se trata todo esto?, aquí no hay nada- dije un tanto molesta.
Entonces ella prendió la luz y un montón de mojas gritaron "¡sorpresa!" pude notar que habían varios snacks y bebidas sobre la mesa.
-No podíamos dejar que te fueras sin despedirte como corresponde- dijo ella con una sonrisa- me costó convencer a la madre superiora pero al final accedió a prestarnos el comedor un rato.
-vaya... gracias, en serio no me esperaba esto- dije algo avergonzada, al parecer Greta era muy querida en el convento, pero yo que apenas las conocía me sentía un poco incomoda con una despedida tan efusiva.
-Bueno, no podíamos dejar que te fueras sin despedirnos como corresponde.
-Gracias.
Nos quedamos ahí conversando y comiendo un buen rato, ya cuando llegó la tarde Kate y un par de monjas más me acompañaron hasta la casa de Greta.
La casa de Greta era muy grande, al parecer eran ricos, o al menos tenían muy buena situación, al llegar le pedí ayuda a Berta con mis maletas, así no tendría que preguntar donde estaba mi propia habitación. Una vez ahí me sorprendió mucho la decoración, no era lo que uno esperaría que alguien que fue monja. La habitación en si misma era enorme, Las paredes estaban con grafitis, había muchas hojas con dibujos a grafito pegadas encima de un escritorio negro, la cama estaba hecha y tenía un cubrecamas fucsia con rayas negras.
-No quisimos cambiar nada- me explicó Berta- está tal cual como la dejaste.
-Gracias ber... digo, Mamá- respondí, se me hacía tan raro llamar Mamá a esa desconocida, pero debía disimular... ¿Cómo iba a explicar que yo, una persona que murió hace 10 años, está ahora ocupando el cuerpo de su hija que había fallecido el mismo día que desperté del coma?, era demasiado difícil de explicar y, además, seguro me tacharían de loca, así que lo mejor sería mantener las apariencias mientras encontraba la forma de mantenerme yo mi misma.
-No es nada- respondió ella con una sonrisa- me alegra tenerte de nuevo en casa, después que tomaste tus votos casi no te veíamos, no me mal intérpretes, lo que hacías es maravilloso, pero mentiría si dijera que no te he extrañado.
Oír su confesión me rompió el corazón, sobre todo porque planeaba irme luego de ese lugar y no pensaba regresar, pero ¿Qué más podía hacer?, yo no pedí renacer en ese cuerpo, no era culpa mía que su piadosa hija muriera... sin embargo, no podía evitar sentir algo de culpa, o al menos lástima por ellos.
Empecé a acomodar mi ropa en los cajones y repisas, cuando llegué al closet me llevé una nueva sorpresa, tenía jeans rasgados, tops, poleras con mucho escote, chaquetas de cuero, medias de red, entre otras cosas, en definitiva era ropa muy atrevida, aunque no vulgar (al menos a mi parecer). "este sí es mi estilo" pensé con una sonrisa... al parecer Greta no era tan inocente como se podría pensar.