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Capítulo VIII
El novio
Benjamín Greene estaba adquiriendo su chaqué en una sastrería en la que solo los más ricos podían comprar sus atuendos de boda.
-Espero que se esmera me caso y debe ser el traje más caro y mejor diseñado de todos.
-Señor,-le respondió el sastre-sin duda este será el más distinguido créame.
Benjamín se recreaba ante el espejo mientras le tomaba medidas el sastre y pensaba en lo pobres que habían sido su madre y su difunto padre. Apenas tenían para mal comer y sus ropas eran de segunda mano, pero un día la fortuna llamó a su puerta al morir su tío, este le dejó una fortuna. Era como si los cielos mismos se hubiesen abierto. Él acrecentó aquella invirtiendo en bolsa y en productos financieros muy acertados. Ahora era el más rico de los que caminaban por Inglaterra. Lores y duques, sires y banqueros anhelaban ser sus amigos y relacionarse con él. Ni su falta de título nobiliario les impedía hacerlo. Aquel traje les hubiera dado de comer todo un año y no exageraba, le iba a costar al menos cuarenta mil libras. Contando por supuesto camisa, cinturón, zapatos y gemelos de diamantes. Iba a ser la boda más costosa de Inglaterra después de la de la reina misma. Iba a humillar a la nobleza de entre los que podría haber elegido marido Betsy, pero él se la había arrebatado era su trofeo. No consideraba el amor ni nada de esas sensiblerías que no daban de comer ni brillo a su estrella.
-Tenemos que convencer una vez estén casados a Benjamín para que nos ayude o estaremos en la ruina y en la calle en poco menos de un mes querida.
-Pues tendrás que ser muy humilde y asumir sus insultos de nuevo rico.
-Estoy dispuesto a todo con tal de mantener en nuestras manos el patrimonio familiar. Ternemos lo justo para pagar esta boda que no nos deberíamos permitir y después estaremos en la más absoluta ruina. Paséate por entre las damas nobles escucha y sonríe hazte la tonta y ve qué posibilidades tenemos de que inviertan en nuestro negocio algunos de sus maridos.
La madre de Betsy obedeció y con una copa de champán en la mano y un canapé de langosta en la otra se paseó delante de la duquesa de Cornualles que estaba en la sucesión al trono de Inglaterra. Sonrió e hizo una torpe reverencia.
-Señora, es un placer tenerla con nosotros-
-El placer es mío, esta boda es espectacular no me la perdería por nada del mundo. Además es relajante no tener que soportar los protocolos de la realeza que obligan a tantas servidumbres. Es como flotar en el aire.
-Gracias señora es hermoso saber que opina así.
-Por cierto su esposo tienen un imperio importante y tengo algunas libras para invertir, ¿cree que podría...?
-¡Oh sí, desde luego señora!, le hablaré a mi esposo de sus deseos, estoy segura de que se sentirá honrado detenerla como inversora.
La suerte sonreía a la madre de Betsy la conversación había sido escuchada, más bien espiada por varias damas que corrían a informar a sus maridos de ella. Nadie sospechaba en efecto que la ruina amenazaba a los padres de Betsy. Estaban a punto de solucionarlo sin saberlo. Aquella boda estaba siendo su salvación, cosa que no hubiese sucedido de haberse enlazado con un noble menor por su título.
La ceremonia iba a celebrarse en la gran capilla de la mansión, casi una catedral de lo grande que era. El arzobispo esperaba ensayando su discurso se ataviaba con la mitra cuajada de gemas que era para las grandes ocasiones y la casulla a juego. Con ellas podría comprarse una mansión. Los bancos estaban decorados con guirnaldas de flores lilas en concreto y el suelo recubierto de pétalos de rosas rojas. El órgano sonaba preparando la melodía de boda y Los ventanales dejaban penetrar la luz que se filtraba transformándose en vivos colores del arco iris.
La hora prefijada era ese día a las once de la mañana y el cielo estaba abriéndose como cumpliendo una orden del todopoderoso Benjamín Greene.
Un par de criados hicieron sonar el gran gong que anunciaba el inicio de la ceremonia. Todos fueron entrando en la capilla de la mansión, y acomodándose según su rango en el banco asignado previamente. El organista tocó una melodía muy conocida el para Elisa de Bethoven. Era música trivial para entretener mientras el novio llegaba. Éste hizo su aparición estelar seguido de diez caballeros de entre los nobles de más alto rango, todos de apellido de rancio abolengo. Eran sus caballeros de honor. Se situó en su lugar en el altar y esperó la llegada de la novia. Betsy fue anunciada por el organista con la melodía clásica para el evento. Seis damas nobles avanzaron dejando caer monedas de oro y perlas por el camino. Tras ellas llegaba la novia con un vestido de nueve metros de cola ribeteada por encaja de brujas y con un ramo de lirios en sus manos. Lucía una tiara de esmeraldas y diamantes herencia de sus ancestros. Era una estrella en medio de la nobleza inglesa. Caminó lentamente con elegancia y distinción y ascendió los tres escalones que le separaban del altar, para situarse ante el novio que la sonreía.
-Estás preciosa. -le susurró.
El arzobispo tosió dos veces para indicar que iba a dar comienzo la ceremonia y un silencio sepulcral reinó en la capilla. Ambos se miraron con deseo con amor no pronunciado y cuando dieron el sí quiero, se convirtieron en la pareja más rica y poderosa de Inglaterra. Salieron entre aplausos y arroz que volaba sobre ellos. Se sentaron en la mesa presidencial bajo la carpa, y sus invitados aún en pie se sentaron tras hacerlo los novios. Él discursó lo que había preparado y una ovación atronó el aire. Lel ágape discurrió con normalidad y los negocios que se hicieron arruinaron o enriquecieron a muchas otras familias que no se hallaban invitadas por no tener el nivel económico adecuado. Una limusina de color blanco esperaba a los novios que irían durante dos meses de luna de miel. Recorrerían la India, Nepal Y Jordania, visitando sus monumentos y disfrutando de si mismos.
Pero el destino les reservaba algo diferente y durante la luna de miel Betsy iba a ver el verdadero rostro de su esposo. Regresaron casi separados, pero Benjamín le ordenó no hacerlo si no quería que dejase en la estacada a sus padres. Los nobles habían invertido en el negocio de su padre por indicación suya y por ella le abandonarían de ordenarlo él. Betsy supo entonces que viviría en una jaula dorada de la que ya no saldría jamás. Era propiedad de Benjamín Greene. La mansión soñada el vestido de novia el amor, todo lo anhelado...se quedaba ahora en agua de borrajas. Pasaron los años tres en concreto y Betsy se quedó encinta, su marido esperaba al varón que heredaría su emporio, pero por el contrario tuvo una preciosa niña. Desde ese momento Betsy fue relegada al olvido y despreciada por completo por Benjamín Greene. La muerte había sido su destino, una muerte en vida. No supo reaccionar a tiempo y el instante pasó de largo para ella. Crió a su hija como el bálsamo que para ella era y se juró que no permitiría que le pasase lo mismo que a ella. La educó como una mujer que deseaba ser independiente, con ideas propias pero fingiendo lo contrario se ganó un oscar cada día de su vida.
Margot sabía que su padre no sentía nada por nadie que no fuese él mismo, quizás era una secuela de lo que había sufrido de niño, y ahora a falta de varón le pedía a ella que se encargase de sus negocios. Que ironía. Estaba decidida a visitarle en su despacho.
-Bien querida veo que has entrado en razón. Quiero decirte algo que te sorprenderá, deseo que te vayas preparando para llevar mis negocios, sé que eres mujer pero de seguro lo harás bien.
-Papá ¿estás seguro? Siempre te he escuchado menospreciar ala s mujeres y ahora...
-Mira hija eres la única heredera y debes hacerte csargo tú, lo demás ahora no importa.
-Ya veo...bueno tú me dirás que debo hacer.
-Tu madre te ha criado en contra de mis deseos como a una mujer moderna, independiente, sí, lo sé no soy tan tonto como pensáis. Pero ahora nos va a venir bien a ambos. Te voy a costar los lugares del mundo donde tenemos intereses, mira están puestas cruces rojas en ellos.
Margot miró el mapa y sus ojos se agrandaron, eran diecisiete países entre ellos EEUU. España, Francia, India, Italia...
-Vaya veo que te impresiona eso es empezar bien.
-Tenemos fábricas de productos manufacturados tales como ordenadores, lavadoras, misiles, radares militares...son nuestras y vendemos a las grandes potencias militares. Tienes que controlar la calidad de los productos para lo que tendrás un grupo de asesores militares y civiles. Los documentos en su mayoría son secretos y debes tener cuidado con a quien le dices qué. Tu madre nunca quiso involucrarse en contra de lo que crees que no se lo permití, y ahora verás la razón. No se hace una fortuna siendo sensiblero. Hay que pisotear a menudo a los rivales y hundirlos en la miseria.
Margot se fijó en que había unas cruces verdes y le preguntó qué significaban.
-Son las empresas que ya no existen, están absorbidas por la nuestra. Son ciento tres de ellas.
A Margot le impresionó pero no dijo nada, no deseaba desilusionarle tan pronto. Estaba a punto de ser la primera mujer todopoderosa de Inglaterra no era tan mala idea. Si su padre moría ella reorganizaría la empresa era demasiado grande y amenazaba con dividirse si no se tomaban mediadas pronto. Crearía tres empresas separadas y pon dría al mando a profesionales que las dirigiesen. Ella les daría el visto bueno tras confirmar sus decisiones. Se olvidó de momento de que su situación era en verdad la de un ave en jaula de oro. Ella se encargaría de cambiarlo.
Tomó la decisión de conspirar con su madre en secreto y que mejor que hacerlo tomando el té en su saloncito.
-Mamá, tengo que pedirte algunas cosas y espero que colabores, es lo que desea Papá. -le guiño un ojo en gesto de complicidad. - quiero que me ayudes con las inversiones en el extranjero te voy a crear un perfil como si fueses un ejecutivo de la empresa con poderes para ello. Te llamarás, Ashel Grey, dirigirás el sector inmobiliario en Francia, España, EEUU e Italia para empezar.
-Pero hija no se nada de esas cosas es tu padre quien...
Papá está fuera de juego temporalmente al menos y tengo un amigo que nos ayudará. Harold sabe mucho de estas cosas.
-Bueno será una experiencia nueva si me ayudas un poco claro.
-Te ayudaré un mucho créeme.
Las empresas de Benjamín Greene iban a conocer la mano de dos mujeres que se encargarían de llevarlas a su cima una vez más, aunque de momento nadie supiese de su existencia tan siquiera.
Los valores en bolsa comenzaron a subir y las acciones se revalorizaron extraordinariamente.
Harold decidió ir a por Margot y hablar con ella seriamente, tenían que saber de donde vinieron aquellas cartas misteriosas y ver como retomar su relación. Le pediría perdón y se humillaría si fuera preciso.
-Delan, tome las riendas-como si no las llevase ya-voy a recuperar a Margot.
Delan se llevó las manos a la cabeza y rogó a los dioses que triunfase en su propósito sino él estaría a cargo de todo para siempre y era una tarea terrible. Vio desde la ventana como arrancaba a toda mecha y salía disparado. Llegó a la mansión donde ahora vivía su ¿ex amor?, era fastuosa un par de guardias de seguridad le detuvieron ante la verja y la interrogaron.
-Soy Harold díganle a Margot Greene que soy Harold.
Los seguratas se marcharon dejándolo en la puerta y volvieron al rato.
-La señorita dice que debe seguirnos, le llevaremos a su despacho.
-Vaya tiene hasta despacho.
Harold les siguió hasta la escalinata principal y después a la tercera planta donde Margot trabajaba sin descanso ahora. Harold entró y los guardias cerraron tras de si la puerta de roble macizo.
-Veo que te va bien Margot, sin mi mucho mejor ¿verdad?, fui un tonto y un estúpido no supe reaccionar y ahora...
Margot se levantó rodeo la mesa y se le acercó.
-Cariño lo mejor de mi vida sigues siendo tú, y no renunciaré jamás a ti si me dices que me amas aún.
Harold dejó resbalar unas lágrimas de emoción y la abrazó entre te quieros repetidos y entrecortados.
-Necesito de tu cerebro además de tu corazón. Mi padre quiere que me haga cargo del emporio familiar y yo apenas sé nada de todo esto a pesar de fingirlo.