-No Rita, te lo suplico, cariño- había pasado sus nerviosas manos por el cabello- no me dejes, fui un tonto, lo sé. Cariño, he cometido errores pero te amo.
-¿Errores?, que no sepas mantener la bragueta en su lugar no es un error, eso se llama; traición Michaell, y yo no estoy dispuesta a tolerarlo, no soportaré ningún engaño, no pasaré por alto ninguna falta, porque no te he dado motivos para que me causes ésta herida. He sido tu esposa, tu amiga, tu compañera, tu amante, te he dado lo mejor de mí; mi tiempo, mis mejores años, mi amor, mi respeto, mi devoción. Ahora has arrojado todo a la basura.
-Rita. . .por Dios. . .
-No. Es irremisible Michaell, quiero el divorcio.
Después de tanto intentarlo Michaell cedió a darle el divorcio. Es más, aceptó un divorcio de mutuo acuerdo y amistoso, a cambio de la no revelación de su infidelidad. Luego de aquello vendió la casa, no soportaba tener que volver a ese sitio, ver aquella cama le causaba repulsión, deseaba comenzar una vida nueva y no quería nada de lo antiguo en ella.
Gillian y Connie, la ayudaron a vender la casa y hasta el auto, para luego buscar un apartamento, y un nuevo coche. Rita, se los agradeció, sintió que necesitaba comenzar desde cero.
Sus amigas eran adorables, Connie estaba un poco loca, pero eso la hacía más divertida. Amaba pasar tiempo con ellas. Su teléfono sonó sacándola de sus cavilaciones.
-Hola, guapa- respondió sonriendo.
-Cariño, estoy en busca de una buena amiga.
-Pues estás de suerte rubia, porque tienes dos- Connie rió feliz.
-En este caso te necesito a ti. Ya sabes que la pelirroja es una aguafiestas, conste que adoro a Gil, pero me desespera que sea tan calmada en todo.
-No puedes reprocharle su personalidad- le reprendió Rita.
-¡Le reprocho que se vaya siempre por lo seguro!
-No comprendo- Rita frunció el entrecejo.
-¡Gillian, tiene una cita!- gritó Connie desesperada.
-¡Eso es maravilloso!- Rita se sintió feliz.
-Oye nena, te digo que no lo es. Ha aceptado salir con el idiota de John. ¡Ese hombre es tan insípido, como una ensalada césar sin aderezo!
-Connie, por Dios. . .
-Connie, un cuerno, Rita. ¿Soy la única con sentido común?- su tono era exasperado.
-Puede que John, sea un buen chico- Rita intentó razonar.
-El chico trabaja en una aburrida biblioteca. ¡Ya es suficiente con que Gil se la pase pegada a los malditos libros todo el día!
-Oye rubia, cálmate.
-¡No!, ella necesita un hombre ardiente. Que deje de lado el idiota prototipo de príncipe azul, cursi y romántico.
-¡Son sus gustos, Cariño!
-No, es que es lo único que conoce. ¡Con un demonio Rita!
-Connie. . . - Rita rodó los ojos. Connie, podía ser tan exasperante.
-Es una romántica incurable. ¿ que no se da cuenta que si sigue así, saldrá lastimada?
-Es probable que. . .
-Al diablo con las probabilidades y las estadísticas, no estoy hablando de números- se quejó- solo te diré una cosa, ese chico es tan aburrido como una ostra. Y esos con cara de yo no fui, son los más peligroso. ¡Cómo que la haga sufrir y le doy un balazo!
-¡Hey, hey chica del lejano oeste!. . . guarda las armas, no puedes solucionar todo a punta de disparos.
-Pues mi pistola es la única que está de acuerdo conmigo. Ella no me cuestiona, solo obedece.
-Es porque no tiene cerebro, guapa. Hasta tu arma podría decirte que tus impulsos no te llevarán nada lejos. Quizás hasta termines presa.
-Eso es imposible cariño, mi papi tiene a los mejores abogados- respondió en tono autosuficiente.
-Connie. . .
-Ya basta. Gilliam, es la serena Rita, no yo. Ella es de las amigas que te aconsejaría calmarte. Yo soy de las que te ayuda a matar al infeliz y a esconder el cuerpo. Nada podrá cambiar eso- le sonrió y Rita suspira cansada.
-Tienes razón. No cambiarás.
-Por supuesto que no - le aseguró- Habla con Gillian, y asegúrate de que le informe al desabrido de John, que sé cómo ocultar un cadáver.
-¡Loca!- le dijo Rita sonriendo.
-Oye, guapa. Por cierto, ¿cómo está el mangazo de tu jefe?
-Connie, Connie, Connie. . .
-¡¿Qué?!, no soy Gillian, busco un hombre nena y ese Adam está como quiero. . .perdón, como quiere. Es un mangazo - estalló en carcajadas- quizás un día de estos le invite a salir.
-¡Atrevida!- no pudo aguantar la risa.
-Te juro de que me como a ese bombón, me lo como.- le aseguró
-Eres insoportable- rió.
-Rita. . . Gillian, desea que la ayudemos a escoger que ponerse para la cita de hoy, yo me he negado y. . .
-¿Tú qué?- le preguntó asombrada.
-Me he negado, nena- dijo despreocupada.
-No puedes hacerle eso a Gillian.
-Si puedo. Ese John, me cae en el hígado. Qué hombre tan huraño.
-Me interesa muy poco, John. Pero no puedes hacerle eso a Gillian, somos sus amigas.
-Y cómo amiga, sé que ese hombre no le conviene.
-¡Eso no lo decides tú!, entiéndelo Connie, es su decisión.
-Me pudre ése hombre, y tú te estás volviendo fastidiosa.
-Me importa poco. Vas a llamarla y a ofrecerle una disculpa. Ésta tarde iremos a su casa y la ayudaremos a prepararse para su cita.
-Pero. . .
-Nada de Peros, Connie. No dejaremos sola a Gillian, es mi última palabra.
-¡DEMONIOS RITA, A VECES TE ODIO!- gritó enfurecida.
-Lo sé- sonrió.
-No solo te llamaba por Gil, quisiera que este sábado de amigas, fuésemos a una nueva disco. . .
-No- la interrumpió- quedamos en sábado de casa y películas.
-Pero, Rita- gimió frustrada- quiero ir a bailar.
-No, no y no. Podemos ir la semana que viene. Además estoy sumamente agotada Connie, no tener asistente agota cada reserva de mi energía.
-Punto a mi favor, necesitas desestresarte y ¿qué mejor lugar que en una discoteca y muchos hombres?- le sonrió con picardía.
-No cambiaremos nuestros planes.
-Hoy estás insufrible, estás más mandona que mi madre- le dijo enfadada- No quieres ayudarme con Adam, te molesta lo que opino de John, me obligas a aceptar ayudar a Gil para la sosa cita y de paso me niegas una salida a la disco.
-Es que ya teníamos planes- dijo firme.
-¡Necesito buscar nuevas amigas!
-¡Dramática!
-Dile a Adam que te busque con urgencia una asistente o terminarás por perder una hermana- sin más le colgó la comunicación.
-Connie. . .Connie. . .- Rita se quedó mirando la pantalla del celular.
Lo dejó sobre el escritorio y se llevó ambas manos a la cabeza. Connie tenía razón, desde que se quedó sin asistente el trabajo se ha acumulado y la ha obligado a dedicar más horas a las cuentas. Amaba los números pero la verdad es que últimamente llegaba al apartamento con fuertes migrañas, se sentía agotada al extremo, su humor estaba cambiando, no podía seguir así.
-¿Un mal día?- levantó la cabeza y dirigió la mirada hacia esa ronca y profunda voz. Connie, tenía razón nuevamente, ese Adam era realmente atractivo. Un verdadero bombón como ella decía.
-Algo así. . .
-Creo que traigo noticias que lograrán alegrarte.