Puedo ver como sus ojos observan cada rincón de mi piso, cada mueble, cada aspecto y sé que no debe estar acostumbrado a esto. Si comparamos su piso con él mío claramente me encuentro en desventaja.
Él vive en un pent-house de ensueños, mientras que yo vivo en un piso que es del mismo tamaño que su habitación.
–Bueno, te escucho – hablo rompiendo el silencio.
Sus ojos rápidamente conectan con los míos y un escalofrío me recorre la columna. Aquellos ojos miel que me miran con un brillo que no logro descifrar, pero toda la expresión de su rostro indica preocupación.
–¿Hace cuanto vives aquí? – camina hasta sentarse en el sillón que se ve aun más pequeño de lo que es con él encima.
–Desde que entre a la universidad.
–¿Llevas viviendo tantos años aquí? – la cara de perplejidad no pasa desapercibida –. ¿Sola?
Inhalo hondo logrando que su aroma masculino llegue a mi nariz, perfume, quizás loción, pero un olor a menta y bosque que resulta realmente adictivo.
–Escucha sé que no es como el lugar donde tu vives, pero al menos es algo.
–No, no quería ofenderte – se estira para tomar una de mis manos entre las suyas –. Es solo que...no me gusta este lugar para ti, mereces algo mejor.
Observo detenidamente como su mano envuelve la mía, en como su pulgar acaricia suavemente el dorso de mi mano y como una extraña calidez se instala en mi cuerpo por su tacto junto a un extraño regocijo por cómo se preocupa por mí.
¿Así se siente el lazo?
–Lo sé, pero es lo que me puedo pagar.
–¿No te alcanza con lo que te pagamos? – curva sus cejas –. Porque podría aumentar tu suelo, podría...
–No es eso –lo interrumpo –. Simplemente debo pagar el préstamo que solicite para estudiar.
–¿Y tus padres? – ladea su cabeza hacia un lado viéndome con confusión –. ¿No te ayudan?
Me remuevo incomoda en mi lugar y aparto sutilmente mi mano de la suya, arrastro mis palmas por mis muslos aliviando un poco la tensión que la sola mención de ellos me ocasiona. ¿Cómo explicarle que para ellos nunca existí? Qué sus planes eran casarme para deshacerse rápidamente de mí, qué no me llaman nunca, que he logrado todo lo que he hecho hasta ahora por mérito propio porque mis padres ni siquiera asistieron a mi graduación del instituto.
–Es complicado – termino por responder y vuelvo a mirarlo –. Pero no es eso de lo que hablaremos ahora, sino del porque estás aquí.
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ERIC
Observo con atención sus lindos ojos, en como el gris se ve más intenso debido a la poca luz del lugar y mi mano aun siente la calidez de la suya como si aun la tuviera entre mis dedos acariciándola.
–Solo quería... explicarte, lo que paso en la oficina.
–¿Qué paso? –pregunta alzando una ceja.
–Ya sabes...
–La verdad no.
Un pequeño gruñido sale del fondo de mi garganta, ¿Por qué me es tan difícil hablar con ella? Joder, soy el dueño de una empresa, siguiente Alpha de mi manada, nunca he tenido problemas para entablar conversaciones o dar mis puntos de vista, pero con ella me vuelvo un cachorrito.
–No quiero que pienses que tengo algo con María – vuelvo a tomar su mano, necesito sentirla –. Admito que antes teníamos nuestros encuentros, pero desde que te conocí no ha pasado nada.
Su cabeza se ladea hacia un lado.
–¿Por qué me explicas eso? Puedes hacer lo que quieras.
–No, no es así.
–¿Ah no? ¿Por qué no? – pregunta confundida.
–Por que soy tuyo – bajo del sillón dejándome caer al lado de ella en el suelo –. Funciona así, una vez que te encontramos no hay nadie más.
Se queda callada por unos segundos, sus ojos no me miran, en cambio están mirando un punto fijo. Desvió mis ojos de ella para seguir su mirada y caigo en cuenta que observa un libro sobre la mesa.
–¿Qué es eso?
–Estuve leyendo – murmura soltándose de mi agarre para estirarse y tomar el libro –. Es un libro sobre ustedes, sobre hombres lobo.
Alzo ambas cejas impresionado, estuvo leyendo sobre nuestra especie.
–¿Crees que es porque nos quiera? ¿Y por eso se informa? – dice con entusiasmo Owen.
–¿De donde lo sacaste? – observo el encuadernado, dándome cuenta de que es un libro realmente viejo.
Se remueve inquieta en su lugar volviendo a conectar sus ojos grises con los míos.
–Tomás... lo dejo olvidado cuando terminamos y lo guarde.
–Muy bien – lucho contra los celos de escuchar como estuvo con él –. ¿Y qué averiguaste?
Me acerco más a ella con una emoción palpitando en mi pecho, quiero que me diga todo lo que ha aprendido, contestar sus dudas, formar parte de esto. Sé que ya sabe un poco sobre nosotros por el imbécil, pero recuerdo que me dijo que él no le había hablado mucho sobre el tema y yo planeo explicarle hasta el más mínimo detalle si así ella quiere.
–Bueno... hablaba sobre que son los compañeros – menciona abriendo el libro –. También sobre el lazo.
–¿Sí? ¿Y qué más?
Se vuelve a quedar callada unos segundos los cuales utilizo para contemplarla. Su pelo castaño cayendo sobre sus hombros, sus labios rosas, sus pestañas largas que adornan esos lindos ojos grises, su aroma a caramelo, las pequeñas pecas que asoman sobre su nariz, la suavidad de su piel. Joder, todo en ella me gusta.
Sea el lazo o no lo sea, no quiero que se vaya de mi lado.
Sé que mi actitud inicial fue un asco, que no la quería, que la hice sentir mal con mis palabras al decir que era humana, pero ahora la quiero. La idea de formar una familia nunca me intereso, pero me he visto a mí mismo pensando en niños corriendo por los pasillos del pent-house.
Niñas con sus mismos mechones castaños de ojos grises o quizás como los míos.
–También había información sobre el rechazo – contesta helándome la sangre y borrando todas las ilusiones.
Mi corazón palpita con más fuerza en mi pecho cuando conecta su mirada con la mía y la seguridad con la que dice las palabras me asusta.
–¿Sí? – trago saliva intentando aliviar el nudo que se formo en mi garganta –. Y... ¿Qué decía sobre eso?
–Explicaba como se realiza correctamente un rechazo – mueve las hojas hasta llegar a una donde el titulo en grande aumenta mi ansiedad –. Y bueno... estuve pensando sobre eso.
Vuelvo a tragar saliva con la opresión en mi pecho creciendo, ha pensado en rechazarnos, no nos quiere. Y se que es mi culpa, que mis actitudes iniciales llevaron a esto, pero tenía la esperanza de que pudiera arreglarlo a tiempo.
–¿Qué pensaste? – digo lo más calmado posible, intentando contener el temblor en mi voz.
–Bueno en eso – pasa sus delicados dedos por la hoja delineando las palabras –. En el rechazo, en que quizás deberíamos considerar esa opción.
–No, no, no, no puede rechazarnos –lloriquea Owen –. Es nuestra, es mía.
–¿Por qué quieres eso? – pregunto controlando el nudo de emociones instalado en mi garganta.
–Bueno porque... venimos de mundos distintos – responde sin apartar la vista del libro –. Además, tú lo dijiste, no quieres una compañera humana.
Diosa, si pudiera volver el tiempo atrás lo haría a ese preciso momento, cuando se me ocurrió decirle aquello. Me daría un golpe a mi mismo antes de siquiera abrir la boca y en ves de haber dicho eso la hubiera besado.
–Escúchame, no...
–Creo que es la mejor opción, dado que tu no me quieres – continúa hablando y la ansiedad crece descomunalmente en mi cuerpo –. Antes de que el lazo sea más fuerte para ambos.
–¿Para ambos? – pregunto interesado en esas últimas palabras.
Quizás no este todo perdido.
Sus mejillas se sonrojan sutilmente, sus manos se aferran al libro en sus manos y se niega a entablar contacto visual conmigo.
–Sí – responde dubitativa –. Creo que estoy comenzando a sentirlo, tu cercanía, tu aroma – sus ojos se elevan hasta dar con los míos dejándome ver esos posos grises llenos de emociones –. Cuando me tocas siento este... cosquilleo en todo mi cuerpo y no...
–¿No qué? – la ínsito a hablar acercándome un poco más a ella.
Sus piernas están cruzadas en forma de indio, lo que me permite abrir las mías y acércame dejándola entre ellas. Esta tan concentrada en verme a los ojos que no se ha percatado de la cercanía que poco a poco comenzamos a tener.
Su delicioso aroma me rodea aumentando mis palpitaciones al igual que su cercanía y puedo escuchar como su corazón late tan desbocado como el mío.
–No quiero sentir más – responde lanzando una pequeña apuñalada a mi corazón.
–¿Por qué no? – deslizo mis dedos por sus rodillas sobresaltándola.
–Acércate más, su aroma es delicioso – ronronea Owen.
–Por que cuando te aburras de mí, yo no podré controlar mis emociones, no soy tan fuerte – murmura con tristeza –. No podría soportarlo.
–Escúchame – me acerco más dejando su pequeño cuerpo envuelto por el mío, llevo una de mi mano a su nuca inclinando su rostro para que me mire –. Sé que fui un imbécil al inicio, que dije cosas las cuales me arrepiento completamente ahora, por que he hecho que dudes de ti misma – suelta un suspiro entre cortado cuando mis dedos acarician su cuero cabelludo –. Pero si me das una oportunidad para demostrarte que de verdad te quiero, te queremos... no te defraudaremos.
–No creo que...
–Solo... probemos ¿sí? – acerco mi rostro al suyo rozando nuestras narices –. Iremos a tu ritmo, haremos lo que quieras, pero no nos alejes, para nosotros ya es difícil estar lejos de ti, no soportaríamos si nos rechazas. No sin antes haberme dado una oportunidad de redimirme por lo que dije.
Me alejo un poco para admirar su rostro, sus ojos están cerrados y su ceño relajado. Su boca está un poco entreabierta mientras sus manos se aferran a la parte baja de mi camiseta. Mi cercanía le afecta, la nubla, no le permite hacer nada más que concentrarse en mí y sé que eso sucede porque a mí me está sucediendo exactamente lo mismo con ella.
–Déjame enseñarte mi mundo – hablo cuando me doy cuenta de que ella no dirá nada –. Mostrarte lugares increíbles – vuelvo a rozar nuestras narices acercándome tentadoramente a sus labios –. Demostrarte cuando podemos amarte, adorarte – beso la comisura de su boca –. Permíteme quererte, gozar de tu voz, de tu risa, de tus caricias, tus besos, permíteme disfrutar de todo aquello que puedas darme. Nunca he sentido esto que siento por ti por nadie más y quiero disfrutarlo – susurro contra su boca, admirando como se inclina sutilmente hacia la mía haciéndome sonreír –. ¿Me lo permites?
Muevo mis dedos en su nuca enrollando un par de sus sedosos cabellos entre mis dedos mientras me alejo un poco de su rostro esperando su respuesta.
Sus ojos se abren poco a poco dejándome ver esas hermosas pupilas dilatadas, sus manos no han disminuido la fuerza con la que se aferra a mi camisa y el amor que siento por ella crece a cada minuto en mi pecho.
–Sí – responde finalmente aliviando y disipando toda la angustia que seguía en mi pecho.
Relamo mis labios llevando mi vista desde sus ojos a su boca, con el deseo por besarla palpitando fuerte en cada poro de mi cuerpo.
–Gracias – dejo un casto beso nuevamente en la comisura de sus labios –. Muchas gracias.
–¡Sí! – aúlla de alegría Owen en mi interior –. Mía, solo mía.
Sus ojos me miran fijamente mostrando el poco amor que me debe tener reluciendo en ellos. No me he alejado de ella ni un centímetro, incluso creería que estoy más cerca. El deseo es palpable en el aire, su aroma extrañamente de ha vuelvo ligeramente más intenso de lo habitual y mis murallas de autocontrol no podrán resistir mucho más.
–¿Vas a besarme o no? – pregunta dejándome ligeramente impresionado.
Joder, he querido besarla desde que llegué.
–¿Me dejarás besarte? –pregunto llevando mi mano libre a su boca, delineando su labio inferior con el pulgar.
–Sí.
Una pequeña sonrisa tira de mis labios y mi agarre en su nuca aumenta.
Alejo mi dedo de sus labios y cuando abre la boca para hablar la callo cubriéndola con la mía. Un suspiro de placer sale de mi garganta cuando siento la suavidad de sus labios, en como su boca se abre inmediatamente dándome acceso a ella.
Nuestras lenguas se encuentran mandando un escalofrío a mi espalda y calidez a mi pecho. Sé que no la quería al inicio, pero carajo, ahora no la quiero lejos.
Owen ronronea con fuerza en mi pecho mientras nos besamos con intensidad, dejándonos claro que este es un nuevo inicio. Puedo sentir una de sus manos subir hasta ubicarse en el centro de mi pecho, aparta su boca de la mía logrando que un gruñido salga de mi garganta y una risa salga de la suya.
–¿Por qué vibras? – pregunta mientras lleno de besos la comisura de su boca y luego su mandíbula.
–Es Owen – bajo mis besos hasta su cuello logrando que se estremezca –. Esta contento porque aceptaste darnos una oportunidad.
–¿Está ronroneando?
–Sí, ronronea para ti.
Dejo un ultimo beso en su cuello y arrastro mi nariz por su piel inhalando su delicioso aroma. Vuelvo a quedar frente a ella admirándola, sus labios rojos y ligeramente hinchados y ese hermoso brillo que se encuentra ahora en sus ojos.
–¿Para mí? – pregunta con una bella sonrisa que planeo mantener la mayor parte del tiempo en su rostro.
–Solo para ti.
Y siempre será así.