Un Trato sin Amor
img img Un Trato sin Amor img Capítulo 4 Un Don Juan.
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Capítulo 6 Secreto. img
Capítulo 7 Sorprendidos. img
Capítulo 8 Burbuja de deseo. img
Capítulo 9 Celos. img
Capítulo 10 Tentación en la oscuridad. img
Capítulo 11 Reconocimiento. img
Capítulo 12 Principessa demone. img
Capítulo 13 Entonces juguemos... img
Capítulo 14 Susto de muerte. img
Capítulo 15 Declaración. img
Capítulo 16 Destinados. img
Capítulo 17 Experimentando sensaciones. img
Capítulo 18 Interrumpidos. img
Capítulo 19 Estar en sus zapatos. img
Capítulo 20 Almuerzo interrumpido. img
Capítulo 21 Loco impulso. img
Capítulo 22 Mala espina. img
Capítulo 23 Cumplir una promesa. img
Capítulo 24 Recuerdos. img
Capítulo 25 Lo que me pertenece. img
Capítulo 26 Acompañar a un amigo. img
Capítulo 27 Volcán en erupción. img
Capítulo 28 Nada que agradecer. img
Capítulo 29 Lío de faldas. img
Capítulo 30 El principio de la tormenta. img
Capítulo 31 Tragedia. img
Capítulo 32 Fuera de peligro. img
Capítulo 33 Rendir declaraciones. img
Capítulo 34 Reunión con el abuelo. img
Capítulo 35 Desconocida en casa. img
Capítulo 36 Lo hizo de nuevo. img
Capítulo 37 Ya sé lo que hiciste... img
Capítulo 38 Un completo desastre. img
Capítulo 39 Encuentro inesperado. img
Capítulo 40 Detente mujer del demonio. img
Capítulo 41 Un viejo amigo. img
Capítulo 42 Ultimátum. img
Capítulo 43 Gracias por aceptar. img
Capítulo 44 Cada día de mi vida. img
Capítulo 45 En medio de la nada. img
Capítulo 46 Una declaración. img
Capítulo 47 Promesas silenciosas. img
Capítulo 48 Despertar. img
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Capítulo 4 Un Don Juan.

Bastian

No voy a negar que soy un hombre arrogante y prepotente. Siempre obtengo todo lo que quiero a como de lugar.

Desde que vi a esa chica en el hospital no he podido sacarla de mi mente.

Puede parecer absurdo, pero es la primera vez que siento esta extraña sensación al estar cerca de una mujer como ella. No es nada diferente a otras, es solo que tiene un no sé que difícil de explicar.

Desde hace años he tenido contacto con todo tipo de mujeres, solteras, casadas, viudas, millonarias, meseras, en fin no tengo ningún tipo de prejuicio. Las mujeres son una maravillosa e irresistible tentación. Con todas solo han sido encuentros de una noche. Algo que les dejo claro desde la primera vez y tengo por regla no repetir.

Sé que estarán pensando que soy un puto, pero tengo que aprovechar las oportunidades que presenta la vida. También soy un hombre muy responsable, me cuido para prevenir una enfermedad y es por ello que mantengo cajas de preservativos tanto en la oficina como en el carro. En caso de que sé de alguna oportunidad ya estoy preparado.

Esto es algo que tal vez no venga al caso, pero no puedo evitar sentir esto tan extraño. Su altanería y la forma en que se enfrenta a mí me hace saber que es una pequeña fiera que debe ser domada. Y el que se va a encargar de esa tarea seré yo.

Desde que ingresé al ascensor y la perdí de vista, lo único que pasaba por mi mente era volverla a ver, pero estaba casi seguro que no podría tener nuevamente esa oportunidad.

Nuevamente, el destino me sorprendió al ponerla nuevamente en mi camino. Verla hablar placidamente con una mujer que pienso ha de ser su madre hizo que los latidos de mi corazón se incrementaran.

Para no aparecer y asustarla o hacerla pasar un mal rato, preferí seguir mi camino y terminar con un pendiente mientras mi abuelo me esperaba.

El rato pasó y cuando quise regresar por desgracia ella no estaba en donde la había dejado. Tal vez fue por haber entrado por otra puerta, fue que no me la crucé en el camino.

Dejo esos pensamientos a un lado y camino en dirección a los sanitarios para lavarme las manos antes de sentarme al lado de mi abuelo a tratar negocios.

Al salir tropiezo con alguien y me llevo una gran sorpresa al encontrarme con la tormentosa mujer nuevamente.

«Creo que esto ha de ser una gran señal y no voy a perder la oportunidad de probar esos deliciosos labios que incitan a pecar»

No quiero ser prepotente, pero mi forma de ser no lo puede evitar y de mis labios salen esas palabras llenas de arrogancia.

-¿Otra vez tú? -pregunto enarcando una ceja con la arrogancia que me caracteriza.

Como lo esperaba la muy malcriada responde y sin poderlo evitar la callo con un beso deseando que este se prolongue, pero es ella quien se separa y me da la cachetada que estaba esperando, pero que no me importó.

Me arriesgué a eso con tal de probar esos deliciosos y suaves labios. Lo último que dice antes de perderse por el pasillo es que soy un imbécil. Sonrío por lo que acaba de pasar y sin poderlo evitar paso mi dedo pulgar por mis labios degustando el beso robado.

Fue una lástima que no pude profanar su boca con mi lengua e intensificar ese beso, pero si la vida me lo permite y me da otra oportunidad no voy a desperdiciar el momento y la besaré como tanto deseo.

Con ese pensamiento sigo mi camino y voy en dirección donde se encuentra mi abuelo tomando asiento frente a él.

-¿A qué se debe tanta felicidad? -pregunta desconcertado al verme sonreír.

-No es nada abuelo. -miento porque no quiero darle explicaciones de mi vida-. Mejor vamos a aprovechar el tiempo y hablemos de los nuevos proyectos.

Al darse cuenta de que no va a obtener ninguna respuesta decide dejar el tema así y comenzamos a tratar los nuevos proyectos y uno de ellos es patrocinar un nuevo proyecto para el Hospital que visitamos en horas de la mañana.

Busco en mi auto el portafolios. Al llegar nuevamente a la mesa me doy cuenta de que mi abuelo se encuentra muy entretenido hablando por celular. Por sus gestos puedo darme cuenta de que no le gusta lo que está escuchando.

Me siento en la silla y al poco rato una hermosa chica se acerca para traer los cafés que se habían pedido con anterioridad.

Cuando coloca las tazas sobre la mesa puedo darme cuenta como una de sus manos tiembla y sus mejillas se sonrojan. Sin querer derrama un poco de café sobre la mesa.

-Lo siento, no fue mi intención. -se disculpa mientras trata de limpiar con una servilleta.

Mi Don Juan interno hace acto de presencia y entonces poso mi mano sobre la de ella sintiendo como se estremece ante mi toque.

-Tranquila, un accidente le pasa a cualquiera. -le guiño un ojo provocando que sus mejillas se tornen de un color carmesí-. Déjalo así.

-No, es que...

No sigue hablando porque la fuerte voz de mi abuelo la interrumpe.

-Siga con su trabajo y no se preocupe. -dice tajante con una expresión de molestia en su rostro-, ahora si nos permite tenemos cosas que hacer.

La chica huye despavorida. No entiendo la actitud de mi abuelo, en realidad no doy crédito a su comportamiento, pero tampoco voy a juzgar su actuar.

-¿Podemos comenzar? -limpio una pelusa imaginaria de mi saco.

-¿Será que algún día vas a sentar cabeza? -toma un sorbo de su café-. Mira que no estás para seguir de Don Juan.

Enarco una ceja ante su comentario, no sea que se debe su actuar.

-Debo disfrutar de la vida y no tengo pensado formar un hogar por ahora ni en un futuro. -me reclino en mi asiento cruzando mi pierna sobre la otra-. Además, hay que disfrutar de los placeres de la vida.

Se queda en absoluto silencio y creo que si las miradas mataran, ya estuviera muerto desde hace mucho tiempo.

Saco del portafolios un folder con toda la documentación requerida para el estudio del nuevo proyecto. Uno a uno vamos leyendo la información que nos suministró el director médico.

El tiempo pasa y finalmente llegamos a una conclusión, vamos a ser los benefactores sin lucro de este proyecto.

            
            

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