La crisis matrimonial: ¿es el amor una trampa?
img img La crisis matrimonial: ¿es el amor una trampa? img Capítulo 4 Una figura perfecta
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Capítulo 13 Perdiendo su castidad img
Capítulo 14 El hombre con el que se había acostado img
Capítulo 15 La dura realidad img
Capítulo 16 Sigo siendo su esposa img
Capítulo 17 El día de la exposición img
Capítulo 18 Un accidente img
Capítulo 19 Lastimaste a una mujer embarazada img
Capítulo 20 Una pelea violenta img
Capítulo 21 Le pedí que te lo diera img
Capítulo 22 Firma los papeles img
Capítulo 23 Las noticias de última hora img
Capítulo 24 Hay una manera img
Capítulo 25 Hacer público el matrimonio img
Capítulo 26 De repente, Leona era la señora Hayes img
Capítulo 27 Leona es mi esposa img
Capítulo 28 Asistiendo a una fiesta con él img
Capítulo 29 ¿Acaso cambiaste de opinión img
Capítulo 30 No puedo dejar que Elmer se entere img
Capítulo 31 La Leona nauseabunda img
Capítulo 32 No lo iba a hacer por el momento img
Capítulo 33 Primero la bondad y luego el dolor img
Capítulo 34 Mantener en secreto el embarazo img
Capítulo 35 Su negativa img
Capítulo 36 ¿Le importaba img
Capítulo 37 ¿Quién es molesto img
Capítulo 38 Podía estar en peligro img
Capítulo 39 Estaba embarazada img
Capítulo 40 El secreto de Leona img
Capítulo 41 No se ha invitado a ninguna extraña img
Capítulo 42 ¡Qué vergüenza! img
Capítulo 43 No mereces amor img
Capítulo 44 El verdadero hijo de la familia Hayes img
Capítulo 45 Trátala bien img
Capítulo 46 Tenía que cuidarla bien img
Capítulo 47 De tal palo, tal astilla img
Capítulo 48 El silencio valía más que mil palabras img
Capítulo 49 Un momento de calidez img
Capítulo 50 La amenaza del suicidio img
Capítulo 51 Nuestro hogar img
Capítulo 52 Desconfianza img
Capítulo 53 Espero que les gusten estas cosas img
Capítulo 54 La perdición de la familia Barnes img
Capítulo 55 Nunca debió haber nacido img
Capítulo 56 ¿Cuánto tiempo quieres abrazarme img
Capítulo 57 Llevaban mucho tiempo sin verse img
Capítulo 58 Te enseñaré en el futuro img
Capítulo 59 Él era su protector img
Capítulo 60 El punto débil de Elmer img
Capítulo 61 Compartieron el baño img
Capítulo 62 Si no me quieres dejar, entonces no lo hagas img
Capítulo 63 Tengo que ir img
Capítulo 64 La Aurora desaparecida img
Capítulo 65 Vacío img
Capítulo 66 No son dignos de confianza img
Capítulo 67 Es mi nuera img
Capítulo 68 Un padre codicioso img
Capítulo 69 Rechazándola img
Capítulo 70 Aprende de tu hermana img
Capítulo 71 Ven conmigo img
Capítulo 72 Las sobras de Aurora img
Capítulo 73 Confía más en mí img
Capítulo 74 Algo grande está por suceder img
Capítulo 75 No estaba embarazada img
Capítulo 76 Un regalo de Aurora img
Capítulo 77 Los controles prenatales img
Capítulo 78 Darle las acciones al bebé img
Capítulo 79 Sin saber qué hacer img
Capítulo 80 Doris fue ignorada img
Capítulo 81 Disputa img
Capítulo 82 La última oportunidad img
Capítulo 83 Alfie lo sabía img
Capítulo 84 No quise ocultarlo img
Capítulo 85 Leona se quedó atrás img
Capítulo 86 El plan de Aurora img
Capítulo 87 Por favor, créeme, Elmer img
Capítulo 88 La inocente img
Capítulo 89 Confianza img
Capítulo 90 Acuerdo de divorcio img
Capítulo 91 No te preocupes img
Capítulo 92 Desaparecido img
Capítulo 93 Renuncia a Elmer y cásate conmigo img
Capítulo 94 Los celos de Elmer img
Capítulo 95 Es hora de que me pagues img
Capítulo 96 Matar dos pájaros de un solo tiro img
Capítulo 97 Quería oírla gritar img
Capítulo 98 Fuera de control img
Capítulo 99 Humillación img
Capítulo 100 Furia img
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Capítulo 4 Una figura perfecta

El repentino estallido de ira de Alfie asustó tanto a todos los sirvientes que se encontraban a su lado, que ninguno de ellos se atrevió siquiera a hacer ni un mínimo sonido.

Tras ello, Elmer dejó su tenedor y respondió casualmente: "Lo entiendo".

"¡Tú! Cof... Cof".

La actitud indiferente de su nieto no hizo nada más que enfurecer por completo al anciano, quien se agarró el pecho y empezó a toser.

"¿Te encuentras bien?", preguntó Hilda, que le pasó al hombre mayor un vaso de agua y miró fríamente a Elmer para agregar: "Cállate ahora mismo. No digas nada que pueda disgustar más a tu abuelo".

Por otro lado, Leona palmeó la espalda de Alfie para ayudarlo a respirar mejor mientras intentaba calmarlo con una voz muy suave: "Abuelo, por favor, no te enojes. Elmer de verdad me trata muy bien. De hecho, ayer él celebró mi cumpleaños conmigo".

Al pronunciar esas palabras, la chica le guiñó un ojo a Elmer.

Ella estaba haciendo todo lo posible para persuadir al anciano. Su sonrisa era suave y dulce, y sus hoyuelos se mostraban de esa manera.

Después de haber estado casada durante un año, ella había desarrollado las habilidades de ser una pacificadora para su marido.

En ese momento, Elmer estaba totalmente hipnotizado por su sonrisa.

Él estuvo en ese estado durante mucho tiempo, antes de mirar hacia otro lado y decirle a su abuelo: "Sí, así es. Volví para celebrar con ella".

"¡Olvídalo!", espetó Alfie mientras agitaba su mano. "Ahora voy a ir arriba y descansaré un poco".

Aunque sus ojos comenzaban a verse un tanto caídos, la forma en que miraba a su nieto todavía era aguda. "Es muy raro que Leona venga hasta aquí", comentó él. "Por lo tanto, ustedes dos pueden pasar la noche. ¿Tienes alguna objeción ante eso?".

Elmer tan solo asintió y no dijo nada más.

Posteriormente, con la ayuda de una criada, Alfie subió las escaleras.

Poco tiempo después, Hilda se limpió la boca con gracia, se puso de pie y también se fue.

Mientras tanto, Leona siguió a su esposo a la habitación del segundo piso, la cual había sido el dormitorio de él antes de mudarse.

Desde que se casaron, la joven había estado viviendo en Villa East Lake, así que nunca había pasado la noche en la vieja mansión.

Cuando Leona vio el interior de la habitación, se dio cuenta de que su estilo tenía el mismo ambiente antiguo que tenía la mansión.

A pesar de que los sirvientes habían mantenido la habitación limpia, era evidente que nadie había estado allí durante mucho tiempo, pues el aire allí dentro estaba bastante viciado, lo que hizo que la chica arrugara la nariz.

No fue hasta que entró Elmer que Leona percibió su aroma familiar, cosa que la hizo sentir a gusto de inmediato.

Una vez que cerró la puerta, el hombre se sentó en la silla y estiró sus largas piernas. Tras ello, saludó a Leona.

"Ven aquí", le dijo.

Bajo la tenue luz, él estaba mirándola de manera significativa.

Repentinamente, un escalofrío recorrió la columna vertebral de la joven.

De alguna manera, ella sintió que algo iba a suceder.

"¿Qué vas a hacer?", preguntó ella con voz temblorosa.

"¿Acaso el abuelo no me pidió que te prestara más atención? Ven ahora mismo y desabrocha mi camisa".

Su voz sonaba un poco perezosa mientras que él se apoyaba en el respaldo de la silla, y su camisa estaba metida dentro de sus pantalones, delineando sus músculos. Se veía sexy y relajado al mismo tiempo, lo cual era muy distinto a su semblante frío normal.

Al tiempo que Leona lo miraba fijamente, podía sentir que su corazón latía cada vez más rápido, pues su mera presencia la hacía sentir encantada.

Segundo más tarde, ella se acercó y, uno por uno, desabrochó los botones de la camisa de su esposo. Por cada botón, una parte de su piel se dejaba al descubierto frente a ella. Por lo tanto, la chica no tardó mucho en ver sus abdominales.

La mitad de los botones estaban desabrochados, pero la cara de Leona ya estaba completamente roja.

De hecho, tenía dificultad para respirar, como si el aire a su alrededor se hubiera acabado. El sudor estaba empezando a formarse en su frente a medida que la temperatura a su alrededor parecía haber aumentado.

Mientras continuaba desabrochando los botones, su delgada muñeca fue agarrada por una gran mano repentinamente.

"¿Aún quieres continuar?", le preguntó Elmer en un tono burlón. "¿Acaso mi cuerpo es tan atractivo?".

Siguiendo la dirección de su mirada, Leona vio sus músculos abdominales bien formados. Había que admitir que su esposo tenía una figura perfecta.

No fue hasta ese instante que ella salió de su meditación y retiró la mano, como si acabara de recibir una sacudida eléctrica, a la vez que su rostro se había puesto más rojo.

"¡No, no!", gritó ella, sacudiendo la cabeza.

En ese instante, Leona se dio la vuelta y quiso salir corriendo. Sin embargo, no esperaba que su esposo la agarrara por la cintura y la rodeara con sus brazos.

"¿Realmente estás diciendo que mi cuerpo no es atractivo?", se burló él de nuevo.

Tras ello, le tomó la mano y la colocó a la fuerza alrededor de su cuello.

Su voz era baja y ronca, y aunque era su tono normal, había algo particularmente encantador en la manera de que estaba hablando.

Tan pronto como lo escuchó, Leona sintió como si una corriente recorriera sus nervios, entumeciendo su cuerpo por completo.

            
            

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