Atracción Mortal.
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Capítulo 5 5

CAPITULO 5

Luego de haber despertado en la madrugada a causa de esa rara pesadilla, me costó trabajo poder conciliar el sueño de nuevo, pero gracias a que Alexander me levantó a tiempo pude llegar a la universidad sin retrasos.

-¿Dormiste bien? Estás muy pálida, hermanita. -Había dicho antes de que nos fuéramos. No quise preocuparlo y, en su lugar, respondí que me había desvelado por terminar la tarea.

En clase de física tenía unas ganas inmensas de golpear la cabeza contra la pared. Conseguir el valor del exponente x no me importaba en absoluto. Habían pasado varios minutos mientras anotaba lo que había en la pizarra, cuando Jordan apareció en la puerta.

-Disculpe profesora, el director solicita la presencia de Emily Brown en su oficina -dijo, entregándole un papel que daba credibilidad a sus palabras.

Ella asintió y me dio permiso de salir. Sin tener la mínima idea, me levanté de mi lugar con el ceño fruncido mientras mis compañeros me miraban con intriga.

Jordan me esperaba con las manos ocultas en los bolsillos y, en silencio, avanzamos por los pasillos.

¿Por qué de tantos estudiantes en Varsity tuvo que ser exactamente el amigo de Max quien me sacara de clase?

Jordan era reservado y distante. Desde el primer día fue discreto con respecto a sus amistades. Y desde que Max ingresó, ellos se convirtieron prácticamente en hermanos, lo cual llamó la atención de las chicas. No las culpaba. Jordan tenía el cabello castaño, ojos grises y un cuerpo delgado con hombros y espalda estrecha. Lo miré de reojo y localicé el piercing en su ceja izquierda que lo hacía ver interesante. Me pregunté cómo era su amistad entre él y Max. ¿Serían ambos agresivos con todo el mundo que intentara relacionarse con ellos?

Dejé de cuestionarme cuando me descubrió mirándolo. Sonrió, y yo volví la vista al frente con el rubor en mis mejillas. Estar a su lado me hizo recordar que había sido llamada por el director Levinson. ¿Para qué razón necesitaba estar en su oficina? El único problema en el que había estado involucrada fue la discusión con Max, pero no tenía sentido hablar sobre ello cuando había pasado tres días del incidente.

Cruzamos los pasillos y me di cuenta de que estábamos dirigiéndonos hacia el patio trasero de la cafetería. Me detuve abruptamente y me tensé. La oficina estaba enseguida del salón de Artes, y ahora mismo nos encontrábamos en el lado opuesto de esa dirección.

-Sígueme -ordenó suavemente cuando dejé de caminar.

-¿En dónde está el director? -pregunté, abrazándome a mí misma como señal de nerviosismo.

-En su oficina -respondió con tranquilidad. Con eso confirmé que había mentido.

-¿Y a dónde vamos?

-Afuera.

Pasé saliva y di un paso atrás.

-No tengo nada que hacer afuera. Y si me disculpas, me voy a clase.

Retrocedí, y en el instante que di la vuelta me sujetó del brazo.

-Acompáñame -susurró entre dientes.

Medité rápidamente que tenía la opción de gritar, pero eso lo alertaría a callarme y llevarme contra mi voluntad. Además, estábamos solos y eso era una ventaja para él.

-Está bien -respondí, manteniendo la voz firme.

Aflojó su agarre y me soltó con un asentimiento. Me dio la espalda y aproveché la oportunidad para girar sobre mis talones y huir. Salí de la cafetería y corrí por los pasillos como si estuviera siendo perseguida. Con la respiración agitada y los nervios de punta, regresé al salón. Tomé asiento, manteniéndome en calma y segura. La profesora Leyva no sospechó nada y continuó revisando apuntes. Kim, por otro lado, me miró confundida y preocupada seguramente preguntándose qué me pasaba.

En el almuerzo Kim y yo nos reunimos con Claire en la cafetería. Hasta el momento ella no ha presionado sobre Jordan. Algo de lo que estaba agradecida porque aún seguía asimilando lo ocurrido.

-Les tengo una noticia -dijo Claire cuando llegamos a la mesa.

-¿Cómo le haces para conseguir chismes tan rápido? -se burló Kim mientras le daba una mordida a su manzana.

-Tengo mis contactos, querida -se defendió, con una sonrisa llena de orgullo.

-Bien, ¿cuál es la noticia? -pregunté.

-Me acabo de enterar que ingresará un nuevo estudiante-dijo alegremente.

¿Otro? Con Max era suficiente, pensé.

-¿En serio? Espero que sea una chica -comentó Kim-, así podemos integrarla en nuestro círculo.

Claire negó la cabeza.

-Siento decepcionarte, pero es un chico.

Una vez más, me repetí mentalmente: ¿Otro? Con Max era suficiente.

-¿Cómo lo sabes? -exigí antes de probar mi sándwich de queso.

-Me ofendes, Emily -contestó con cierta arrogancia-.

Como había dicho, tengo mis contactos.

-Imagino que escuchaste alguna conversación ajena -dije, sabiendo que a ella le encantaba agrupar información de los demás.

-Algo así, pero les aseguro que mis fuentes son efectivas.

-Solo es cuestión de esperar hasta el lunes para conocerlo

-aclaró Kim, jugando con la pajilla de su limonada.

-Esperemos que no sea como Max -comenté, sintiendo un estremecimiento. Lo menos que necesitaba en estos momentos era otro chico problema.

-Si tiene la misma actitud -dijo Claire-, no dudará en unirse con él junto con Jordan y se convertirán en los tres fantásticos.

Kim frunció el ceño.

-¿No son los cinco fantásticos?

Rodeé los ojos conteniéndome a decir que eran cuatro, y sin tener precaución de lo que hacía, miré a Max y Jordan desde la mesa de la esquina. Me era extraño ver a Max después de haberlo visto en mi pesadilla. Había sido tan real que me llenaba de dudas. Era ridículo pensar que él podía aparecer en mis sueños. Con respecto a Jordan, estaba indecisa. Pensé que me molestaría por no haberlo seguido afuera de la cafetería, sin embargo, se limitó a actuar como si nada hubiera sucedido. En conclusión, ambos eran extraños.

Mientras los observaba vi a Jordan inclinarse sobre la mesa y le dijo algo a Max, quien a su vez, miró sobre su hombro hasta que nuestros ojos se conectaron.

-Iré a pedirle los apuntes de Historia a Marlen. -Me volví al escuchar la voz de Claire y se levantó con una sonrisa-, y de paso saludo a Alexander.

-¿Qué hiciste ahora?

Dejé de mirar por donde Claire se había marchado y miré el rostro preocupado de Kim.

-¿A qué te refieres?

-Jordan y Max te están mirando. Mastiqué el trozo de bocado y pasé saliva.

-¿En serio? -Mi cuerpo se tensó mientras me removía en mi lugar.

-Jordan ya volvió su atención al teléfono, pero Max sigue mirando -susurró, observando discretamente detrás de mí-.

¿Me dirás que sucedió cuando Jordan te sacó de clase?

Suspiré, negándome a mentir.

-Tenía la intención de llevarme afuera de la cafetería.

-¿Para qué?

Eso era lo que yo me preguntaba.

-No tengo idea. -Me encogí de hombros.

-Vaya, eso es muy raro. -Se quedó pensativa-. Recuerda que en la última hora compartes clases de Artes con él, así que ten cuidado.

-Mierda -murmuré, queriendo golpearme la frente.

Podía faltar a la clase. Era la opción más viable que tenía, pero mis calificaciones en la asignatura eran bajas y no quería que mi promedio se viera afectada por esa razón. Básicamente, estaba obligada a asistir.

La campana ya había sonado. Kim y Claire decidieron acompañarme ya que el aula de Artes estaba a unos metros de su clase de Historia. Kim me recordó que nos veríamos en la salida antes de que ellas continuaran su camino por los pasillos.

Dadas las circunstancias, tenía pensado sentarme en la primera butaca que estaba cerca de la puerta, pero desgraciadamente ya estaba ocupada. Así que tuve que dirigirme a una de las mesas del fondo. Estaba tranquila mientras sacaba los apuntes, pero comencé a sentirme nerviosa cuando Jordan apareció. Ignoré su presencia y para ello me dispuse a dibujar garabatos en el cuaderno. Me di cuenta de que se había sentado en la butaca de al lado e intenté permanecer indiferente durante la clase.

El profesor nombró las nacionalidades de los pintores famosos y fue escribiéndolos en la pizarra seguido de una breve explicación. Iba anotando lo importante cuando tuve la sensación de estar siendo observada. No era necesario buscar al responsable porque sabía que se trataba de Jordan. Aún así quise comprobarlo.

Volteé la cabeza hacia a él y mi respiración se detuvo momentáneamente cuando confirmé que me miraba con atención. No rompí el lazo de nuestras miradas, sin embargo. Quería demostrarle que no me intimidaba, pese a que por dentro sentía un nudo de escalofríos. Además de que estaba enfocada en el color de sus ojos. Era una combinación entre un color gris y castaño, no estaba segura.

Después de unos minutos, me sobresalté cuando el profesor mencionó mi nombre.

-¿Tiene algún problema, señorita Brown? -Su rostro se arrugó aún más al fruncir el ceño.

Genial. Ahora todos me miraban como bicho raro.

-No -dije, sintiendo el calor en mis mejillas-, lo siento.

-Ponga atención, entonces. -Siguió escribiendo en la pizarra, y por el rabillo del ojo vi a Jordan sonreír.

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La vida de Leonardo da Vinci fue interrumpida por el timbre de salida y fue reemplazada por palabras de felicidad de mis compañeros. Los viernes eran como el día de celebración para todos.

-Claire me avisó que este fin de semana la pasará en casa de su abuela. -Kim apareció a mi lado al momento en que empecé a guardar los libros-. Así que no la veremos hasta el lunes.

-Entonces... -cerré el casillero y me volví hacia a ella-, ¿la noche de chicas se cancela?

-Lo dejaremos pendiente.

Suspiré y avanzamos por el pasillo tratando de sobrevivir a los estudiantes que se veían ansiosos por salir. Mientras encontraba un espacio para seguir mi camino, un hombro chocó con el mío y por poco se me caía la mochila.

-Perdón.

Escuché la voz de Jordan y antes de que pudiera reaccionar lo perdí de vista. Bueno, por lo menos se había disculpado. Kim ni siquiera se dio cuenta de su presencia ya que estaba ocupada apartando a los demás con protestas de: «mueve tu trasero y camina».

En el estacionamiento, llevé a Kim con Claire y me despedí de ellas. Alexander no estaba cuando llegué a la camioneta, por lo que decidí esperarlo recargándome en la puerta del pasajero. Para entretenerme, saqué los audífonos y me relajé escuchando My Immortal de Evanescence. Estaba empezando a tararearla, pero las palabras se quedaron en mi boca cuando a lo lejos encontré a Max montado en su Harley, mirándome fijamente. Encendió un cigarrillo y después de expulsar el humo, sonrió como si estuviera despidiéndose... pero despidiéndose de verdad.

                         

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