Tiempo De Morir
img img Tiempo De Morir img Capítulo 1 Cada Día Es Lo Mismo
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Capítulo 6 Los Secretos img
Capítulo 7 Las Malas Noticias img
Capítulo 8 Los Remolinos img
Capítulo 9 Las Discordias img
Capítulo 10 La Carta img
Capítulo 11 La Visita img
Capítulo 12 Citas Y Encuentros img
Capítulo 13 Sentimientos Encontrados img
Capítulo 14 El Primer Paso img
Capítulo 15 Emociones img
Capítulo 16 Sutilmente img
Capítulo 17 Encuentros img
Capítulo 18 Los Ahnelos img
Capítulo 19 Todos Los Sentimientos img
Capítulo 20 Nuevas Cosas img
Capítulo 21 Citas Y Desaires img
Capítulo 22 Entre Verdades img
Capítulo 23 Las Confrontaciones img
Capítulo 24 Las Nostalgias img
Capítulo 25 Las Malas Noticias img
Capítulo 26 Verdad Y Crueldad img
Capítulo 27 Nada Que Decir img
Capítulo 28 Los Inesperados Giros img
Capítulo 29 Las Tormentas img
Capítulo 30 Sorpresas img
Capítulo 31 Los Remolinos img
Capítulo 32 Sin Libertad img
Capítulo 33 Fuertes Brisas img
Capítulo 34 El Descanso img
Capítulo 35 La Fresca Brisa img
Capítulo 36 El Esperado Momento img
Capítulo 37 Miles De Detalles img
Capítulo 38 Nunca Es Tarde img
Capítulo 39 Entre Buenos Y Malos img
Capítulo 40 Entre Las Sombras img
Capítulo 41 LLuvias Ligeras img
Capítulo 42 Miedos Latentes img
Capítulo 43 Visitas Inesperadas img
Capítulo 44 Cuestión De Vida img
Capítulo 45 Intenciones img
Capítulo 46 El Pasado Presente img
Capítulo 47 Un Día Gris img
Capítulo 48 Boda Y Partida img
Capítulo 49 Las Aguas Revueltas img
Capítulo 50 La Verdad Duele img
Capítulo 51 Entre Sentimientos img
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Tiempo De Morir

Charló Blus
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Capítulo 1 Cada Día Es Lo Mismo

La tasa del café aún conservaba el calor, los panes estaban rellenos de queso y jamón listos para ser empacados en la bolsa de papel e introducidos en la pequeña lonchera de mano.

La ensalada era de verduras, pollo asado y un postre complementaban el almuerzo de Calvin, estaba revisando el periódico algo molesto, la propiedad había sido subastada antes de lo previsto, la señora Delia, había hecho un mal arreglo, su oferta había sido mejor, con las mejoras y remodelaciones sería una hermosa propiedad, la ganancia no estaba nada mal ciento cincuenta mil dólares, pagaría la comisión a Candela la astuta y sagaz mujer que trabajaba desde su llegada a Victoria Texas, una linda y agradable ciudad, donde Calvin tenía su oficina principal.

Viajaba con regularidad a Houston donde tenía su otra oficina, la señora Wallis era la encargada de atender los clientes, en sus inicios era desde la casa de Wallis, precisamente desde su garaje, ella no había colocado objeción alguna al respecto, ya que eso colocaría pan y leche en la mesa para sus dos hijos.

Ahora tenían una pequeña oficina cómoda, y agradable donde atendía los clientes que llegaban buscando alguna propiedad para rentar, o comprar.

Calvin había iniciado como vendedor alrededor de quince años atrás, recién llegado a Texas las cosas no habían sido fáciles, pues en su pequeño pueblo no había tantas oportunidades.

El asunto fue que con mucho trabajo, ahínco e ilusiones lograron comprar su propiedad, Madelin trabajaba en la oficina de correos de la ciudad, llevaba unos veinte años en general, había iniciado en su ciudad natal Denver, allí conoció a Calvin, se mudaron a su ciudad, tenía una pequeña casa, sus padres habían fallecido dos años después de su matrimonio con ella, así que la propiedad fue un poco remodelada, para alquilarla y ellos tomar un rumbo nuevo a Texas, Victoria una bonita ciudad pequeña y agradable en la cual se habían sentido a gusto.

Aunque intentó en varias ocasiones quedar embarazada no fue del todo exitoso, cuando ya no tenía esperanzas, llegó Pamela a sus vidas.

Ahora era una linda jovencita de 16 años, que estaba por ingresar a la universidad, en poco culminaría sus estudios, le esperaba una buena oportunidad, el buen tío Elmer y su esposa Karen habían ofrecido su hogar en Austin para que la joven viviera con ellos y continuara sus estudios, quería estudiar Biología marina y Madelin sabía que lo lograría, era una aplicada estudiante.

Madelin respiró hondo, le había comentado a Calvin de las sobresalientes notas de Pamela, por lo cual le había dado el permiso para el paseo escolar a una hora de allí, sería un campamento para jóvenes de fin de semana, siete profesores, el director, la psicóloga y varios padres de familia acompañaban el grupo, actividades deportivas, competencias, ejercicios y charlas harían parte de su estadía. Calvin continuaba absorto en su periódico sin prestar mucha atención, algo dijo que, si estaría un fin de semana fuera, pues no había nada que hacer, por él, no hubiera acudido a ningún campamento donde los chicos solo fumarían marihuana, y tendrían todo tipo de desacato.

-Calvin, no me escuchaste verdad, es un campamento organizado por el colegio, con apoyo de la iglesia, no habrá marihuana, ni dramas pasionales, estarán muy ocupados, además hay varios concursos, pero no me atiendes porque tu periódico es mucho más importante-.

-Te seria bien entender que debo estar al día de las novedades, o crees que con tu salario solamente mantendríamos esta casa, y los demás gastos…pero que sabes tú de negocios, solo puedes opinar de tus cartas que todos los días cuentas, y no sé qué más cosas importantes soluciones en tu estafeta de correo-. Frunció su ceño con enojo, sacudía su página de sociales para hacerla a un lado.

-La economía es mi interés, o que está sucediendo en el congreso, pero asuntos de campamentos ocúpate tú, para eso eres la madre-.

-Lo tengo claro-. Madelin respiró para tomar una bocanada de aire y levantarse, tomando su paquete del almuerzo miró su reloj y se marchó a su trabajo.

-Por cierto, Madelin, llegaré algo tarde, después de diez, me reuniré con Candela y Rigo, haré un presupuesto para la remodelación de la casa que compré ayer, es una gran ventaja que el banco me abra la puerta cada vez que requiero efectivo para un negocio-.

-Si muy interesante-.

-Es supremamente interesante, bien, para que hablar contigo de negocios, es como que tú me cuentes de una carta de defunción, no es importante para mí ¿O sí?

Ella escuchaba las palabras frías de Calvin, por lo que no se dio a la tarea de contestarle nada, mejor callar, cualquier cosa que opinara o dijera sería una gran estupidez para él.

Calvin tomó su almuerzo, observaba todo ordenado de manera extraordinaria, si así fuera Madelin para la economía y los negocios que maravilla de mujer. Pero no lo era, y a cambio de eso, poseía un espíritu apacible, sereno, siempre apuntándole que debía serenarse antes de actuar, como si ella fuera perfecta, única e intachable. Solo era una trabajadora conformista en una estación de correo.

El auto iba a una prudente velocidad lo que pudo lograr que ella reaccionara a un perro que ahora se hacía a la carretera impidiendo que ella pasara, por suerte el freno hizo lo suyo a tiempo, era un hermoso perro dálmata, parecía perdido o quizás abandonado.

-Ven, eres una hermosura…veo que estas agotado, cansado y extraviado…piensa Madelin…piensa rápido-.

Se atrevió acercarse a paso tranquilo, el animalito estaba cansado, y agotado, por suerte era muy noble, ante su acción de atenderlo, él le lamia la mano, se echaba a sus pies y emitió unos ladridos bajos.

Madelin tomaba agua de la botella que siempre traía con ella, buscó un vaso que tenía a la mano y echó agua, el can se animó al tomarla rápidamente, la miraba con ojos tristes.

-Bien amiguito veamos de quién eres, le echó una mirada al collar, el nombre Mai estaba grabado y junto al nombre un número telefónico.

-Es tu día de suerte amigo, vamos. Arriba-. la puerta del auto se abría y ahora Mai tomaba asiento con mucha reverencia.

-Veo que eres todo un ejemplo a seguir, bien vámonos, te dejaré en el jardín, estoy segura que no harás ningún daño, cuidarás las flores, y si en la noche no logro que tus dueños lleguen por ti, te traeré a casa, total el jardín es bastante amplio, podrás entrar en casa una vez que llegues para que veas mi casa, pero…cuando llegue Calvin irás al jardín, tengo un lugar que está techado, y te hare un lugar cálido para dormir, te va gustar mucho-.

Parecía que Mai estaba de acuerdo porque se sentó con mucha comodidad, dando dos ladridos, para guardar silencio.

Madelin llegaba a su lugar de parqueo, abriendo la puerta Mai descendía del auto, caminaron a paso tranquilo, ella abría la pequeña verja que daba acceso al jardín, era un día soleado, pero justo había un árbol, verde grama y allí le llevó para que se quedara.

-Iré por comida, siempre hay algo para cuando llegan algunos amigos tuyos a solicitar alguna buena miga-.

Entrando saludaba a sus compañeros, tenía quince minutos, no era habitual para ella llegar sobre la hora, hasta media hora antes ya estaba en su trabajo, al menos allí era un ambiente que salía de la monotonía de cada día. Mai se acomodaba en el verde césped y después del agua y alimento, se dispuso a dormir. Como le habría gustado a ella hacer lo mismo en ese instante, tumbarse boca arriba y dormir tan profundo que nada la lograra despertar.

Hace tiempo que Calvin era alguien desconocido, la pregunta que ella se hacía no era una sola, eran muchas, porque sentía la profunda decepción de la vida, en puntualidad la de ella.

Los hilos de su vida se estaban rompiendo poco a poco, apenas si podía hacer malabares en las pocas hebras que quedaban. Era como si caminara en una cuerda delgada, templada y a punto de caer ella en un salto al vacío.

En ese momento marcaba su tarjeta, se despedía de Louis, para tomar su turno, un café fue colocado en su puesto, lo bebía y disfrutaba, si al menos así fuera en casa, disfrutar de las cosas de la vida.

Esa noche tomaría un buen chocolate en casa, de pronto y de la nada chocolate vino a su mente como algo espumoso y caliente.

Se sentía cansada y el cansancio era de su alma, de su corazón, de sus sentimientos y emociones. Le gustaría pedir unos días, quizás dos o tres para estar en casa, en cama bajo cobijas, mirar la televisión o sencillamente ir al jardín y recibir el aire que sus plantas le daban, todos los días para ella eran iguales, la vida estaba corriendo veloz, los días para ella se habían convertido en una monotonía, y con los días vendrían cambios, verdades y muchos argumentos. Madelin sonrió feliz, aun eso le quedaba la felicidad que su corazón podía albergar, esa nada ni nadie se la podía arrebatar.

Llegó a casa, y preparando su chocolate lo tomaba con serenidad, mirando las estrellas y observando como Mai le miraba con aquella sencilla mirada. Una mirada tierna y un gesto amable.

            
            

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