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El inicio de la primavera era una buena época para comenzar con el aumento de bienes en compra y venta, ya sea por las ofertas de temporada o por el simple hecho de cambiar las perspectivas de las personas con una nueva moda. Para el joven empresario era una excelente oportunidad que no pensaba desaprovechar, pero, así como las ventas aumentan, los ánimos competitivos también lo hacen, especialmente en las reuniones que el mismo Beltrán organizaba para considerar las opciones a su favor en cuanto a los nuevos contratos de inmobiliaria.
- Un contrato así de millonario, en bienes con la mafia ¿Por qué no intentarlo? - dijo uno de los ejecutivos en la reunión- ¡Es una oportunidad única!
- No aceptaré ningún trato con la mafia- respondió frívolo el jefe de publicidad- podría ser una trampa involucrarse con ellos.
- ¡Es absurdo! La mayor parte de empresas ya colabora actualmente con la mafia, solo debemos autorizarle el transporte bajo su poder -justificó otro inversionista- no podemos quedarnos atrás.
La discusión comenzaba a tener un tono cada vez más violento cuando las puertas se abrieron intempestivamente de par en par, se trataba del multimillonario Cold, quien tras enterarse tarde de la reunión ingresó con un semblante en su rostro lleno de rabia contenida, como un perro agresivo que a duras penas era sujeto con una débil correa caminó lentamente hasta su asiento en el final del enorme salón, mientras tanto, las miradas de los ejecutivos se inundaron en pavor mientras que ligeramente comenzaban a bajar sus ánimos por unos inaudibles susurros, ambiente del lugar pronto se congeló y un tiritar entre los presentes comenzó a notarse en lo que Beltrán tomaba asiento y entrelazaba sus dedos para apoyarlos seguidamente en la gran mesa frente a los expectantes.
- Creo que no se me informó de esta reunión - dijo con una voz grave y profunda que envolvía el salón en un eco pronunciado- es una suerte que me haya enterado de esto minutos antes de salir a mi almuerzo.
- No deseábamos molestarlo con esta ... ridiculez- indicó nervioso uno de los ejecutivos, pero pronto enmudeció ante la mano levantada de su jefe como una señal para que no dijera más.
- ¿Saben que es lo más curioso? -cuestionó en lo que levantaba su cuerpo y lo apoyaba con ambas manos en la mesa - ustedes también deberían estar en su hora del almuerzo, pero es una suerte que yo me haya retrasado por tener un par de documentos inconclusos.
- Nosotros no queríamos ofenderlo -respondió otro inversionista- simplemente queríamos discutir ciertas ventajas ante las nuevas negociaciones de temporada.
- ¿Hablas de comerciar casas con la mafia para sus escondites? -cuestionó casi interrumpiendo las palabras del hombre y provocando el salto inmediato de todos los presentes- no creo que te refieras a eso, ya sé ¿quizás te refieras a pedir seguridad al vender casas, muebles y demás inmuebles a la mafia para que sirvan para sus trabajos?
- ¡Jamás consideramos semejante acto! –respondió ofendido- solo vemos por el bien de la empresa.
- Voy a simplificar lo que dicen -comentó calmado mientras emprendía un lento caminar rodeando a los inversionistas- dicen velar por el bienestar de la empresa, MI EMPRESA -soltó una risa sarcástica- todo esto mientras intentan hacer tratos con la mafia, cuando saben que eso está terminantemente prohibido -de pronto aumentó el tonó de voz- ¡todo esto sin mi consentimiento!
Ante la violenta reacción del hombre, todos quedaron inmóviles y esperando que su condena no fuera tan dura simplemente bajaron la cabeza, humillados por el grave desacato que habían cometido, entendieron que intentar ampliar el desarrollo de los negocios era un plan fallido que solo involucraba sus puestos si no la ira de su jefe quién mantenía completo silencio aguardando una respuesta que jamás llegó.
- Para empezar, yo decido con quien se comercia o no -indicó para luego dar vuelta hasta la puerta- si vuelvo a oír una palabra al respecto ¡ninguno de ustedes volverá a supuestamente velar por el bien de la empresa no por ninguna otra en lo que les resta de vida!
Tan pronto como el jefe salió del salón de reuniones, todos finalmente pudieron exhalar con un alivio inmenso como si recuperaran el aliento luego de tal odisea, aun así, entre quienes simplemente tomaron sus documentos y salían de la oficina, algunos otros no dejaban de tolerar la humillación por parte de su ejecutivo en jefe, quién solo podía lanzar miradas de odio a todos lo que huyeron como cobardes en lo que la sala quedaba en un simple espacio desolado y silencioso, tan pronto como las puertas se cerraron con el último de los inversionistas escapando el hombre lanzó todos los documentos por los aires y abalanzando ambos puños golpeó fuertemente la mesa, sus ojos se inyectaban en sangre mientras su entrecejo parecía palpitar por la presión que su rostro no dejaba de hacer entre más fresco se volvía el recuerdo de las palabras del joven Cold en su memoria. Pese a ser una persona con experiencia la fidelidad que le tenía a la empresa no era punto de comparación, su nombre era Marco Gard, un ejecutivo que ayudó a Beltrán en su ascenso con la inmobiliaria, pero tan pronto como el dinero comenzó a llenar sus bolsillos, la gloria de poder gastar esa enorme fortuna lo transformó, puesto que sus adicciones en juegos de azar de todo tipo solo lo hundían más en una miseria que crecía incontrolable, al punto de tan solo tener la imagen de un profesional confiable, su espíritu corrupto lo había conducido a vender información confidencial a demás empresas a cambio de unos cuantos miles de dólares que gastaría enseguida en su vicio, sin embargo alguien como él, no estaría exento de la misma mafia que ahora dominaba en el bajo mundo sin vergüenza de ningún tipo, sus enormes deudas solo lo volvieron un blanco fácil para el chantaje del Diablo y su sequito que tan pronto como supieron donde trabajaba lo amenazaron para que pudieran relacionarse laboralmente con las Bocas de Dragón.
Gard apenas podía dormir en una pobre litera de un departamento cerca de las oficinas donde fotografiaba los movimientos de su jefe y aprovechaba la mejor oportunidad de robar los planes de negocios que estuvieran en la oficina de Cold, así continuó hasta que un día esta puerta estaba con un nuevo cerrojo, el dueño decidió entonces delegarlo a otras áreas del sector comercial, y más tarde lo envió a vivir a una de las tantas casas modelo que vendían en una urbanización lejos de la empresa; era obvio que había sido descubierto pero sus tratos con la mafia no le permitían cometer alguna clase de error, sabiendo que el jefe iría a un almuerzo ese día se arriesgó por convencer a algunos colegas para presionar por mejores negocios con la mafia.
- ¿Quién diría que perderías la confianza así de rápido? -preguntó una misteriosa silueta que ingresaba al salón de reuniones- el jefe estará muy decepcionado, Marco.
De pronto, la silueta decidió abrirse paso por las puertas dejando visualizar la hermosa figura de una mujer joven, su caminar elegante balanceaba sus grandes caderas mientras que sus largos brazos se extendían llevando un carro de limpieza, sus risos oscuros bailaban frente a su rostro canela que sobresaltaba frente a la humilde vestidura de una empleada de limpieza.
- ¡Imposible! -advirtió perplejo el hombre mientras una mueca de angustia se dibujaba en su rostro aturdido por la impresión- ¿Cómo ingresó aquí?
- El jefe, ya no requiere de sus lamentables servicios -respondió fríamente la desconocida con una hermosa y deleitosa voz que parecía engatusar en lugar de sonar amenazante- se decidió que se tomarían otras medidas para que usted salde la deuda.
- ¿Qué clase de medidas? -preguntó nervioso.
- Con su vida, Marco, creí que ya se lo habíamos comentado -indicó sin prestarle importancia al asunto mientras rebuscaba en sus bolsillos - su deuda es demasiado grande, y el jefe ya no quiere tener más tratos con usted.
- ¡Espere! Aún hay algo que puedo hacer -propuso desesperado- si él muere, puedo convencer al resto de la junta ¡por favor, sé que puedo lograrlo!
- Muy bien, Marco -estiró su mano y le colocó un pequeño papel en el bolsillo de su chaqueta- es tu ultima oportunidad, ese número te ayudará a conseguir un buen asesino -la joven se dio vuelta lentamente mientras salía de la oficina en un danzar lento como si el tiempo no le importase en absoluto- recuerda, Marco, tienes la hasta media noche de mañana, sino, tu cabeza será la que ruede por estas hermosas oficinas.
En cuanto la bella dama salió de la oficina, el sujeto desesperado salió por los pasillos hasta su oficina en el rincón del gran edificio, como un último recurso desdobló el pequeño papel y marcó el número que tenía escrito con una fuerza tal que poco faltaba para dañar el teclado del teléfono, muy poco le importó si el trabajo que estaría por encargar lo hacía desde un aparato de la oficina; que más podría importar si su vida estaba en juego, y en este caso no tenía permitido dejar más tiempo a la suerte, pero la espera del teléfono lo volvía cada vez más impaciente en lo que cada resonar parecía alargarse con los segundos, su cuerpo vibraba mientras su frente se llenaba de un sudor frio que goteaba por sus mejillas, cada segundo que podía miraba el reloj como si cada movimiento del segundero retumbara en sus oídos, continuó en espera hasta que una voz contestó, se trataba de la voz de Mila.
- ¿Cuál es el tipo de encargo que desea? -preguntó sin siquiera dudar, ya estaba acostumbrada y dar rodeos solo era una pérdida de tiempo.
- Quiero que maten a Beltrán Cold -respondió el pobre hombre con voz temblorosa- háganlo hoy mismo.
- Enviaremos a alguien.
- ¿A quién?
- Eso no le interesa.
Tan pronto como dejó esa frívola respuesta, Mila cortó la llamada mientras en un largo suspiro se dirigía a la oficina de Simón con la noticia de una nueva misión, la de asesinar al joven empresario.