El amor secreto del CEO
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Capítulo 5 Five

Al despertar por la mañana, frente a Luna había un hombre de mediana edad que juntó las manos e hizo una reverencia, suplicando algo.

- Señorita Luna, se lo ruego, hable con el presidente Cassano, pídale que sea generoso como las dos generaciones de su familia, que siempre comprendieron nuestra situación y fueron misericordiosos con los necesitados.

- Señor, si yo fuera usted, no habría aparecido aquí en este momento. ¿Conoces las consecuencias de perturbar el descanso del Presidente? - contestó Luna cruzando las piernas y sentándose en el sofá, con cara de no haberse despertado aún.

- Sí, lo entiendo señorita Luna, a mí tampoco me gustaría estar aquí, pero... - Luna estaba pensando en cómo tratar al hombre que tenía enfrente, cuando giró la cabeza y encontró a Melissa parada en la puerta, por lo que inmediatamente la saludó.

- Buenos días. - Melissa saludó al hombre y, temiendo que estuviera en problemas, regresó a su habitación, y no fue fácil para Luna alcanzarla.

- Señorita Melissa, el presidente no saldrá hoy de la habitación del hotel.

- Ah, está bien. - Contestó Melissa, pero tenía que atenderla lo mejor posible. - ¿Y sabe si hay algo que el presidente quiera comer? Entonces, puedo arreglarlo.

- Pues que yo sepa, lo que más le apetece comer en este momento no es comida, sino a ti. - Luna lo dijo tan a la ligera que Melissa enrojeció de vergüenza y no tuvo forma de replicar. Melissa se limitó a poner los ojos en blanco y decidió no preocuparse por los calvarios de Luna, ella conocía al presidente y sabía exactamente cuáles eran sus verdaderas intenciones, así que regresó a su habitación para cambiarse de ropa y comenzar otro día de trabajo. No veía la hora de que esto terminara.

- Señorita Luna, ¿quién es esta joven? - Preguntó el hombre sorprendido de que hubiera alguien más en la habitación.

- ¿Ella? - Y Luna sonrió mirando la puerta cerrada. - Aunque sólo es una ama de llaves, es la persona más importante para el presidente Cassano, básicamente, el señor Nicholas obedece cada palabra que ella dice. - Explicó Luna con una expresión misteriosa en su rostro.

- Humm, interesante. - Respondió el hombre y se giró de nuevo para mirar a Luna. - Siento haber molestado su escritorio de descanso Luna tan temprano y como el señor Nicholas aún no se ha despertado, no le molestaré más. - Y se levantó de donde estaba sentado. - Espero que después de que el señor Nicholas se despierte, puedas decir unas palabras de elogio en mi nombre.

- Me lo pensaré. - Luna respondió agitando las manos, invitando al hombre a marcharse.

Después de un rato, Melissa regresó a la sala principal, y notó que el hombre que estaba antes ya se había ido, y se preguntó, ¿quién era ese hombre para llegar tan temprano queriendo hablar con el presidente?

- Secretaria Luna, ¿qué te gustaría desayunar? ¡Yo se lo traeré! - le preguntó Melissa a la mujer que tenía enfrente, al ver que regresaba a su habitación, pero Luna sólo bostezó y agitó la mano negando que quisiera algo.

- No quiero comer nada, lo único que quiero es dormir, ya que es raro el día que puedo descansar y además no hace falta que me llames para comer. - Habló antes de entrar a su habitación, y luego cerrar la puerta, dejando a Melissa sola en la habitación, ya todos dormían, solo ella, perdida en sus infinitos pensamientos.

Melissa miró el reloj de la esquina, las agujas de la hora y los minutos señalaban las siete, lo que significaba que el presidente Cassano no se levantaría a esa hora, así que ¿por qué demonios se había despertado tan temprano?

Alrededor de las ocho y media de la mañana, Nicholas se despertó por fin y le pidió a Melissa que le trajera el desayuno, y en cuanto llegó, ella se puso junto a la mesa para servírselo.

Nicholas se sentó a su lado, y al ver que ella no se movía de allí, con cara de guardaespaldas, la invitó a tomar un café.

- Siéntate, vamos a comer juntos. - Habló acomodándose en la mesa.

- Gracias, señor Nicholas por la invitación, pero no hace falta, pronto bajaré a comer con el resto del personal del hotel. - Respondió Melissa con voz clara y melodiosa.

- ¿Hay algo divertido que hacer en esta ciudad? - Nicholas no insistió en el tema del café y decidió cambiar de tema mientras cogía tranquilamente su taza de café delante de ella, tomaba un sorbo y preguntaba.

- En... ¿Quieres saber cómo hacer turismo? preguntó Melissa.

- Sí. - Asintió con la cabeza.

Melissa inclinó la cabeza y pensó un momento, luego habló mientras contaba los dedos.

- Lakeheart Park, Dolphin Pier, Moon Island, Fossil Museum, todos estos lugares se consideran muy interesantes.

- Así que elige un lugar que te guste y ven conmigo a echar un vistazo. - Nicholas cogió el vaso con la mano y dijo sin mirarla

- ¿Ham? -preguntó Melissa, sorprendida por las palabras del presidente-.

- ¿Y por qué sigues de pie y no te sientas a comer? Nos vamos dentro de media hora, así que no creo que haya tiempo para comer en el refectorio con tus compañeros. - Nicholas cogió una servilleta para limpiarse la comisura de los labios y, despreocupado, cogió un bocadillo y empezó a comer.

Melissa comprendió que Nicholas la estaba invitando a dar un paseo, no necesariamente a una reunión, sino a ser su guía turística, porque vivía en la capital y no en Nueva York. Esa era la única explicación aplaudible de la situación.

Como el presidente ya había pedido, ella no se sentía con derecho a volver a negarse a ninguna de sus peticiones, y sabía que si no desayunaba con él, seguramente pasaría hambre más tarde.

Tras terminar de desayunar, Melissa volvió a su habitación y se puso su ropa de trabajo, con una sencilla camiseta blanca y una falda corta vaquera, parecía limpia y fresca, y al volver a la sala principal, Nicholas quedó encantado con la belleza de la mujer que tenía delante, y prácticamente quiso agarrarla allí mismo.

                         

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