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Chica De Cuatro Alfas

Chica De Cuatro Alfas

img Romance
img 26 Capítulo
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img Hanne Yein
5.0
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Acerca de

Luna no sabe que su destino esta en manos de cuatro alfas que están obsesionados con ella, pero al pasar el tiempo con ella Luna se guarda un gran secreto y descubre los secretos de su alfas. Los cincos se esforzaran en recuperar la confianza y el amor que anteriormente se tenían. Y Luna tratara de decirles su gran secreto.

Capítulo 1 1

.Luna.

Aunque ostento la belleza de una omega, mi esencia y mi capacidad olfativa no son particularmente intensas. Es un rasgo peculiar: mis amigos y conocidos a menudo comentan que mi aroma es sutil, apenas perceptible, a diferencia de otros omegas cuya fragancia resulta notoriamente atrayente para los alfas. Sin embargo, esta singularidad no resta a mi atractivo; sigo siendo una omega llamativa y deseable. Mi sentido del olfato es casi nulo para percibir los feromonas de otros alfas u omegas, lo que me permite, irónicamente, distinguir con claridad cualquier otro aroma ordinario.

No obstante, la dinámica de mi vida cambió drásticamente al comienzo de mi último año de preparatoria, coincidiendo con la llegada de dos nuevos profesores alfas al instituto, quienes además ostentan el título de ser los más jóvenes de la institución.

Cada uno de ellos ha logrado despertar mis más profundas fantasías y ha disparado mis hormonas con una intensidad alarmante. Agradezco en secreto que mi aroma sea tan discreto para quienes me rodean; quizás esto evite que mis dos atractivos profesores perciban el descontrol hormonal que provocan en mí.

-¿Emocionada por ir a la clase de Arte? -Emily me mira con una sonrisa pícara y las cejas arqueadas.

Mis amigas conocen a fondo la fascinación que siento por esos sexys profesores. Las cuatro caminamos con paso firme por los pasillos, dirigiéndonos a una de mis clases predilectas: Arte. Siempre he sido talentosa en la materia, y ahora, tener un profesor tan cautivador que acapara toda mi atención es, sin duda, la mejor parte de este ciclo escolar.

-Ni lo menciones. Obviamente estoy desbordando entusiasmo y euforia -Todas reímos a mi ocurrencia-. Saben que Arte y Deportes son mis asignaturas favoritas, y ahora lo son aún más. Disfrutaré cada momento de mi último año -Muerdo mi labio inferior, un gesto que delata mi nerviosismo.

Yo camino en el centro, una posición que, sin desearla activamente, se me ha otorgado como la líder de nuestro grupo. Ellas lo decidieron así, argumentando que poseo más experiencia y soy la más fuerte. Y es cierto; para ser una omega, soy excepcionalmente hábil y fuerte, una combinación que, junto a mi belleza, me hace doblemente atractiva.

-Solo espero que te concentres en clase y no babees, como la última vez -dice Angela con un tono de burla. Las tres vuelven a reír, contagiándose de la picardía del recuerdo.

-Ese día casi no pude contenerme... Te humilló frente a todos con aquel castigo -comenta Jessi, recordando la escena.

-Para mí, no fue una vergüenza; de hecho, me encendió por completo. Que me obligara a pararme en la esquina del salón con los brazos alzados fue una satisfacción exquisita -Replico, mis ojos brillando con un deseo inconfesable.

-Tú y tu mente sucia -Jessi niega levemente con la cabeza, aunque con una sonrisa indulgente.

-¿Qué puedo decir? Soy amante de ese tipo de tratos y me fascina de una manera que no pueden dimensionar.

-Es inusual, solo eso. Pero si te gusta, nosotras no diremos nada -Emily me abraza con afecto-. Te amamos así de loquita y de mente tan... abierta.

Reímos a carcajadas hasta que llegamos a la puerta del aula. Al entrar, solo vemos a nuestro, o mejor dicho, a mi profesor Liam. Parece que el resto de los alumnos aún no ha llegado, a pesar de que la hora de la clase se acerca.

-Sus risas se escuchan desde el pasillo. Procuren no ser tan escandalosas. Recuerden que hay otros profesores impartiendo clases -Liam nos observa con una seriedad imponente. Todas asentimos, inmediatamente sumisas-. Tomen asiento.

Tras su regaño, nos dirigimos rápidamente a nuestros puestos, sonriendo pícaramente por la amonestación. El profesor Liam es conocido por su estricta disciplina, y esa autoridad en él me resulta irresistible.

-Lo sentimos, profesor, no fue nuestra intención molestarlo -Le ofrezco una sonrisa dulce, buscando suavizar el ambiente.

Liam me observa con una mirada extraña, un gesto indescifrable que siempre me ha intrigado. -Está bien, Luna, pero que no vuelva a repetirse.

Escuchar mi nombre pronunciado por él me provoca un escalofrío que recorre mi espalda. Este hombre me genera una euforia y una ansiedad que no puedo controlar. Desearía que fuera más que mi profesor de Arte; me gusta muchísimo. Lo peor es que mi atracción no se limita a él; también me cautiva profundamente mi profesor de Deporte, Eric.

El profesor de Arte es increíblemente atractivo: su cabello, largo hasta los hombros, está recogido en una pulcra coleta que lo hace ver a la vez tierno y provocador. Su piel es clara y luminosa, y su altura es dominante. Aunque su complexión es delgada, se intuye un cuerpo definido, algo que se hace evidente con las camisas de manga corta que a veces usa, dejando sus brazos al descubierto. Sus ojos negros, sus labios finos, e incluso sus manos, grandes y delgadas... Todo en él es hermoso, incluso su expresión de aparente desinterés. Siempre supe que los hombres artísticos eran únicos, pero este resulta especialmente magnético y sexual para mí.

-Señorita Luna -me llama una voz potente, sacándome abruptamente de mis divagaciones.

Al alzar la vista, veo a Liam de pie frente a mí, con esa expresión inusual de nuevo. No logro discernir si está molesto o si, por el contrario, le agrada mi comportamiento.

-¿Acaso busca que la vuelva a castigar? -Levanta una ceja con desafío.

Miro a mi alrededor: la clase está llena, y es evidente que ya ha comenzado sin que yo me percatara, absorta en mis pensamientos. No es mi culpa; la responsabilidad recae en ese sexy profesor que tengo enfrente.

Maldigo en silencio y niego con la cabeza. -Lo siento...

-Su distracción perturba a sus compañeros. Y su falta de atención ya me está molestando personalmente -Cruza los brazos, acentuando su postura de poder.

Bajo la cabeza en señal de sumisión, un gesto que provoca varios suspiros de mis compañeros alfas. -Lo siento mucho, profesor. No es mi intención generar disturbios en su clase.

-Bien. Al finalizar la clase, se quedará para hablar conmigo -Regresa a su escritorio y continúa con su lección.

Ahora sí, estoy en verdaderos problemas. Nunca antes un profesor me había solicitado una "charla" por mi comportamiento. Aunque soy rebelde e impulsiva, siempre he sido una alumna sobresaliente, la favorita de casi todos, hasta la llegada de estos dos alfas. Estando en sus clases, me pierdo inevitablemente en mis pensamientos, lo que me ha valido repetidos castigos por falta de atención.

La clase termina. Todos se preparan para ir a la clase de Deporte. Seguramente mi profesor Eric se molestará por mi tardanza.

Angela se acerca a mí. -Le diré al profesor Eric que no podrás llegar a tiempo -Toma mi mochila-. Nos vemos allá.

-Nos vemos, chicas -Las veo salir, y luego fijo mi mirada en Liam, que está en su escritorio, observándome fijamente.

-Acércate, Luna -Su voz suena más fuerte y dominante que nunca. Siento que mi cuerpo se derrite con cada sílaba de mi nombre.

Cuando hay más gente, me llama "Señorita Luna", pero en privado, o con mis amigas, "Luna" es lo único que sale de sus labios.

Me acerco a él, deteniéndome a su lado con la mirada baja. -Lo siento, profesor Liam.

-Otros profesores me han comentado que usted es su estudiante favorita. ¿Por qué se encuentra tan distraída cuando entra a mi clase? ¿Acaso no le gusta mi clase, o no le gusto yo?

Mi corazón se dispara al escuchar su pregunta directa. -¿No es eso... Yo amo el arte, soy muy buena en ello y... -Miro mis manos, incapaz de sostener su mirada.

Él me toma del brazo con una firmeza inesperada y me sienta sobre sus piernas. -¿Y? -Inquiere.

¡Dios, estoy a punto de explotar!

-Me gusta mucho cómo imparte las clases, es un gran maestro y me encanta cómo dibuja -Hablo tan rápido que casi tartamudeo.

Estamos muy cerca; puedo sentir su respiración y el intenso calor que emana de su cuerpo. Su aroma es mucho más fuerte, más vívido que nunca; jamás había percibido un olor tan intenso de un alfa. Es una mezcla embriagadora de madera y tierra húmeda.

Él sonríe de medio lado, una expresión de cazador. -¿Entonces, te gusto? -Su mirada se vuelve más tensa, más oscura, y sus ojos se clavan en los míos. El aire en el salón se vuelve denso, cargado de una tensión peligrosa.

Sin mediar palabra, el miedo y la excitación me impulsan. Salgo corriendo del salón con el corazón latiéndome en la garganta, mi cuerpo temblando y la cabeza a punto de estallar por la intensidad de lo que acaba de suceder.

Dios...

¿Qué le sucede al profesor Liam? Nunca antes se había comportado así con nadie, y menos conmigo, en el poco tiempo que llevamos conociéndonos. Y su olor... es delicioso, embriagador y terriblemente adictivo. Me gusta demasiado.

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