"Corinna", respondió el hombre al otro lado de la línea, sin la menor vacilación.
Averie guardó silencio. Sintió cómo el corazón se le helaba en el pecho.
Brayden Fowler, el hombre que amaba, le destrozó el corazón con una facilidad pasmosa.
Eligió abandonarla, aun cuando ella llevaba a su hijo en el vientre.
De inmediato, una figura vestida de negro le dio una patada brutal en el abdomen y la arrojó por encima de la barandilla.
Las aguas heladas del mar la engulleron por completo.
El odio que sentía hacia Brayden era abrumador.
Un dolor agudo le desgarró el vientre mientras su mundo se sumía lentamente en la oscuridad.
Al borde de la inconsciencia, un único pensamiento cruzó su mente. Si lograba sobrevivir, jamás volvería a ser la misma.
No valía la pena sacrificar su vida por un hombre como él.
...
Averie sobrevivió de milagro.
La encontró un barco pesquero que la llevó de urgencia al hospital más cercano.
Sin embargo, perdió al bebé que con tanta ilusión esperaba. Se quedó para siempre en el mar.
Recostada en la cama del hospital, tenía la mirada perdida en las luces del techo, que parecían parpadear sobre ella.
El primer día, avisaron a las familias Fowler y Briggs sobre su hospitalización.
Pero habían pasado ya tres días y nadie había ido a visitarla.
En la habitación, el televisor transmitía las noticias locales de Nolens.
"Las hermanas Briggs fueron presuntamente secuestradas en un incidente relacionado con la lucha de poder dentro del Fowler Group...".
"Brayden Fowler se ha convertido en el director ejecutivo más joven en la historia del Fowler Group".
Averie se pasó los dedos fríos por su vientre ahora plano y una sonrisa amarga se dibujó en sus labios. Con dificultad, tomó un bolígrafo y comenzó a escribir en una hoja de papel.
Había llegado a su límite.
Al atardecer, alguien abrió la puerta de la habitación.
"Disculpe, señora Fowler. El señor Fowler se retrasó por un contratiempo".
Al escuchar esa voz, Averie apretó el edredón con fuerza y clavó la mirada en el hombre de traje que estaba frente a ella: Theo Gordon, el asistente de Brayden.
"Toma asiento, Theo". Intentó incorporarse, pero el dolor se lo impidió.
"El señor Fowler está al tanto de su pérdida... Mencionó que desea compensarla".
¿Compensarla?
Averie se preguntó cómo podía compensarse la pérdida de una vida.
En ese momento, la mirada de Theo se desvió hacia la puerta y saludó con respeto. "Señor Fowler".
Averie siguió la mirada de Theo y vio una figura alta y esbelta que se acercaba, recortada a contraluz por la luz del pasillo.
A pesar del ambiente lúgubre del hospital, su imponente presencia era inconfundible.
Sus miradas se cruzaron, llenando la habitación de un pesado silencio.
"Señor Fowler, la señora Fowler perdió al bebé, pero el médico dice que su salud, por lo demás, está bien", informó Theo.
Bajo la luz de la lámpara, la nuez de Adán de Brayden se movió ligeramente al tragar saliva.
Se sentó, con la mitad del rostro en penumbra y los ojos parcialmente ocultos por el cabello.
Brayden encendió un cigarrillo. La llama del encendedor proyectó una sombra sobre la cicatriz bajo su ojo, lo que lo hizo parecer aún más frío e intimidante.
"¿Cuándo te dan el alta?", preguntó con su voz grave y cautivadora.
Sin embargo, Averie no percibió emoción alguna en su voz.
Parecía indiferente, incluso ante la pérdida de su propio hijo.
Si no hubiera estado sedada cuando se enteró de la pérdida, se habría derrumbado.
Pero su reacción no la sorprendía. Después de todo, ella solo era la sustituta con la que se había casado, y a él, en realidad, nunca le importó.
Ya no esperaba nada de ese hombre.
Solo sentía lástima por el hijo que había perdido. Su padre ni siquiera había deseado su llegada.
Una sonrisa amarga asomó al rostro de Averie, atrayendo la mirada fugaz de Brayden.
"Pasado mañana", respondió ella.
Habían pasado tres años. Llevaban casados todo ese tiempo, pero el amor que sentía por él se remontaba a mucho antes.
Sin embargo, aquel joven que una vez fue su protector en el pobre y caótico pueblo de Haeidith parecía haberla olvidado por completo.
Era hora de dejarlo ir.
"De acuerdo". La visita de Brayden se sintió como una simple obligación. Se levantó, abrió la puerta y se marchó como quien cumple con un deber.
Averie y Brayden rara vez hablaban de forma directa. Normalmente, Theo era el intermediario entre ellos. La única ocasión en que estaban a solas era en la quietud de su dormitorio.
"Brayden Fowler", lo llamó Averie, deteniéndolo en seco.
Era la primera vez que pronunciaba su nombre completo. Antes, siempre lo llamaba "cariño" con audacia.
Brayden se giró para mirarla, deteniéndose a medio paso.
"Necesito hablar contigo de algo...". Averie apenas había comenzado a hablar cuando el timbre de un teléfono la interrumpió.
"Brayden, ¿dónde estás? Tengo mucho miedo. Soñé que me secuestraban otra vez...". La voz al otro lado de la línea era dulce y coqueta.
Brayden no se quedó ni un segundo más. Se marchó a toda prisa y se perdió entre la gente que transitaba por los pasillos del hospital.
Tras su partida, un silencio incómodo se apoderó de la habitación.
Theo dijo con cautela, "Señora Fowler, el señor Fowler mencionó que le dará una villa en Blossom Villas y un local comercial como compensación. Si necesita algo más, solo tiene que decirlo...".
Averie bufó suavemente. Recordó los días en que Brayden no tenía nada y su negocio siempre estaba al borde de la quiebra. Ella había estado a su lado en aquellos tiempos difíciles.
Ahora que el Fowler Group prosperaba, Brayden parecía creer que el dinero podía solucionarlo todo.
"Quiero el divorcio", dijo con una firmeza que no admitía réplica.
Pronunciar esas palabras que había meditado durante tanto tiempo le resultó más fácil de lo que pensaba. En ese instante, el rostro de Averie mostró un destello de fría determinación.
"Señora Fowler, por favor, piénselo bien. No tome una decisión precipitada por el enojo", insistió Theo, preocupado.
"No estoy enojada, y tampoco es una táctica", replicó Averie, entregándole a Theo la hoja de papel que había escrito.
"Este es el acuerdo de divorcio. ¿Puede dárselo a Brayden? Dígale que lo lea con atención. No estoy pidiendo demasiado".
"Pero, señora Fowler...". Theo intentó replicar, pero Averie cerró los ojos y guardó silencio.
Comprendiendo la indirecta, Theo salió discretamente de la habitación.
Antes de la siguiente visita de Theo, Averie ya había tramitado el alta por su cuenta.
No quería volver a la casa de Brayden, así que le pidió a su amigo Nolan Brooks que la ayudara a encontrar un nuevo lugar para vivir.
A Nolan no le pareció un problema que hombres y mujeres vivieran juntos, así que amablemente le ofreció que se quedara en su casa.
Sin embargo, como él era una figura pública, que vivieran juntos inevitablemente generaría rumores. Después de que los vieran cenando juntos anteriormente, surgieron rumores de que Averie era la novia de Nolan.
Aquello provocó que Brayden la ignorara durante una semana entera.
¿Por qué volvía a pensar en Brayden?
Averie sacudió la cabeza para intentar alejar esos pensamientos.
Mientras ordenaba el apartamento que Nolan le había conseguido, recibió una llamada de Theo.
"Hola, Theo", respondió Averie, subida a un taburete, quitando afanosamente telarañas de la parte superior de un armario de la cocina.
"Señora Fowler, hablé con el señor Fowler sobre el divorcio que mencionó. También le mostré los papeles del divorcio".
La voz de Theo sonaba un poco tensa, pero Averie, distraída, no lo notó.
"De acuerdo. ¿Y cuándo va a firmar Brayden para iniciar los trámites?".
"El señor Fowler quiere discutir los términos del acuerdo en persona. Le pide que vaya a su oficina".
"No es necesario. Aceptaré lo que él decida, siempre y cuando me entregue las propiedades que me dio o su equivalente en efectivo. Solo quiero que el divorcio se concrete cuanto antes".
Al oír a Averie hablar de un divorcio rápido, Brayden, que estaba junto a Theo, no pudo ocultar la expresión sombría de su rostro.
Para Averie, una vez tomada la decisión, lo único que deseaba era cortar todos los lazos cuanto antes.
Después de haberlo acompañado durante años sin lograr ganarse su corazón, estaba lista para dejarlo ir.
Antes de que Theo pudiera responder, una voz familiar y helada se escuchó a través del teléfono.
"Ven a mi oficina. Ahora".
Y con eso, la llamada se cortó. Averie guardó el teléfono con calma. Pero entonces, el taburete se tambaleó y ella cayó al suelo. Hizo una mueca de dolor al sentir cómo su tobillo comenzaba a hincharse. Apretando los dientes, Averie decidió que se encargaría primero del divorcio.