El Destino de Dos Reinos

Avanzaba con precaución por el Bosque de Sunnyvale. Cada rama que crujía bajo sus pies hacía que su corazón se acelerara. Aunque los espíritus siempre habían sido sus aliados, algo se sentía fuera de lugar esa noche.

-Rose -murmuró el Espíritu del Viento, materializándose frente a ella como una forma translúcida que brillaba con luz plateada-, no estás sola.

-Lo sé -respondió ella, sus dedos apretando la tela de su capa.

Un sonido bajo y profundo resonó en el bosque. Las hojas temblaron y el aire se llenó de un susurro discordante. Rose alzó las manos, cerrando los ojos mientras extendía su magia hacia el Árbol Antiguo. Al hacerlo, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, como si el bosque mismo llorara.

-Elegida... -Escucho la voz del Árbol en su mente-. Las sombras crecen. Un extraño humano cruzará los límites del bosque. Él será la llave para preservar el equilibrio... o para destruirlo.

Rose abrió los ojos, su mirada llena de incredulidad.

-¿Un humano? Ellos solo han traído dolor y destrucción ¿Cómo puedo confiar en uno de ellos?

El Árbol no respondió, pero una risa suave, burlona, vino del Espíritu del Viento.

-No siempre puedes elegir quién te ayudará, querida. A veces, el destino toma decisiones por ti.

Ella se apartó, su mente enredada en pensamientos. Si la profecía era cierta, el bosque -y el mundo entero- dependía de un desconocido.