En la opulenta suite presidencial del Hotel Wold, la temperatura parecía ir en aumento.
Sabrina White yacía en la suntuosa cama, bajo el cuerpo de un hombre. Mientras él le quitaba la ropa, el frío del aire acondicionado le erizó la piel, disipando por un instante la bruma de su embriaguez.
El hombre que la cubría, jadeante, dejaba besos apasionados pero torpes sobre su cuello. La inexperiencia de Sabrina le impidió resistirse a semejante seducción. Se mordió el labio y un gemido ahogado se le escapó, lo que solo sirvió para incitarlo todavía más. Él respondió con un gruñido gutural y la besó con avidez.
Sabrina se sintió arrastrada por un torbellino de sensaciones. Cada movimiento enérgico del hombre la abrumaba, desatando una tormenta en su interior que barrió con todo rastro de racionalidad.
Se abandonó por completo sobre la cama, sin aliento, mientras la luz tenue proyectaba las sombras alargadas de sus cuerpos entrelazados.
Se rindieron al deseo, anhelando fundirse el uno con el otro.
A la mañana siguiente, Sabrina despertó con el cuerpo adolorido. Su mirada se encontró con unos ojos profundos y enigmáticos.
El shock la paralizó al reconocer el rostro del hombre. Saltó de la cama y se envolvió apresuradamente en la manta, mientras los recuerdos de la noche anterior la asaltaban.
"Dios mío...". Sabrina se quedó inmóvil, mientras la vergüenza y la frustración la consumían.
¡Se había acostado con Charles Wilson!
Charles Wilson era un nombre que conocía demasiado bien.
Famoso por su brillantez precoz, su determinación, su carácter implacable y su innegable atractivo, era un hombre del que siempre se hablaba en superlativos.
Además, circulaban toda clase de rumores sobre su vida privada.
Se decía que llevaba casi tres años soltero y que, desde entonces, no se le había vinculado con ninguna mujer.
"¿Quién más creías que sería?". El tono gélido de Charles la devolvió a la realidad. "¿Liam?".
Con el torso desnudo, tomó un cigarrillo y un encendedor de la mesita de noche. Lo encendió y, tras una larga calada, la observó con una mirada penetrante, recostado con aire despreocupado contra el cabecero de la cama.
El rostro de Sabrina se alteró al oír el nombre de Liam Wilson, pero se apresuró a ocultar su turbación.
Charles exhaló el humo y habló con tono autoritario: "Tuviste la audacia de meterte en mi cama".
Un escalofrío recorrió la espalda de Sabrina, seguido de una punzada de culpa.
Jamás habría imaginado que terminaría en la cama de Charles, y mucho menos en estas circunstancias.
Después de todo, él era el tío de Liam, su ex prometido, con quien había roto el compromiso al descubrir que la engañaba con Rylie White.
"¿Te quedaste sin palabras?". Charles enarcó una ceja y su mirada se volvió aún más gélida.
"Charles, tu sentido del humor es... particular", respondió Sabrina, avergonzada. "Somos adultos. Se supone que los lugares como el Nobility Bar son para divertirse, ¿no es así?".
Recordaba vagamente haber ido al Nobility Bar con su mejor amiga para animarse un poco. Su amiga incluso había puesto un fajo de billetes sobre la mesa, animándola a elegir al hombre que quisiera.
Aun así, nunca imaginó que terminaría pasando la noche con Charles, un hombre a quien, en circunstancias normales, evitaría ofender a toda costa.
"¿Esto es solo diversión para ti o me estás usando para vengarte de Liam?". Charles le sujetó la barbilla con firmeza. Su aroma a tabaco la envolvió y el ambiente se cargó de una tensión palpable.
Las palabras que ella había pronunciado la noche anterior en el bar resonaron en su mente: quería vengarse de Liam. Y ahora, para su sorpresa, se daba cuenta de que él era el instrumento de esa venganza.