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Exmarido persistente: quédate conmigo

Exmarido persistente: quédate conmigo

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Acerca de

Ni en sus peores pesadillas, Linsey imaginó que la primera vez que conocería al hombre con el que llevaba tres años fuera en la cama. Ella esperaba que luego vivieran como una pareja de verdad, pero Bryson no la reconoció. La confundió con una prostituta y la detestó profundamente. Linsey pensó que sus caminos nunca se cruzarían de nuevo tras el divorcio. Sin embargo, el destino le tenía reservado un giro inesperado. Terminó convirtiéndose en la asesora legal de la empresa de Bryson. Finalmente, él la reconoció. Se enamoró perdidamente y no pudo evitar decir: "Quédate conmigo, Linsey". "¿Qué?", soltó ella, incapaz de creer lo que oía. "Señor Higgins, ¿no fue usted quien dijo que yo no le importaba? Además, vine a renunciar. ¿Por qué hace tanto alboroto por eso?". Bryson se debatía entre tragarse su orgullo y confesarle su amor o perderla para siempre Al final, descubrió que enamorarse es una batalla. ¿Lograría recuperarla contra todo pronóstico?

Capítulo 1 Un extraño conocido

Un calor insoportable consumía a Linsey Wheeler, quien se tambaleaba en un intento desesperado por huir. Había ido a discutir un negocio con un cliente, pero la reunión había tomado un giro siniestro. El hombre tenía otras intenciones y, aprovechando un descuido, había vertido algo en su bebida.

Afortunadamente, logró escapar de la habitación, pero para entonces la droga ya hacía efecto. El ardor que la invadía era tan intenso que sentía la sangre hervir en sus venas.

Impulsada por el pánico y la desesperación, dobló una esquina y chocó contra un pecho ancho y firme.

Se aferró al brazo de aquel hombre como si su vida dependiera de ello. Y quizá, en efecto, así era. "Por favor..., por favor, ayúdeme".

Linsey percibió en él un leve aroma a alcohol, mezclado con la fresca fragancia del cedro. Era un olor reconfortante que, de alguna manera, logró calmar su agitación.

Pero no fue suficiente; necesitaba más.

Entre la bruma de la droga, lo escuchó mascullar con frialdad: "Tú te lo buscaste".

Lo siguiente que supo fue que él la alzaba en brazos y la arrojaba sobre un colchón mullido.

Antes de que pudiera comprender lo que sucedía, el hombre la besó con una ferocidad y una pasión a las que apenas pudo resistirse.

Pero eso fue solo el comienzo. Lo que siguió fue una tormenta tan intensa y ardiente como el primer beso.

A medida que pasaban los minutos, el aire de la habitación se volvió denso y caliente, cargado solo de gemidos ahogados, jadeos y el sonido inconfundible de la piel contra la piel.

La tenue luz de la luna se filtraba por la ventana, iluminando sus cuerpos desnudos y entrelazados.

Después de lo que pareció una eternidad, la tormenta por fin amainó.

Cuando Linsey abrió los ojos, ya había amanecido. Intentó estirarse, pero un dolor agudo la paralizó, sobre todo en la cara interna de los muslos. Era la única prueba que necesitaba para saber que la noche anterior no había sido un sueño.

En ese instante, una voz gélida resonó desde el otro lado de la cama. "¿Cuánto quieres?".

Ella se giró y se quedó paralizada.

El hombre estaba sentado en una silla, con un aspecto impecable y distante en su traje sastre. No era otro que su esposo desde hacía tres años, Bryson Higgins.

¿Qué hacía él aquí? ¿Acaso el hombre de anoche... había sido él?

Bryson frunció el ceño al ver que Linsey solo lo miraba sin decir nada. Con un leve suspiro, sacó su chequera y le arrojó un cheque. "Toma el dinero y vete. Olvida lo que pasó anoche. Y ni se te ocurra pretender algo que no te corresponde".

Bryson había asistido a un evento la noche anterior y se dirigía a su habitación cuando una mujer lo abordó en el pasillo.

Aunque normalmente no se permitía tales libertades, se sintió incapaz de resistirse a aquella desconocida. Era la primera vez que se entregaba a una aventura así.

Quizá por eso, ahora sentía un profundo asco hacia ella.

Linsey frunció el ceño. Aparte de lo evidente, algo no encajaba. "¿No me reconoces?".

"¿Y por qué debería reconocer a una mujerzuela que se arroja borracha sobre el primer hombre que encuentra?", se burló Bryson.

"No es lo que crees. Yo...", se apresuró a explicar Linsey.

"Ahórrate las explicaciones. Solo toma el cheque y lárgate", la interrumpió él, agitando una mano con impaciencia. "Y asegúrate de no volver a aparecer frente a mí".

A pesar de sus palabras, fue él quien se levantó y salió de la habitación.

Linsey miró el cheque entre sus manos, sin saber qué pensar de aquel giro absurdo del destino. Qué ironía. Haber pasado la noche con su propio esposo después de tres años de matrimonio, y que él ni siquiera la reconociera.

Su matrimonio no había sido más que un arreglo de la abuela de Bryson.

Descontento con el pacto, él se marchó del país el mismo día de la boda y había permanecido en el extranjero desde entonces. Aquello, por supuesto, la convirtió en el hazmerreír de Ekarora.

¿Quién habría imaginado que se reencontraría con su ausente esposo en circunstancias tan sórdidas?

Linsey bajó la vista hacia los chupetones que adornaban su pecho y brazos. Suspiró. Ignorando el dolor de sus músculos, salió con cuidado de la cama y se dio una ducha.

Su teléfono sonaba justo cuando salía del baño.

Miró la pantalla: era Asher Harper, un cliente importante con el que ya había trabajado.

La voz jovial de Asher se escuchó en cuanto respondió. "¡Linsey! ¿Cómo has estado?".

Intercambiaron algunas frases de cortesía antes de que Asher fuera al grano.

Hacía poco, Linsey lo había ayudado a ganar una demanda, asegurando los máximos beneficios para él.

En agradecimiento, Asher quería presentarle un cliente importante.

Linsey reprimió el torbellino de emociones por lo ocurrido con Bryson y adoptó un tono profesional. "¿De qué se trata? Cuéntemelo todo, por favor".

"Claro. Un buen amigo mío acaba de cerrar un gran proyecto en el extranjero", comenzó Asher. "El problema es que la aduana le retuvo un cargamento y, como eres la mejor abogada en esta área, pensé que serías la persona ideal para ayudarlo".

A Linsey siempre le interesaban los casos nuevos, y un cliente de peso nunca venía mal. Sonrió y dijo: "Lo que usted y su amigo necesiten, cuenten conmigo".

Considerando la posición social de Asher, no dudaba de que su amigo era una figura importante.

Aquello le levantó el ánimo. "Le agradezco mucho, señor Harper".

"De nada. Mi amigo puede reunirse contigo hoy mismo para discutir el asunto en persona. Te enviaré la dirección por mensaje".

A pesar del agotamiento, Linsey no quería desperdiciar la oportunidad. Aceptó y, tras despedirse, revisó la dirección que Asher acababa de enviarle. Luego, se vistió a toda prisa y se dirigió al Twilight Bar.

Sin embargo, al entrar en el reservado indicado, se quedó de piedra. Allí estaba el mismo hombre que la había tratado con tanta crueldad hacía apenas unas horas; el mismo que le había hecho el amor la noche anterior: su esposo.

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