-Buenas noches, bienvenidos a esta subasta, el día de hoy les traemos mercancía nueva, fresca, divina, sensual y de alta gama de calidad, como a todos ustedes les gusta.- dice la proxeneta.
»Tenemos rubias, morenas, pelirrojas, pelinegras, morochas, desde diecisiete años hasta veinticinco años, así que saquen sus billeteras, carteras que comenzamos.
El público comienza a aplaudir, los narcotraficantes sacan chequeras, los sicarios manosean a las meseras, los capos están detrás de los mafiosos y las proxenetas merodean el lugar.
Miro al frente y un hombre alto de casi dos metros, castaño y cabello recogido me observa, levanta su copa hacia mí y asiente mientras bebe, hago lo mismo y vuelvo mi mirada al escenario.
Silencio, silencio absoluto.
-Agente A, ¿nos escucha?, toque su cabello si es así-dice el agente a cargo y hago lo que me pide- ya la tenemos en la mira y respaldando.
Vuelvo a tocar mi cabello como señal de entendido mientras bebo de la copa que me entrega la mesera, mientras señala al hombre que vi hace unos minutos.
Regreso mi mirada de nuevo al escenario mientras la proxeneta sigue hablando, mi corazón se estruja, pues es verdad, niñas de diecisiete años años y mujeres de veinticinco años, entran al recinto, llorando, sudando, peleando, pero bien vestidas, todo un infierno el que viven al estar arriba de esa maldita tarima.
Malditos animales, pagarán caro.
Doy un sorbo a mi copa, dedicándome a observar y escuchar todo lo que dicen, estudiando cada uno de sus movimientos y las conductas que tienen.
-Cien mil-dice una mujer rubia sonriendo.
-¡Ciento veinte mil!-grita una mujer esbelta pelirroja.
-¡Ciento cincuenta mil!-dice una pareja de ancianos
-¡doscientos cincuenta mil!-grita el hombre castaño, que me envió la copa.
Escucho como ofrecen cantidades exageradas por esas mujeres.
Todas lloran y gritan.
Me asqueo y lleno de náuseas al ver y escuchar gritar a un hombre bajo, con un estomago gigante , calvo y dientes con prótesis de oro.
-Medio millón de dólares.
Se hace un silencio y la proxeneta grita con entusiasmo.
-¡Venida! El mejor postor, disfrute de su mercancía-dice con felicidad, perra maldita.
-Agente A, proceda, ya tenemos rodeado el perímetro-Dice el agente S1 y comienzo.
Camino con total tranquilidad al escenario, hago un ademán a la proxeneta, se acerca, observo a mi alrededor.
-¿Puedo decir unas pequeñas palabras a mis colegas?-digo con cierta coquetería.
-Preciosa, pero ¿qué me ofreces a cambio?-me mira de arriba abajo con una sonrisa llena de lujuria.
-Lo que tú quieras-digo mientras bajo un poco mi escote, me inclino y relamo mis labios .
-Adelante preciosa-toma mi mano y me gira-quiero ver esas bellezas que tienes, son un pecado.
Asiento, me acerco y tomo el micrófono.
-¡Un millón por esa ricura que tiene el micrófono!-grita un narcotraficante.
-Dos millones, para hacerte todo lo que quiera-grita el hombre calvo que me causó náuseas.
Tomo aire y hablo.
-¿No les da asco? Comprar mujeres solo porque son unos malditos hombres inservibles que ni con su maldito dinero sucio puede tener una buena mujer.
-Cuidado con lo que dices-se me acerca la proxeneta, pero la empujo y continuo.
-Pero realmente no se preocupen que cuando estén en la jodida cárcel .- con esta última palabra tengo a todos apuntándome, me tranquilizo y sigo. - aprenderán muchas cosas, como una de ellas, respetar a las mujeres malditos cabrones de mierda.
Finalizo y comienza el caos ya que un francotirador le vuela a la cabeza a la proxeneta.
Todos quieren salir, las mujeres que estaban siendo vendidas como tráfico de blancas, gritan y lloran tiradas en el piso, saco mi arma y comienzo a disparar, sin importar a quien toca la bala, mi equipo está a salvo y las mujeres también.
El hombre castaño, alto, se acerca, me mira, hace una señal que no entiendo y sale del lugar.
Me acerco a las mujeres las desato, hago una seña, les pido que me sigan, en cuclillas y por momentos gracias a la lluvia de balas pecho tierra, arrastrándonos contra el piso logramos salir, dejando atrás el tiroteo que se tiene.
Fuera del lugar una camioneta del FBI nos espera junto con una ambulancia , me acerco, las mujeres llorando y sollozando corren con los paramédicos.
Comienzan a salir, llegan más agentes, el equipo S.W.AT. las escolta a las camionetas del FBI, yo solo me limito acercarme al agente a cargo de la sede y del caso .
-Otro caso más ganado, muy bien agente A, sin duda alguna, Londres la extrañará.-Dice el agente.
-Londres es mi alma mater, no lo olvidaré, pero es buen momento de crecer aún más, tener nuevas experiencias que enriquecerán mi materia de agente.
-Lastima que no te quedarás a recibir al agente Kotch, sin duda alguna te reclutaría, eres la mejor. -Suspira y me mira.
»Anya te extrañaremos, si esos alemanes no te tratan bien o no te dan el lugar que realmente mereces sabes que Londres te recibirá con los brazos abiertos, eres de nuestras mejores, criminóloga, perfiladora conductual, psicóloga, políglota, hacker, rescatista.- finaliza.
-¿No se puede ser más adulador?-río, sin duda extrañaré este lugar y los grandes agentes que tiene.
-No, no se puede.-me dice con una sonrisa y ríe. -Así es como se cierra con broche de oro, disfruta de este mes de vacaciones que Alemania te espera, Anya, demuestra todo tu potencial.
-Así es como consigo un nuevo logro.- digo con una sonrisa.
-Presumida y modesta-ríe- andando pequeña, demuestra que con veinte años eres la mejor agente que tendrá Alemania, recuerda también que mañana tienes un vuelo rumbo a Long Island junto a tu familia.
-Por nada del mundo olvidaría ese vuelo o mi madre me mata.
-Vamos-dice el agente y lo sigo.
Sin más subimos a la camioneta y nos dirigimos a la sede del FBI.