Podría empezar este libro contándoles lo difícil que es escribir sobre una villana, pero me encariñé con el personaje de Alexia y, a pesar de ser la escritora, esperé su metamorfosis, la cual llegó pixelada...
Podría empezar este libro contándoles lo difícil que es escribir sobre una villana, pero me encariñé con el personaje de Alexia y, a pesar de ser la escritora, esperé su metamorfosis, la cual llegó pixelada...
Alexia Sellers es una mujer hecha y derecha que sabe distinguir perfectamente entre el bien y el mal. Sin embargo, y sin querer justificarla, se inclina hacia lo fácil de la vida, o más bien, lo que ella cree que es sencillo. Ha nacido y crecido en un mundo hostil, careciendo de ese tan preciado sentimiento llamado amor, y no solo eso, ha experimentado la nula empatía de las personas que, supuestamente, debieron cuidar de ella.
A medida que iba creciendo, se aferró al dinero que le proporcionaba su estilo de vida, creyendo que era la única forma de salir adelante, y que tal vez podría borrar las pesadillas que cada noche tenía gracias a los abusos cometidos por las personas que vivían a su alrededor.
Creo que la metamorfosis que mencioné al principio sí existió, lástima que no de la forma que muchos hubieran querido. Alexia se transformó en una mujer fría y calculadora, sin escrúpulos, dejando atrás la inocencia que le arrebataron desde temprana edad. Yo quería que la conversión fuera desde su adultez hacia adelante, que tal vez el amor podría ayudarla, pero no estoy segura si ese sentimiento está en su disco duro. Por lo mismo, no creo que el milagro que espero se haga realidad.
El dinero todo lo puede, pero ¿puede comprar la felicidad? Según mis creencias, es imposible. Quizás muchas personas dirán que sí, que sirve porque puedes viajar, comprar lo que desees, conocer gente, pero el vacío no se llenará jamás. Me da lástima creer que Alexia no pueda alcanzar la dicha. Quizás yo, como su creadora, pueda darle un empujón, no obstante, no prometo nada.
En el principio, Alexia era solo una niña con sueños y esperanzas. Sus ojos brillaban con la inocencia que caracteriza a los jóvenes, una chispa que, con el tiempo, fue apagándose lentamente. La vida le enseñó que las promesas a menudo se rompen y que las personas en las que más confías son las que te pueden causar el mayor dolor.
En su adolescencia, Alexia buscó refugio en la materialidad. El brillo del oro y el suave tacto de la seda se convirtieron en su consuelo. Cada joya, cada prenda cara, era una barrera que construía para protegerse del dolor. El dinero se convirtió en su escudo, una forma de mantener a raya a los demonios de su pasado. No era simplemente una cuestión de supervivencia; era una necesidad desesperada de encontrar algo que le diera un sentido de control y poder en un mundo que siempre le había quitado más de lo que le había dado.
Pero con el tiempo, la búsqueda de la riqueza y el poder la cambió. Su corazón, que alguna vez había latido con la esperanza y la posibilidad de un futuro mejor, se endureció. Las personas dejaron de ser individuos con sus propias historias y emociones, y se convirtieron en peones en su juego de ajedrez. Todo se redujo a transacciones y manipulaciones. Cada relación, cada conexión, se medía en términos de beneficios y costos.
A pesar de su frialdad, había momentos en que la verdadera Alexia emergía, momentos fugaces en los que se veía la niña que una vez fue, llena de miedo y anhelo de amor. Esos momentos eran pocos y distantes, rápidamente suprimidos por la mujer implacable que había aprendido a ser.
Es en estos espacios de vulnerabilidad donde me veo reflejada, deseando desesperadamente cambiar su destino. Pero la transformación de Alexia no depende solo de mí. Es un proceso que debe surgir desde dentro de ella.
El viaje de Alexia es una exploración de la naturaleza humana y de la capacidad de cambio. Es una historia de lucha, de resistencia, y tal vez, solo tal vez, de redención. ¿Podrá encontrar la paz que tanto busca? ¿Podrá su corazón endurecido alguna vez aprender a latir con amor nuevamente? Solo el tiempo y sus propias decisiones lo dirán.
Mientras nos adentramos en su historia, les invito a observar no solo a la villana que se ha convertido, sino también a la niña que aún reside en algún lugar de su ser. Porque en cada villana, hay una historia de dolor, y en cada historia de dolor, hay una chispa de esperanza.
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