Estrella Moore, la media hermana de Eunice, se tapó la boca y miró fijamente a la mujer supuestamente embarazada, a la vez que decía: "Pensé que solo se trataba de un malestar estomacal. ¡No me esperaba esto en lo absoluto! ¿Cómo pudiste embarazarte antes de casarte? Esto es inaceptable. ¡Tengo que decírselo a papá y a mamá!".
Tan pronto como la chica terminó de hablar, sacó su celular y llamó a su casa.
Como Eunice todavía estaba aturdida, no sabía qué hacer.
Entonces la doctora se aclaró la garganta y le dirigió una mirada comprensiva a Eunice, a la vez que le explicaba: "Los resultados de sus análisis indican que su condición física es muy inestable. Lamentablemente el riesgo de aborto espontáneo es muy alto, y podría conducir a un caso de infertilidad de por vida. Así pues, lo mejor será que se quede con el bebé".
Incapaz de procesar la información tan alucinante, Eunice se limitó a mirar fijamente a la médica.
Cuando las hermanas regresaron a casa, Eunice fue inmediatamente confrontada por su papá y su madrastra.
"¡Eres una descarada! ¿Cómo pudiste hacernos esto? ¡Estoy completamente decepcionado de ti!", gritó un furioso Leonel al mismo tiempo que señalaba con el dedo el rostro de su hija.
"¡Has arruinado la reputación de nuestra familia!", exclamó Deanna, levantando las manos en el aire por la frustración.
Luego se volvió hacia su esposo y le agregó: "Los Mendez querían fortalecer nuestro vínculo comercial a través de un matrimonio. Tu papá dijo que dejaría que Eunice se casara con un miembro de la familia, pero aquí estamos. Esa...".
Deanna quería maldecir y descargar su ira sobre Eunice, pero se detuvo después de pensarlo dos veces.
Negando con la cabeza, Leonel dijo: "Ella no se lo merece. Mejor dejemos que Estrella se case con alguien de los Mendez".
Al escuchar ese cambio de planes, Deanna sonrió con satisfacción y miró con orgullo a su hija.
El rostro de Estrella se iluminó de inmediato. Apenas conteniendo su emoción, la chica aplaudió y comentó: "¡Fantástico! Siempre me ha gustado Rufus".
Leonel asintió con aprobación. Sin embargo, de repente su expresión se volvió lívida una vez más, y continuó reprendiendo a Eunice.
A diferencia de su media hermana, a esta última no le importaba en lo absoluto un compromiso matrimonial. A pesar de haber recibido comentarios groseros y amenazas graves por parte de su papá y de su madrastra, lo único en lo que ella podía pensar era en su embarazo.
La única posibilidad que se le ocurrió donde pudo haber quedado embarazada fue en la reunión de exalumnos a la que asistió tres meses atrás. Se había embriagado de tal manera después de tomar una copa de vino, que no podía recordar lo que había sucedido después.
Leonel y Deanna continuaron reprendiendo a Eunice, pero ella no respondió ni se defendió. Satisfechos de que la chica por fin parecía haberse dado cuenta de su error, la pareja se dispuso a ver la televisión con Estrella, ignorando a la angustiada Eunice durante las próximas horas.
Mientras cambiaban de canal, una noticia de última hora captó su atención. "Esta es una actualización acerca del sucesor de la poderosa familia Lawson. Después de haber sido perseguido por sus enemigos y de sufrir múltiples puñaladas, aún no ha sido localizado. Lleva más de tres meses desaparecido. La policía y sus familiares han intentado por todos los medios localizarlo, pero aún se desconoce su paradero. Si cuentan con alguna información que pueda ayudar, llamen al número que aparece en su pantalla".
Tres años después, Eunice se bajó del tren en la estación de Orley. Su esbelta figura estaba bien envuelta en una elegante gabardina. Con el pelo hasta los hombros y un maquillaje ligero, lucía muy delicada y hermosa. Llevaba una gran maleta blanca en una mano, y sostenía la mano de un niño pequeño con la otra.
El chiquillo llevaba puesta una gorra de béisbol y una hermosa chaqueta de mezclilla. Entonces miró a su mamá y, con voz dulce le preguntó: "Mami, ¿vamos a ir a buscar a mi madrina?".
"No, aún no. Primero vayamos al hotel y descansemos un poco. Nos reuniremos con ella esta noche", respondió la mujer con una leve sonrisa.
Había algunos asuntos importantes con los que tenía que lidiar primero. Tan pronto como madre e hijo llegaran al hotel y dejaran su equipaje, Eunice tendría que poner manos a la obra. Aparte de eso, había concertado una cita con su amiga, Delia Cortez, para cenar esa noche. Sin duda sería un día muy ocupado para Eunice.
"¡Oh! De acuerdo, mami", respondió el niño con una amplia sonrisa.
Y así, Eunice y su hijo se dirigieron a la parada de taxis. Mientras se acercaban a un taxista para que los llevara a su hotel, no se dieron cuenta de que dos hombres los observaban desde la distancia.
Junto a una valla publicitaria había dos hombres vestidos de traje. Uno de ellos emanaba un aura muy fuerte, y la mayor parte de su rostro estaba cubierto por unas gafas de sol. Cuando miró a Eunice y al niño, su corazón comenzó a latir con fuerza.
"La señorita Moore y su hijo probablemente se dirigen al hotel", susurró el otro hombre, cuyo nombre era Julius Nelson y era el asistente del otro.
Apenas el día anterior Julius había averiguado esa información. Eunice había reservado una habitación de hotel en Orley dos días atrás.
El hombre alto no respondió. En cambio, mantuvo los ojos fijos en las figuras de la madre y el hijo que se alejaban.
Una vez que el taxi se alejó, el hombre se volvió hacia Julius y le ordenó: "Síguelos".
A bordo del vehículo, Eunice miraba por la ventana con su hijo durmiendo en su regazo. Mientras la mujer observaba el ajetreo y el bullicio de la gran ciudad pasar ante sus ojos, una ráfaga de pensamientos entró repentinamente en su mente.
En ese fatídico día en el que se enteró de que estaba embarazada, tres años atrás, su amargado padre y su madrastra la expulsaron de la familia Moore. Debido a su delicada condición física, el aborto no era una opción para ella, de modo que huyó al campo para pedirle ayuda a su tía.
Cuando Eunice se sometió a otro examen físico en el hospital allí, se sorprendió al descubrir que estaba esperando trillizos. El día de su parto, dos de sus bebés sufrieron complicaciones y perdieron el aliento en cuanto nacieron. Solo el último bebé nació sanito.
Después de ese día, Eunice lloraba todos los días, lamentando la pérdida de sus otros dos hijos. Con su único bebé a su lado, tuvo que convertirse en una madre cariñosa y responsable, dispuesta a salir de la depresión.
Sin embargo, la mujer había pasado por muchas dificultades en los últimos tres años. Afortunadamente su tía era muy buena tanto con ella como con su hijo. El niño era obediente y considerado con ella, lo que facilitó un poco la vida a Eunice como mamá. Estaba muy agradecida con su tía y orgullosa de su hijo. Debido a la perseverancia de Eunice, su vida mejoró gradualmente.
En ese momento, mientras la mujer sostenía a su hijo con fuerza, solo esperaba que pudiera crecer para convertirse en un buen hombre y que todo en su vida fuera lo más tranquilo posible.
Tan pronto como llegaron al Hotel Klein, Eunice despertó con cuidado a su hijo. Después de que se bajaran del taxi y cuando estaban a punto de entrar al vestíbulo, el celular de Eunice sonó.
Era una llamada de Delia. Entonces la mujer llevó a su hijo a un lado y le dijo: "Brent, mamá necesita hablar con Delia. Puedes ir a echar un vistazo, pero no te alejes demasiado y no corretees, ¿de acuerdo?".
"Sí, mami. Iré al jardín a ver las flores". Después de que Eunice asintiera, Brent trotó hacia el jardín que se encontraba no muy lejos de ahí.
Al ver que su hijo estaba al alcance del oído, la mujer respondió la llamada.
"¡Hola, Eunice! ¿Llegaron ya a Orley?", preguntó Delia con preocupación.
"Sí. Estamos a punto de entrar en el hotel. Después de registrarme, programaré una reunión de negocios con Grupo Frazier. Tengo que arreglar las cosas de una vez por todas", respondió Eunice con voz seria.
La mamá de Eunice había heredado Grupo Fraizer de su papá. La mujer siempre había deseado que su hija se hiciera cargo de la empresa una vez que creciera. Sin embargo, falleció inesperadamente, dejando a su esposo, Leonel, en el cargo de presidente interino.
Recientemente se informó en los noticiarios que Leonel tenía planes de vender esta empresa y registrar una nueva en la que Deanna sería la representante legal. Esa información tan impactante no le cayó nada bien a Eunice, por lo que haría todo lo necesario para detener los planes de su papá.
No podía permitir que la empresa de su abuelo fuera vendida a otro grupo empresarial. Además, nunca dejaría que Deanna obtuviera una parte de las ganancias de la venta.
"Ve y recupera lo que te pertenece. Ten la seguridad de que cuentas con mi apoyo. ¡Te deseo la mejor de las suertes!", exclamó Delia con determinación.
"Así lo haré y te sentirás muy orgullosa de mí. Gracias". Tras escuchar las palabras de aliento de Delia, Eunice se sintió más confiada de sí misma. Y así, las dos amigas continuaron charlando y planificando sus actividades para los siguientes días.
Mientras Brent deambulaba por el jardín, decidió recoger algunas flores para obsequiárselas a su mamá. Pero de pronto, un anciano que vendía globos de dibujos animados al otro lado de la calle captó su atención. El chiquillo se emocionó tanto, que quería echar un vistazo más de cerca.
Justo cuando se echó a correr, vio a un ciclista que se dirigía a toda velocidad en su dirección. Como ambos estaban en curso de colisión, parecía que nada podría evitar el accidente. Entonces, una voz preocupada resonó en los oídos de Brent.
"¡Cuidado, niño!".