Los sonidos de su pasión despertaron algo dentro de mí, que hervía justo bajo la superficie de mi piel. No sabía si eran los celos, la ira, o mi propio enamoramiento secreto por Jason lo que hacía que el asunto fuera tan insoportable. Sin importar la razón, no podía irme de allí.
"¡Dios! Eso fue tan sexy", comentó una voz femenina, sacándome de mis pensamientos y haciéndome tragar con dificultad.
En un momento estaba cerca de la puerta y al momento siguiente, esta se abrió, revelando a Jason únicamente cubierto por unos pantalones, con sus abdominales a la vista. Y, por supuesto, su acompañante no era otra que la perra Stephanie, a quien detestaba. Al verla en bikini, me quedó claro que era una descarada.
"Miren a quién tenemos aquí, nada menos que la inútil de Jasmine, que no tiene un lobo", se burló de mí, encendido mi rabia. Eso era típico de ella: no perdía la oportunidad de recordarme que yo no tenía un lobo.
"¿Qué haces aquí?", me preguntó la única persona que me importaba en ese momento, Jason.
"Yo... yo... vine a llamarte para cenar...", tartamudeé, pues mi maldita voz me traicionó en un momento como ese.
Él no dijo una palabra; solo asintió con la cabeza como si estuviera cansado de verme. Yo sabía que me odiaba. Quizás era porque me gané el cariño de sus padres, o tal vez porque era una vergüenza por no tener un lobo. A pesar de que no podía precisar con exactitud el motivo, sabía que no soportaba verme más de unos segundos.
Asentí con la cabeza, mientras un dolor terrible se extendía por mi pecho. Mi agonía era causada por el hecho de que él no sentía lo mismo que yo. Mientras lo miraba con toda la ternura, él lo hacía con odio, dureza y una actitud de indiferencia. Eso era típico de Jason.
"¡Espera! Gente como tú no debería ni siquiera mirar un rostro como el suyo, mucho menos tocar su puerta. La próxima vez que te pidan que lo hagas, rechaza la oferta", intervino Stephanie, con su actitud mandona.
Como respuesta, puse los ojos en blanco y me dispuse a alejarme, pero esa perra salió de la recámara y me agarró del pelo.
"¡Stephanie, déjala en paz!", ordenó Jason con firmeza.
Ella me soltó en el acto el pelo, como si estuviera siendo controlada por él. Yo la fulminé con la mirada antes de irme.
Esa era mi vida: yo era una adolescente sin lobo que había sido adoptada por la familia Thane y, quizás, una vergüenza para Jason. Este prefería decirle al mundo que era adoptada, antes que reconocerme en público como su hermana. De hecho, no fallaba en referirse a mí como "adoptada". Sabía que era una estupidez de mi parte estar enamorada de alguien como él.
La manada me respetaba porque la familia real me había adoptado. Por eso, nadie se atrevía a recordarme lo inútil que era por no tener lobo, pues temían que Luna Anna les cortara la lengua.
La cena con los Thane transcurrió con tranquilidad, como siempre. Papá se sentó frente a mamá, y a mí me dejaron sentarme frente a Jason.
La cena siempre era rápida, pero por alguna razón que no podía precisar, ese día la sentí extremadamente larga. Quizás era porque miraba a mi amado con frecuencia, o porque no había probado ni un bocado de mi plato.
"¿Por qué no me pones de una vez en tu plato?", gruñó él, con los ojos fijos en su comida.
Parpadeé rápidamente y desvié mi mirada de vuelta a mi plato.
"Jasmine, hoy hay luna llena. Estoy ansiosa por saber con quién serás emparejada", dijo Luna Anna, mi madre, con una sonrisa radiante en el rostro.
Yo sonreí. Ese era el día que había estado esperando: tal vez conseguiría a mi loba y también a mi pareja.
Solo era cuestión de horas para que mi largo sueño se hiciera realidad.
"¡Oh! Dejen a nuestra pequeña Jasmine fuera de esto. Es tan joven, que todavía no puedo creer que finalmente va a ser emparejada. Quiero decir, ayer era tan chiquita", intervino mi papá, con la voz cargada de emoción.
A sus ojos, yo seguía siendo la bebecita que habían adoptado, pero ya era una adolescente. Tenía dieciocho años y, en unas horas, terminaría emparejada con alguien.
"Y lo mismo va para ti, Jason. Ya es hora de que bajes de tu pedestal y encuentres una compañera. Tu padre tenía dos años menos que tú cuando se casó conmigo", se dirigió mamá a mi hermano.
Al escuchar su nombre, él se levantó de inmediato y se fue. Esto era típico de Jason. ¿Era guapo? Sí. ¿Un mujeriego? También. ¿Un imbécil? Probablemente. ¿Y un arrogante? Sin duda alguna. Pero aun así, mi corazón lo escogió a él por encima de todos.
Terminé de cenar y rápidamente fui a prepararme para el gran día.
Instantes después, estaba en el club, escaneando el lugar con la mirada para encontrar a una persona. Sonreí cuando la vi: Ruby Slade, mi única amiga cercana, estaba saludándome.
"Hola, J", dijo mientras se acercaba a donde yo estaba. La recorrí de arriba abajo. No estaba mal vestida, ni yo tampoco. Al menos mis padres me habían dejado escoger mi ropa para una ocasión tan importante.
"¡Miren nada más quién se vistió tan sexy!", comentó Ruby, quien podía ser una perra a veces, en un tono tan alto que todas las miradas se posaron en mí. Y todo gracias a que tenía a una amiga tan descarada como ella.
Instantes después, escuché una risa familiar detrás de mí, así que me giré.
"Es una lástima que no tengas un compañero porque no tienes lobo", susurró Stephanie prácticamente en mi oído.
Tragué saliva y apreté los puños, conteniendo el impulso de estrellárselos en la cara, pues no podía arruinar ese día, especialmente no por una malnacida como ella.
"¡Ya salió la luna llena!", gritó alguien, sacándome de mi enfrentamiento con Stephanie.
"¿Por qué no te quedas a mirar, pinche perra?", le dije a mi rival, dedicándole una sonrisa cargada de suficiencia, antes de alejarme.
Podía sentir la conexión, el vínculo que me atraía hacia alguien familiar, que estaba sentado cerca. No tenía dudas de que él sentía lo mismo, ya que se giró y clavó su mirada en mí.
"¡Compañero!", susurré, aún procesando que mi sueño se había hecho realidad.
Jason, el chico del que llevaba toda la vida enamorada, me miraba profundamente a los ojos. Pero el momento solo duró un instante, ya que él se echó a reír y exclamó: "¿Compañero? ¡Es una tontería que me emparejen con alguien que no tiene lobo, como tú! ¡Yo, el Alfa Jason, te rechazo como mi pareja destinada!".
Esas palabras me destrozaron el corazón y lo último que supe fue que el mundo daba vueltas a mi alrededor, antes de desmayarme.