Sale nuevamente hacia la oficina de su madre, dispuesto a enfrentar a esa chica, que no era más que un juguete que serviría de distracción para su madre, mientras él se quedaba con la mujer que en realidad amaba, Vanesa. Decidido a demostrar quien manda. Entra nuevamente sin ser anunciado a la oficina de su madre, y observa como la mujer se despide de su progenitora. -¡Has vuelto! -Comenta Jazmine, que lo observa con duda. -Sí. Quería revisar el contrato. -Mira de reojo a Aurora, que se siente tan nerviosa con su presencia, que simplemente clava su mirada en el piso, ansiosa por poder salir de allí. -No tiene caso que lo hagas ahora. Los dos han firmado, y yo debo llevarle esto al abogado, y llegar a tiempo a una reunión que tengo con algunos socios. -Explica Jazmine, mientras toma el contrato, su bolso, y su abrigo. -Pero ya que estás aquí, quizás deberías tomarte el tiempo para pasar tiempo con tu prometida. Empieza a caminar en dirección a su hijo. -No me interesa. Solo me casaré con ella por tu ultimátum. -Responde él, cruzándose de brazos. Aurora siente una punzada en el corazón. -Pues por mi ultimátum o no, la chica necesita un anillo de compromiso. Así que espero, lo tenga para cuando la vuelva a ver. -Sale Jazmine, dejando a los dos jóvenes en su oficina. Ares se acerca, sigilosamente a Aurora, que no deja de mirar el piso, horrorizada, escuchando cada paso de su prometido, a medida que se acerca. -¡Así que este es tu verdadero rostro! -Dice, y se inclina frente a su cara, para observarla de cerca. Aurora siente como si el corazón se le fuera a salir del pecho, por su ritmo cardiaco tan acelerado, al tenerlo tan cerca. -No eres fea. Pensé que estarías peor. -Dice, pero la realidad es que jamás había visto una mujer de facciones tan perfectas, y tez tan blanca y delicada. Se fija también, en su cuerpo, y la ropa que trae puesta, y las curvas inexistentes de la chica, con ese vestido holgado, que a su parecer la hacen ver, como una costal de papas, le confirman, que aunque tenga un rostro tan hermoso, no es bella completamente, como lo es Vanesa, quien tiene no solo un rostro lindo, sino unas caderas de infarto, que armonizan su esbelto cuerpo. -Escuchaste lo que dijo mamá. -Saca su cartera de su bolsillo, y de ella, saca una tarjeta BLACK PLATINUM, ilimitada, que le ofrece. -Cómprate un anillo de compromiso, y cuando lo hagas, ven a mostrármelo. -¿¡Qué!? Por primera vez levanta la mirada Aurora, sorprendida por la petición de Ares, que más bien era una orden. Y esos ojos azules, bien abiertos, intimidan sin querer a Ares, que intenta sostenerle la mirada. Mostrándose frío e insensible, ante una joven temblorosa y confundida. -¿Qué no entiendes? ¿Por qué me haces repetir las cosas? -Libera aire de su boca, mostrándose irritado. -Es que no sé a qué se refiere, señor. -Dice ella tímidamente. -A que tomes la tarjeta, compres un anillo, regreses y me lo muestres, y te lo pongas en el dedo. -Pero su madre... No deja que la chica, termine de hablar. -Lo que mi madre diga, no interesa. Grábate algo monjita. Este matrimonio es entre tú y yo. Y entre tú y yo, se hace lo que yo diga. -Señor, pero es que no tengo idea de comprar anillos. -Pues ve a una joyería, y pregunta por anillos de compromiso. Escoge el que te guste. Yo no tengo tiempo para esas tonterías. Acerca nuevamente la tarjeta a la chica, que no deja de verlo fijamente, entendiendo por qué su hermana Adriana, actuaba tan sumisa frente a él, pues era como una clase de hipnotizador que simplemente ordenaba, y aunque quisieras decirle que no, no podías. Aurora toma la tarjeta, y asiente, dejando que Ares salga primero, para luego irse. Inicialmente, piensa en pedirle ayuda a su hermana, pero luego se percata de lo incómodo que sería para ella, y prefiere ir sola. Al salir de la empresa, empieza a caminar, por las calles, esperando encontrar una joyería cercana, pues no tenía dinero para un taxi, y la tarjeta que le había dado Ares no le servía en este momento de mucho. Además, no quería abusar. Por suerte, a unas 5 cuadras de la empresa, habían varias joyerías, que parecían muy costosas. Sin mayor pretensión entra a la primera, y empieza a observar el mostrador. -¿Gusta algo en particular? -Le pregunta una dependienta, muy amable. -¡Eh!... me gustaría ver... anillos de compromiso... -Dice, mostrando una tímida sonrisa, no muy cómoda con la situación. -Por supuesto. En un momento regreso. La dependienta vuelve unos segundos después, con una tabla, con varios anillos para mostrar. Todos muy ostentosos, con grandes piedras, que no eran para nada del gusto de Aurora. Aunque había uno, que no podía dejar de observar, con varios diamantes rosa que formaban una flor. Era simplemente precioso. Sin embargo, aunque le gustara, su precio era demasiado elevado, para un anillo que ni siquiera sería pagado por gusto, de parte de Ares. -¿Hay alguno que te guste? -Le pregunta a la chica, que sigue observando los anillos. -No, lo siento. ¿No hay algo menos grande y llamativo? Más sencillo. -¿Qué tan sencillo? -Lo más sencillo y barato que tenga. -Específica, Aurora, que tampoco quería que Ares creyera que era una oportunista que solo pretendía gastar dinero. La vendedora, la mira algo confundida, pero atiende su petición. Trae un quinteto de anillos, bastante sencillos. Entre ellos, una argolla plateada, decorada con circones alrededor, que le pareció hermoso, y era justo lo que esperaba encontrar. -Me llevaré este. La dependienta lo saca del mostrador, y se lo ofrece para que pueda probárselo. Al ponérselo, no puede evitar sentir mariposas en el estómago, pues hasta hace unos días, estaba segura de que sería obligada por su madrastra a convertirse en monja, y ahora, estaba comprometida con un hombre tan indiferente y frío como el hielo, del que su hermana está enamorada, pero a pesar de todo, siente una pizca de emoción en su interior, y no debería. Se quita el anillo, y pide que se lo empaquen. Paga con la tarjeta, y se retira, rápidamente. Al llegar a la empresa, y estar frente a la oficina de Ares, se lo piensa dos veces, para tocar la puerta, al ver que no está la secretaria, que puede anunciarla. -¿Por qué será que cada vez que vengo, a este lugar, la secretaria no está? -Se pregunta Aurora, que finalmente decide tocar. -¡Adelante! -Le ordenan desde adentro. Tímidamente, y con mucha vergüenza, entra, y observa a una mujer joven, muy bonita, al lado de su prometido, tomando nota de forma atenta, mientras él parece muy concentrado, en los documentos que tiene en su escritorio. -¿Qué haces allí?, ¿por qué no sigues? -Le dice fríamente Ares, mientras la chica, a su lado, le sonríe con pena. Aurora se adentra tímidamente y se para justo en frente de él, que no se digna a mirarla, por lo que decide poner la pequeña caja de joyería sobre su escritorio, y junto a ella, la tarjeta, y la factura de compra. Ares, mira levemente los objetos. -¡Lina! -Llama a su secretaria, que no puede evitar sentir curiosidad sobre lo que pasa entre su jefe y esa mujer. -Dígame, señor... -Sal. Más tarde terminaremos. -Como ordene. -La chica sale y apenas cierra la puerta, Ares mira fijamente a Aurora, por primera vez. -¿Qué es eso? -El anillo que me pidió comprar. -Comenta inocentemente la chica. Mira la factura con desprecio al notar el precio. Abre la caja, y el anillo le parece tan insípido y poca cosa, para algo que regalaría el futuro heredero de Walton's car. -¿Se supone que esto es un anillo de compromiso? Aurora lo observa confundida. -¿Por qué?, ¿no le gustó?, a mí me parece muy hermoso. -Para el jardinero de mi casa, tal vez. -Eso es algo despectivo. -Despectiva será la prensa conmigo, si al anunciar nuestro compromiso, se dan cuenta de que este es el anillo que te compré. No me bajarán de tacaño, y mal novio. Y ni que decir de mi madre. De seguro dirá que este no es un anillo digno de un Walton. ¿Acaso eso planeas? ¿Hacerme ver como un insensible tacaño, que no se esmera por la mujer con la que se casará? -Lo siento, señor, pero es que, yo jamás he comprado un anillo de compromiso, y al ver su poco interés, no quise abusar, gastando en algo que no quiere ser comprado. -¡Uisshhh! ¿Sabes cuál es tu problema monjita? Que piensas demasiado. Ares se levanta, toma el anillo, la tarjeta y a Aurora de la mano, llevándola tan aprisa, que ni siquiera se fijó si ella podía seguirle el paso o no. -¿A dónde vamos? -Pregunta nerviosa con el corazón a punto de salírsele del pecho, desde que sintió la mano de Ares sobre su muñeca, causándole escalofrío en todo su cuerpo. -¿No es obvio?, a comprar un anillo decente. Mientras la lleva de la mano, por toda la empresa, y todos a su paso los observan sorprendidos, Aurora se avergüenza, mientras que para Ares, es como si los demás no existieran. Afuera de la empresa, suelta abruptamente la mano de Aurora, y guarda silencio, como si estuviera esperando algo, mientras la chica permanece inmóvil, sobando suavemente su mano, parada junto a él, sin saber qué hacer. Minutos después, un McLaren P1 se detiene justo enfrente de ellos. Se baja el valet parking y le entrega las llaves a Ares. Se sube, en el asiento del conductor, y baja el vidrio de la puerta del copiloto. -No esperarás que te abra la puerta, ¿o si? Aurora lo mira sin entender, y permanece inmóvil. -¡Que te subas! De inmediato la chica, torpemente, abre la puerta y se sube al auto que le parecía algo bajo, pero al estar adentro, era muy cómodo. Ares arranca el auto, y en menos de un minuto están frente a la joyería. Aurora casi siente que se le sale el corazón nuevamente, pero esta vez, por los nervios, al ser la primera vez que va en un auto a tanta velocidad. -¿Cómo sabía que esta es la joyería? -Le pregunta, Aurora. -La factura. -Se baja del auto, y la deja a ella atrás, que lo sigue. Al entrar a la tienda, las vendedoras se derriten con la presencia de Ares, peleándose por atenderlo. -Quiero hablar con el administrador. -Dice el hombre, que de inmediato es guiado hacia la oficina de este. Allí, pide que le muestren los 5 mejores anillos de compromiso que tenga, y el administrador no duda en atender su petición, al saber que el hombre sentado en su oficina, es el empresario más rico del país. Aurora permanece de pie, al lado de Ares, ya que no hay más sillas, y ni el administrador, ni Ares, planean cederle una. Minutos después llegan las dependientas, con 5 modelos de anillos, entre los que se encontraba, aquel en forma de flor, que había llamado la atención de Aurora, por ser tan parecido a una orquídea. La flor favorita de su madre. Ares, de reojo, la mira, y se da cuenta de que hay uno que ha llamado su atención. -¿Te gusta alguno? -Le pregunta el hombre, que decide no seguir interviniendo en la escogencia de este, pensando en que el único anillo que tenía derecho a escoger, fue el que le dio a Vanesa. -¡Son muy costosos! -No te estoy pidiendo que te fijes en el precio. Simplemente escoge uno. -¡No podría! -¿Por qué no puedes ser como las mujeres normales? -Le dice frente al administrador de la tienda, que permanece callado, sin entender si el anillo es para esa mujer, tan hermosa, pero tan mal vestida. -Simplemente escoge un anillo. -Le ordena Ares, pero al ver la duda en los ojos de la joven, escoge el más costoso. Agarra el anillo en forma de flor, lleno de diamantes rosa, que tiene un valor de 2 millones de dólares. -Pruébate este. -¿Eh? -Responde Aurora, pareciendo tan lenta y despistada, que lo desespera. Coge el anillo, y el mismo se lo pone en el dedo. Ve el rubor de la chica en sus mejillas, y se da cuenta de que el anillo es perfecto. -Llevaré ese. ¿Tarjeta o efectivo? -Como guste señor. Después de pagar, Ares lleva a Aurora de vuelta a la empresa, para que su madre dé el visto bueno, del anillo, pero apenas entran a la empresa, se lleva una sorpresa, al ver que en recepción lo espera su amada novia, Vanesa. -Cariño, ¿qué haces aquí? -Le pregunta con total naturalidad, y se acerca a ella para saludarla con un beso en la boca, sin importarle que la recepcionista y Aurora estén viendo todo, haciendo sentir tan incomoda a la chica, que cada vez entendía menos en lo que se metía. -Lamento haber venido sin avisarte, pero es que tenemos que hablar. -Claro amor, ¿qué tienes que decirme? Vanesa se da cuenta de lo cerca que está Aurora de ellos, y no le gusta, pues aunque su aspecto no es el mejor, no soporta que una chica con un rostro tan hermoso, esté tan cerca de su novio. -¿Quién es?, ¿por qué está tan cerca de nosotros? -Es la chica de la que te hablé. La monja, con la que me casaré. -¿Ella es? -¡Mjum! -Pero, ¡no es fea! -¿Y eso qué? Ni siquiera me había fijado en ella. Más bien subamos a mi oficina, y hablemos tranquilamente allá. Caminan en dirección al ascensor, y Aurora los sigue, sin saber qué más hacer. Apenas se suben al ascensor, Vanesa, se siente incomoda, por la presencia de Aurora. -¿Qué te pasa?, ¿por qué nos sigues? -Le pregunta muy enojada Vanesa. -¡L-lo siento!, yo... yo... -¿Qué?, ¿eres muda? Aurora, muy asustada, mira a Ares, en busca de apoyo, pensando que él puede explicarle a la chica, por qué está allí, pero él desvía su mirada, ignorándola por completo. -No, señora. Es que el señor Ares, me dijo que hablaríamos con Jazmine, su madre. Vanesa, arroja una carcajada burlona. -¡Ay, pero qué linda!, me dice señora y todo. Eres muy respetuosa. Me agrada, amor. -Se gira hacia Ares, que sonríe, pero la realidad es que le sorprende la actitud de Vanesa. -Al verte no me agradaste, pero ahora que te escucho hablar, entiendo por qué mi novio te escogió. ¡Eres perfecta!, sumisa, tranquila, maleable, no solo serás una perfecta esposa falsa, también serás de seguro, una linda niñera. -¿A qué te refieres Vanesa? -La toma del brazo Ares. -A que pronto habrá un bebé entre nosotros, amor. ¡Sorpresaaaa!, ¡Estoy embarazada!