ese país, pero aunque los tuviera no iba a presentar a su profesor como novio, ya que Ming solo decía "Eres mío" como si eso explicara todo, a veces se sentía alagado y otras tantas se molestaba, pero ahora no era tiempo de pensar de más en cosas absurdas se dijo una y otras vez, ya tendría tiempo de charlar con "su profesor", por ahora lo único que quería era terminar de ducharse y descansar... al lado de Ming, o mejor aún entre los brazos del primer hombre con el que había estado.
- Min...Shun. - se corrigió sobre la marcha y no porque recordara la charla con Ming, sino por la forma fría en que lo vio. - No sabía que tienes un tatuaje, es muy... grande. - dijo sorprendido al ver la espalda del hombre y el dragón rojo que la cubría al completo.
- Esto es una marca con una razón, tiene un porque para estar allí, no como las estupideces que tú tienes. - Felipe se sintió mal, más que eso, Ming ni siquiera le había preguntado por sus tatuajes, solo lo estaba juzgando, pero no se mostraría como un joven quejumbroso, él era Felipe Zabet- Ángel, claro que no se mostraría frágil, aunque en el fondo lo era.
- ¿Estupideces? Han Shun Ming, todo lo que toca mi piel se convierte en arte, tú mismo lo dijiste, soy hermoso, por lo que todo lo que me rodea también lo es, ¿qué te hace pensar que mis tatuajes serán la excepción?
- Felipe... - comenzó a protestar el mayor al verlo salir de la ducha y colocarse la bata de baño.
- Cierra la puerta al salir, y la próxima vez espera una invitación para venir, no me gustan las sorpresas.
Felipe estaba molesto y herido, era la primera vez que estaba con alguien a ese nivel de intimidad, no sabía que esperar o hacer, pero definitivamente recibir un regaño por sus tatuajes, en especial acompañado de la mirada desaprobatoria de Ming lo molesto demasiado, pero también le fue honesto, a Felipe no le gustaban las sorpresas, las odiaba, aun recordaba como sus hermanos regresaron sorpresivamente de la universidad, y como se casaron de la misma forma y aunque ese era un recuerdo feliz, muchas cosas malas pasaron luego, cosas que Felipe relacionaba a las sorpresas y era por eso que no le gustaban en ningún sentido.
Ming no estaba dispuesto a tal comportamiento, estaba pensando seriamente en decirle a Felipe que tan importante era el apellido Ming en China, mejor aún estaba dispuesto a decirle que él era el sucesor del drago rojo y por ello tenía ese tatuaje, por lo que lo mejor que podía hacer era complacerlo y tenerlo feliz, pero cuando se estaba terminando de vestir, recibió la llamada de uno de sus hombres, el clan lo necesitaba con urgencia, por lo que solo salió con la intención de advertirle que hablarían cuando regresara, pero solo le basto con verlo dormir como un buen niño, para que el enfado disminuyera.
- Eres demasiado hermoso como para castigarte, pero aun así no tientes tu suerte. - Felipe se removió un poco, pero no se despertó, aun con Ming hablando en su oído, el asiático dejo un beso en su frente y salió de la misma forma en la que entro, por la puerta principal con la llave que le había robado a Felipe.
Felipe dormía profundamente, pero no estaba tranquilo, escuchaba a alguien llamándolo, pero no comprendía lo que decía, solo sabía que era alguien que quería, y su corazón se aceleró con desespero, a tal punto que terminó por pegar un salto en su cama, y solo cuando abrió los ojos comprendió que había estado soñando, aunque no recordaba que, se levantó y camino por su departamento, estaba solo, Ming ni siquiera había dejado una nota, pero no era eso lo que lo molestaba, era otra cosa, algo que ni él comprendía. Tomo un vaso de agua y estaba a punto de volver a su cómoda cama cuando la puerta de su departamento fue abierta, arrancándole un grito de la impresión.
- Tranquilo Felipe, soy Conall Bach, nos vimos en el entierro de Dulce, no sé si me recuerdas. - Felipe no solo estaba aturdido por su visita y no era la única, tras el hombre de traje negro ingresaron seis hombres más, que estaban armados.
- No te recuerdo, a decir verdad, no le preste atención a nadie ese día. - respondió al tiempo que daba un paso hacia atrás, el hecho de que ese hombre nombrara el funeral de Dulce le removió las entrañas, era un niño cuando eso sucedió y, aun así, lo recordaba, pero solo el dolor, no los rostros de quienes fueron aquel día a rendir sus respetos.
- Lo comprendo, no te asustes, pero debes venir con nosotros ahora mismo. - dijo Conall, al ver como Felipe había retrocedido dos pasos.
- ¿Qué? No, ¿Por qué?
- Debes llamar a tu madre, ella te explicara, dime que necesitas empacar y mis hombres se encargaran, no podemos perder tiempo. - en la mente del joven solo una cosa se repetía... su sueño.
- Algo le sucedió a uno de mis hermanos. - dijo en un susurro, y tuvo que apoyar una de sus manos en la pared, para lograr mantenerse en pie.
- Lo siento, Lucero solo me dio la orden de venir por ti. Llama a tu hogar y dime que necesitas...
- Solo la documentación. - respondió tratando de recordar el número de su madre, era tantos los nervios que sentía que no pensaba con claridad, solo podía ver los rostros de sus hermanos pasar frente a él, mientras se preguntaba que sucedió, y a quien, ¿sería la loca de Ámbar? ¿acaso el temperamento de Stefano al fin lo había llevado a un problema ralamente grave? ¿o seria Mateo? A cuál de sus hermanaos le había sucedido algo.
- ¿Necesitas ayuda? - indago el hombre mayor y tuvo que obligarse a hablar.
- No... no recuerdo el número de mi madre. - Conall le regalo una sonrisa condescendiente, trato de recordar lo que era ser un joven con preocupaciones mínimas, pero no pudo, él había cargado con ser un Bach desde niño, hombres con nervios de acero y mujeres con mentes brillantes, eso eran los Bach.
- ¿No la tienes agendada como mamá? - pregunto lo obvio y Felipe quería golpearse, completamente rojo por su estupidez, tomo su teléfono y llamo a su hogar.
- ¿Ma? - dijo con voz temblorosa, podía escuchar los grito de Amir a lo lejos.
- Feli, hijo, gracias a Dios que estas bien, debes regresar, todos deben regresar. - dijo con apuro y desespero, Candy precisaba ver a sus niños, necesitaba comprobar por ella misma que estaban bien.
- ¿Qué sucede? - cuestiono porco dispuesto a moverse son saber quién de sus hermanos estaba en problemas.
- Solo regresa con Conall...
- ¡¿Qué es lo que pasa?! Yo soñé... - Felipe dejo de hablar al percatarse de la mirada intrigada de Conall lo último que quería era que lo tildaran de loco.
- ¿Qué Feli? Que soñaste hijo. - respiró derrotado, era su madre, la conocía, no se detendría.
- Soñé que me llamaba... Vicky. - dijo sorprendiéndose incluso él mismo, ya que cuando despertó no podía estar seguro de quien lo llamaba, pero ahora lo estaba.
- ... - la línea quedo en silencio, y Conall lo veía sorprendido.
- Dios mío, ¿Qué le paso a Vicky? - el shock que le había causado Conall al abrir de repente su puerta e ingresar con todos esos hombres se había esfumado, en este momento Felipe solo podía pensar en Victoria, su hermana.
- Se la llevaron... Felipe, alguien secuestro a Victoria.
Felipe término con la llamada y comenzó a caminar hacia fuera, necesitaba regresar a Nueva York, tenía que saber que era lo que le había sucedido a su hermana, ¿cómo fue que alguien pudo ingresar en la mansión Zabet? Porque para Felipe alguien había ingresado en su mansión, su hermana era ciega y no le gustaba salir, pero a mitad de camino una mano grande lo detuvo, o quiso hacerlo, Felipe estaba tan preocupado por su hermana que solo reacciono a esa acción que pretendía detenerlo, el delgado joven tomo la mano de Conall y giro, doblándola de tal forma que estaba a punto de romperla.
- Tranquilo Felipe, soy yo. - Dijo con dolor y con su otra mano hizo una señal a sus hombres para que bajaran sus armas.
- Mierda, lo siento, yo estoy... estoy muy nervioso, quiero ir a mi casa, necesito ir con mi mamá. - no quería, no debería, pero Felipe sonaba como un niño asustado, quería regresar al refugio de su hogar, que sus padres le dijeran que todo era una broma, que al fin alguien le había hecho una broma a él.
- Lo comprendo Felipe, y nosotros te llevaremos, solo que no puedes ir en pijama, ponte, aunque sea un abrigo. - y solo entonces Felipe recordó que apenas unos minutos atrás estaba durmiendo.
- No puedo creer que ese niño flacucho lo sometiera tan fácil jefe. - murmuro uno de los hombres cuando ya estaban de camino al aeropuerto, Felipe veía por la ventana, pero, aunque estaba ocupando toda sus pensamientos en Vicky, podía escuchar a los hombres susurrar.
- Ese niño, es Felipe Zabet, y es un Ángel, que su rostro de inocente no te engañe, de todos ellos la única que es débil es Victoria, es por eso por lo que la secuestraron. - la última frase de Conall lo molesto, más que eso, lo enfureció y Felipe pocas veces se enojaba a ese punto.
- Si crees que Vicky es la más débil de nosotros es porque no nos conoces en realidad, pero ya lo veras por ti mismo, todos la subestiman por ser ciega, pero ella podría ser mejor asesina que Hades, solo la detiene la dulzura de su corazón. - dijo al tiempo que sus ojos brillaban con cierta advertencia de que cuidara sus palabras.
- Lo mismo dijo Lucero, pero lo cierto es que la secuestraron y no opuso mayor resistencia. - rebatió Conall y no por contradecir a Felipe, sino tratando de comprender como fue que se la habían llevado tan fácil, lo que ambos desconocían era que Vicky se había dejado llevar por salvar a Rosita, su hermana adoptiva.
- Desde que éramos niños se nos instruyó para poder sobrevivir en caso de un secuestro, ya sabes, somos asquerosamente ricos, pero además somos sobrinos y primos de asesinos, a eso súmale que Zafiro esta con Neri el líder de la mafia rusa y Eros... con Lucero, debes saber mejor que nadie cuantas personas quieren llegar a un Bach. - Conall no podía rebatir aquel hecho. - A diferencia de ustedes, a nosotros nos gusta la libertad, estar rodeado de tanto custodios... no es una opción, no desde que nos traicionaron y por ello murió mi prima. - Conall comenzaba a comprender todo aquello que Lucero les había contado.
- Están entrenados para matar. - Felipe dejo salir una sonrisa triste, que acompaño de un suspiro antes de responder.
- Tenemos sangre de asesinos, lo llevamos en nuestras venas, pero solo llegado el caso sabremos si todos somos capaces de matar, por ahora, solo mis padres, mis tíos, Hades, Eros y Zafiro se han atrevido a hacerlo.
- ¿Crees que Victoria lo hará? ¿crees que pueda escapar?
- Creo que ella hará todo lo que este en sus manos para regresar a nosotros, cueste lo que le cueste, somos su familia.
Felipe no se equivocaba, Victoria haría cualquier cosa para regresar aun a costa de su propio corazón, solo le llevo un par de semanas regresar con su familia, pero muchas cosas pasaron en ese tiempo, en especial a Felipe.
Ming solo lo llamo una vez, para exigirle saber dónde estaba, a lo que Felipe le informo que su hermana había sido secuestrada, y que regresaría solo cuando ella regresara a casa, luego de eso Ming no se comunicó más con él y Felipe no tenía tiempo ni ganas para saber de él, por suerte Vicky había regresado y ahora les insistía que regresaran cada uno a su vida habitual, es decir que regresaran a sus universidades y hogares, ya que incluso Zafiro y Eros estaban allí, pero Felipe ya no estaba tan convencido de regresar, ni siquiera por Ming, fue por eso que busco un tiempo a solas, fue a la casa del árbol, aquel lugar era el favorito en toda la mansión, aun con sus 19 años recién cumplidos. En ese pequeño lugar, comenzó a pensar que debía hacer, no solo con sus estudios, también con su vida en general, ¿le gusta Ming? Claro que le gustaba, ¿lo amaba? No lo creía, no estaba muy convencido de que era el amor, solo podía verlo en los ojos de sus padres, o en los de sus hermanos, como veían a sus esposas o esposo, recordó como ayudo a Tiago a convencer a Dulce a que fuera su esposa, ese moreno estaba muy enamorado de su prima.
- Detente Princesa, ya es suficiente de culparte por todo. - la voz de su cuñado lo llevo a levantarse y observar por la pequeña ventana, la princesa, como solo el ruso llamaba a Lucero se veía abatida, Felipe conocía la historia de ese par, sabía que Neri y Lucero fueron amigos aun antes de que Zafiro y Eros entraran en sus vidas, ellos tenían una conexión única, como la que tenían con Tiago y Dulce, ellos cuatro fueron los mejores amigos.
- Pero esta vez también es mi culpa, ¿lo puedes comprender Neri? Por mi culpa secuestraron a Vicky, ¿Qué hubiera sucedido si la mataban como paso con Dulce?
- Lo de Dulce no fue tu culpa...
- Lo fue, murió por que fui una inepta, tomé el lugar de cabeza de los Bach ¿y para qué?
- Para vengar a Zafiro, gracias a ti matamos a esos hijos de puta.
- Debía vigilar a los padres de esos tres y no lo hice, debía cuidar a Tiago y no lo hice y ahora no están y yo estoy criando a su hijo y ¡el día que Horus sepa la verdad va a odiarme!
- Si quieres culpar a alguien, cúlpame a mí, sabía que Zafiro quería dame celos y solo la deje, ¿quieres otro culpable? Tu esposo.
- Neri...
- No, que tú lo perdones no quiere decir que yo lo haga, lo respeto, de acuerdo, es mi cuñado y tu esposo, pero yo no puedo perdonar que te violara.
- No lo hizo.
- Abuso de ti, él sabía que estaban drogados y aun así... - Neizan dejo de hablar al ver como Rosita estaba discutiendo una vez más con Zafiro y luego de hacerle una mueca a Lucero se alejó, Felipe no comprendía nada de todo aquello, pero no se quedaría con la duda.
- Lu. - dijo el joven y la princesa del imperio Bach, al fin lo descubrió, no puedo evitar reír al verlo asomado en la pequeña ventana y como si ella también fuera una niña subió a esa pequeña casa del árbol que en un tiempo había albergado a cinco niños de cabello dorado.
Las horas pasaron y Lucero contesto todas y cada una de las dudas de Felipe, quien descubrió toda la verdad de su familia, como Eros había abusado de Lucero, como tres hombres habían violado a Zafiro y al fin supo la verdad, el bebé que Zafiro había abortado no era de Neri como siempre creyeron, sino que era producto de esa violación, el joven se sentía mal, durante 7 años le había jugado bromas pesadas a Neizan, creyendo que él era el responsable del aborto de su hermana, ahora comprendía que el ruso prefirió aquella mentira para que ellos, que eran unos niños nunca supieran lo que le había sucedido a su hermana, ese día Lucero Bach y Felipe se hicieron amigos, pero su conversación también le sirvió al rubio para saber un poco más de lo que era el amor.
Felipe al fin regreso a China, no estaba muy convencido de retornar, pero al ver como sus hermanos volvían a sus universidades y que incluso Victoria se iría a Rusia con Stefano, decidió no ser el débil y seguir el ejemplo de sus otras mitades, parecía que solo él los extrañaba, claro que con lo que había sucedido con Victoria nada volvería a ser igual, Felipe ya no estaba solo en China, Lucero había envido gente de su confianza a la cuidad a cuidarlo, así como Ámbar estaba bajo la protección del clan Zabrek, quienes lideraban la mafia en Grecia, Mateo tenía como respaldo a la mafia de Chicago los Constantini, y Stefano estaba en el reino de los Neizan, por lo que Lucero se haría cargo de su seguridad, solo se tomó un día de descanso para regresar a la universidad y solo cuando puso un pie en aquel lugar recordó a Ming, en todas esas semanas no se había comunicado con él, pero Felipe tampoco lo había hecho, comenzaba a estar cada vez más seguro que eso no era amor, solo atracción y curiosidad, Ming fue el primer hombre que le fue claro o mejor dicho directo en avanzar a algo con él, pero eso no quería decir que el rubio lo amara.
- Señor Zabet, debo hablar con usted. - dijo de forma cortante Ming cuando la clase termino y Felipe solo se quedó en su asiento, viendo una vez más como todos se retiraban.
- Ming... - comenzó a decir Felipe, pero su boca fue tomada con desespero por su profesor, quien incluso lo hizo poner de pie, para pegarlo a su cuerpo.
- Te extrañe hermoso, no sabes cómo te extrañe. - Han Shun Ming estaba agitado de pies a cabeza, su cuerpo estaba rígido, y sus manos apretaban con desespero el cuerpo de Felipe.
- Sí, eso se nota. - respondió mostrando una pequeña sonrisa el rubio, jamás hubiera imaginado que lo recibiría de esa forma, a decir verdad, esperaba algún ataque de celos, ya que en el corto tiempo que llevaban juntos en esa confusa relación, el hombre se había mostrado hostil cuando Felipe no le decía dónde estaba, que estaba haciendo o cuando no hacia lo que él le pedía.
- Sé que regresaste ayer, ¿Por qué no me llamaste? - y allí estaba, lo que a Felipe le molestaba, que Ming siempre sabía dónde estaba y que hacía.
- Porque espere que tú me llamaras, a decir verdad, he esperado tu llamada durante días, por lo menos para que me preguntaras como estaba. - dejo que la queja solo saliera, si Ming iba a reclamar algo, él también.
- Si no te hubieras ido, yo sabría como estabas.
- Si recuerdas que te dije que secuestraron a mi hermana ¿verdad? - rebatió molesto al tiempo que se alejaba un poco de él.
- Tienes hermanos mayores, ellos deberían preocuparse por eso, no tu hermoso, ese no es tu trabajo.
- ¡¿Disculpa?! Comprendo que ustedes tienen una forma distinta de pensar y solucionar las cosas, pero de donde yo vengo, ser el mayor o el menos no tiene nada que ver con preocuparte por tus otros hermanos. - Ming suspiro demasiado fuerte y un brillo oscuro tomo sus ojos, pero cuando Felipe esperaba alguna frase mordaz de él, solo le sonrió.
- Tienes razón, tú eres distinto, por eso me vuelves loco, quiero verte... en mi casa, a las 10, no faltes.
Solo lo dijo y se marchó sin esperar respuesta, Felipe paso el resto del día pensando que debía hacer, el hecho de que Ming le gustara y mucho no era suficiente para pasar por alto sus desplantes, ni siquiera mintió y fingió un mínimo de preocupación por Vicky, no pregunto por ella o como estaba, y eso era porque no le importaba, y Felipe no podía amar a alguien que no le importara su familia.
- Señor...
- No me llames así, por favor, tengo la mitad de tu edad, dime Felipe. - el joven vio con fingido espanto a su custodio y a este no le quedo más que reír, Felipe tenía la facilidad de hacer reír incluso a la persona más seria del mundo.
- Como digas, solo quería preguntar si saldrá esta noche o...
- No claro que no, pueden ir a descansar, nadie podría ingresar al edificio, solo los Bach. - respondido el rubio, ya que se enteró que Conall, desplego al menos veinte hombres esa noche que fue por él, y aun así tuvo que dar explicaciones a la policía al salir del edificio, Felipe era precavido, siempre temió el ser secuestrado o acosado por los periodistas, lo odiaba, fue por eso por lo que había buscado un buen edificio en donde establecerse en China.
Una vez que el empleado se retiró, él fue a la casa de Ming, debía decirle que si seguían en esa especie de relación deberían programar donde y cuando verse, si bien le había confesado a Lucero que era gay, aun no estaba dispuesto a que toda su familia se enterara y por más que Lucero le aseguró que su gente no diría nada de lo que viera él no estaba tan seguro, o quizás era el hecho de que no estaba seguro de continuar con Ming. Fuera lo que Fuera, Felipe se arrepentiría de haberle mentido a sus custodios.