Capítulo 2 A la sombra de un deseo

Ava no podía creer lo que estaba sucediendo. Ni siquiera esperó a que los empleados de Myers volvieran. Ella corrió hacia los vestidores y se quitó la ropa para poder cambiarse. Llamó a Joe para que viniera a buscarla y la joven le respondió que estaba cerca haciendo unos mandados y que en cinco llegaba por ella.

La joven cortó mientras se quitaba la camisa y se colocaba su blusa. Se sentía humillada y enfadada. Tenía ganas de darle un par de patadas a ese Asher.

Quién se creía que era.

Se quitó la falda y colocó sus jeans y luego sus zapatillas. Guardó la blusa y la falda en una bolsa ya que las lavaría y luego se las devolvería a Kevin.

Se detuvo un momento.

-Dios...Kevin. - Se dejó caer al suelo mientras cubría su cabeza con las manos. Kevin la había visto haciendo semejante acto y probablemente lo regañarían por contratar a una persona como ella. A estas alturas el pago le daba igual, sin embargo, Kevin no.

Sacudió su cabeza y se levantó dispuesta a irse. Frente a ella estaba Kevin mirándola con preocupación.

-¿A dónde vas?

-A casa. - Dijo pasando de él. En estos momentos no estaba en condiciones para poder hablar con calma. Se sentía avergonzada.

-Pero si te vas no te pagaran.

-Igual no lo van a hacer. Terminé por arruinar la ropa de Asher Myers y poner en ridículo a los demás. No merezco el pago. - El joven intentó detenerla, pero ella no se dejó.

-Ya basta Kevin, debo irme. Joe me está esperando afuera. - Kevin frunció los labios.

-¿Qué sucedió con Asher? - El labio de la joven tembló. Quiso decirle qué había sucedido, sin embargo, una chica apareció detrás. Veía a Kevin y a Ava con preocupación y la joven supo de inmediato que se trataba de la chica a quien Kevin besaba hasta hace unos minutos. Ava tragó nerviosa mientras el labio le temblaba, no quería hacer ninguna escena en estos momentos así que al final soltó una sonrisa fingida.

-No pasó nada. Tan solo me estoy muriendo de la vergüenza. Gracias por intentar ayudarme Kev, pero veré como me las arreglo. Será mejor que vuelvas. Y lamento de antemano que tendrás problemas por mi culpa - Señaló hacia atrás. Kevin negó mientras intentaba tomar la muñeca de la joven, pero ella ya se había alejado.

-¡Odio este mundo! - una ebria Ava levantaba su copa mientras Joe la veía sin poder creer la situación de su amiga. Luego de haber ido por ella lo primero que sucedió fue que la joven entró en llanto. Joe se asustó ya que la joven lloraba como si no hubiera mañana, pero al final la dejó ser. Intentó calmarla, la abrazó, le prometió que la escucharía y cuando pudo calmarse ella arrancó el auto y escuchó lo que su amiga experimentó durante las últimas horas.

-¿Le tiraste tus zapatos a Asher Myers? - La joven asintió comenzando a sentir vergüenza por lo que hizo. -¡Maldición! Ava eres mi ídola. Siempre supe que ese chico no podía ser perfecto. Lo pusiste en su lugar. Eso se hace.

-¿Crees que hice bien?

-Por supuesto, te defendiste de un idiota como ese. Se lo merece.

-Si verdad. Sin embargo, eso me quitó mi paga para la operación de mi madre. Comenzó a llorar de nuevo. Joe la miró con una cara larga.

-Puedo prestarte el dinero.

-Pero tu viaje...

-Ava, eres más importante que un viaje.

-Pero Joe...

-Solo tómalo. Si no lo hace me enfadaré contigo. - Le advirtió. Ava la miró como un cachorro perdido y luego la abrazó causando que la joven casi perdiera el control del auto.

-Lo siento. - Regresó a su asiento mientras Joe se carcajeaba por el momento.

-Bien, ahora vamos a beber unas cervezas, porque este día ha sido muy duro.

Y así fue como ambas jóvenes llegaron a un Pub para terminar bebiendo como si no hubiera mañana.

-¿Por qué tengo tan mala suerte? - se preguntó mientras pasaba su dedo índice por la boca de su vaso. Joe colocó su cabeza encima de su palma mientras veía a Ava con ojos somnolientos.

-¿Has intentado pedir un deseo?

-¿Un deseo?

-Sí, dicen que si pides un deseo a las estrellas se cumple lo que pides. - Ava la miró mientras parpadeaba fuertemente.

-Esa es una estupidez.

-Si verdad. - Joe soltó una carcajada divertida. -Tal vez sirva pedir un deseo a las 11:11- Ava negó para nada agradecida con ese tonto consejo. Joe simplemente continuó riendo como retrasada.

-Tener algo de fe puede ayudarte. Yo una vez pedí un deseo a las 11:11 y conseguí mi trabajo.

-Coincidencia.

-Fe mi querida amiga. Tuve fe y conseguí lo que quería. Aunque debes ser realista y objetiva. - Ava se lo pensó un momento. Sacó su celular y notó que eran las once con diez minutos. -Intentalo, igual no pierdes nada. - En eso si tenía razón. Ava no podía creer lo que estaba a punto de hacer bajo el techo de aquel pub donde se encontraba completamente ebria. Cuando dieron las once, junto sus manos y cerró los ojos.

-¡Deseo encontrar la felicidad y la calma! - Joe la miró con la boca entreabierta.

-Vamos Ava, eso no es ser objetivo. Pide algo más específico antes de que den las doce. - Ava frunció su entrecejo.

-Pero si ese es mi deseo objetivo. Ser feliz. - Joe negó con la cabeza mientras sonreía de forma burlona. Siguió peleando con su joven amiga hasta que dieron las once y media. Ambas estaban borrachas y salieron del pub sin saber qué hacían. Aunque Ava estaba más consciente que su amiga así que la envió en un taxi y ella caminó hacia su casa, ya que no estaba lejos. Se agarró bien a sus cosas y comenzó a caminar, aunque lo hacía en zigzag. Soltó una sonrisa divertida cuando notó que unas gotas de agua comenzaron a caer, aceleró el paso y la lluvia aceleró su caída.

-¡Ay, genial! - expresó en un grito claramente enojada por su mala suerte. Casi cae en un charco, pero logró esquivarlo y continuar con su caminata. Al estar cerca de su casa se tropezó cayendo frente a una caja.

-Auch. - Se quejó ya que había caído de nuevo sobre su herida, la cual debió de abrirse más debido al golpe. Intentó levantarse cuando se dio cuenta que una de las cajas comenzó a moverse. Por un momento creyó que se trataba de una rata, pero al escuchar un maullido supo que no era eso. Se levantó y abrió la caja dándose cuenta de que un gato negro, con una mancha blanca en el lomo y una en la pata, se encontraba ahí encogido. La joven lo sacó con delicadeza mientras el gato se oponía, pero al sentir las caricias de la chica en sus orejas se calmó y se aferró a ella.

-Pobrecito. - Murmuró sintiendo lástima por el pobre animal. -Será mejor que te lleve a casa, no puedo dejarte aquí. - Lo cubrió con su chaqueta y corrió hacia su casa sin que nadie notará que llevaba un animal dentro del apartamento.

Al estar dentro, dejó al animal en el suelo y ella corrió a quitarse la ropa quedando en interiores. Sacó un par de toallas y prendió su calefactor. Tomó el botiquín y lo dejó sobre su cama para poder curar el raspón de su rodilla.

Se acercó al gato para poder secarlo con la toalla, sin embargo, el gato parecía tímido con ella.

-No voy a hacerte nada. - Expresó la joven mientras acariciaba al gato y lo secaba con suavidad. El animal se dejó hacer. Estuvo quieto mientras ella terminaba de secarlo. Finalmente, se levantó para quitarse su ropa interior mientras el animal soltaba un gran maullido como si estuviera espantado y procedió a esconderse detrás de la cama. Ava se quedó confundida y decidió ignorarlo. Tomó la toalla y se metió al baño para darse una ducha.

Una vez estuvo cambiada y curada con la toalla en la cabeza, se acercó al animal quien se había quedado dormido en la toalla.

Ava fue por una caja y colocó ropa vieja para luego ubicar ahí al gato.

-Descansa amiguito. - Murmuró mientras acariciaba sus orejas. El gato soltó un ronroneo y ella sonrió. Se levantó y caminó hacia su cama hasta que se quedó dormida.

A la mañana siguiente, la joven escuchó que alguien tocaba a su puerta. No quería levantarse, pero debía hacerlo. Al abrir la puerta se encontró con su arrendadora, la señora Davies.

-Buenos días. - Saludó la joven.

-Hola Ava, vengo a cobrar la renta. - La joven abrió sus ojos de par en par. Había olvidado que Joe le dio el dinero.

-Oh sí, ahora se lo traigo. Iba a ir a depositarlo hoy. Lo siento mucho. Ahora vuelvo. - Dijo cerrando la puerta para correr a su bolso y sacar el dinero de su monedero. Lo contó y era la cantidad exacta que debía. Regresó a la puerta y le dio el dinero a la mujer quien lo contó ahí frente a ella.

-Si esto vuelve a suceder Ava, tendré que sacarte de aquí.

-Si, comprendo. Lo siento mucho señora Davies. - La mujer suspiró mientras negaba ligeramente.

-Cuídate Ava.

-Usted igual. - Y con eso pudo cerrar la puerta sintiéndose aliviada. Le debía una grande a Joe.

Antes de poder sentir un poco de paz, escuchó como si algo hubiera caído en su habitación. La chica se levantó recordando que había recogido a un gato. Y al dirigirse a la caja el animal ya no estaba.

-¡Tú! - la voz de un hombre hizo que la joven se diera la vuelta. Frente a su espejo se encontraba un hombre desnudo que cubría sus partes nobles con una almohada. Ava se quedó mirándolo perpleja. Analizó su rostro, cejas pobladas, nariz respingada, rostro en forma diamante, cabello negro desordenado y ondulado. Podía reconocer ese rostro en cualquier publicidad del país.

-Asher Myers. - Murmuró antes de soltar un grito y comenzar a lanzarle cosas mientras el chico se movía evitando que algo lo golpeara.

-Espera, espera. Deja de lanzarme cosas. Puedo explicarlo.

-¿Qué cosa? ¿Qué eres un pervertido? - Gritó ella mientras él quedaba de nuevo frente al espejo. La joven logró ver los glúteos del chico en el reflejo. Ella miró hacia otro lado mordiendo su labio mientras sus mejillas se sonrojaban. Dios, esto era demasiado.

-Cielos santo. ¿Podrías cubrirte? En el reflejo se ve toda tu presencia. - Asher miró hacia atrás dándose cuenta de que sus posaderas quedaban al aire libre. Tomó la chamarra de la cama y la envolvió alrededor de su cuerpo sintiendo un ligero calor en las mejillas. Dios, esto era una pesadilla.

                         

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