MALVADO, Senõr Bragança
img img MALVADO, Senõr Bragança img Capítulo 4 2
4
Capítulo 6 4 img
Capítulo 7 5 img
Capítulo 8 6 img
Capítulo 9 7 img
Capítulo 10 8 img
Capítulo 11 9 img
Capítulo 12 10 img
Capítulo 13 11 img
Capítulo 14 12 img
Capítulo 15 13 img
Capítulo 16 14 img
Capítulo 17 15 img
Capítulo 18 16 img
Capítulo 19 17 img
Capítulo 20 18 img
Capítulo 21 19 img
Capítulo 22 20 img
Capítulo 23 21 img
Capítulo 24 22 img
Capítulo 25 23 img
Capítulo 26 24 img
Capítulo 27 25 img
Capítulo 28 26 img
Capítulo 29 27 img
Capítulo 30 28 img
Capítulo 31 29 img
Capítulo 32 30 img
Capítulo 33 31 img
Capítulo 34 32 img
Capítulo 35 33 img
Capítulo 36 34 img
Capítulo 37 35 img
Capítulo 38 36 img
Capítulo 39 37 img
Capítulo 40 38 img
Capítulo 41 39 img
Capítulo 42 40 img
Capítulo 43 41 img
Capítulo 44 42 img
Capítulo 45 43 img
Capítulo 46 44 img
Capítulo 47 45 img
Capítulo 48 46 img
Capítulo 49 47 img
Capítulo 50 48 img
Capítulo 51 49 img
Capítulo 52 50 img
Capítulo 53 51 img
Capítulo 54 52 img
Capítulo 55 53 img
Capítulo 56 54 img
Capítulo 57 55 img
Capítulo 58 56 img
Capítulo 59 57 img
Capítulo 60 58 img
Capítulo 61 59 img
Capítulo 62 60 img
Capítulo 63 61 img
Capítulo 64 62 img
Capítulo 65 63 img
Capítulo 66 64 img
Capítulo 67 65 img
Capítulo 68 66 img
Capítulo 69 67 img
Capítulo 70 68 img
Capítulo 71 69 img
Capítulo 72 70 img
Capítulo 73 71 img
Capítulo 74 72 img
Capítulo 75 73 img
Capítulo 76 74 img
Capítulo 77 75 img
Capítulo 78 76 img
Capítulo 79 77 img
Capítulo 80 78 img
Capítulo 81 79 img
Capítulo 82 80 img
Capítulo 83 81 img
Capítulo 84 82 img
Capítulo 85 83 img
Capítulo 86 84 img
Capítulo 87 85 img
Capítulo 88 86 img
Capítulo 89 87 img
Capítulo 90 88 img
Capítulo 91 Epílogo img
img
  /  1
img

Capítulo 4 2

NELLY

Días actuales...

Estoy cansada.

En un solo día, discutí con mi madre, enfrenté mi mayor miedo a hablar en público, entregué mi trabajo final y ¡oh, obtuve la máxima puntuación! Finalmente periodista. Nada podía arruinar mi felicidad, excepto, por supuesto, ceder al juego de persuasión de mi madre e ir a una clínica de adelgazamiento, conocida como spa.

Patético, lo sé.

¿Cómo puede una mujer de veinticuatro años ceder a los caprichos de su madre y tirar por la borda años de amor propio?

¿Pero qué amor propio? Es eso.

Constantemente repito lo maravilloso que soy a mi reflejo en el espejo, pero cada minuto que pasotúalimentando mi autoestima se cae al suelo cuando conozco a Kaciana, la mujer que me trajo al mundoy hace una mueca cada vez que la llamo mamá. Se las arregla con una mirada para derribar cada muro de confianza que he tardado años en construir, cada maldita vez que me sientobien, ella viene y arruina todas mis fantasías.

-Queremos odo a lo que tenemos derecho, Ro.- Kaciana le guiña un ojo a la masajista, en una intimidad tan exagerada que me hace sospechar.

-Bien hermosa.- El hombre le devuelve el guiño y se gira para tomar un aceite aromatizante de la mesita junto a la camilla. Lo estudio con curiosidad ahora, sin perderme la forma despreocupada en que se mueve.

Me mira de arriba abajo cuando se da la vuelta, como si acabara de darse cuenta de mí y tuviera que tirar de la bata hasta mi cuerpo bajo su escrutinio poco profesional. Él sonríe, una sonrisa que no me gusta en absoluto.

mi celular vibrala bolsay lo recojo, apartando a mi madre y al masajista. Sonrío mientras leo el mensaje de mi mejor amigo, el único en realidad.

Alice lleva dos meses fuera del país, fue a competir en una competencia de esgrima, llenándome de orgullo por perseguir sus sueños y sin importarme todas las dificultades que enfrenta a diario el deporte, del que aún se habla poco. No le importaba cuando era la única mujer en la clase, le daba pecho a todos los chicos y los golpeaba uno a uno, aunque ella viene de una familia rica, sus padres son anticuados y preferirían verla casada y con hijos.

-¡NO HAY POSIBILIDAD!- Ella me responde y una sonrisa brota de mis labios, le digo que estoy en

un SPA con mamá para perder unos kilos. Alice siempre ha odiado la forma en que Kaciana me trata, muchas veces tuvieron discusiones acaloradas sobre mí, mi amigo siempre intervino cuando mamá hizo algún comentario malo sobre mi peso, para Alice mi cuerpo es hermoso y mientras como bien y saludable lo demás no importa. Sin embargo, siempre intervengo. Después de todo, Kaciana es mi madre.

-No es tan malo, aquí hay sauna y masajes.

Se lo mando a ella.

-Guarda tu celular, Nelly. Apuesto a que estás hablando con esa chica insufrible. - se queja Kaciana, arrugando la nariz con desdén y se acuesta en la camilla.

Otra masajista entra a la habitación y me indica que me acueste en la camilla desocupada, mis ojos brillan a la mujer y sonrío genuinamente, agradecida de que el falso don Juan no sea el responsable de mi masaje y me acuesto. A diferencia de mamá, que no lleva nada más que la parte inferior de un biquini debajo de la

bata, yo llevo un traje de baño negro, con un escote pronunciado en la parte delantera, pero que abraza y protege mi cuerpo de miradas indiscretas y críticas, sin dejar nada demasiado descubierto.

-Necesito estar realmente relajado, Ro. Tengo una cita esta noche y necesito estar en mi mejor momento. - comenta mi progenitor, usando un tono de voz meloso y pedante.

Frunzo el ceño ante sus palabras, aunque está acostumbrada a sus novios relámpago, pensé que se quedaría conmigo en el spa toda la semana, ya que fue idea suya.

-¿No te vas a quedar toda la semana?- solté, atrayendo la atención de la mujer hacia mí.

-Oh no, querida. Esta semana se tratará de ti, ya he programado toda tu rutina y estarás tan ocupado que ni notarás mi ausencia. Además, tengo mis propios planes.

Incluso después de tantos años del mismo trato, mi corazón todavía duele al escuchar tus palabras indiferentes. Saber que la mujer que me dio a luz prefiere mucho la compañía de cualquier hombre a la mía duele. Sin embargo, asumo la culpa. Soy tonto al creer que de repente mi madre se convertirá en una mujer sentimental y me priorizará.

Resoplo para mis adentros.

Estúpido.

Tonto.

Estúpido.

Giro la cabeza hacia el otro lado, mirando la pared blanca en lugar del rostro de kaciana, quedándome en la misma posición hasta el final del masaje, ignorando la pequeña e íntima conversación que tuvo mi

madre con ese chico.Rhodurante los largos minutos que estuve acostado sobre la manzana, al menos, el

masaje fue bueno y logró distraerme a veces.

-Gracias, Ángela. - digo, cuando leo el nombre de la masajista en su uniforme y ella asiente, devolviéndome la sonrisa.

Salgo de la habitación sin esperar a mamá, y me dirijo directamente a mi habitación en lugar del sauna como habíamos planeado. Podría estar actuando como un mocoso malcriado en este momento, pero estoy enojado

porque acepté quedarme aquí, encerrado como un prisionero durante una semana mientras la mayoría de la gente hace lo que le gusta, yendo a lugares que disfruta.

Está bien, soy un adulto y puedo irme si quiero. - me digo, recordándome que ya no estoy obligado a ceder a los caprichos de Kaciana.

Pero...

¡Maldita sea!

Conociendo a la madre que tengo, me va a dar un infierno hasta que regrese, pero no por una semana, sino por un mes entero.

-Nelly, ¿no puedes oírme llamar?- Kaciana gruñe mientras se acerca a mí, lanzándome una mirada irritada.

Suspiro, pongo mi mejor cara y me detengo, mirándola directamente a los ojos tan pálidos como los míos.

-No mamá. No te escuché, deberías haber gritado.

Me mira incrédula, mirando a su alrededor para comprobar si alguien me ha oído.

-Las damas no griten, Nelly. Puntuate, luciendo su mejor expresión de niña rica, dando vueltas si ninguno de sus amigos de la alta sociedad está cerca.

No lo cuestiono, aunque creo que es una completa tontería, tontería.

Resulta que mi padre nos dejo muy bien y con mi madre siempre le gusto pasar, lleva una vida lujosa sin muchas limitaciones, esto sumado a la crianza conservadora que tuvo esta lleno de reglas para mantener una

buena apariencia en sociedad. reglas prejuiciosas. Y siempre:

Puede eso.

No puedo hacer eso.

Por supuesto, mi peso y mi apariencia son un problema para ella y la imagen que tanto se esfuerza por preservar. Tener una hija con sobrepeso es un indicio de su fracaso como madre.

-¿No vas a ir a la sauna?- Volvió a hablar, cambiando de tema.

-No, necesito enviar un correo electrónico a la oficina. - digo y ella pone los ojos en blanco, haciéndome caminar de nuevo con el gesto.

- Aférrate.- dice, agarrando mi brazo después de que me he alejado un paso de

ella.

-Realmente necesito irme, mami.

Miento, formando una expresión seria en mi rostro.

De hecho, no tengo ningún correo electrónico para enviar. Mi supervisora ​​me ha dado unos días de descanso, debido al atraso de trabajo académico que debo organizar en este tramo final de curso, pero ella no necesita saber eso.

- Sabes que por mí dejarías este trabajito, incluso esta universidad. - Dice con voz de desdén.

Respiro, tomando largas bocanadas de aire.

- No es un trabajo pequeño, conseguí la pasantía en Dalton por mi esfuerzo, es la revista más grande del país y cubre temas serios, tengo la suerte de trabajar en una de sus sucursales. - bufa Kaciana, demostrando que no está de acuerdo conmigo.

- Que sea. - Dice molesta, presionando sus delgados labios entre sí. -¿No quieres saber con quién me encontraré hoy?- pregunta, dejando que una sonrisa levante sus labios en una expresión casi...

feliz.

Frunzo el ceño, sin entender su pregunta. Nunca me dice con quién sale ni me pide opinión.

- ¿Con quien? - pregunto intrigada.

Debe ser alguien importante teniendo en cuenta tu entusiasmo.

-David Braganza. dice, lamiendo sus labios mientras menciona el nombre del hombre. Sonriendo maliciosamente.

Mi corazón da un vuelco, mis piernas tiemblan ante la mención de mi antiguo profesor de historia, el hombre al que amé en secreto durante tres años.

- ¿El volvió? - fuerzo una voz tranquila, disimulando la perturbación que me trajo su revelación.

Me mira, estudia minuciosamente mi expresión y sonríe, tomando una de mis manos en una forzada muestra de afecto, acariciando el dorso.

-Sé que tenías sentimientos tontos por él, cariño. No pude ocultarlo cuando hablé o escuché algo sobre el hombre. Espero que dejes ese enamoramiento a un lado.

Me aclaro la garganta, alejo mi mano de la suya y desvío la mirada hacia el pequeño grupo de mujeres que hacen pilates junto a la piscina.

- David Bragança fue mi maestro, le debo mucho como educador, pero eso es todo. - digo secamente, mirando profundamente a los familiares iris de nuevo.

Ella sonríe, empujando uno de mis cabellos hacia atrás.

-Eso es bueno, cariño. David es un hombre sofisticado, a pesar de la sencilla profesión que ha elegido. Proviene de una familia refinada y con resentimiento decidió tomar su lugar como único heredero de

Perfumería Bragança, necesitará ayuda.

-¿Y me ayudarás?- Pregunto con ironía, incapaz de ocultar mis sentimientos.

-Sí te ayudaré. dice, ignorando el ácido en mis palabras. -Me tengo que ir, te veré en una semana.- Por favor no me decepciones. - Hablar y marcharse, sin ningún otro gesto más íntimo o cariñoso.

No me decepcione.

¿Está hablando de David o de mis kilos de más? Resopló, no queriendo encontrar la respuesta a eso. Vuelvo a caminar, me dirijo directamente a las pequeñas cabañas que algunos clientes toman como sus habitaciones y entro en el 501. Paso mis ojos como un águila alrededor de la habitación, buscando mi computadora portátil o teléfono celular, cualquier cosa que pueda ofrecerme una búsqueda rápida en mi ex profesor.

El esta de vuelta.

Regresó a la ciudad luego de dos años de ausencia, luego del terrible accidente que acabó con la vida de su hijo y su esposa.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022