Recházame
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Capítulo 5 ✨

BRENIN

2 MESES DESPUES.

Me paseaba de un lado a otro por el patio de la escuela viendo que ninguno de mis alumnos saliera lastimado. Si bien han tenido un gran control de su magia hasta el momento, el elemento de fuego siempre es complicado y engañoso.

Un pequeño rose con algún material inflamable y se puede generar el caos, sobre todo porque ellos aún no lo manejan bien y entraran en pánico apenas alguna prenda de sus ropas se incendie.

Lo bueno es que nada a nuestro exterior podría resultar perjudicado, ya que mi campo de fuerza los protegía. Tanto a los animales o personas, como la naturaleza en sí.

Ahora solo era un grupo de 5, los separé en dos grupos para evitar riesgos.

Manuel intentaba formar bolas de fuego, me he dado cuenta de que es su fuerte, formar figuras redondas con su magia.

Los otros solo crean llamas.

Y Amalia, es otro caso distinto. Su fuerte es darle forma de animales a sus poderes. Como ahora, que pequeños zorros rojos corren a su alrededor.

Lo inicial de la sección era poder rodearse de fuego, simple como eso. Vamos a la fase dos.

–Bien chicos –hable fuerte quedándome a una distancia prudente–. Ahora quiero que el fuego flote a su alrededor.

Inhalé hondo e hice fluir mi magia con más fuerza aumentando el diámetro del escudo y aumentando su resistencia.

Miré con argullo como cumplían lo que les pedí sin mayores complicaciones y admiré con fascinación como Amalia transformaba sus zorros en pequeños pájaros.

–¡MUY BIEN CHICOS! –grité con emoción–. Ahora vayan haciéndolo cada vez más pequeño hasta extinguirlo.

Cada uno se encontraba en su propia burbuja de concentración, algunos con ojos cerrados y otros con ojos abiertos. Lo ideal es que cuando tengan suficiente seguridad todos puedan manejar su magia con los ojos abiertos, porque si llegan a acostumbrarse a solo usarla así cuando se encuentren en peligroso puede ser perjudicial.

–¡BRENIN! –un grito a mi espalda me hizo voltear y pude ver perfectamente a Isa con Aurora en su carrito.

No le di mayor importancia a su presencia, porque ella sabe lo que hacemos aquí y que no debe ingresar en el campo de fuerza. Aunque no podría, ya que lo hice de tal manera que nadie entra nadie sale.

Solo yo puedo controlarlo.

Volví a ver a mis chicos que cumplían de maravilla mi orden. Poco a poco las llamas se extinguían hasta quedar en cero. Sus ojos dejaron de destellar por su poder y una gran sonrisa se formo en el rostro de cada uno y aplaudí hacia ellos.

–Bien hecho –me acerqué–. Denme esos 5.

Subí una palma estirada al aire y uno a uno se fue acercando para saltar y chocar su palma con la mía.

–¿Vio mis pájaros? Eran realmente lindos –Amalia pregunto quedando de pie frente a mi con las manos tras su espalda y meciéndose sobre sus pies.

–Lo era –sonreí hincándome para quedar a su altura–. Tus zorros también eran maravillosos.

Su sonrisa se amplia en su pequeño rostro y llevo una mano hacia su cabeza removiendo su cabello.

–Ve a arreglar tus cosas, es hora de irse.

Me puse de pie nuevamente y rompí el escudo para dejar salir a los niños. Inmediatamente corrieron al interior de la escuela para buscar sus cosas y yo me desvíe en camino hacia ambas pelirrojas.

–Hola –Isa saludo acomodando el gorro sobre la cabeza de su hija.

–Hola –respondí mirando a la bebé.

Sus ojos conectaron con los míos y un ligero escalofrío recorrió mi columna, sus pequeños pozos azules brillaron con intensidad al verme y comenzó a dar pequeños brincos estirando sus manos.

–M-ma.. ma –comenzó a balbucear en mi dirección.

Negué con la cabeza y me incliné hacia ella agarrándola bajo sus axilas para sacarla de su carrito.

–Hola hermosa –le sonreí llenándome de calidez y Antón ronroneando en mi interior–. ¿Cómo estás? ¿Qué has hecho de bueno?

–M-ma... bababa –balbuceo y reí.

–Que interesante día has tenido –la acomodé sobre mi cintura y sus manos como siempre iban hacia mi cuello rodeándolo–. ¿Qué planes tienen para esta tarde?

Pregunté hacia su madre sin dejar de ver a la bebé en mis brazos, nueve meses habían pasado increíblemente rápido. Y su crecimiento era como un parpadear.

–No lo sé, ¿tienes algo en mente o saldrás?

Lo medite unos momentos y caí en cuenta que la verdad hace un poco mas de un mes que no salía. Quizás por el hecho de que ahora estaba dando clases y no quería fallarle a esos niños, pero las ganas de salir de antes ya no estaban.

Ahora solo daba mis clases, me llenaba del amor y la emoción de ellos ante cada aprendizaje y luego volvía a la mansión para pasar tiempo con Aurora. Esta pequeña niña que llenaba de esa característica calidez mi pecho y relajaba toda las tensiones que podría tener con solo una risa.

–No –respondí mirándola–. Noche en casa será.

Ladeo su rostro y frunció las cejas.

–Hace tiempo que ya no sales, ¿sucedió algo?

Negué y le hice una seña para que camináramos.

–No me han dado ganas, prefiero quedarme con ustedes.

–Yo también –ronroneo Antón cuando Aurora llevo sus manitos a mi rostro.

Camino a mi lado arrastrando el carrito y nos mantuvimos en silencio por unos momentos. Aurora seguía recorriendo con sus pequeños dedos parte de mi rostro y mi lobo no paraba de ronronear en mi interior.

–¿Te parece si compramos palomitas y vemos alguna película? –la pelirroja mayor habló.

–Pa-pa-pa –balbuceo su hija dando pequeños golpes en mi mandíbula.

–Sí, pa-lo-mi-tas –se respondió su madre y rodé los ojos.

–Esa es una palabra muy difícil.

–No importa, pero la doctora dijo que cada cosa que ella intente repetir debemos hacerlo así –respondió viéndome con fastidio–. Así ella intentará repetirlas mejor.

–¿Y cómo va con lo de caminar?

Bufó y sonreía a la gente que la saludaba en nuestro pasar.

–A veces hace el intento, pero finalmente solo me ilusiona porque no da ni un solo paso y se deja caer de trasero.

Reí ligeramente y moví a Aurora afirmándola bien por el torso y dejándola flotar frente a mí.

–¿Así que has engañado a tu mami? –le pregunté alzándola más alto que mi cabeza y bajándola en el aire–. ¿Quién es una chica mala? –volví a alzarla logrando que ría y pataleé–. ¿Quién es una chica mala?

Su risa se convirtió en carcajada cuando la baje nuevamente mientras pataleaba.

–La harás vomitar, tomo su leche antes de venir –Isa me regaño golpeando mi hombro.

–¿No me vomitarás cierto? –la abrace contra mi pecho y sus manos fueron directamente a mi pelo–. Dejaremos de ser amigos y me vomitas encima.

Enredo sus dedos en mi cabello y acerco su boca a mi mejilla para chupetearla.

–Mh... que rico beso–hice una mueca de asco ante sus babas.

Isa soltó una carcajada y se detuvo cuando llegamos a la tienda.

–Ahora sabes lo que se siente –golpeo mi hombro repetidas veces–. Hija no dejes babas en Brenin.

Aurora claramente la ignoró y siguió dándome sus intentos de besos mientras balbuceaba cosas que no entendía contra mi mejilla.

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–Bueno... ¿Qué película veremos? –pregunté llevándome un puñado de palomitas a la boca.

–¡NO TE LAS COMAS AÚN! –me reprocho quitándome el recipiente de las manos para dejarlo sobre la mesa de centro.

La mire con el ceño fruncido y mastique con ahínco para molestarla aún más.

–¿Entonces? ¿Qué veremos? –recorrí el salón con los ojos–. ¿Dónde está Aurora?

Isa se dejó caer en un sillón frente a mí y flexiono sus piernas quedando en posicion de indio.

–Chris le esta cambiando el pañal y poniéndole pijama.

Asentí llevándome inmediatamente mis ojos a la escalera sin poder evitarlo, afiné mis sentidos y pude escuchar como Chris de hablaba con voz melosa arriba y ella respondía balbuceando cosas inentendibles.

–¿Se ha acostumbrado a la vida paternal? –pregunté sin dejar de oír lo que sucedía arriba.

–Sí –dio un suspiro enamorada–. La verdad creo que estaba listo para ser un buen padre desde que ella estaba en mi vientre.

–Lo sé, aún recuerdo lo sobreprotector que era.

–No me lo recuerdes –río ligeramente llevando las manos a su cara–. Algunas veces me agotaba la paciencia.

Me uno a su risa y mi cuerpo se tensa cuando escucho las escaleras.

–Lo bueno, es que la quiere y protegerá con su vida.

–Sí, como cualquiera de nosotros –tomo el control y comenzó a buscar en los canales–. Incluido tú.

La miré fijamente unos segundos hasta que el aroma a vainilla con maracuyá ingreso en el salón. Chris traía a Aurora en brazos, enfundada en un pijama enterito color rosa, como casi toda su ropa, sus mechones naranjos los traía afirmado en dos coletas y un chupón relucía de su boca.

–¿Otra vez aquí? –la voz de Chris hizo que dejara de ver a su hija y diera con los mismos pozos azules que ella tenía.

–¿Te molesta que este aquí? –pregunté alzando una ceja.

Me valía si me molestaba, no pensaba irme.

–No–negó caminando hacia su mujer dejándose caer a su lado con su hija en brazos–. Pero... haz estado aquí todas las noches del ultimo mes, no me malinterpretes...–dejo a Aurora sentada en el suelo cuando comenzó a removerse inquieta–. Pero salías constantemente...–dio una mirada a su mujer de reojo y volvió a verme inclinando su cuerpo en mi dirección–. ¿Te ha hechizado?

–¡CHRIS! –el chillido de indignación de Isa me hizo reír llamando la intención de Aurora.

–¿Qué? –pregunto girándose hacia ella con una sonrisa en el rostro.

–¿Cómo puedes creer eso? –lo miró ofendida–. Esta aquí por su cuenta.

Su mate la miró entrecerrando los ojos y luego volvió a verme.

–Pestañea dos veces si estas hechizado –dijo antes de reír con fuerza cuando Isa volvió a chillar y golpeaba su hombro–. Ya, ya, solo era broma.

Se inclino hacia ella tomando su mentón con una mano y atrayéndola a su boca para besarla repetidas veces.

Rodé los ojos y desvíe mi atención de ellos hacia su hija, se encontraba mirándome cuando la miré. Rodeada de sus juguetes a los pies de sus padres, le sonreí ligeramente y ella respondió aplaudiendo y balbuceando.

Me erguí en el sillón apoyando mis codos sobre mis rodillas para verla mejor mientras jugaba, pero me dejé caer completamente en el suelo cuando apoyo sus manitas en la mesa de centro y se colocaba de pie.

–Pss –miré de reojo a sus padres que seguían besándose–. ¡PSS!

Chris finalmente soltó a Isa y ambos se quedaron quietos al ver a su hija, la pelirroja mayor golpeo el brazo de su pareja dándole indicaciones de algo y el comenzó a rebuscar en sus bolsillos hasta sacar su celular.

Aurora no dejaba de verme mientras intentaba mantener el equilibrio con sus piernas gorditas, abrí los bajos haciéndole señas para que se lanzará y caminara hacia donde me encontraba.

–Acércate más a ella, estas muy lejos quizás le de miedo –susurro Isa e hice lo que dijo quedando a al menos cinco pasos.

–Ven hermosa, vamos tu puedes –le di ánimos al ver en sus ojos la determinación de hacerlo.

Reboto en su lugar un par de veces estirando la mano libre en mi dirección, pero no cedí. Ella debía hacerlo.

–Vamos, ven, ven –volví a animarla y noté como movió uno de sus pies.

Di una mirada de reojo a sus padres que la veían fascinados y con el amor fluyendo por sus ojos.

–Ven hermosa –abrí y cerré mis puños en su dirección atrayéndola.

Movió otro de sus pies y así fue poco a poco hasta que su mano se afirmó en la mía.

–¡MUY BIEN! –la alabé.

–¡ESA ES MI PRINCESA! –gritó Chris al mismo tiempo.

Tomé en brazos a Aurora cuando la tuve al frente y la elevé en el aire haciéndola reír antes de pegarla a mi pecho.

–Be-be-be –balbuceo tocando mi rostro.

Mi corazón se contrajo y lleno de calidez al mismo tiempo. Antón ronroneo con fuerza en mi interior y finalmente sonreí viéndola.

–Sí, hermosa –la pegué más a mi cuerpo–. Yo soy Brenin.

–Be-be-be –volvió a balbucear antes de chillar y golpear mi rostro con sus manitas.

Volví a reír y dejé que hiciera lo que quisiera, desde golpear, tirar mi pelo y dejar sus besos húmedos sobre mi nariz y mejilla.

Luego de un momento nos acomodamos y comenzamos a ver una película al azar, yo seguí en el suelo con Aurora en mis brazos que comenzaba a acurrucarse en la curvatura de mi cuello y sus bracitos envolviendo mi cuello mientras Antón ronroneaba con fuerza.

Dejé caer mi nariz en su cabello inhalando hondo y lo supe.

Yo también daría mi vida por ella.

                         

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